Me senté en el balcón con mi copa de champagne, admirando la belleza del mar mientras el barco se movía suavemente. Disfrutando de mi bebida, note a un hombre en el balcón de al lado. Era el mismo hombre que tuvo un problema con su pasabordo antes de ingresar al barco. Me senti un poco incómoda al principio, recordando el breve encuentro en la fila del registro, pero entonces él fijó sus ojos azules en mí y comenzó a hablar.

- ¿Qué tal todo Olivia?

¿Cómo sabia mi nombre?, me quede recordando si en algún momento me había presentado con el o si nos conocíamos de algún otro lado para saber cómo me llamaba.

- Todo bien, gracias ¿Y tú?

- Muy bien, gracias. Escuché tu nombre cuando lo mencionaste en la fila del registro y luego lo confirmé cuando vi tu nombre en el pasabordo. Espero no haber incomodado al saber cómo te llamabas - respondió él con una sonrisa amable.

- Ah, ya veo - dije aliviada al saber que no había nada extraño detrás de su conocimiento de mi nombre.

- Soy Christopher, por cierto - se presentó extendiendo la mano.

- Mucho gusto, soy Olivia - respondí, estrechando su mano.

Comenzamos a hablar animadamente sobre nuestras impresiones del barco y sus instalaciones, le pregunte si estaría conociendo las playas del Caribe o si se estaría quedando en el barco.

- Vine específicamente a una junta de negocios, lastimosamente mi compañero de trabajo no me pudo acompañar y por eso estoy viajando solo, pero técnicamente debo mantenerme en el barco durante toda la estadía - explicó él con una expresión ligeramente decepcionada.

- Oh, qué lástima - respondí con empatía - pero al menos puedes disfrutar de todas las instalaciones que ofrece el barco. Yo planeo ir a las playas del Caribe en los próximos días.

- Definitivamente aprovecharé al máximo lo que el barco tiene para ofrecer, aunque un día de playa no me caería mal - dijo él con una sonrisa reconfortante.

Luego de nuestra conversación me despedí del joven, agradeciéndole por la agradable charla y deseándole suerte en su reunión de negocios. Mientras me alejaba del balcón, no pude evitar sentir una pequeña sensación de decepción al pensar que no tendría compañía para explorar las playas del Caribe. Sin embargo, estaba decidida a no dejar que eso arruinara mi viaje. Tenía que encontrar la manera de disfrutar al máximo mi estancia en el barco.

Al regresar a mi habitación, me di cuenta de que había una nota en la mesa de noche. La tomé y la leí con curiosidad. Era de mi amiga Sarah, que resultó estar en el barco también. En la nota me invitaba a unirse a ella y a su grupo de amigos en una excursión a una de las playas más hermosas del Caribe.

Salté de emoción y respondí rápidamente que sí, agradeciendo a Sarah por su invitación. Finalmente, iba a tener la oportunidad de conocer las playas del Caribe y disfrutar de la compañía de amigos en el proceso. Me fui a dormir esa noche sintiendo una gran emoción y anticipación por lo que el resto del viaje tendría para mí.