46. En mis brazos
Tomó el peine de la mesita de noche, asegurándose de al menos lograr que sus cabellos no luzcan como si hubiera despertado 5 minutos antes de la hora de irse. Cuando logró encajarse el uniforme escolar sin ganas, bajó al primer piso de su casa, en donde para su desgracia, su hermana menor lo miraba desde el marco de la puerta, decepcionada de lo tarde que estaban, aunque según él, ella ya debía estar acostumbrada al mismo patrón de todos los días.
Odiaba la escuela, y lo único por lo cual podía amarla eran aquellas fiestas de fin de semana a las cuales podía ir y beber hasta perder el conocimiento y olvidarse de los problemas del hogar, pero dentro de los días "escolares" tenía que actuar como el príncipe callejero Hwang Hyunjin y tratar de mantener las suficientes notas para no deber el año.
Llevaba una vida simple, en donde ignoraba sus problemas, y si estos lo estresaban demasiado, dormía. Dormía como en ese momento, la maestra de Literatura era una viejita arrugada, cuyo amor por los libros era inversamente proporcional a su amor por los alumnos, y su única forma de enseñar se basaba en reseñas y reseñas de libros que, de más está decir, él no leía.
—Hyunjin... —Ah, pero esa cálida voz, hermosa y profunda, arrullando sus oídos, Hyunjin podría escucharla todo el día y nunca se cansaría. —Hyunjin, despierta.
Sintió como él tomaba sus hombros y comenzaba a moverlos, tratando de despertarlo para atender a clases, pero él solo quería dormir, había sido tan cansado ayer cuando habían luchado contra tantos zombies, aún se sentía agobiado por la discusión entre la bruja Ryujin y el chico nuevo, esperaba que Felix pudiera entender el cansancio físico y mental y lo dejara dormir junto a él como tantas veces habían hecho.
—¡Hyunjin! —Esta vez fue su irritada hermana gemela, y antes de que él pudiera contestarle con un gruñido, sintió la cabeza arderle y cada raíz de su cuero cabelludo fue jalada con bestial fuerza.
Cuando abrió los ojos, todos lo miraban con expresiones divertidas, se había asustado tanto de improvisto con la forma en la que fue despertado, que su reacción había causado risas en aquel variado grupo de jóvenes de edades similares.
Se sentía aún adormecido, mareado y sin control de su cuerpo y de su mente, el calor del sol que entraba por la ventana del pequeño cuarto le recordó cuanto calor sentía, había querido quitarse la chaqueta y dormir sin nada encima, pero las chicas se lo habían prohibido, y la presencia de su hermoso angelito durmiendo a su lado solo había empeorado el calor de su cuerpo, Felix solía decir que podría encubar pollitos usando su temperatura corporal.
¡Ah, estaba pensando estupideces!
—¿Qué pasó? —Dijo cuando el raciocinio volvió en él, y se permitió apreciar la belleza del chico que lo miraba dulcemente con aquellos hermosos ojos castaños, él aún se hallaba a su lado, recostados sobre la pared de la esquina de aquel pequeño cuarto donde habían dormido todos. Antes de recibir respuesta, Felix se acercó para dejarle un pequeño beso en sus mejillas, muy cerca de la comisura de sus labios, y tratando de que no se note demasiado este gesto.
—Ya es hora de irnos. —Yeji lo miraba desde arriba, parada frente a ellos dos, el resto del grupo empezó a pararse también, y en algún momento, su angelito se apartó de él para pararse y mirarlo esperando que lo haga.
Después de un rato de haber salido todos en fila de ese pequeño espacio, acordaron llegar a la salida de aquella pequeña ciudad, según Lia, quien era quien más conocía acerca del lugar, la salida se hallaba cruzando un puente para regresar a las afueras de Seúl, y por primera vez todos se daban cuenta de lo cerca que habían vivido todo el tiempo en su ciudad.
Había un largo camino por recorrer, y aunque hicieron varias paradas tratando de conseguir cómo tratar el tobillo de la chica que aún se encontraba débil, lograron seguir su camino con normalidad y mejor aún cuando ella recobró la consciencia perdida por un día.
A pesar de su hambre y del incandescente sol, todo estaba saliendo bien.
—Está bloqueado. —Minho, quien iba a la cabeza de todos, detuvo el paso, y Felix quien se había vuelto su mano derecha en el recorrido, pudo corroborar lo que el chico había dicho.
Cuando el grupo paró detrás de aquellos dos, intentaron agudizar las miradas para enfocar el puente, había varios autos en posición vertical. uno al lado del otro, formando una barrera para que nadie pudiera traspasarlo.
—¿Hay algún problema? ¿Por qué no pasamos encima y ya? —Tenía hambre, había demasiado sol y calor, y aún cargaba con el peso de la chica en su espalda, quien estaba aún demasiado débil y herida para caminar por cuenta propia, en ese momento no podía pensar bien.
—Enfoca la vista, tonto. —La pelinegra detrás de él gruñó en desaprobación, logrando que él volviera a dar un vistazo más certero al puente.
Al principio no podía notarlo, había autos, ya los había visto desde el principio, uno a cada lado del otro, creando una barrera para que nadie cruce, entonces, como si de hormigas en el suelo se tratase, había algo que se removía al otro lado de los autos y era a penas visible entre los espejos de la parte trasera y delantera.
Después de escuchar el viento removerse y que todo a su lado parezca pausarse, haciendo silencio absoluto, un murmullo desagradable llegó a sus oídos, murmullo que parecía provenir del otro lado de aquella barrera de autos.
—¿Qué dices zombieamigo, quemamos los autos y vemos qué pasa? —El mayor de todos soltó una risa de diversión después de preguntarle a Felix, logrando que Hyunjin se estremeciera de pies a cabeza.
—¡Joder, no! ¿Es que estás demente? Eso es muy peligroso.
—Tienes razón, entonces primero nos acercamos para corroborar, ¡eres muy listo! y yo que te creí un rubio tonto, vamos Jisung y Felix. —El pequeño castaño siguió sus pasos sin pensarlo, sin embargo, Felix no lo hizo, mirando a Hyunjin fijamente como si esperara algo más de él.
—¡Minho, debe haber otra forma!
—¡No la hay! —El chico ya a unos metros de ellos le gritó, además de esos dos, nadie más en el grupo había movido un solo pie. Tal vez el pequeño a su lado confiaba mucho en el chico mayor, pero la seguridad con la que se había movido detrás de él era impresionante.
Miró a Felix desconcertado, esperando una respuesta de él, pero para su desgracia, el rubio parecía estar esperando que él actúe o diga algo, miró hacia las chicas detrás, quienes le repetían la misma mirada, ¡¿qué le pasaba a todo mundo y por qué esperaban algo de él?!
De nuevo, su mirada se pasó por el puente, zombies detrás, él cargaba a una chica, tenían a Felix, a un tipo rudo y otro con un pequeño lanzallamas, detrás de él estaban Ryujin, su hermana gemela, ambas muy capaces, pero no quería que corrieran riesgos, nadie de ellos, era confuso, no entendía por qué ahora todos actuaban como si él fuera su esperanza de acción, incluso la pelinegra se mantenía detrás de él como si esperara su respuesta.
—¿Es la única salida? —Preguntó Felix, y aunque la mirada de Hyunjin siguiera en el puente y en los dos chicos observando cerca de los autos, casi pudo ver a Lia asintiendo a sus espaldas.
—Es la única que lleva de vuelta a Seúl.
Desesperación.
Todos ellos parecían estar sucumbiendo ante una psicosis grupal, era como si dentro de sus cabezas un zumbido permanente y molesto les indicara que algo andaba mal, ¿pero... qué?
De nuevo repasó, Minho, Felix, los dos más fuertes, luego Ryujin y Yeji, de lucha sigilosa, pero había un problema, el problema era él. Hyunjin estaba acostumbrado a llevar problemas a donde sea que fuera, y aún después de que su vida cambiara 180 grados, él seguía resultando un peso para todos, nunca podía hacer nada bien, y aun así, en ese momento todos se reunían a su alrededor y colaboraban en una causa general solo porque él se los había pedido, pero era él quien les arruinaba los planes.
Hyunjin había dejado de escuchar incluso las voces a su alrededor, lo último que recuerda fue un ensordecedor grito y luego, su brazo fue jalado con tanta fuerza que terminó en el suelo, su trasero dolió al estamparse contra el concreto de la calle, se había preocupado tanto por la chica a sus espaldas, pero respiró tranquilo al darse cuenta de que solo él se había golpeado, ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar antes de volver a escuchar los gritos del mayor de todos.
—¡Vete o te destrozo el cráneo con una flecha!
Dejó que su mirada se dirigiera hacia la voz de Minho, su arco se levantaba orgulloso en su dirección mientras su gesto lucía enojado, pero no, Minho no apuntaba a ellos. Entonces, con curiosidad miró hacia detrás, al darse cuenta de que las miradas de todos, incluida la de Felix, se dirigían allí.
—Claro que no, Lee Know, tú nunca harías eso.
Maldijo por lo bajo, la voz le resultaba conocida, para su desgracia. Felix se había tensado, pero a pesar de que él no entendía nada, aquello no le indicaba nada bueno.
—Un paso más y te vuelo la cabeza. —A pesar de que su voz sonaba como gruesos gruñidos, no parecía estar haciendo efecto.
—Baja el arma, Lee.
—¿Qué está pasando, Lix? —En un susurro, trató de capturar la atención del menor. Sus enormes y redondos ojos se pasearon nerviosamente por la escena, brillando con temor, hasta que le respondió.
—Changbin nos encontró.
Hyunjin levantó la mirada, en aquel campo casi abierto, se hallaban justo en medio entre Minho, quien a pequeños pasos se acercaba de nuevo al grupo, y el proclamado Changbin. Tal vez si solo fuera una persona contra la cual se estuvieran enfrentado, aquello tendría sentido, pero detrás del tipo enano y musculoso, estaba el chico alto que Hyunjin reconocía de aquel sótano, y varios tipos uniformados de negro acercándose en una camioneta de gran tamaño, ni siquiera podían contar con exactitud cuántos eran.
De reojo vió a Jisung sacar de su mochila el pequeño lanzallamas, y una vez que la pared de fuego se extendió delante de Minho, este comenzó a lanzar flechas cuya punta ardía en fuego, el grupo se removió aterrorizado por las flechas que cruzaban a diestra encima de ellos, gateando hasta que estuvieron fuera del campo de ataque, pegados a la pared más cercana.
Todo el grupo planeaba la huida, pero justo en ese momento, todo a su al rededor comenzó a llenarse de humo, llegando hasta sus narices, asfixiándolos de nuevo como el día anterior en aquella iglesia. Las miradas se nublaban, los sentidos se dormían, y en ese último momento, lo único que pudo hacer fue aferrarse a Felix, hasta que dentro de aquel caos sintió la fuerza de varias personas apartándolo de él.
Se sentía mareado, vomitaría, o al menos lo haría si tuviera algo en el estómago, pero este estaba vacío. Todo su cuerpo estaba entumecido, y ni siquiera recuerda qué había pasado, la nada profunda trataba de regresarlo a ese estado de sueño desagradable similar a la parálisis de sueño, que tanto lo había aterrado en su momento. No podía moverse, sus extremidades no parecían ser suyas, ¿se había muerto? al menos, se sentía de esa manera, con el cuerpo doliendo de pies a cabeza.
Abrió los ojos, y tomó un hondo respiro antes de sentir el calor a flor de piel, y cada extremidad doliendo, intentó moverse, logrando que al menos los dedos de sus manos reaccionen, indicando que ahora tenía control de su cuerpo y ya no se encontraba paralizado, aunque si tenía ganas de volver a dormirse, como si el vacío de la parálisis lo absorbiera de nuevo, así que luchó para mantenerse despierto a pesar del dolor y la pesadez.
Cuando estuvo lo suficientemente despierto para importarle el resto, sintió el brusco movimiento del lugar donde estaba, el ruido del exterior y el asqueroso lugar.
¿Dónde estaban los demás? Fue lo primero que lo hizo saltar de su lugar, pero a su lado y frente a él estaban todos juntos, igual de inconscientes. ¿Felix? ¿Dónde estaba Felix? Para su tranquilidad, el sutil olor a zombie lo llevó a mirar a su lado, la cabellera rubia estaba recostada en su hombro, y al igual que todos los demás, parecía estar inconsciente.
Movió los brazos, dolía a cada simple movimiento, pero no le importó tomar al menor y abrazarlo más cerca de él, sacudiéndolo para tratar de despertarlo. Respiró hondo al ver que él no parecía recobrar el sentido, pero sí pudo ver a alguien moviéndose por el rabillo del ojo.
La pelinegra se reincorporó como un muerto levantándose de su tumba, tanto que por un momento temió que se hubiera muerto y por obra de magia se hubiera convertido allí con todos reunidos, pero no fue así, la chica se limitó a respirar muy rápido y luego, sus brazos se movieron de forma errática, agarró sus piernas y comenzó a dar leves golpes en toda la extensión, para ese punto él la miraba como si la tipa se hubiera vuelto loca, o tal vez ya lo estaba desde antes.
—¿Te pasa algo, Ryujin? —Ella lo miró al escuchar su nombre, pausando toda actividad extraña, para luego voltear desconcertada para todos lados, y tratar de reincorporarse y caminar en busca de algo, difícilmente lográndolo gracias al movimiento del lugar donde estaban.
—¿Yeji? ¿Dónde está Yeji? —La misma reacción que él tuvo con Felix, pero en ese momento, la relación pasó desapercibida para él.
Cuando pudo dar con su cuerpo, lo tomó por los hombros y trató de sentarla, tal vez la violencia de la forma con la que intentó despertarla logró que su hermana comenzara a moverse, y entonces, esta brinque al momento en que despertaba, siendo abrazada al momento por Ryujin.
Hyunjin respiró tranquilo, al menos ellas dos estaban a salvo, y al menos, Felix estaba con él, entre sus brazos.
Después de meses que escribí esto, realmente no sé qué me pasaba mientras escribía estos capítulos D:
Oigan, malinterpretaron mi comentario en el capítulo anterior, no dije que ya casi se termina sino que ya casi termino de escribirlo, aunque, ¿no es eso lo mismo? 🤣 en todo caso, faltarían aproximadamente 8 a 10 capítulos para publicar, aún me faltaría escribir unos dos extras más y ya
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