XIX. Bakugou Katsuki y Eijirou Kirishima.
en multimedia, un dibujo rápido de jirou hecho por mí (ignoren la poca anatomía xd)
cap lleno de amor por las 3k leídas <333.
La voz de Jirou es firme y demandante, al igual que su ceño. Consigue hacer temblar al dócil de Eijirou, quien en contadas ocasiones ha visto a la mujer así de molesta, y en ninguna de ellas fueron con él exactamente.
Katsuki, sin embargo, mantiene su compostura desafiante.
No sería la primera y, probablemente, tampoco será la última vez que ella le sermonea sobre su supuesto «mal comportamiento». Acostumbraba a hacerlo mucho, de hecho, antes de que... se largara de allí con su Kirishima.
Y ojalá poder volver a hacerlo, pero no era tan "fácil" como en esa ocasión. Las cosas han cambiado demasiado, claro está.
—No tenemos porqué hablar de nada contigo —contesta el rubio, cruzándose de brazos—. Ya estoy grande como para que me cuides, ¿sabes?
El semblante de la bruja se oscurece peor, como si aquello, de alguna forma, fuera posible. Baja el tramo de escalera restante para reposicionarse, enfrentar al rubio con sus 1.58 metros.
—Me parece que no me estás entendiendo. Preferiría hablar con Eijirou, a solas —recalca.
Más escalofríos y unas tremendas ganas de huir se apoderan de el cuerpo del pelirrojo, pero no por cobarde o por tener problemas con lo sucedido. Había analizado y procesado lo mejor posible la situación de ayer y se encuentra mejor con respecto a ello.
Su obstáculo radica, realmente, en que su forma de explicar no data de ser muy clara y temía dejar mal parado a Katsuki. Conseguir, por malentendidos, que la bruja le eche alguna maldición o lo castigue peor.
Y cuando el pelirrojo está por abrir la boca, decidido a hablar de una vez por todas, la ronca voz de Katsuki lo interrumpe.
—¿Por qué deberíamos de darte explicaciones, eh? —Desafía de nuevo—. Si te estoy pagando para vivir aquí, no deberías de meterte tanto en mis asuntos, ¿no?
Eijirou se abofetea mentalmente por no haber sido más rápido que la afiliada lengua de su compañero. Había avanzado tanto en la relación con el rubio que olvidó que no todos son él y su forma de tratar al resto no era la misma, que Katsuki es de mecha corta y parece no estar muy de buenas hoy.
—¿Será, acaso, porque estás residiendo en mi casa, bajo MI techo, bajo MIS reglas? Vaya, no lo sé —Escupe con ironía. El contrario rueda los ojos, altanero, pero sin ánimos de contar la verdad—. ¡Bakugou, sigues comportándote como un puto crío, solo te pido que-!
¿Bakugou?
Los tres quedan atónitos un momento antes de reaccionar, de pensar siquiera en las consecuencias de esto. Una vena parece hincharse en el cuello del hombre y sus ojos parecen más rojos, enfureciéndose notoriamente ofendido.
Jirou carraspea, tratando de explicarse—Ajam, Katsuki. Quise decir Katsu-.
Mas el otro interrumpe—¿Cómo mierda me llamaste, bruja de-...
—¡Es-esperen, Katsuki, Kyoka! —Eijirou se atreve a detenerlos, metiéndose en el centro de ambos, quizás demasiado tarde. Se lamenta por lo último—. ¡Yo no tengo problemas en hablar! Pero, por favor, no peleen ahora. ¡Katsuki, fue un error! Ella no quería decirte esa cosa.
Y Katsuki, que ganas de discutir solían sobrarle, y contra todo pronostico, acaba reaccionando de la "mejor" manera posible.
No desea pelear, al menos no ahora y no frente al moreno.
—Tch, has la mierda que quieras, Eijirou. Me largo al trabajo, púdranse.
El rubio se retira en dirección a la salida, pasando frente al pelirrojo con cara de infelicidad. Pasa pintando dedo y murmurando cosas. Y Jirou, a pesar de seguir molesta, parece un poco arrepentida de sus palabras, de su equivocación.
Así que bufa con frustración, sentándose en el sillón tras suyo sin detener al otro.
Kirishima percibe la angustia de ella, extrañándole por el momento, mas no formula palabra.
—En fin, habla —pide la mujer cuando el más pálido azota la puerta. Masajea sus cienes, un dolor de cabeza la amenaza.
Y el moreno suspira, igual de agotado mentalmente-Ayer a la tarde nos cruzamos con la cazadora que me transformó en humano -Comienza sin rodeos, buscando la mejor forma de expresarse-. La perseguimos con Katsuki, pero la perdimos en el medio del bosque. Sin embargo, la ropa sucia y desgastada fue debido a que alguien me atacó y me tiró al suelo, ¡pero en ningún momento Katsuki utilizó la violencia! Fue racional... o lo que sea que eso signifique.
—Oh, wow...—la mujer se toma menos de un minuto para procesar lo dicho—. ¿Y qué sucedió luego?
—Katsuki los dejó escapar, a Akira y a la otra persona que me atacó, que resultó ser su dragón cambia formas... lo hizo por mi protección, me había desmayado. Y eso es todo.
Kyoka asiente, más calmada por eso último, y pensativa. Maldice al rubio por haberla hecho tan complicada, ¿tanto le costaba hablar con la verdad? En su interior, sin embargo, comprende que quizás Katsuki no quiso revelar la debilidad que siente hacia el pelirrojo y su propias inseguridades. Conoce del orgullo de ese estúpido cazador, de ese que alguna vez fue un niño igual de tonto y obstinado.
Si en algo no miente, es al decir que él no ha cambiado nada en cierto ámbitos. Y parece que jamás lo hará.
Al final, suelta un suspiro cansado. Estos dos lograrían sacarle más canas de las que ya tiene y provocarle fuertes jaquecas a este paso.
—Está bien —musita, calmada—. Si... Ahm, si necesitan necesitan ayuda con 'ese asunto', no duden en hablarnos, a mí o a Hanta, sea por lo que sea. No quiero que se metan en problemas serios y, por favor, no dejes que él se meta en problemas más serios.
Una pequeña sonrisa se forma en los labios de Eijirou, asintiendo convencido. Le había ido bien al menos con esta charla. Y hacer lo pedido era natural, lo ha hecho de siempre y lo seguirá haciendo lo más que pueda. No hay nadie mejor en esa tarea que él, el ser un calmante.
—... ¡Iré a acompañar a Katsuki! —avisa, virando a la salida. ¿Cuánto se habrá alejado el hombre?—. ¡Qué tonto es, todavía falta para su trabajo!
La mujer se enternece por esto, pensando en que Katsuki es un suertudo por tener al moreno. Aunque antes de poder declarar algo más, advertirle en que quizás el cocinero quiere divagar a solas, el pelirrojo sale disparado, dejándola con las palabras en la boca.
—¡La puer... ya se fue. Dioses —acaricia el puente de su nariz.
Los pasos de Hanta la sobresaltan cuando él baja por las escaleras, paseándose por encima de ella. Él también mira en dirección al rápido joven. Y está enterado de la discusión anterior, pero había preferido no meterse en la bronca de la bruja, que aun le provoca miedo a pesar de todos los años en los que convivieron juntos.
Todavía recuerda su primer (y merecido) castigo. Esas verrugas de sapo nunca dejaron de sentirse en su boca, desasiéndose lentamente...
Acaba parándose al lado de la mujer con una sonrisa socarrona.
—Aunque lo niegues, te preocupas mucho por ellos —Revela él.
—¿Huh? No molestes ahora, Hanta —bufa, aunque sin maldad aparente—. Solo... no quiero que Katsuki lo lleve por mal camino.
—No creo que él quiera repetir sus errores —defiende, con voz queda—. A pesar de ser un idiota, Katsuki estima demasiado a Ei y confío en que no lo llevará por esos lares.
Otro suspiro se escapa de ella—De que nos lo arrebatará, lo volverá a hacer, tenlo por seguro —musita melancólica. Y no miente—. Síguelo, temo que pueda perderse o algo así... ¡Eijirou no desayunó, dale algo también!
Hanta rueda sus ojos ante esa angustia de madre-Voy.
Katsuki refunfuña mientras camina encorvado, molesto.
Está muy enfadado con esa mujer, en verdad. ¿Cómo no estarlo? Si se supone que no volverían a tocar ese tema en especifico. Ni Kyoka, ni Hanta, ni él, ni nadie. Ninguno.
Y sin embargo, la bruja se encargaba de reprocharle sus malos hábitos cada que tenía oportunidad, de echarle en cara sus errores. Habrán pasado más de diez años de eso y, aún así, se obstinaba en decírselos.
Patea algunas piedras en el sendero, cabizbajo. Es cierto que, en parte, él se la buscó por ir de terco, por hacerla complicada. Y también es cierto que Kyoka se confundió al llamarlo así, pero no puede seguir pensando al respecto, porque un llamado lo emerge de sus ideas, deteniéndole.
—¡Katsuki! —Canturrea fuerte el pelirrojo, quien no tardó mucho en localizarlo (por su olfato, más que nada) y, de todos modos, el otro no se había alejado demasiado—. Oh, Dioses. ¡Al fin te encontré!
—¿Ah? ¿Qué quieres ahora, Eijirou? —manifiesta, mirándole con enfado.
—Nada, realmente —se encoge de hombros, sin cambiar su ceño apacible—. Ehm, solo quería acompañarte y... bueno, ¿puedo?
Sin más remedio, porque no pensaba en regresar y mucho menos, en abandonarlo, Katsuki rueda sus ojos y acaba aceptándolo sin mediar palabra. Retomando el largo camino y haciendo un ademán que el ex dragón entiende.
Deambulan juntos, par a par. El momento les trae algo de nostalgia inmediatamente, cuando continúan con un andar sosegado y sincronizados, con nada más que su silenciosa compañía. Pero las cosas, podría decirse, habían evolucionado un montón entre ellos, siendo algo más confortable que antes.
Lo que sí, Eijirou se nota muy curioso e inquieto, enervando al rubio por sentir que lo ve de reojo. Al final, el pálido ordena:-Sé que quieres preguntarme sobre ya sabes, ugh. Hazlo.
Y él moreno se sonroja al verse atrapado—Está bien, ahm. ¿Qué... se supone que querías decirme antes de que Kyoka te interrumpiera?
Un descoloco se apodera de Katsuki, parando su andar. No creyó que el otro preguntaría sobre ello. Lo había olvidado, en realidad, pero está bien tocar el tema ahora.
Murmura algunas cosas para sí antes de revelarle-Ah. He estado ideando un plan estos meses. Uno... que nos incluye a ambos.
—¿Eh?
—Lo que oíste.
Ahora, el descolocado es Eijirou, tratando de descifrar qué pasó allí. Siente padecer sordera o de una mala broma de su mente, mas no. Oyó todo y bien.
Katsuki tiene un plan... que lo involucra. Eso sí que suena más típico del preparado cazador que conoció (y conoce) alguna vez, pero no quiere cantar victoria tan rápido...
—¿De qué se trata? —por lo que habla con un hilo de voz.
—Estoy ahorrando lo suficiente para poder hacernos de una bestia, o algo así, y el equipamiento necesario para... ya sabes, volver a la cacería... juntos —comenta como si nada. Como si la situación valiera poco y no fuera importante, mas sí lo es.
Lo es para ambos.
Las orbes del pelirrojo se iluminan y abre su boca, incrédulo—¿Esto es en serio, Katsuki?
El aludido chasquea su lengua y asiente, apenado de sus propias palabras sin saber por qué. Y de pronto, como se le está haciendo costumbre, Eijirou se le abalanza. Se atreve a abrazarle.
Katsuki se queja del gesto, aunque lo entiende y añora. En sus interiores fue bastante agradable revelarlo, sintiéndose libre, como si una parte de él olvidó sus discusiones con Kyoka, su situación actual o absolutamente todo lo que aconteció en esos meses.
Solo son ellos dos, (Bakugou) Katsuki y Eijirou (el) Kirishima.
Es reconfortante, admite. Semanas y semanas de peleas frías, tiempo sin estar en sintonía por la incomodidad y, de la nada, la idea de volver a estar juntos en la actividad que más les llena parece bastante concreta y palpable, es en serio. Le falta, quizás mucho, para conseguirlo, pero ahora que Eijirou lo sabe...
—L-lo siento, me emocioné —confiesa el trémulo moreno, separándose lo suficiente para mirarse las caras. Verse con una ilusión que hace rato dejaron de compartir.
Y él no dice nada, porque no puede, porque no le sale putearle por el descaro o restarle importancia. ¿Es que acaso los ojos de Kirishima siempre fueron tan carmesí y sus labios tan llamativos? Con esos filosos y tenebrosos dientes sobresaliendo, esa cicatriz que bien recuerda revisar. Cosquillea su interior. Es... todo. Y se embelesa lo suficiente para sentirse volar, extrañando al pelirrojo.
—¿Katsuki? ¿Estás... enojado?
Katsuki sale de su ensoñación, evitando la mirada del otro, y lo empuja sin tirarlo. ¿Qué demonios fue eso? Finge enfado para disimular su confusión.
—No importa, tch.
—Bueno —baja la mirada, apenado. Creyendo que la jodió, mas pensando en lo diferente que fue aquello—. Y ese tal ahorrando, ¿qué es y qué hace falta?
—Ehm, bueno... Sigamos —ordena, retomando camino encorvado—. De mientras, te explico qué mierda es.
Eijirou asiente y prosiguen a caminar, con Katsuki sacándole las dudas a su compañero. Deseando volver a ser la dupla de antes, aunque deformada en cierta forma, y con esa ilusión creciente en su corazón.
—Oh, entonces yo... buscaré un empleo —dice Kirishima para el final. Y Katsuki lo observa extrañado—. Yo lo haré porque no soy inútil y quiero... ¡puedo pedirle a Hanta que me pague un poquito más y trabajar más duro con él!
—Ei, no es tan...
—Lo haré por mí... por nosotros, ¿bien?
«Mierda, otra vez no» piensa, ensoñado. Y quiere cambiar el tema, porque este lo agotó y sus horas de sueño no fueron suficientes ese día.
—... ¿No vas a preguntar sobre lo de Kyoka? —es lo primero que se le ocurre, para ir sacándose cosas de encima, aunque se arrepiente por arruinar su ambiente.
—¿Sobre...? ¿Tenía que hacerlo? —habla, confundido. Y el otro frunce el ceño por la idiotez—. ¿Ah? Ahm... ¡AH, eso...! Había creído que... que Bakugou era una especie de insulto o algo así, je —se encoge de hombros.
Lo había oído antes y se le hacía familiar, pero como el cincuenta por ciento del vocabulario del rubio se hace de ofensas, maldiciones y proclamaciones (y calma y elocuencia cuando narra rara vez, recuerda), había acabado creyendo que Kyoka lo había insultado fuertemente. Y no lo qué sea que es eso.
—¿No recuerdas muchas cosas de nuestros primeros años como compañeros, verdad?
Niega con su cabeza. Bueno, si se esforzaba, tal vez algunas pocas cosas, solo las que lo habían marcado de por vida en realidad. Pero por el resto y, considerando que era un dragón con una percepción completamente distinta a la actual...
Le pica la curiosidad, haciendo el amago de hablar. Sin embargo, la voz cansada de Sero de fondo los detiene.
—¡Heeey, esperen! ¿Quieren uff —Hanta jadea. Se nota que ha estado corriendo para alcanzarlos y, considerando que ellos avanzaron un gran tramo, es probable que le costara encontrarles—. ¿Quieren, ah, compañía?
—No.
—¡Sí!
Katsuki ojea mal al pelirrojo quien, aunque feliz de tener al azabache allí, en el fondo sentía lo inoportuno de su llegada.
—El voto de Eiji vale por dos, así que...—y el cazador se encoge de hombros, uniéndose a la caminata. Divisando el pueblo a lo lejos—. Ah, te traje un hogaza de pan que saque de por ahí, a pedido de tu mamá postiza.
Se la da y Eijirou, que estuvo ignorando su propio hambre todo este tiempo, comienza a engullir con ímpetu.
—¡Glaciad! Pleo, mli mamá mulió hace tiemplo.
—Ay, creo que no me entendiste... ¡Además —continúa, cambiando de tema rápidamente—, muero por comer algo bueno! Y el servicio de ese restaurante es excelente, así que...
Mas Katsuki no se traga su excusa, arqueando una ceja—¿Vas por mi jefa, verdad? ¿Qué demonios te traes con... Es decir- no, olvídalo. Mejor no me lo digas, no quiero saberlo.
Una carcajada se escapa del azabache, el más bajo lo había atrapado en su escusa—Va, va. ¿Y ustedes dos, qué traman?
—Nada —dicen al unísono, uno con voz ronca y el otro con las mejillas llena de comida.
Y se miran por esto, ignorando un momento al cazador de por medio. Se observan con Kirishima sonriendo despreocupadamente, por y para el rubio, y prometiéndole con la mirada que esa charla no había concluido.
A Katsuki no le queda más que virar su rostro a otro lado y aceptarlo, está bien con eso, pero hay muchas cosas que jamás admitirá en voz alta.
«¿Qué se traerán entre mano estos dos?». Vuelve a cuestionarse Hanta.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro