5. No me dejes
Jisung despertó cuando el incesante toque a su puerta no pudo dejarlo seguir durmiendo.
—¡Cinco minutos más, mamá! —Respondió, los toques de repente pararon, y luego volvieron a sonar. —Ay mamá...
¿Mamá?
Se levantó de la cama con desesperación y miedo, hasta que recordó lo que había pasado el día anterior, luego con sigilo se dirigió a la puerta y trató de observar por la ranura de abajo.
—Tal vez se volvió a dormir. —Escuchó desde el otro lado, y reconoció esa dulce voz que logró tranquilizarlo al instante.
Era Minho, el cual estaba por irse cuando la puerta se abrió y un dormilón Jisung se apareció, abrazando un oso de peluche bastante grande y portando un pijama azul con estrellitas amarillas, el de cabellos morados sonrió ante esas mejillas y labios hinchados, luciendo adorable recién despierto y tallando sus ojos con sus manos.
—Te hice el desayuno. —Jisung le sonrió de lado, bostezó y comenzó a caminar escaleras abajo adormilado para llegar a la cocina.
Cuando tomó asiento en la mesa, Minho le sirvió un plato de arroz frito con kimchi, sabía que la receta no era tan complicada (porque había leído montones de recetas), pero aún así le parecía increíble que Minho ya estuviera despierto desde tan temprano y le hubiera hecho el desayuno.
Minho entonces tomó un trapeador y siguió limpiando la sala, Jisung se sorprendió, no sabía ni de dónde había sacado ese trapeador y los artículos de limpieza que estaba usando, tampoco en ningún momento le había dicho que tenía que hacerlo como pago por quedarse, Minho parecía haberlo asumido.
A penas Jisung terminó de comer, Minho retiró la vajilla y comenzó a lavar esto último, la cocina lucía más limpia y ordenada, lucía más parecido a lo que era cuando sus padres estaban vivos. La sala también estaba ordenada ahora, olía a limpio y no a polvo y hongos de la humedad.
—Dime cuándo estés libre, para ordenar tu habitación.
Jisung gruñó, pensando en que el mayor se estaba empezando a pasar un poquito de la raya, ¿ahora lo mandaba? ¿quién se creía? ni siquiera a sus padres les hacía caso.
—No voy a ordenar mi habitación, está bien así.
Minho lo miró incrédulo. —Tu habitación es un desastre, no puedo creer que puedas vivir con ese desorden. Así que ahora me vas a ayudar a ordenar y a sacar la basura.
—¿Quién te crees? —Jisung lo encaró, con la cara colorada por la rabia, no podía creer que un extraño le estaba dando órdenes en su casa. —Vienes a mi casa, te quedas un día y ahora me das órdenes como si fueras mi mamá.
Minho palideció, después de unos segundos bajó el rostro, apenado. —Yo... lo siento. —Jisung sintió cómo la rabia desapareció en un segundo, siendo totalmente cubierta con arrepentimiento. —Asumí que me quedaría más días, creo que iré a buscar mis cosas y me iré, no quería causar problemas.
Jisung se paralizó aún en la cocina, no pudo hacer nada mientras Minho se iba camino a las escaleras, ¿lo iba a dejar? el pensamiento del abandono lo asustaba, lo aterraba. Por una vez durante meses había tenido un día feliz como ningún otro, un día donde había comido algo que no sea ramen instantáneo, donde le había mostrado a Minho su habitación de forma feliz y este parecía interesado en sus gustos, donde se había sentido protegido y acompañado, ¿realmente iba a dejar que él se vaya?
Corrió escaleras arriba tratando de encontrar a Minho, y cuando lo vió salir de la habitación de huéspedes con sus dos mochilas, algo dentro de él se quebró, sus ojos simplemente comenzaron a llorar y su respiración se aceleró.
Minho iba a dejarlo, iba a estar solo de nuevo, y eso le producía tanto miedo. No iba a tener a nadie que le haga el desayuno, que le lea cuentos, que se asegure de que se está bañando diario o que la ropa sucia está en el lugar correcto, no sabía cuánto había extrañado a sus padres desde que murieron hasta que él vino y lo trató de nuevo con esa calidez paternal que necesitaba tanto.
Sostuvo las manos del mayor mientras lloraba, ni siquiera era capaz de pronunciar palabra alguna, solo negaba y lloraba, el contrario se notaba asustado, sorprendido a causa de la reacción del menor.
—No me dejes... —Sorbió sus mocos, su voz simplemente no salía de su garganta, no podía hablar ya y el pecho le dolía mucho.
—¿Estás bien? —Minho lucía realmente preocupado, él estaba tomando sus manos con fuerza intentando expresarle apoyo.
—No me dejes, por favor. —Llevó una de sus manos a su rostro, intentando cubrir sus ojos en un vago intento de no sentirse tan vulnerable. —No quiero estar solo de nuevo.
Minho soltó sus mochilas, y sin pensarlo mucho rodeó al menor fuertemente entre sus brazos, no sabía qué le había pasado para que él tuviera tanto miedo a ser abandonado, pero sea lo que sea, podía entenderlo incluso cuando su reacción había sido muy violenta, ahora se arrepentía de haberle dicho que se iría.
Jisung siguió llorando entre sus brazos, no lo abrazaba de vuelta, solo temblaba, también podía escuchar su hipo, el ambiente se había vuelto tan sofocante, y justo en ese momento Minho solo quería que el menor se tranquilizara, su instinto de protección se lo exigía.
—No me dejes. —Susurró Jisung, con el rostro pegado a su pecho.
Minho acariciaba sus hombros y su cabeza, y de un momento a otro comenzó a mecerse con el cuerpo del menor entre sus brazos, ni siquiera sabía por qué lo hacía, solo sabía que debía de hacerlo, era como si su instinto le dijera qué hacer.
—No voy a dejarte, pequeño. Me quedaré si quieres que me quede.
La respiración de Jisung pareció comenzar a estabilizarse, así como también la fuerza de su llanto se redujo, sus manos se aferraban a la camisa del mayor, buscando cariño y protección, el cariño y protección que había estado buscando tanto sin saberlo.
Minho pareció dejar a un lado el tema de su habitación, estaba feliz porque la limpieza le producía tanta infelicidad. Ahora mecía sus pies en el columpio del patio frente a su casa, si algo le gustaba de su propiedad era que el terreno completo estaba cercado y protegido, recuerda que sus padres habían puesto las rejas para que él no escape de casa y se perdiera cuando era pequeño, solía pelearse y enojarse tanto con ellos que a veces intentaba huir de casa, esas paredes que en su tiempo lo recluían dentro ahora lo protegen del exterior.
Minho había sacado una pala de algún lado, tal vez Minho era mago, porque sacaba cosas de su casa las cuáles nunca había visto en los meses que había vivido solo. El mayor tomaba algunas de las plantas del césped, las arrancaba y luego las recogía todas en un montículo a su lado, parecía tan inmerso en esa extraña tarea que Jisung sentía curiosidad.
—¿Qué haces? —Jisung bebió de la cajita de jugo que el mayor le dió luego de su rabieta, ya se había calmado pero ese sentimiento extraño de incomodidad aún permanecía en él. Estaba seguro de tener los ojos hinchados, pero el juguito de fresa ahora lo hacía feliz.
—Deshiervo. —Respondió Minho, como si Jisung supiera lo que era eso, él sabía mucho sobre muchas cosas, era un genio totalmente, pero no sabía nada acerca de plantas.
Su madre por otro lado, ella si sabía mucho de flores y plantas, ella solía pasar horas y horas en su jardín cuidado de las flores, Jisung se sentía triste por no saber mantenerlas, todas las flores habían muerto semanas atrás porque no sabía cuidar de ellas.
—¿Qué es eso? —Minho lo miró, un tanto incrédulo y luego curioso, Minho siempre lo veía de esa forma cuando preguntaba algo, como si la respuesta fuese obvia, pero nunca se burlaba y en lugar de eso le explicaba con claridad, agradecía eso último, nunca le gustó sentirse apartado.
—Estoy sacando la hierva mala, la que mata a otras plantas.
¡Eso era horrible! Pensó Jisung, incluso entre plantas existía el homicidio... ¿o planticidio?
No respondió, simplemente siguió observando al mayor que tomó la pala y comenzó a cavar.
Va a cavar el hoyo donde va a poner mi cadáver cuando me mate, pensó Jisung, pero rápidamente deshechó el pensamiento, si Minho quisiera matarlo de verdad, ya lo hubiera hecho, no hubiera sido tan amable con él durante todo ese tiempo, no hubiera limpiado su casa ni le hubiera cocinado, ya era hora de que él vaya deshaciéndose de la idea de que Minho era un asesino.
Para fortuna de su teoría, Minho no cavó muy hondo, solo había quitado el césped de encima y revuelto un poco la tierra, luego trajo agua y la humedeció, y finalmente sacó un pequeño paquete de su mochila y empezó a enterrar pequeñas bolitas en la tierra, Jisung veía todo ese procedimiento con intriga.
—¿Qué son esos?
—Semillas. —Le contestó. —Semillas de pepino. —Esta vez fue más específico, Jisung lo agradecía.
—¿Pepino? ¿Vas a cultivar pepinos?
—Exactamente, pequeño. —Minho no pudo verlo, pero Jisung se había puesto feliz de haber acertado la respuesta. —Los vegetales de ayer los cultivé yo, pero había estado necesitando un espacio más grande para hacerlo, tu patio es perfecto.
—Mamá solía tener flores, flores de muchos colores. —Su voz adorable era como un arrullo para el mayor, no sabía por qué, pero le gustaba la presencia de Jisung. —¿Sabes? A los zombies no les gustan las flores.
Minho se petrificó, volteando hacia él con un gesto serio que asustó al menor. —¿Cómo sabes eso? ¿Estás seguro?
—S-si, creo, no lo sé. —El rostro duro del mayor se suavizó. —Mamá tenía toda la orilla de la reja llena de flores, y los zombies permanecían lejos del metal al pasar, luego las flores murieron y desde eso los zombies a veces chocan con la reja.
—Habría que ponerlo a prueba. —Minho retomó sus tareas con la tierra, pero Jisung no quería dejarlo allí, quería saber más, los zombies le aterraban pero también eran muy interesantes.
—¿Por qué? ¿Por qué lo pondrías a prueba?
Minho respiró tenso. —Me gusta quemarlos, pero también he intentado encontrar debilidades en ellos. Si les destrozas el cráneo, dejan de moverse, si los decapitas, la cabeza se sigue moviendo.
—El cerebro coordina las funciones motoras, ¿entonces el cerebro de los zombies aún funciona?
—Es probable, además, me he preguntado qué los atrae y qué no, el sonido es un atractor.
—¡Las explosiones! —Jisung saltó en su asiento, recordando la tragedia del día anterior donde casi muere. —Es por eso que usas explosivos.
—Jisung, tú me entiendes tan bien, me agrada. —Le había hecho un cumplido, y no pudo evitar sentirse tan bien con ello. —Si lo que dices es correcto, algo en las flores es un repelente.
—¿El olor, tal vez?
Minho lo miró sorprendido y asintió. —Es una interesante teoría.
Así como Jisung observaba con intriga el comportamiento del mayor, Minho hacía lo mismo sin que el menor lo supiera. A ambos les interesaba conocer a quién creía que era la persona más interesante que habían conocido en su vida.
Jisung era una buena compañía, pero había algo en la actitud del menor que a Minho no le cuadraba, y por más que pensaba en ello, no lograba entender qué, y quería hacerlo.
Tampoco lograba entender su reacción propia cuando se trataba de sus rabietas, pero lo atribuía a los años y años de cuidar a su abuela, eso había creado en él una costumbre fuerte que extrañó después de su fallecimiento, ahora tenía alguien nuevo que apreciaba sus cuidados, no se dió cuenta en qué momento, pero rápidamente Jisung y él crearon un vínculo afectivo en cuestión de horas. Era como el alma gemela que había estado buscando toda la vida.
Lo que si sabía es que había decidido quedarse, le gustaba el sentido de pertenecer a algún lugar y tener aquello a lo que llamar "hogar". Sin embargo, Jisung estaba consciente de que había algo que ocultaba, algo que tal vez Minho odiaría, pero que debía saber antes de que ambos se vuelvan amigos finalmente.
K:
Jisung de este fic es un amor dios, intenté crear al personaje más adorable y hermoso existente, ¿qué les parece la dinámica de estos dos?
Les prometo que ya en el próximo verán qué pasó con Yeji 👀 solo me gusta ponerle drama al asunto
Por cierto, recomienden mi fic a las Hyunlixistas que conozcan, o si conocen un grupo Hyunlix que lo rolen 👀
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