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15. Fuegos artificiales

Desde ese día, Minho nunca volvió a dormir en la habitación de invitados, y ninguno de los dos pareció quejarse de eso. Jisung se sentía protegido durmiendo a su lado, y el contrario no tenía queja sobre despertar con los malolientes pies del menor en su cara.

Eran una relación funcional, cada uno hacía su parte en lo que al otro le gustaba, a Minho le bastaba con recibir su dosis de adorabilidad por cualquier cosa que hacía para Jisung, era como un pago, y estaba bien con eso. 

Era de noche ya, estaban de nuevo en el patio delantero, asando malvaviscos, ya era una costumbre de cada ciertos días, luego de eso, subían a la habitación de Jisung y este contaba historias hasta que Minho caía dormido a su lado. Sus favoritas eran las de terror, el menor conocía cantidades de ellas, incluso tenía libros de recopilaciones, y el mayor no se asustaba con nada. Para Jisung, Minho era tan perfecto, como un héroe que nunca temía a nada, lo cuidaba y protegía, y él no podía estar más feliz con eso.

Minho de repente se paró, y entró a la casa sin decir más que un "vuelvo en un momento", y así como lo mencionó, regresó con su mochila, la mochila algo pesada que había cargado cuando llegó a vivir con él, el día que él llegó para quedarse.

El mayor la abrió y de allí sacó cosas que tenían forma de explosivos, o mejor dicho, eran explosivos, una pertenencia bastante usual para un pirómano.

¿Debía asustarse?

—¿Te gustan los fuegos artificiales, Sunggie? —Jisung asintió con inseguridad.

—No me gusta el ruido, pero si los colores.

—¿Quieres ver fuegos artificiales? —Le preguntó de nuevo, alzando una ceja. Jisung revisó lo que el mayor estaba sacando, y se preguntaba qué tan normal era conocer a una persona que cargara con una pesada mochila de pirotecnia en medio del apocalipsis.

—¿Por qué cargabas fuegos artificiales? —Jisung mordisqueó su malvavisco, sin asustarse ante la idea de convivir con la piromanía de alguien.

—Los robé de una fábrica. —No le sorprendió aquella respuesta. —Los clanes solían decir que yo era peligroso por eso y me botaban, debiste haber visto sus caras cuando incendié sus autos como venganza. —Minho soltó una de esas risas que lo hacían sonar como un maníaco, pero Jisung ya se había acostumbrado, sabía que él reía así naturalmente, incluso en los momentos más normales.

—¿Estuviste en muchos clanes?

Minho miró hacia arriba, pensando, de nuevo hacía esa cara. —Tres o cuatro, no recuerdo. En uno solo fui parte durante medio día.

—¿Por la piromanía? —Esta vez el mayor negó.

—El líder era un imbécil con fetiches raros. —Minho clavó en el piso el palo que el tubo con fuegos artificiales tenía para sostener. —El tipo me quería dentro de su clan, pero noté tantas cosas raras en un periodo de tiempo tan corto que decidí no seguir.

—¿Cómo qué? —Jisung se sentó a su lado, viendo ahora al mayor tomar un encendedor, sabía lo que seguía y le daba un poco de ansiedad el ruido, pero no importaba porque estaba bien si era junto a él.

—Había un niño, tal vez un poco más joven que tú, pero era un jodido psicótico para asesinar. —Jisung se tensó, realmente había gente así existiendo en el mundo. —No me sentí cómodo con las cosas que ví allí.

Jisung respiró hondo, dispuesto a cambiar de tema, Minho parecía muy tenso con lo que estaba contando.

—¿Vas a encenderlo? —Se llevó las manos a los oídos.

—¿Lo hago? —Preguntó para corroborar, Jisung asintió, entonces llevó el encendedor a la colita del tubo y lo encendió, tomando distancia para ver al objeto salir disparado hacia el cielo, dejando una estela de luz y luego explotando de colores.

Aún con los oídos tapados, Jisung abrió la boca maravillado hacia el cielo, luego se tiró al pasto sonriente, su sonrisa hizo feliz a Minho sin darse cuenta, era la primera vez que alguien se reía al ver algo que él hizo arder.

—¿Quieres incendiar zombies? —Jisung lo miró confuso, así que procedió a explicar. —Siempre quise jugar esto con alguien, como un tiro al blanco pero el objetivo es incendiarlos.

Cuando Jisung asintió, curioso de aquel juego, Minho sacó botellas de la mochila, que lucían como granadas improvisadas, luego procedió a explicarle las reglas del juego y después a hacer una demostración.

Detrás de la reja de la casa, habían unos cuantos zombies cruzando la calle, otros trataban de entrar por la reja, pero al estar completamente cerrada, simplemente no podían. Jisung se había acostumbrado a ellos ahora que Minho estaba allí, porque el mayor de vez en cuando salía para destrozarles el cráneo y llevarlos lejos de la entrada. Pero ahora, este le prendió fuego a la tela que salía de aquella botella de vidrio y luego la lanzó, incendiando dos zombies al caer.

Minho comenzó a reírse de nuevo, de esa manera que a Jisung le reconfortaba escuchar, sabía que su risa era a causa de ver arder a los zombies, pero estaba bien si lo hacía de esa forma, porque los zombies eran malos y estaba bien destruirlos.

—Déjame intentar. —Le pidió una de las botellas, tratando precavidamente de seguir el patrón de Minho.

—Tiene que caer fuera de la reja. —Le recordó el mayor, aunque era complicado, la reja era bastante alta y él tenía una pésima puntería.

Pero al lanzarla, logró que esta caiga fuera de la reja, aunque no como esperaba, no logró darle a ninguno de los zombies, pero al mayor a su lado no pareció enojarle.

Minho se acercó a él, dejando otra botella en sus manos. —Mira, es pesado así que tienes que acostumbrarte al peso. —El mayor tomó lugar detrás de él, muy cerca, y guiando sus manos, pero Jisung sentía que entraría en pánico ante la cercanía. —Ahora lánzalo.

Intentó hacerlo, sin acertar de nuevo, comenzaba a ser frustrante, y cada que se enojaba al punto de la frustración, lloraba. Minho pareció darse cuenta, así que decidió cambiar de tema.

—¿Te gustaría jugar al tiro con arco?

—¿Con zombies? —Minho asintió, entrando a la casa para luego regresar con el arco hecho a mano que se había hecho antes de conocer a Jisung, aquél arco que lo había acompañado todo el tiempo.

—Usualmente me gusta quemarlos, pero las flechas también atraviesan sus cráneos.

Minho le dejó el arco al menor, a pesar de saber que él era como un niño pequeño, no veía ningún peligro en dejárselo, confiaba en él lo suficiente. Con cuidado, este tomó el arco, y ante las instrucciones del mayor, lo colocó en posición, soltando la lanza para ver cómo acertaba en el hombro de un zombie, despedazándole la zona, no era exactamente la cabeza pero era bastante cerca.

—Eso fue bueno, inténtalo otra vez. —Los halagos del mayor lograron sonrojarlo, y de repente se sintió poderoso, lo que aumentó cuando al soltar otra flecha, esta cayó en la cabeza del zombie, despedazándola con una lluvia de sangre que lucía como fuegos artificiales.

Minho se reía, estruendosamente, cualquiera que escuchara su risa creería que era un loco, tal vez un asesino o un psicótico, pero él sentía que lo conocía tan bien, sabía que él lo cuidaba, que se preocupaba por él tanto como sus padres lo hacían.

Después de eso, Minho prendió fuego a la punta de algunas flechas y las lanzó, haciendo que ambos se encaminen en una intenso batalla por quién exterminaba más zombies. Antes de aquello, Jisung nunca había dañado a ninguno, ese día su contador se elevó a 4 y el del mayor subió unos 8 puestos, se preguntaba cuántos había matado, porque el día que lo conoció, debió haber terminado con al menos 50 de ellos al mismo tiempo.

Jisung estaba maravillado con todo lo que Lee Minho era, para él, era como un superhéroe de comic, Minho fácilmente podría ser el protagonista de un anime muy interesante, porque su vida y sus aventuras durante esas semanas habían sido dignas de una serie. Le había contado a grandes rasgos, sobre los clanes y las personas allá afuera, aunque había algo que él parecía estar queriendo evadir acerca de los clanes, la verdad era que tampoco quería saberlo si Minho no quería contarle.

Cuando por fin no pudieron encontrar ningún zombie cruzando por la zona después de varios minutos, decidieron devolverse a la casa, se habían divertido, Jisung lo encontraba como lo más cercano a un videojuego que había durante el apocalipsis, pero al estar con Minho todo le parecía más feliz, por fin sabía lo que se sentía tener un amigo.

Después de colocarse el pijama y que Minho también use uno de los que le había prestado (o mejor dicho, regalado), ambos se metieron a la cama, desde que la habitación había quedado limpia, el mayor ya no tenía ningún problema para dormir allí, de hecho, disfrutaba mucho del tiempo acurrucado cerca de Jisung, compartiendo calor corporal mientras se excusaban de tener frío, a pesar del verano entrante.

—¿Nunca soñaste con ser astronauta? —Preguntó el mayor, ambos miraban los planetas colgados del techo, inmersos en la calidez del momento.

—No puedo. —Minho estuvo a punto de preguntar por qué, pero un suspiro en el menor le indicó que de hecho, probablemente tenía que ver con su estatus como persona. —No pasaría del test psicológico.

Minho quería protestar, en realidad, le parecía que Jisung no era nada menos que un genio, pero las personas simplemente no reconocían su alta capacidad mental, él creía que el menor oscilaba en un punto mayor al de los demás, y así como las hormigas no podían entender las construcciones humanas realizadas cerca de ellas, la gente normal no podía entender el comportamiento del menor y lo catalogaban como inmaduro.

Dejó el tema de lado, volteando su cuerpo hasta quedar acostado de lado, teniendo una preciosa vista del perfil de Jisung, ese pequeño lo mataría.

Jisung le devolvió la mirada, ambos pareciendo tener un propio mundo, una burbuja de felicidad mientras se miraban fijamente. Pero Minho no podía dejar de mirar sus labios, jodidamente deseaba besarlo, pero era consciente de que cualquier emoción fuerte en él solía generar un ataque, y lo que sea que tenía con él ya era hermoso y no quería cambiarlo.

—¿Alguna vez has tenido novia? —Preguntó el menor de la nada, logrando desestabilizar al mayor. Luego de eso, Jisung rompió el contacto visual, la luz de la luna que entraba por la ventana justo al lado de la cama era suficiente para hacerle ver que el menor estaba colorado.

—No.

"No me van las mujeres". Era más fácil pensarlo que decirlo. Cuando pensaba en explicarle las cosas a Jisung, entraba en un debate mental, porque a pesar de que él solía hablar como un adulto normal, en ciertas ocasiones se hacía más evidente la diferencia, así que tenía que explicar todo tal cuál lo explicaría a un niño pequeño, y por mierdas de la sociedad homofóbica, era un tema que no se permitía a sí mismo hablar con niños.

—¿Novio? —Su corazón dejó de latir de nuevo, aunque la pregunta era más acertada, la respuesta seguía siendo la misma.

—Nunca tuve ninguna relación antes.

Minho creía que tal vez era su naturaleza Escorpiana, pero le era muy difícil crear relaciones de necesidad con las personas, nunca lograba desarrollar un dúo funcional con alguien, pero justo en ese momento, era lo que tenía con Jisung, por primera vez creía haber encontrado a un candidato perfecto para armar una relación y desgraciadamente, éste no estaba en condiciones de formar un vínculo amoroso con él.

—¿Por qué la curiosidad? —Preguntó el mayor, queriendo mentirse a sí mismo con que la pregunta hecha por un niño normalmente sería porque tienen un interés amoroso por quien preguntan.

—Mis padres me prohibieron tener novia. —Admitió, haciendo que en Minho creciera una extraña tristeza a causa de haber usado el término en femenino. —Siempre quise saber qué se sentía.

—No creo que sea muy diferente de lo que tenemos nosotros. —Las palabras simplemente resbalaron de su boca, Minho a veces se sentía un estúpido por hablar tan imprudentemente.

—Yo también lo creo. —Minho no lo sabía, pero sus anteriores palabras habían logrado calmar a Jisung, finalmente sabiendo que ambos se sentían de la misma forma. —Es decir, tú me cuidas y eso me hace feliz.

El corazón de Minho estaba latiendo con fuerza, pero no lo aparentaba, su parte Escorpiana de nuevo ganaba terreno.

—Somos una pareja funcional.

—¿Pareja? —Los ojos de Jisung se abrieron con sorpresa, para que luego sus orejas se pinten de rosa.

Minho intentó corregir su error, sintiendo que había cometido un error con sus palabras. —Me refería a un dúo... un equipo... nosotros...

—¿Juntos contra el mundo? —Soltó Jisung, de forma tan adorable como solo él sabía hacer, haciendo sentir a Minho de nuevo tranquilo.

Minho le sonrió, y la sonrisa de Jisung se volvió aún más hermosa. —Si, Sung. Somos nosotros contra el mundo.

Y poco después de aquella profunda charla, ambos decidieron finalmente dormirse. Tranquilos uno al lado del otro.

Pero Jisung no se había dado cuenta que desde que Minho había llegado a su casa, no tenía esas incontrolables ganas de hacer todo arder para calmarse, y Minho tampoco había notado que el menor, cada vez de a poco comenzaba a comportarse como un adulto aunque sea por leves lapsos de tiempo. Todo a causa de su bien establecida relación funcional.



K: 

Cuando dije que van a sufrir acá no era porque alguien se va a morir. Les prometo que nadie de los principales se muere acá, este no es un fic angst.

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