Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XVIII. Compañeros.

La fresca brisa es quien logra sacarlos de su ensoñación, haciendo que ambos tiriten un segundo. Les recuerda que no es el momento ni la hora para andar recobrando amistades y que, además, podría ser peligroso si no retornaban en este instante. 

—Eijirou —habla primero el rubio, palmeando el lomo del otro al separarse—. Muy lindo y todo, pero estamos llenos de tierra, hace un frío de cagarse y la vieja bruja me matará por llegar tan tarde.

—Cierto —musita cohibido—. Sigamos...—no acotan más luego.

Están avergonzados con el otro y así prosiguen en su trayecto largo, penumbroso. Su silencio, sin embargo, se debía más a que apenas y podían recordar cómo regresar, no querían distraerse a pesar de las miles de dudas que tenían sobre el otro.

Katsuki no flaquea en su andar, el rubio sigue con su paso tosco y su aura de malhechor para que nadie quisiera asaltarlos. Y si a alguien se le ocurría la osadía de intentarlo, sabe que el enorme moreno a su lado espantaría a cualquiera.

La luna menguante casi estaba en su punto máximo y hacía un frío invernal cuando lograron visualizar la casa de la bruja, dándoles un respiro de la azar travesía vespertina, mas no pudieron relajarse aún.

Kyoka frunce severamente el ceño al recibirlos tan tarde y, para colmo, todo magullados y semi empanados por la tierra. Se ven del asco, básicamente, pero sin sangre visible saliendo de sus cuerpos y eso fue más que un alivio.

—¡¿Qué son estas horas de llegar y con la ropa en tales condiciones?! —reta ella, revisándolos de arriba a abajo con furor.

Eijirou baja su mirada, avergonzado como nunca antes. No sabe cómo hablarle a la mujer y está muy cansado como para contarle todo, porque es extenso y aún pesado para él. No acaba de procesarlo.

Katsuki es el primero en responder.

—Tch, no pasó nada, bruja —escupe, cruzando sus brazos—. Estuvimos en una especie de persecución o una mierda así —le quita importancia al asunto.

—... No te habrás metido en una pelea, ¿verdad? —advierte amenazante.

—¡Claro que no!

—Já, desconfío de ti desde lo de las cicatrices de Eijirou. Solo quería ver que tuvieras la decencia de decir la puta verdad por una vez en tu vida —redirige su mirada al pelirrojo—. Habla, ¿qué es lo que les pasó? ¿Él te arrastró a una pelea?

—¡Qué no pasó! —insiste Katsuki de fondo, a pesar de ser ignorado.

—¡No, no lo hizo! —Kirishima aclara rápido, haciendo un ademán. Kyoka frunce peor su ceño—. Bueno, ¿sí? ¡No sé! Es una larga historia, pero no fue una pelea. ¡Lo juro!

La mujer duda y al final, tras un momento de analizar el rostro del ex dragón, suspira con resignación. Eijirou parecía no mentir y de todos modos, no era bueno haciéndolo. Ella acaricia el puente de su nariz, dándole la espalda a ambos chicos.

—Realmente espero que no lo estés cubriendo, ustedes dos ya están grandes como para hacerme pasar por estas cosas —se encamina hasta las escaleras—. Iré a dormir. Vayan a tomar un baño, me da igual que haga frío, no quiero que ensucien mi casa. Y Eijirou —lo contempla un segundo desde su lugar—, mañana hablamos bien.

—Bueno...—responde él, afligido—. ¡Duerme muy bien!

Un extraño bufido sale de la bruja antes de desaparecer en el segundo piso, uno que lastima al moreno. Se notaba, a simple vista, muy molesta. Y es recién ahí, cuando quedan completamente solos, que los dos hombres se miran enmudecidos.

Con un ademán, Katsuki le dice al pelirrojo que lo siga fuera.

Katsuki está prendiendo lo que parece ser una versión rara de un bobbinato cualquiera, solo que más pequeño, igual de cilíndrico metálico, y caliente. Tira agua vaporosa por la canilla. Están rodeados por velas, también, y Eijirou trata de no colocar su muda de ropa cerca de ellas o podría ocurrir una catástrofe... otra vez. 

—¿Sabes bañarte? —el rubio se atreve a preguntar, mientras revisa con su mano que el agua de la tina no los cocine.

En respuesta, consigue un asentimiento. Y confirma, encogiendo sus hombros:—Suelo hacerlo con Hanta.

—Bien, porque ahora lo harás conmigo.

—¿Ah? —desvaría un poco, desconcertado—. Mmh, supongo que bueno.

Lo cierto es que Eijirou duda de que eso sea bueno para su salud mental y Katsuki no quería preparar dos baños por separado, está muy cansado para ello. Quiere lavarse, cambiarse y dormir, a pesar de tener mucha hambre. Y la situación del pelirrojo no data tan diferente de la suya.

Es así como, tras algunos minutos de espera, ambos acaban desnudos y sentados en el incómodo contenedor de madera, encorvados en sí. Están lo más separados que pueden, pero es bochornoso como sus piernas se tocan y se les enchina la piel.

—Yo no creí que esto fuera tan raro —relata Eijirou, mirando por lo bajo—. Puedo... puedo salir sí-

Pero un jarrazo de agua tibia en la cabeza detiene su hablar, alisando su puntiagudo y casi largo pelo, calentándole. Lo descoloca completamente.

—¡Katsuki, qué haces! —retira las hebras que cayeron en su rostro para poder ver al otro.

—Dijiste que sabes bañarte, así que lávate bien o cállate —ordena, tomando más agua para echársela a sí mismo.

—B-bueno.

Aunque con cada movimiento mínimo que hicieran parecía que sus cuerpos se acoplaban más y más, eso no los detuvo de tallarse lo mejor posible, de intentar relajarse y no estar tan a la defensiva. No iban a desperdiciar un momento de baño, al fin y al cabo para eso estaban ahí, soportándose.

«Esto... es ridículo, puta madre» piensa el rubio con sorna, negando para sí mismo y mirando de soslayo al pelirrojo.

Y es que, apenas se habían amigado algunas horas atrás y ya estaban bañándose juntos, cuando siquiera tuvieron un momento para pensarlo. Cree que la mala suerte y la incomodidad son sus amigas más íntimas, pero agradece que Eijirou no entienda muchas cosas humanas como para no hacer de esto un martirio peor.

Katsuki se rinde de intentar hacer el ambiente lo más llevadero posible, porque tanto el silencio como el ruido son pesados, y su corazón late desbocado. Decide marcharse de allí con el fin de ir a dormir. 

—Terminé —habla apenas. Y divaga entre si dejar al otro solo u ofrecerle algo, por lo que pregunta—. ¿Necesitas alguna otra mierda o...?

—No, no. Yo me las apaño aquí —sonríe nervioso. Quería (y no quería) hablarle de alguna otra cosa, mas calla a sabiendas que mañana será un día mejor—. Buenas noches.

El rubio asiente en lo que sale descaradamente de la tina. Eijirou debe apartar su vista porque le da demasiado bochorno mirar desnudo al contrario, sonrojándose fuertemente, y aguarda a que el cocinero se cambie para salir él.

Nunca acabó de comprender la vergüenza por el cuerpo ajeno, al fin y al cabo se supone que él y Katsuki (y Sero) tendrían lo mismo, pero sus instintos humanos lo hacían apenarse en sobremanera y en especial, con el chico rubio.

Sin dudas, ésta fue una actividad de lo más extraña y espera que no se vuelva a repetir.

La noche avanza y nos encontramos con un pelirrojo acostado, removiéndose inquieto en la cama, sin poder pegar ojo. Sus típicos ataques de insomnio solían aparecerse en momentos inoportunos como este, donde desea muchísimo dormir, y tanto para él como para el cazador a su lado no son una sorpresa.

Hanta lo observa en la penumbra segundos antes de hablarle con pasividad.

—¿Otra vez no puedes dormir?

Y Eijirou suspira profundo al darse cuenta de la realidad.

—¿Te desperté, verdad?

—Algo así —se reacomoda en su cama, poniéndose de costado—. Escuché su pelea con Kyoka allá abajo y desde entonces, bueno... ¿por qué llegaron tan tarde?

—Mmh —divaga en su respuesta—. Yo creo que es muy complicado.

—¿Por eso no puedes dormir?

Eijirou asiente.

—Tengo muchas dudas y... no lo sé.

—¿Es... como tus dudas de besar o algo así? —Sero atreve a bromear un poco al respecto. Fueron varias las veces en las que el ex dragón salía con locuras, y la de esa vez fue memorable.

—¡Hanta, no digas esas cosas! —se cubre el rostro, apenado.

Sero suelta una risa, una bonita y vergonzosa en partes iguales para su compañero.

—Va, va, pero, ¿qué sucede ésta vez? ¿Cuál es tu duda?

—Bueno...

Eijirou se detiene a pensar en qué decirle, porque ni él mismo sabe qué quiere saber en específico. Su cabeza era un revoltijo de recuerdos y emociones. Y ninguna pregunta en se oía clara, queriendo no confundir al azabache de sus propios pensamientos o quedar como alguien raro.

—¿Cómo... sabes que quieres a alguien? —dice, finalmente—. Es decir, que puedes confiar en esa persona o... no sé.

—Uh, pero eso es algo que no se sabe, se siente... Así que tienes una de esas preguntas, eh, ¿qué pasó ahora?

—Es sobre Katsuki, otra vez —susurra con una mueca difícil de ver—. Hoy pasó... mucho. Íbamos por la ciudad de lo más bien, me compró una manzana no sé qué y estuvo muy rica... todo normal hasta que Katsuki dice que ve a alguien. Resulta que se trataba de la perra que me convirtió en esto, Akira creo, y la perseguimos, pero la perdimos, pero alguien me atacó y me desmaye y las cosas se volvieron confusas y Kai el dragón era una persona y...

—Eijirou, detente ahí y vamos más lento que me perdí —pide, tratando de seguir el rollo del moreno.

El pelirrojo bufa—Te lo dije... es complicado —habla hastío, refregando sus ojos que comenzaron a picar—. Mierda, con Katsuki parece que todo lo es.

Un silencio, entonces inquietante, los invade. Hanta simplemente no supo cómo contestarle, pensando en las palabras del chico pelirrojo y su historia anterior, en lo mal que se encuentra el otro por esto. Era natural en Eijirou traerle sus dudas y al azabache no le molestaba contestárselas, pero había un tipo de pregunta que ni él mismo sabía la respuesta.

—Nos encontramos con la mujer y el dragón que me transformó en un humano —cuenta más calmado y Hanta formaliza una O con su boca, entendiendo mejor—. Los perseguimos, pero acabaron escapando antes de darnos una respuesta... Katsuki los dejó escapar.

—¿Qué?

—Y yo... exploté de forma no literal —prosigue—. Exploté y le dije cómo me sentí todo este tiempo, pero él no dijo nada y me enojé mucho... fue decepcionante. Pero, caminando, acabó disculpándose y yo... simplemente quería un abrazo suyo, ¿sabes? Quise creer que todo estaría bien como cuando yo era un dragón y éramos unidos.

—Wow, Eijirou...

—¿Cómo hago para que deje de dolerme como me trata y volver a confiar en él, eh? —interrumpe—. Mierda, ¿sabes cómo hacer para que esto no sea un caos?

Hubo unos segundos de congoja, donde Eijirou se sintió perdido en la penumbra y ardiendo en su interior, antes de que el pelinegro hablase igual de calmo.

—La verdad es que yo también soy un desastre con los sentimientos... Muchas veces me dijeron que estas son cosas de mujeres histéricas —confiesa con seriedad—. Pero no. Todos acabamos sufriendo por lo mismo. Y con el tiempo, he aprendido a que las victorias saben mejor si detrás de ellas se esconde un rastro de derrotas.

—¿Qué? —la última frase confundió muchísimo al ex dragón, no le encontró ningún sentido ahí—. ¿A qué te refieres?

—A lo que voy es que nada es sencillo y, mucho menos, cuando se trata de los demás y tus propios deseos —aclara, volviendo a mirar hacia el techo. Recordando sus vivencias y miedos—. Es normal sentirse perdido y más con alguien como Katsuki, pero sí realmente quieres volver a estar con él... sigue tus instintos y confía en que, aunque duela, el final será satisfactorio.

«Y yo estaré aquí para ti» susurra, viendo en dirección a su compañero. Logrando que a duras penas lo oyera el chico pelirrojo, pero sintiendo su cálida mirada.

—Creo... creo que entiendo —suspira, entrañablemente tranquilo. Y no miente en decir que sus palabras fueron un pequeño relajo—. Muchas gracias en serio, Hanta.

—Bueno, si te dejaba solo en vela, no me dejarías dormir —vuelve a bromear—. O quizás intentarías darme un beso para despertarme...

—¡Hantaaa!

A la mañana siguiente, y sorprende que los dos pudieran levantarse temprano, ya que ninguno tuvo una buena noche; Katsuki y Eijirou se encontraron en el comedor de forma casual.

El rubio, quien quizás había dormido pésimas cinco horas, bebía de un té con anormal calma, leyendo algún libro de su colección y con dos grandes ojeras decorando bajo sus ojos. Se notaba deplorable, molesto.

Eijirou no debe llamarle cuando entra al lugar, el otro percibe su presencia y lo mira desde abajo. Y es en el momento en el que sus orbes rojizas y cansadas se hallan perdidas, que ambos saben que tienen que hablar y sincerarse, porque ninguno soporta más la incertidumbre.

—Buenos días —saluda el pelirrojo.

—Hola —dice, ronco.

—¿Cómo estás?

—¿Cómo crees?

—Uh, ehm...

El moreno toma lugar en la mesa, cohibido. «Entonces, él también... pobre Katsuki». Ese pensamiento revolotea en Kirishima, observándole inmóvil. Sí, pobre infeliz. Él, que parecía no querer un amigo, alguien quien le aclare sus dudas, alguien con quien pasar el tiempo. Estaba solo en su habitación anoche, no como él. Katsuki no tenía con quién desahogarse y eso lo lastima.

Se abofetea mentalmente, porque el rubio no debería darle pena. ¿En qué estaba pensando? Rechaza esas ideas, porque Katsuki... le parece tan masculino. Y está en contra de su código desconfiar de su (antiguo) jinete.

Pero, por un segundo, a Eijirou le es inevitable querer ser él quien lo ayude y acompañe otra vez. Volver a ser ese soporte emocional que el rubio niega necesitar...

—Deja de mirarme como si diera puta pena. Voy a ser directo —recorta la charla el cocinero, descifrando las tontas expresiones del moreno—. ¿Qué se supone que pasa contigo?

—¿Conmigo? —replica sin quererlo—. ¿Qué? Katsuki, yo... ¿qué se supone que pasa contigo?

Y resulta que ese es el colmo de su sinceridad. Ni él mismo sabe qué le pasa, por lo que prefiere decir que nada, aunque le parezca estúpido hacerlo a estas alturas. Es impropio de él confundirse, sentirse tan en altamar, vertiginoso.

Entre muchas cosas, se negaba a repetir que está dolido y casi tan perdido como el pelirrojo. Por ahora, quizás no.

—Lo sabes.

—No... no lo sé.

—Sí, lo haces —rueda sus ojos—. Mejor... olvídalo, Eijirou.

El pelirrojo suspira rendido. Tal vez debía de aguantar un poco más al otro, quizás era demasiado pronto para Katsuki el aclarar su malestar de nuevo y desconfía de cómo lo juzgue él.

Es contraproducente, en realidad, porque se conocen. Y sabe que él no lo tomaría (seriamente) como una persona que necesita ayuda, pero Katsuki es terco, mierda que lo es. Obstinado como siempre.

—Bueno... Mira, solo quiero que me tomes en cuenta —cambia el rumbo de la charla, cruzándose de brazos.

—¿Solo eso? —recibe un asentimiento—. ¿En serio? Está bien —se encoge de hombros.

Y quedan callados, sin más de qué hablar, pestañeando. El cansancio le está pasando una mala, porque le nublaba la vista un poco a ambos. Probablemente, olvidándose de algún detalle.

—Esto... fue más fácil de lo que creí —se dice el moreno a sí mismo, aunque insatisfecho—. ¿Qué se supone que pase ahora?

—¿Nada? Mierda, supongo que es incómodo.

Siempre lo fue, piensa Eijirou—Quizás... ¿un abrazo?

—No, no quiero más abrazos —Katsuki desanima al otro—. Un apretón de manos y eso es todo —por ahora—, ¿bien?

—Ehm, ¡claro!

Acercan y aprietan sus manos, con un tacto bien conocido de antaño, y Eijirou sonríe un poco, contagiándole el humor al rubio. Resultó mejor de lo esperado y está bien. Tanto tiempo con una guerra fría, interna, y podría haberlo solucionado... hablando.

Que estúpidos. Pero ignora todo el tiempo de preparación que tuvo para ello y su esfuerzo de crecer como persona.

Finalmente, y despidiéndose, Eijirou decide salir a buscar a Hanta para contarle qué pasó. Acaba siendo cierto que no habrían muchos cambios pronto, porque cada uno tenía actividades diferentes, mas no estaba tan apurado.

—¡Eijirou, espera! —el cazador lo persigue. Había obviado un detalle—. Quiero-

—Ajam.

Un escalofrío recorre a los dos hombres, deteniéndolos.

—¿Creyeron que se salvarían de hablar conmigo? —dice la bruja desde la escalera, y con cara de pocos amigos.

- aquí es donde se demuestra que el verdadero ship es serokiri y el krbk es solo un pantallazo amistoso ù-ú (mentira...)

cap horrible pero en fin, aproximadamente tres o cuatro caps más y acabamos úvù.
ojalá nos leamos pronto 💕

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro