X. Cherry blossom love song
El día iba de sorpresas, aparentemente. ¿Acoso? ¿Era ese canalla de Baekhyun? ¿Habían roto por fin?
—Es decir —continuó—, ir varias veces... A veces no llama, pero sé que está ahí.
—Es muy probable. ¿Quién...?
—Te vas a reír... Es ese hermano psicópata de Nin... de Jongin.
—¿El hermano? ¿El del numerito con la policía?
—Siento que me vigila, ¿sabes? Creo que nos vio el otro día, a Jonginnie y a m...
—A Jonginnie. Claro. Tu amigo Jonginnie. De preescolar. Sí, hombre, de toda la vida, no es que acabes de conocerlo y sea tu paciente ni nada por el estilo...
Se echó a reír poniéndose colorada por segundos.
—No, no... Solo... Todo el mundo lo llama así... Me lo dij... En la plan...
Le guiñé un ojo escandalosamente sin dejarla terminar.
—Déjalo, si no hay forma de arreglar eso, te has delatado tú solita...
—Dinah, para —terció repentinamente seria—, tengo novio, ya lo sabes.
—Ojalá no lo tuvieras. No va a salir nada bueno de esa relación, sabes lo que pienso. Por mí como si le quieres echar el guante a ese crio. Solo te digo una cosa, en esa familia hay cosas que no me gustan... ¿Dices que va a tu casa? ¿Su hermano?
—Lo he visto varias veces en la esquina de mi calle. Finge que está haciendo algo, pero sé que me observa. El primer día llamó a mi puerta y no sé cómo consiguió mi dirección. Me dijo que dejara a su hermano en paz y yo le dije que se fuera. No lo sé... Tampoco me gusta. Esta mañana iba con mi hermano y me lo encontré a una calle del hospital. Me dijo que fuera con él a tomar algo, parecía nervioso... Mi hermano le dijo que me dejara en paz.
—Ten cuidado. No me gusta, no me gusta nada. Juraría que alguien de esa familia le hizo aquellos moratones al chico.
—¿Todavía sigues con eso? Sé de buena tinta que él se hizo aquello, que él intentó suicidarse. Lo sé porque me ha prometido que nunca más lo haría, aunque los golp...
Se calló, de repente.
—¿Qué pasa?
—Dinah... —Se le cortó la voz y no fue capaz de seguir hablando.
—Mai, no me asustes, ¿qué pasa?
—Los golpes... Dijo golpes...
—¿Golpes? —la animé. Seguía con la voz entrecortada.
—Pensé que se refería a golpes de la vida... No se me ocurrió... Dijo que no volvería a hacerlo aunque los golpes le dolieran más que nunca.
Estaba a punto de decir algo parecido a "te lo dije" cuando nos interrumpió la llegada del abogado, que parecía buscar a alguien. No me dio tiempo a preguntarle a quién o qué diantres hacía en el hospital cuando Mai salió a su encuentro.
—¡Baek! Pensaba que hoy te veía en casa...
—Ya era hora de que tu novio fuera a recogerte al trabajo, cariño. Más te vale que te estés portando bien, eh —rió suavemente. Con un movimiento delicado pero firme de sus dedos largos y finos le sujetó la barbilla con una mano y la besó en la boca, para después dirigirse hacia mí—. Hombre, pero si es nuestra negociadora favorita. ¿Nunca has pensado en pasarte a la mediación? Se te daría bien, después de cómo manejaste a la criatura de las cancioncitas.
Me fijé que la parte inferior de la mejilla de Mai seguía teniendo por unos segundos las marcas alargadas de los dedos de su novio. Me sorprendió la fuerza con la que le había sujetado el rostro para besarla, aunque no me dio tiempo a pensarlo demasiado. De repente, caí en la cuenta de que "la criatura de las cancioncitas" podía aparecer también en cualquier momento. Habíamos quedado en esa zona del hospital y no me apetecía en absoluto explicarle al abogado Byun que me había liado con mi demandante.
Me excusé y me dirigí hacia la zona donde trabajaba el equipo de grabación para llamar por teléfono a mi cita, a tiempo para ver por el rabillo del ojo cómo Jongin, en la bata del hospital y a todas luces tras haberse escapado del ala de psiquiatría, miraba a la parejita con ojos dolidos, se daba la vuelta y salía disparado en dirección a la salida lateral del edificio.
Mai debió verlo también, porque ambas salimos corriendo a la vez hacia el pasillo por el que había desaparecido Jongin. Seguimos lo que nos pareció que era el único camino que podría haber tomado, que acabó llevándonos a unas escaleras que daban acceso a una pequeña terraza. El chico estaba allí, sentado en el borde de la barandilla, inquietantemente cerca del vacío.
—Nini, por favor, no... —Los ojos suplicantes de Mai iban de la barandilla al rostro de Jongin—. Por favor, ven...
—Qué te importa. —Él no la miraba, tenía la vista más allá de aquella terraza, en dirección a un parque cercano donde jugaban varios niños.
—Me lo prometiste. Me lo prometiste... —insistió Mai, con voz temblorosa.
—Tengo muy mala suerte, ¿sabes? Siempre ha sido así. Me gustaría hacer las cosas fáciles por una vez.
—Jongin, por favor... —Estaba a punto de llorar.
—¿Por qué hiciste como si te importara? Ahora ya no tengo nada. Da igual si lo hago.
—¡Me importa! ¡Claro que me importa, idiota!
Él la miró al escuchar el insulto, sin saber cómo reaccionar. A Mai se le habían saltado finalmente las lágrimas y ahora luchaba por evitar perder del todo la compostura. Tras un pequeño silencio, Jongin apartó la mirada y se levantó de la barandilla mientras Mai ahogaba un grito.
—Quiero irme a casa.
Pasó bastante tiempo aquella tarde hasta que logré tranquilizar a mi amiga, mientras su novio, en la sala de espera, llamaba por teléfono preguntando si iba todo bien, a lo que ambas respondíamos con las mejores evasivas que se nos ocurrían. Si algo no necesitaba Mai en aquel momento era a un novio posesivo preguntando sobre su relación con un paciente joven y atractivo.
El paciente joven y atractivo, por su parte, había pedido el alta voluntaria y ahora iba de vuelta a una casa en la que no le esperaba nada bueno, pero era la posibilidad de que volviese a intentar acabar con su vida lo que hacía temblar de miedo a Mai, que no podía dejar de hablar de que le había fallado como enfermera. Evité hacerle notar que lo que sentía en aquel momento era de todo menos preocupación profesional.
Cuando llegó Chanyeol tampoco yo tenía ganas de sonreír. Estaba segura de que al menos un miembro de la familia de aquel chico se dedicaba a hacerle de su vida una tortura y el hecho de que hubiese elegido voluntariamente volver a ese entorno no decía nada bueno de sus ganas de vivir. Era evidente que sentía algo por Mai, algo tan fuerte como para que su vida dependiese de ello. Y Mai... Mai se resistía a salir de una relación tóxica con un seductor de manual que había flirteado conmigo días atrás. Decidí guardarme aquel "pequeño detalle" por el momento. No era tampoco como si me fuese a creer en aquel momento.
Chanyeol, sin embargo, parecía decidido a hacerme olvidar todo aquello. Nada más llegar, sin el menor asomo de vergüenza, me cogió de la mano con cierta timidez y me dio un beso en la boca que casi me hace atragantarme del susto. En medio del hospital. Con Jongdae a dos metros de nosotros. Con Suho y el resto del equipo a tres.
Decidí llevármelo de allí antes de que contase a los administrativos que estábamos saliendo, que nos queríamos y nos casaríamos en las Bahamas en San Valentín.
—Yeollie... Tú y yo... ¿Estamos...?
—¿Conectados?
—¿...saliendo?
—¿Qué? Claro que estamos saliendo—. Y me plantó un beso en la boca que me vi obligada a devolverle por pura cortesía.
La cortesía duró varios minutos en los que, con el único objetivo de ser amable, metí las manos bajo su camiseta mientras sentía cómo él, también por ser amable, hacía lo mismo con mi blusa.
Decidí parar aquello antes de que la cortesía mutua nos llevase a una comisaría por escándalo público.
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