Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XI. Hold you tight

Los siguientes días fueron desconcertantes. De beso en beso aprendimos el mapa de la piel del otro; de aquel bar de copas pasamos a ese cine donde ninguno de los dos vio una sola escena de la película, del "¿Quieres que nos veamos esta tarde?" a los "Te espero en mi casa". Cuando quise darme cuenta no había vuelta atrás.

Los primeros días fueron una especie de torbellino de pasión descontrolado. Ni siquiera sabía que fuese esa clase de mujer, pero una vez que me di cuenta de que me hacía feliz me pregunté cómo era posible que hubiese vivido tanto tiempo sin saber lo que era el amor.

En cuanto a él, resultó ser la clase de romántico escandaloso que un día, sin motivo aparente alguno, se presenta en tu casa con el maletero lleno de rosas rojas. Al tercer día de estar saliendo, de hecho, por poco me provoca un infarto haciendo que un dron aterrizase en mi coche con un cartel de "¿Te he dicho que te amo? Ven a cenar conmigo". Si no lo maté en aquel momento fue porque estaba demasiado ocupada sonriéndole al cartel como una idiota.

Definitivamente, era el hombre que había estado toda mi vida esperando. Uno que me quería y al que yo quería, que me hacía sonreír y me volvía loca de ganas de besarlo cada vez que nos veíamos; sobre todo, uno que me había elegido para compartir su caótico y pasional universo conmigo.

Todos lo notaron. Supongo que fue en parte porque me aislé un poco del resto del mundo. No puedo evitarlo... No vivo relaciones a medias. Empecé a quedar menos con la gente del trabajo, veía menos a Suho y a los demás, pero eso no me impidió observar, por ejemplo, cómo Mai comenzaba a hundirse en una espiral de ansiedad y culpa por no saber nada de Jongin.

Solo habían pasado unos días, pero el hecho de que no hubiese tratado de ponerse en contacto con ella de ninguna forma la mataba lentamente.

—¿Y si hace algo...? Estoy segura de que no está tomando la medicación. Lo sé, simplemente lo sé... Además, si le están pegando... No tiene a quien acudir... Estará solo... Es culpa mía...

Lo repetía una y otra vez, mientras yo trataba en vano de consolarla. Después me iba a casa, con Chanyeol, perdíamos la cabeza siendo felices uno en brazos del otro, y yo me sentÍa también algo culpable por ser feliz mientras Mai se torturaba sobre el paradero de aquel chico y por haber celebrado que se apegase a él de la forma en la que lo había hecho.

Tras un nuevo episodio deprimente, en el que Mai me repitió seis veces que todo lo que ocurriera era culpa suya, y un par de fugaces dudas éticas, le sugerí disimuladamente que hiciese uso de la base de datos del hospital para dar con Jongin, una sugerencia que pareció tranquilizarla considerablemente. Se sonrió tímidamente mientras esquivaba mi mirada.

—Si te soy honesta... Verás... La cuestión es que ya lo hice... Pero esperaba que me lo dijeras tú también para no sentirme una vil delincuente...

Aquella tarde disfruté con tranquilidad de mi dosis diaria de Park Chanyeol. Con tanta tranquilidad, de hecho, que cuando se fue de mi casa eran las 4 de una bonita madrugada lluviosa. Podría haberle dicho que se quedase a dormir, pero a la mañana siguiente tenía una cita con una discográfica y necesitaba estar en el estudio temprano. En cuanto a mí, decidí aprovechar las pocas horas de sueño que me quedaban cuanto antes y dormir hasta el último segundo antes de ir a trabajar. O tal vez me quedase la mañana siguiente en casa, el set podía funcionar sin mí... Podía ir al estudio a sorprender a Chanyeol...

Estaba atareada imaginando lo que haríamos después cuando me sorprendió una llamada corta del timbre. ¿Qué se habría olvidado esta vez? No sería la primera ocasión en la que se había ido de mi casa dejándose la cartera. Con una broma a su costa bailándome en los labios abrí la puerta sin preguntar siquiera.

No era Chanyeol. En mi puerta, bajo la lluvia, estaba Kim Junmyeon.

Me preguntó si podía pasar. Estaba empapado, mirándome con desesperación mientras el agua corría por su rostro. Abrí la puerta del todo para que entrase y lo observé mientras lo hacía. Algo iba mal, lo conocía, pese a todas sus bromas, el profesional eficiente y serio que era en su día a día no llamaría a la puerta de su compañera a las 4 de la madrugada sin una razón de peso.

Evité preguntarle y fui a por una toalla, ¿cuánto tiempo llevaba en la calle para estar completamente mojado? Cuando volví al salón estaba sentado en una silla con la cabeza entre las manos, Advertí que tenía cortes en los dedos.

—Jun, por favor, dime que no te has pegado con alguien...

No respondió, así que le eché la toalla por encima y le sequé el cabello ligeramente, para envolverlo después con la toalla. Me agaché a su lado para tratar de mirarle a los ojos. No estaba llorando, pero parecía traumatizado. Me levanté y me senté frente a él. No pasó mucho tiempo en silencio.

—Creo que voy a perder el trabajo. —Seguía en la misma posición, pero su voz parecía tranquila—. Vas a tener que buscar otro compañero...

De alguna forma, sentí que su voz tenía el mismo tipo de calma que precede a las tempestades.

—Jun, hay algo más, ¿verdad? Dime qué ha pasado —pedí.

Murmuró algo en voz baja.

—¿Qué? —pregunté.

—No lo sé, no lo sé...

Noté cómo sus manos temblaban, estaba sollozando.

—Dime lo que sabes, lo que sea... —insistí. Nunca había visto a Junmyeon así. Conmigo siempre era el fuerte; en el equipo el más profesional, quien lo tenía todo bajo control.

—He cometido un error, Dinah. He cometido un error muy grande.

Parecía desamparado y solo. Aproveché que la toalla se le escurrió de los hombros, dejando descubierta la camisa mojada y pegada al cuerpo, para acercarme de nuevo a él. No parecía que él fuese a preocuparse por la toalla, así que la recogí y se la sujeté yo sobre los hombros. Accidentalmente rocé su cuello con la mano: estaba helado. Empecé a preocuparme más de lo que ya lo estaba.

—Voy a traerte una manta o vas a terminar con un...

No me dejó terminar. Me sujetó del brazo un segundo, lo suficiente para retenerme, y me soltó rápidamente.

—No. No...

Alzó la mirada para pedirme que me quedase, pero ver su rostro cubierto aún de gotas de lluvia y sus ojos húmedos fue demasiado para mí. Lo abracé, con fuerza, como si sirvieran de algo todas las ganas que tenía de borrarle el dolor de aquella mirada, con ganas de llorar solo porque él estaba llorando. Él apoyó la cabeza sobre mi pecho, respirando entrecortadamente.

Pasaron un par de minutos antes de lo soltase y él se calmase lo suficiente como para explicarse. Comenzó a hablar con la mirada baja, pero ya incorporado en la silla.

—Siento haberme presentado aquí sin más... No... No sabía a dónde ir... Cuando la ambul... Bueno, debería empezar por el principio. —Hizo una pausa y continuó—. Después del trabajo fui a un restaurante con... Con... Había quedado... Tú sabes...

—Con tu chica. —Sabía que estaba viéndose con una de las editoras del programa.

—No es mi...—protestó levemente—. Bueno, solo quedamos. Yo... —Su mirada vagó por la habitación, como buscando la forma correcta de expresarse—. Comimos juntos, tomamos un par de cervezas, nada más. —Suspiró—. Te doy mi palabra de que solo fueron dos cervezas.

Empecé a entender lo que estaba tratando de decirme.

—¿Qué pasó después?

—Fue volviendo a casa, con el coche... No lo vi... No había paso de cebra, no había nada, no había nadie... —Volvió a ocultar la cabeza entre las manos.

—¿Muerto?

—No lo sé... No lo sé...

Sentí el impulso de preguntarle si se había dado a la fuga, pero no lo hice. Era él, era Suho; conocía a ese hombre. Nuca hubiera hecho algo así.

—¿Te hicieron la prueba?

—Positivo. Dio positivo.

—Es poco alcohol para que diera positivo, ¿pediste la prueba en sangre?

Asintió con la cabeza.

—Dicen que ya me avisarán. Era un chico joven, Dinah... Más pequeño que nosotros... No lo vi...

Comenzó a sollozar de nuevo. Me arrodillé a su lado.

—Jun, no sabemos nada aún, ¿vale? Espera a saber los resultados y qué pasa con el chico, tal vez no sea grave...

—Había cristales por toda partes, tenía la cara ensangrentada... Cuando llegó la ambulancia no respondía... Yo... No sabía qué hacer... No lo vi... Apareció de repente...

Traté de consolarlo, pero no podía hacer nada para borrar el sentimiento de culpa que le consumía. Lo conocía, sabía que nada podría hacerle olvidar lo que había pasado esa noche. Nunca.

Lo obligué a quedarse esa noche en mi casa. No era la mejor opción para el qué dirán, pero en aquel momento el qué dirán me importaba un cuerno. Había visto a mi amigo llorar por primera vez en mi vida, y sospechaba que llevaba fuera de mi casa, bajo la lluvia, tal vez horas esperando a que Chanyeol saliese. No iba a dejarlo irse de mi casa hasta la mañana siguiente aunque tuviese que encerrarlo con llave.

Después llegaría el momento de afrontar su futuro... o el hecho de que iba a quedarse sin futuro. La productora nunca dejaría pasar que hubiese atropellado a alguien habiendo bebido. Los titulares abrirían con "Presentador borracho coge el coche y mata a un chico". Éramos periodistas, sabíamos cómo se trataban esas cosas. Que estuviese borracho o no era lo de menos, lo importante para la prensa amarillista sería esa centésima de más en la prueba de alcoholemia.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro