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7. Rompecabezas

Minho estaba regañándolo de nuevo, y eso no le gustaba para nada. El mayor estaba hablando de cosas que Jisung ni siquiera quería escuchar, le recordaba a su madre cuando ella se ponía histérica si él no la escuchaba, Y ahora Minho estaba haciendo lo mismo, se estaba poniendo histérico.

En aquella habitación, toda la ropa que alguna vez llenó el piso había desaparecido, y Minho estaba usando el trapeador a diestra y siniestra sin importarle si la "basura" que sacaba servía o no. Lo detuvo cuando vió la cantidad de objetos preciados que la "basura" contenía.

—¡Había buscado esta pieza de rompecabezas por semanas! —Minho le dedicó una mirada juiciosa. —¡Oh, y mi photocard de YoungK! ¿Sabes? Tuve que buscar en un montón de lugares en Internet para conseguirla.

Minho rodó los ojos. —Te doy 10 segundos para recoger lo que sea importante, el resto va a la basura.

—Pero... —Intentó protestar, ganándose una mirada asesina del mayor.

—Nada de peros. —Interrumpió.

Jisung creía que a veces Minho era tan molesto, pero no quería que se vaya, y muy en el fondo incluso le gustaba toda la atención que le daba, habían pasado a penas un par de días desde que estaba viviendo con él y las cosas habían sido muy caóticas para el menor, Minho había puesto su hogar patas arriba para luego volver a acomodar todo de nuevo, su casa ahora lucía como un espacio habitable y no como el cúmulo de tristeza que solía ser.

Ahora tenía una persona con quien pasar los ratos, una persona que hacía de los momentos más triviales una nueva aventura. Minho se interesaba por lo que él tenía que decir, riendo a cada momento y mirándolo con esos ojos de conejo tan cálidos que le hacían sentir mejor y acompañado.

Recogió todo lo que pudo y lo que le parecía importante, además de eso habían muchos trastes sucios de las veces que comía en su habitación y muchos paquetes de plástico de comida que Minho iba poniendo en una bolsa de basura, la ropa ya había sido puesta en su canasta de ropa sucia para después ser lavada, y horas después su habitación ya lucía limpia y ordenada.

Le traía nostalgia, no le importaba mucho si estaba limpia o desordenada, pero le hacia feliz saber que había ayudado al mayor con todo el trabajo, se distraía por momentos con las cosas que encontraba pero Minho lo traía de nuevo a la realidad, tal como su madre solía hacerlo.

Le gustaba cómo sus personalidades encajaban, tal vez sin saberlo había encontrado la pieza faltante del rompecabezas que era él, así como después de limpiar un poco dió con el cartoncito que había buscado por semanas.

Cuando salió de su habitación después de acostarse unos cuantos minutos mirando al techo estrellado y los planetas colgando, decidió bajar y encontró al mayor entrando por la puerta hacia la sala.

—Salí a dejar la basura fuera. —Como si su obligación fuera explicarle, lo hizo, no era necesario pero lo hacía sentir extrañamente tranquilo, por saber dónde estaba a cada momento y que no iba dejarlo, había llorado mucho después del susto del otro día.

Minho suspiró cansado con las manos en su cintura, y luego tomó asiento en el sofá frente a la televisión. El mayor le dedicó una sonrisa y con la mano le indicó que se sentara a su lado, así lo hizo, sentándose a su lado en el sofá, a unos cuantos centímetros de separación, pero Minho fue quién rompió esta distancia apegándose más a él, y luego llevando su mano hasta los cabellos de Jisung y acariciarlo, esto hizo que se tensara.

Minho se dió cuenta y soltó su cabello. —Lo siento. —Murmuró.

Jisung se vió en un debate mental por aquella simple acción, solía creen que odiaba el contacto físico pero aquello se sintió tan cálido y a la vez extraño, no estaba seguro de querer más pero tampoco quería que parara y no sabía de qué forma pedirlo. Así que simplemente asentó la cabeza en el hombro de Minho, este no dijo nada, solo apegó la suya más a Jisung, encajando ambas cabezas, tal vez se entendían de esa forma, porque no parecían necesarias las palabras.

—Jisung, hay algo que tengo que decirte.

La seriedad en sus palabras asustó al menor, quien se alejó abruptamente de él con sorpresa en su mirada.

—¿Vas a dejarme? —Soltó con miedo, pero afortunadamente para él Minho negó.

—Claro que no, pequeñín.

Eso lo tranquilizó, pero aún tenía curiosidad.

—¿Y entonces? —Inquirió, Minho tomó su cabeza y la regresó a su hombro, recordando cómo eso había relajado al menor segundos antes.

—Tengo que contarte una historia, y no dirás nada hasta que yo termine de contártela, ¿está bien?

Jisung asintió, y dulcemente murmuró: —Me gustan las historias.

—Esta es la historia de un pequeño llamado Lee Minho.

Jisung se separó un poco de él. —Se llama igual que tú.

—Te dije que no digas nada hasta que termine. —Minho fingió enojo, y Jisung rió volviendo a la cómoda posición en el hombro del mayor. —La familia del pequeño Minho pasaba por muchos problemas, su padre era alcohólico y su madre drogadicta, por lo que siempre habían peleas en casa. Mientras el pequeño iba creciendo se dió cuenta que le gustaba quemar cosas, al principio cosas pequeñas como papeles y objetos pequeños, y luego se volvieron cosas más grandes, haciendo que un día se ganara la expulsión por quemar el coche de un profesor que odiaba.

Jisung estuvo a punto de hablar, pero recordó la indicación del mayor y siguió en silencio, simplemente escuchando atentamente.

—Poco después de esto, sus padres perdieron la custodia cuando se investigó el ambiente familiar del menor, este se mudó con su abuela y además recibió ayuda psicológica con su problema de quemar cosas. Hay más después pero esa es la parte importante de la historia.

Jisung se quedó callado, repasando la historia, Minho solo podía escuchar su suave respiración y la delicadeza con la que sus mejillas chocaban con su hombro, el pequeño le traía una tranquilidad inexplicable.

—¿Es por eso que los quemas... a los zombies? —Dijo por fin, con un tono tan sereno que sorprendió al mayor.

—Si. —Murmuró, muy por dentro sentía miedo de la reacción que él pudiera tener.

—¿Alguna vez has dañado a alguna persona?

—No, nunca, solo quemo objetos... y zombies.

—Está bien entonces. —Su tono volvió a ser el adorable que siempre lo caracterizaba. Pero Minho no podía creerlo, Jisung lo había aceptado, tan rápido como nadie nunca lo había hecho.

—No. —Negó incrédulo. —No está bien Jisung, soy pirómano y eso es una enfermedad mental. Me han botado de muchos clanes por considerarme demasiado peligroso.

Jisung se tensó, separándose de él, con el rostro duro y completamente serio. —¿Y tú les crees cuando dicen que estás loco? Tal vez eres tú el normal y ellos son los raros, ¿habías pensado en eso alguna vez? —Minho parpadeó un par de veces después de escuchar eso, era tan diferente al Jisung de siempre que lucía como una persona distinta. —Mientras no dañes a nadie, está bien Minho.

El mayor respiró profundamente, sintiendo que un peso desaparecía de sus hombros.

—Jisung, eres increíble.

É no sabía por qué el mayor le hizo el comentario, pero se había ganado un cumplido y eso le gustaba tanto. A Jisung le gustaban tanto los cumplidos.

Ninguno de los dos dijo nada durante varios segundos, ambos repasando la conversación que acababan de tener.

—¿Entonces te gustan las explosiones? —Jisung rompió el silencio, preguntando. — Recuerdo que cuando estaba en la escuela media, había un chico de secundaria que me robaba el almuerzo todos los días, así que un día decidí vengarme y leí acerca de cómo crear una bomba de humo que explote en su casillero cuando él abra la puerta, pero mis padres se enteraron de que hackeé sus cuentas para comprar explosivos y me castigaron.

El mayor lo miró incrédulo, Jisung sonreía con total confianza mientras mecía sus pies.

—¿Qué edad tenías?

—Unos 13 años tal vez.

Minho parpadeó una par de veces de nuevo. —Sung, eso es jodidamente impresionante, eres tan impresionante.

Jisung se sorprendió, sus mejillas se tornaron de un ligero color carmesí, esta vez no por su cumplido. —Me llamaste Sung...

—¿Te gusta? —El menor asintió muchas veces. —Entonces te llamaré Sung a partir de ahora.

—Yo también quiero. —Formó un puchero con sus labios. —Puedo eh... llamarte ¿Honnie?

—Me gusta, suena como miel en inglés.

Jisung sonrió, se sentía tan feliz que era extraño, sin embargo recordó. —¿Qué pasó después? —Minho murmuró un "mmh" como si no entendiera la pregunta. —Tu historia, dijiste que había más después.

Minho, quien le dirigía la mirada, cortó el contacto visual, mirando hacia arriba. —Mientras vivía con mi abuela, aprendí muchas cosas de ella, cocinar y tareas del hogar, cuando se volvió muy vieja yo tuve que hacer todo eso por ella, y además cuidarla.

—Eso es bueno, porque necesito alguien que me cuide también.

Minho alcanzó a ver una pequeña sonrisa provenir de él. A pesar de que lo dicho no era extraño en lo absoluto, a él le ganaba la curiosidad.

—¿Por qué necesitas que alguien te cuide? —La sonrisa de Jisung se borró en un segundo, haciendo que se arrepienta de preguntar, entonces él lo miró y vió un destello de tristeza en sus ojos. —Lo siento, no tienes que contarme si no quieres.

—Es mi secreto, pero te prometo que algún día te lo diré. —Jisung levantó una mano y con ella, el dedo meñique, Minho entendió la acción al momento y levantó su mano para estrechar los dedos.

—¿Hay algo más que quieras saber? —Preguntó Minho una vez que sus manos se separaron.

Jisung pareció pensar. —¿Por qué quemas? Oh no, digo, ¿Qué sientes al quemar? o mejor dicho...

—Me tranquiliza, ¿es esa tu pregunta? —Jisung asintió. —Cuando estoy molesto o ansioso, me ayuda a tranquilizarme, es terapéutico ver las llamas arder.

—¿Estabas molesto el día que te conocí?

Negó. —También lo hago por diversión, es por eso que me botaron de varios clanes.

—Oh, antes mencionaste eso, ¿qué son los clanes?

Minho pareció pensar de nuevo, solía mirar hacia arriba mientras lo hacía y eso era adorable según Jisung.

—Cuando muchas personas se juntan y forman un equipo para protegerse mutuamente, se llaman a sí mismos clanes y reclaman un territorio en la ciudad como suyo.

—¿Entonces hay más personas allí afuera?

Minho asintió. —Muchas más de las que crees, Sung. Hay unos clanes realmente peligrosos y otros que no lo son tanto.

Minho parecía melancólico, también asustado, Jisung no podía identificar por qué pero sabía que era relacionado a los clanes, sentía mucha curiosidad por el mayor, quería de alguna forma meterse a su mente y saber lo que pensaba, también saber acerca de lo que había visto y vivido allí afuera, todo aquello que le aterraba ver con sus propios ojos.

—¿Qué pasa si nos topamos con alguno de esos clanes peligrosos, Honnie? —Jisung formó un puchero, sus ojitos brillaban con miedo.

Minho ladeó la cabeza, sonriéndole con dulzura, y no supo de dónde vino cuando le dijo: —No te preocupes Sung, yo voy a protegerte.

Automáticamente el menor sonrió, de forma tan adorable como solo él podía hacer, sus encías se mostraban y sus labios formaban un corazón. Jisung era tan dulce que ante sus ojos le daba el sentimiento más mágico que alguna vez había sentido, desde que llegó a él no había sentido el impulso de quemar cosas ni una sola vez, a cada momento tenía algo que hacer en aquella casa, y a cada momento tenía al menor riendo a su lado.

De repente Minho se paró. —Es hora de ducharnos. —Jisung gruñó, no le gustaba bañarse. —¿Te preparo un baño de burbujas? —Su gesto se suavizó y asintió felizmente, podía hacer una excepción si se trataba de las burbujas.

—Tengo patitos de hule en las repisas detrás del espejo. —Minho asintió, caminando por las escaleras hasta el baño del segundo piso, siendo seguido por Jisung. —Honnie ¿me vas a ayudar a ducharme?

Minho se tensó, parando en el marco de la puerta para mirar a Jisung, su gesto se mantenía inocente.

Jisung es diferente, se repitió.
Jisung necesita que lo cuiden.
Jisung es como un niño pequeño.

Respiró hondo. —¿Qué tengo que hacer?

Jisung apuntó a su cabeza. —Masajear mi cabeza con el shampoo. —Luego se volteó dándole la espalda. —Y tallar mi espalda, no puedo hacerlo yo porque mis manos no llegan.

Minho respiró tranquilo después de esa explicación, no era algo tan extraño, podía hacerlo. Para ese punto Minho ya se había dado cuenta, él no era tonto, sabía que el pequeño tenía una edad mental diferente y lo había confirmado cuando hablaron, así que probablemente él no veía nada extraño en la idea de ser tocado por alguien más, y Minho debía hacerlo respetuosamente porque le había prometido cuidarlo.

Luego de terminar de preparar la ducha y los patitos, Jisung entró al baño, podía ver en su cara que no le gustaba ducharse pero si le gustaban las burbujas, algo que parecía tan gracioso para el mayor.

Luego Jisung le dió la espalda y comenzó a deshacerse de su ropa, Minho se dedicó a apartar la mirada en todo momento hasta que el menor ya estaba dentro de la ducha, jugando con sus patitos.

Seguía dándole la espalda a Minho, pero esta vez él tenía que verla porque prometió ayudarle a tallarla. Él podía verla claramente, su piel era perfecta y de un color ligeramente más tostado que el suyo, algo que no vino venir fue la cantidad de musculatura que Jisung tenía, eso era envidiable.

—¿Hacías deporte antes, Sung? —Preguntó simplemente curioso, mientras tomaba la toalla para tallar y comenzaba con la tarea.

—¿Cómo lo sabes?

Minho rió. —Tienes cuerpo de atleta, supongo.

Jisung rió y continuó jugando con los patos. —Me gustaba mucho hacer deporte en la escuela, era de los pocos lugares donde no me sentía apartado por los demás.

Joder, Minho sabía exactamente cómo se sentía eso.

—Hay que hacer una competencia de lagartijas uno de estos días, Sung. —El menor rió.

De repente Jisung se volteó para verlo, sin motivo aparte, solo quería verlo. Minho no pudo evitar pasar su mirada por su pecho y joder, el menor tenía unos jodidos músculos bien marcados en el pecho y abdomen, y una preciosa cintura perfectamente pequeña.

Con pánico le tomó el hombro y lo volteó, no quería verlo, no necesitaba verlo.

—No he terminado con tu espalda. —Murmuró tratando de no mostrarse nervioso, no quería que Jisung se diera cuenta de su reacción.

Jisung no parecía darse cuenta del debate mental de Minho mientras le lavaba la espalda, pero a penas el mayor terminó, se paró y se alejó de él para enjuagarse las manos en el lavabo.

—Iré a preparar la cena, Sung. —El menor recién se dió cuenta de la lejanía al voltear, estuvo a punto de protestar pero fue interrumpido. —¿Puedes lavarte el cabello, verdad? Yo sé que puedes, Sunggie es un niño listo.

Jisung le sonrió y se regresó a los patitos con la misma sonrisa, dándole pauta al mayor para huir corriendo de allí.

Llegó corriendo a la habitación de huéspedes para cerrar la puerta detrás de él y apoyarse en esta, sudando y nervioso, se sentía un idiota por tener la cara hirviendo, joder Minho ¿y el autocontrol?



K:

Este es el último Minsung por el momento, ya luego de este vienen puros del Hyunlix y lo que pasó en realidad asdfghjkl las traigo mordiéndose las uñas lo sé

Hoy especial de dos partes porque quiero y puedo

Si se preguntan cuánto va a durar el fic, traigo unos 35 capítulos hechos así que probablemente dure entre 55 aproximadamente, y unos cuántos especiales 🤙🤙

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