apenas pasó un mes de las 3k leídas y ya son +5k, gracias por todo <333
Aquellas palabras se sintieron como un balde de agua fría, recorriendo con heladas gotas cada centímetro de sí, congelando peor su ser negado a reaccionar de una u otra forma.
¿En serio oyó bien? «Creo que puedo volverlo a la normalidad». Sí, es correcto. Su mente lo repite en bucle hasta que cree aprenderse el momento de memoria: como su mano buscó la de Katsuki, porque sino podría haberse desmayado en ese instante; como Katsuki aceptó su toque entendiendo la realidad y viviéndola, apretándolo con angustiosa firmeza, y cómo tardó en poder creérselo.
Es un fuerte golpe a su poca integridad. Sin embargo, decide no flaquear otra vez.
—¿Disculpa? —Es lo único que puede escupir el molesto rubio, rompiendo la escena que pareció pausarse.
—¡Nunca lo he hecho, en realidad! —excusa el semi-dragón con un ademán—. Devolver a su forma original algo que ya he transformado suena extraño, pero podría intentarlo...
Callan una vez más, con Eijirou igual de inmóvil. Su cuerpo tiembla, sus heridas cosquillean en lo que parece ser un anormal nerviosismo. El agua salpicando, fluyendo mejor que su cerebro, es el único sonido de fondo y el crujir de viejas hojas le da un toque más tenebroso.
—Creo que lo mejor será explicarles algunas cosas —Continúa Kai, al no ver un avance. No espera respuesta—. ¡Bueno! Mi especie está casi extinta, no existen muchos cambia-formas por lo que no tuve un punto de partida para entender mis propias habilidades...—Vacila en cómo proseguir—. Hace algunos años, descubrí una extraña energía que emanaba de mí. Servía para marear y despistar... hasta que mutó, o algo así. Y ahora, no solo transformo mi apariencia, sino que puedo convertir otros seres vivos también, si lo pienso mejor, con la luna en su punto máximo... Y así es como llegamos hasta aquí.
Con esto dicho, dio por terminada su pequeña aclaración. Una explicación tranquila y sencilla que no hizo más que confundir al ex dragón y a su acompañante. Procesar lo que les acababan de contar no es fácil, pero tampoco quieren seguir viéndose las caras como imbéciles.
El primero en hablar es el titubeante pelirrojo.
—¿Por qué nos dices esto, eh? ¿Acaso quieres algo a cambio? ¡Sé sincero con tus malditas intenciones!
—No, no quiero nada, ustedes no tienen nada que me interese —Se encoge de hombros, sin apartar la mirada del moreno—. ¡El problema nunca fue contigo, Eijirou! Tú... ¡me caes muy bien! Fue genial ser tu compañero. No merecías esto, yo no quería hacerte esto...
—¿Y cómo sabes que funcionará? —Ahora, es Katsuki quien habla, amenazante—. Digo, porque quizás acabe siendo una estúpida perdida de tiempo, o acabe dañando peor a mi Eijirou.
—Lo cierto es que aún percibo la esencia de un Kirishima cuando estoy cerca suyo —responde, tratando de acercarse a ambos hombres y logrando que estos retrocedan—. Fallé, al parecer, porque jamás había pasado de algo tan enorme a algo tan pequeño... Es así como te encontré, y es por eso que creo que las cosas saldrán bien...
A pesar de tenerse quizás a tres metros de distancia, es suficiente para ver, percibir, la confianza en las palabras del semi-dragón, la seriedad en lo que se refiere y en su rostro; con su cabello azul profundo meneándose al viento y su piel perfectamente pálida iluminada por la luz de la luna.
No parece ser una broma, no parece una mentira y no lo es.
El pelirrojo traga duro, tratando de no llorar de emoción. Sus ojos brillan un poco más que de costumbre, porque algo en su cabeza le grita que confíe, que crea en que todo saldrá bien con respecto a su antigua vida. Y es la esperanza de su más grande deseo.
Observa a Katsuki un instante, tan conmocionado como él, inquieto y boquiabierto. Busca una afirmación, algo de su rubio quien, al sentirlo, le mira de vuelta y aprieta más su mano. No sabe qué decir, no saben qué hacer, mas...
—¡Qué tonto soy! —Kai golpea su frente ligeramente, interrumpiendo el momento—. Yo supuse que quizás querías volver a ser un dragón, pero de no ser así podemos...
—¡No, no! Ehm —Eijirou detiene. No pensó, ni por un segundo, en desperdiciar una oportunidad así. Solo necesitó de algo en qué sostenerse—. Yo también quiero probarlo, ¡por favor, intentémoslo! —Hace una pequeña reverencia.
—En ese caso... Está bien —Acepta con parsimonia—. Solo, tenemos unos pequeños inconvenientes...
Una sonrisa soñadora queda impregnada en el rostro del ex dragón mientras vuelven con Hanta, sigilosos por costumbre y por apenas ir guiados con una lampara de aceite.
Eijirou está contento, sin embargo, ilusionado con el probable desenlace de las cosas. Su cara es un poema y Katsuki cree que se ve bien y tonto; mas no comparten expresión.
En lo único que coinciden es en su interminable agarre de manos, sintiéndolo tan natural como el frío otoñal que los rodea, y un tembleque de comodidad e incertidumbre en sus pechos. Ninguno se esperó algo así, una noticia cargada de genuinas emociones, una noticia esperanzadora para quienes se resignaron a otro tipo de vida.
No pueden creérselo, esa es la realidad. No pueden creer nada de lo que está sucediendo y es así como Kirishima se lo cuenta al cazador cuando lo tiene de frente.
—Wow. Estoy feliz de que oírte decir eso, Eiji —Sero comenta, estrechando por los hombros al susodicho y dedicándole una mirada de soslayo al rubio. Katsuki sigue serio—. Será mejor que volvamos, Kyoka querrá saber las buenas nuevas...
Ambos asienten y, sin intercambiar más palabras, abandonan la escena subidos en el majestuoso (y adormilado) Kaminari.
En tanto, Jirou los aguardó todo este tiempo, preparándose un té para alivianar nervios y combatir el frío, y dejándoles un poco a los demás por esto mismo. Apenas habría pasado de un sinfín de hora, cuando percibió la llegada de los hombres.
Entonces, se paró de su lugar para recibirlos con los brazos abiertos y la esperanza de verlos en una pieza. Grata fue su sorpresa al encontrarlos sanos y salvos, quizás con el cuerpo congelado y un probable resfrío, pero mejor de lo previsto.
—¡Me alegro tanto que estén bien! Rápido, pasen —Cierra la puerta cuando Eijirou y Katsuki entran apurados. Hanta queda fuera, aun debe "arropar" a Denki—. ¡Díganme! ¿Qué tal les fue, chicos?
Kirishima es el primero en intentar hablar, sentándose en el sillón—¡Excelente! Primero estuvimos...
—Eijirou —Interrumpe el rubio, recibiendo un uh y un permiso de continuar, siendo más conciso—. Hay posibilidades de que puedan volverlo a la normalidad —Jirou lo mira boquiabierta—. Pero no solo debemos esperar a que pasen veinte malditos días, por todo el tema de la estúpida luna llena, sino que también existe la pequeña gran probabilidad de que el tipo ese no pueda aparecer.
Para cuando acaba de escupir con enojo los contras, Hanta ha vuelto a entrar y se encuentra cruzado de brazos y parado en el borde de la escalera, expectante de los detalles al igual que todos.
—Pero entonces, ¿están seguros que pueden confiar en él? Quiero decir, ¿y si solo es una broma de mal gusto? —Contrarresta la mujer, dudosa.
—Yo no creo que lo sea —vocifera el pelirrojo, ganándose las miradas de todos—. Ehm, quiero decir... ¿Haría tanto sacrificio para nada? No lo sé, no lo creo...
—Y además, nos dijo que pronto nos llegará una carta con una dirección a la cual responder, dando detalles de si el maldito día se concretará —Katsuki decide tirarse en el sofá, rendido. Está agotado y está a un lado de su compañero, donde posa una mano en el frío hombro de él para acariciarle—Supongo que solo nos queda esperar y, la verdad, es mejor que tu idea de-...
Kyoka pisa su pie, ganándose un insulto al que responde con una sonrisa fingida—Ujum. Sí. Solo hay que esperar —Ojea su taza casi vacía—. Ehm, les traeré algo de té, chicos. Así entran en calor antes de ir a dormir y pueden seguir dando detalles al respecto.
Eijirou sube lentamente por las escaleras, titubeante de lo que está por hacer. Casi que parece intentar ser lo más sigiloso posible, fallando al encontrarse con el rechinido de la vieja madera, y rindiéndose al respecto por esto mismo.
Medir 2.20 jamás fue sinónimo de sutileza, al parecer.
El resto del camino, lo pasa más rápido aunque no apurado. Tiene cosas en las que pensar aún y el tramo es demasiado corto. Y al llegar a su destino, duda, pero ni siquiera toca la puerta. Empuja y observa.
En el más ordenado desastre, Katsuki se encuentra en su cama, recostado con un libro bordo en mano, cubriéndole casi todo el rostro, y el brazo apoyado en su abdomen. Está en lo suyo hasta que la intromisión llama su atención, dedicándole una mirada molesta al pelirrojo.
—Hey, Katsu...
—¿Qué demonios quieres, Ei?
—Bueno... nada.
Y el rubio chasquea su lengua, denotando que no está de buen humor.
Hace algunos días, un bello pájaro de plumas pistache se había parado en el hombro de Eijirou y con él, traía las esperanza de seguir avanzando escritas en un viejo papel, uno que simulaba una precaria carta mal escrita.
Aún así, esto solo les recordó la realidad y cómo el plan está yendo viento en popa. Probablemente, ya no habría una vuelta atrás de sus decisiones, y estaban (quizás demasiado) bien con ello.
Sin embargo, ahora, y afuera, está lloviendo con ganas. Y como le joden las lluvias a Bakugou que lleva recluso en su habitación desde que Sero y Jirou están viviendo allá abajo, con su rutina normal. Y como lo enerva el repiqueteo constante de las gotas, el viento silbando, batiendo las plantas, que no se soporta ni a sí mismo en ese momento.
—Quiero hablarte...—Prosigue con timidez, conociendo al rubio—. ¿Podemos hablar?
—Ya lo estamos haciendo —contesta hastiado.
—Sí, pero...—Eijirou rueda sus ojos y decide ser más directo—. Ah, maldición. Solo quiero estar contigo, ¿bien?
Katsuki se atraganta y asiente, sentándose, curioso del actuar del ex dragón—Hubieras empezado por ahí... Supongo que ven.
Sin mediar más palabras, Eijirou se acerca y acomoda en el colchón del chico. Katsuki no exageraba al maldecir lo duro de este, y un poco de remordimiento carcome al pelirrojo por eso, por muchas cosas que no diría.
Katsuki tuvo que aguantar mucho por él.
Y está muy agradecido por todo.
—¿Qué estás leyendo?
—Algo que no entenderías —responde con sorna, pero sin ánimos de dañar al otro, simplemente es una broma.
Eijirou bufa en gracia—Ja, claro —Y tienen otro pequeño momento de divagación en lo que oyen las gotas fuera. La herida del ex dragón pica, entonces, la de su rostro, a pesar de haberse sanado hace tanto—. Jirou dijo que la lluvia duraría, al menos, tres días...—comenta casual.
—Wow, qué déjà vu.
—¿Qué? —Lo mira extrañado.
—Nada, solo me recuerda a... Olvídalo —Un rubor aparece en sus mejillas, bajando su cabeza por las memorias de los días a solas—. Como sea, interrumpiste mi maldita lectura y...
—¿Por qué no me lees un poco de esa cosa? —Se atreve a cuestionar apurado.
—Porque es una historia diferente a la que estábamos leyendo antes.
—¿Y?
—No tengo ganas de ir a buscar la otra, si es lo que querías-
—Va, entonces léeme esa —se cruza de brazos.
—Eijirou...
—Sabes que muchas cosas cambiarán dentro de poco —Hace una especie de puchero involuntario—. Así que por favor, Katsu...
—... Aish, si insistes así —Un mohín con el que acaba cediendo. Maldito—. Acércate, con las putas gotas no se oye una mierda y no quiero estar repitiendo las cosas a cada rato.
Eijirou acepta y sonríe puntiagudo, emocionado. Se recuesta de costado, sobresaliendo, ganándose un insulto. Es muy incomodo y probablemente, le cause dolores de espalda luego, mas no le importa.
A pesar de ello, Katsuki continua firme, con una elocuencia que bien recuerda, por donde se quedó. Por supuesto que Eijirou escucha por el afán de oírlo así otra vez, inmerso en lo que le gusta. Analiza sus expresiones y encuentra que las extrañó, que las extrañará si es que no puede vivirlas de nuevo.
Lo escucha a pesar de no entender qué está pasando, pues Katsuki no reparó en explicarle, pero no le importa. Muchas cosas no le interesan si puede tener un momento íntimo con su compañero favorito.
Al final, en algún punto, detiene la narración porque se da cuenta que el ex dragón se ha dormitado descaradamente en su hombro.
—¿Eiji-...
Lo contempla callado, pausado. Mira su rostro sereno, tan relajado y con mechones alocados yaciendo en él. Lo observa como si fuera la última vez, lo hace hasta que se siente extraño. Percibe un calor en su pecho y pequeñas ganas de llorar, tal vez.
—Muchas cosas cambiarán... Y creo que podría extrañar esta...
Katsuki no vuelve a mencionar nada, solo lee un poco más hasta caer rendido él también. Es un ambiente apretado pero cómodo porque están juntos.
Abajo, Kyoka se rinde en llamar a Eijirou y Hanta prefiere no subir sin razón.
Una poción rara está a la espera para cumplir uno de los últimos caprichos humanos del pelirrojo, mas por el momento, la lluvia no es lo único que está fluyendo allá fuera.
- hey, lamento la tardanza.
no me acaba de gustar este cap pero es lo que hay uwu
ojalá nos leamos pronto<3
avisen si ven errores.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro