Apenas entramos al barco, me dirigí rápidamente a mi habitación con la intención de refrescarme y tomar una ducha revitalizante. El sol radiante y la actividad en la playa me habían dejado agotada pero llena de emoción. Cerré la puerta tras de mí y me sumergí en el silencio reconfortante de mi camarote. El sonido suave del agua golpeando contra el casco del barco creaba una atmósfera relajante.

Me despojé de mi traje de baño lleno de arena y me dirigí hacia el baño. Al abrir la ducha, el agua fresca acarició mi piel, eliminando cualquier rastro de cansancio. Cerré los ojos y me dejé llevar por la sensación revitalizante del agua que caía sobre mí. Era como si cada gota llevara consigo una nueva energía y renovación.

Mientras el agua se deslizaba por mi cuerpo, mi mente revivía los momentos en la playa, las risas compartidas y la emocionante sensación de enfrentar las olas. Recordé las miradas furtivas entre Jhon y yo, cargadas de complicidad y quizás algo más. La chispa de una posible conexión se había encendido en aquel encuentro.

Una vez que terminé de ducharme, me envolví en una suave toalla y salí del baño. Miré el reloj y me di cuenta de que tenía poco tiempo para alistarme antes de la cena con mis amigos. Rápidamente me dirigí hacia el armario y elegí un atuendo apropiado para la ocasión: un vestido elegante y cómodo.

Mientras me vestía, recordé las risas y las conversaciones animadas que compartimos durante el día. Estaba emocionada por reunirme con ellos nuevamente.

Una vez lista, me dirigí apresuradamente hacia el restaurante donde acordamos encontrarnos. Al entrar, sentí el ambiente vibrante y acogedor que caracterizaba al lugar. El personal nos recibió con una sonrisa y nos acompañó a nuestra mesa reservada.

Mis amigos ya estaban allí, conversando y riendo entre ellos. Me acerqué con una sonrisa en el rostro y los saludé calurosamente. Me senté junto a Jhon, sintiendo una conexión especial con él.

- ¿Cómo puedes tener tanta energía después de la playa? – dijo reído.

- No lo sé, supongo que la emoción y la compañía me llenan de energía - respondí riendo. - Además, estar en este hermoso entorno del crucero y vivir nuevas experiencias me hace sentir viva.

- Me recuerdas a cuando aprendí a surfear con mi padre – dijo.

- ¿A que te refieres? – pregunte.

- Cuando tenía alrededor de diez años, mi padre me llevó a una playa cercana y me enseñó a surfear. Recuerdo que estaba emocionado pero también un poco nervioso. Él me explicó pacientemente cómo remar, mantener el equilibrio y levantarme en la tabla. Fue un proceso de aprendizaje gradual, pero con cada intento, mi confianza crecía.

Sonreí mientras evocaba aquellos recuerdos.

- Mi padre era un surfista apasionado y verlo deslizarse por las olas con gracia y elegancia era simplemente inspirador. Quería seguir sus pasos y aprender a dominar las olas de la misma manera. Pasamos muchas horas juntos en el agua, riendo, cayendo y levantándonos de nuevo. Fue una experiencia de conexión especial entre padre e hijo.

Lo mire con cierta añoranza.

- Desafortunadamente, mi padre ya no está conmigo, pero el amor por el surf que él me transmitió sigue vivo en mí. Cada vez que me paro en una tabla y siento la fuerza de las olas debajo de mis pies, sé que él está presente de alguna manera. Es una conexión que trasciende el tiempo y me llena de gratitud.

Bajé la mirada por un momento y hice una pausa, buscando las palabras adecuadas para expresar mi comprensión.

- Así como tú, también encuentro en el surf una forma de mantener viva esa conexión con mi padre y con esos momentos llenos de alegría y aprendizaje.

Es algo que valoro profundamente y me alegra poder compartirlo contigo.

- Lamento mucho lo de tu padre, yo también tuve una experiencia similar - le respondí con una mirada compasiva.

- ¿Tu a quien perdiste? – pregunto.

Me tomé un momento para procesar su pregunta, consciente de que estaba abriendo un espacio íntimo en nuestra conversación. Miré a Jhon, sintiendo su mirada cálida y comprensiva sobre mí.

- Perdí a mi hermana mayor en un accidente hace algunos años - confesé, dejando que la emoción fluyera en mis palabras. - Fue un momento devastador para mí y mi familia. A veces siento su ausencia de una manera abrumadora, sobre todo en los libros, ella me mostro el mundo de la literatura desde el pensamiento de los filósofos hasta los mundos fantásticos de la literatura de ficción. Su pasión por la lectura era contagiosa y me inspiró a explorar diferentes géneros y perspectivas. Cada vez que descubro un nuevo libro o me sumerjo en las páginas de una historia, siento su presencia a mi lado, como si estuviéramos compartiendo ese momento juntas.



Jhon escuchó con atención, su mirada llena de respeto y comprensión.

- Lo siento mucho por tu pérdida, Olivia - dijo Jhon sinceramente, acercando su mano para tomar la mía. - Aprecio que compartas tu historia conmigo. Es increíble cómo las personas y las pasiones pueden dejarnos un legado duradero, incluso cuando ya no están físicamente presentes. Tu hermana, al enseñarte el mundo de la literatura, ha dejado una huella imborrable en ti y en quienes te rodean.

Sentí una calidez reconfortante al escuchar las palabras de Jhon y apreté su mano con gratitud.

Y en ese momento, supe que había encontrado un verdadero amigo. Un amigo que no solo compartía mis intereses y pasiones, sino que también entendía el peso de la pérdida y la importancia de mantener vivos los recuerdos de quienes ya no están con nosotros, en Jhon encontré un apoyo incondicional.

La cena transcurrió entre historias y risas, hasta que llegó el mesero a hablarme. Me interrumpió amablemente y me susurró al oído:

- Disculpa la interrupción, pero hay alguien en el restaurante que desea hablar contigo. Ha preguntado por ti específicamente.

Fruncí el ceño, sorprendida por la inesperada noticia. Miré al mesero con curiosidad y pregunté:

- ¿Alguien me busca? ¿Puedes decirme quién es?