Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XIV. Inútil.

A pesar de su harta vegetación y de la enorme arboleda, aquel bosque está tan saturado de exóticos puestos y de gente de todo tipo, desde príncipes hasta brujas y hechiceros, cazadores y sus acompañantes; que, de no ser por los Ielice colocados estratégicamente, el calor sería insoportable y muchos allí presentes desfallecerían.

No es de extrañar aquel tumulto, se trata de uno de los eventos más esperados en todo el año al fin y al cabo.

Unas vibraciones salen de las Florusound, que se encuentran conectadas por sus tallos encima de las ramas, antes de que se pudiera distinguir que se trataba de un anuncio.

—La persona que extravió a su Aoyama*, favor de buscarlo en la zona neutra. Repito, zona neutra. Lo estamos esperando —se oyó una voz gruesa y desganada salir de la flor.

—Mejor ve a encargarte de los preparativos, cielo —esta vez, era la inconfundible tonada de Hizashi Yamada de fondo. Él es un hechicero parte de los ocho lideres del gremio oscuro—. ¡Para el resto de personas, prepárense! La gran carrera de dragones empezará pronto, ¡vayan preparando sus pociones congeladas, que lo que se viene estará que arde! ¡See ya later!

Sero suspira tras el comunicado, acariciando el hocico de su eléctrica bestia mientras éste se rinde ante su toque, cerrando los ojos. Ambos están ansiosos y no es para menos, participarán de la importante competencia de ese día.

Kyoka los observa con una sonrisa torcida.

—Arrasen en la competencia, chicos —ánima la mujer.

—Claro que lo haremos, como el año pasado —Sero le devuelve el gesto con autosuficiencia—. Oye, ¿podrías conseguirme-...

—¿Bolas de jengibre y cacao?

Hitoshi Shinsou hace acto de aparición, balanceando una bolsa de tela en sus manos. Hanta frunce el ceño al verlo, el despeinado pelimorado puso el ojo en su Kaminari de hace tiempo y eso no le gustaba para nada. Había intentado comprárselo, también, recibiendo rotundos no hasta rendirse.

Se supone que, al final, todo está "bien" entre ellos dos, especialmente porque a Denki le caía bien el joven. Pero bueno, que estén "bien" no significa que le cayera mejor, solo no es rencoroso.

—¿Las vende?

—Se las regalo. Quiero lo mejor para Denki... y su jinete —Shinsou se las extiende—. Suerte.

—Claro, gracias...

El azabache receloso empieza a repartir las plantas con su compañero mientras que Kyoka analiza la escena con neutralidad, sintiendo las malas vibras entre ambos hombres y su continúa treta por el dragón.

De todos modos, el juguetón Kaminari es propiedad suya, así que ella gana.

Katsuki remoja su coloreado rostro con las tibias aguas que salen del Bobbinato, tratando de calmar su fuerte acaloramiento y las ganas de matar a alguien que tiene por la jaqueca.

Falló en eso último, naturalmente.

Esa semana ha comenzado como tantas otras, humillando al rubio por cotidiano. Su rutina sería la misma de siempre: despertar, desayunar e ir a trabajar junto con Eijirou, sin contratiempos más que su propio ocio y el calor, el jodido y abrumador calor diario.

Si en Domingo las temperaturas comenzaron a elevarse, el Lunes ya andaban por las nubes, pareciendo que el fresco por la lluvia jamás existió. El cocinero maldice al sol y al clima como comúnmente hace, no es novedad.

El colmo empezó cuando llegaron al restaurante.

Ashido puso un grito en el cielo al ver la enorme cicatriz que atravesaba la cara de Eijirou, casi exagerando. El ex dragón tuvo que darle inexpertas explicaciones a las continúas interrogantes de "¡¿Qué demonios le pasó?!", "Pero, ¿estás bien?", "¿Necesita de algo?", "¿Quiere comer algo?", "¡Dioses, me alegro que esté bien!".

Ella se había calmado por trabajo, pero parece querer inmiscuirse en cualquier momento.

Tras lavar su rostro, Katsuki le pide un descanso a su jefa y luego, sale unos segundos para respirar aire fresco que no provenga de una asquerosa alimaña. Ashido se lo permite porque la mayoría están en las mismas.

Él agradece cuando siente que una ráfaga de viento le revolotea el pelo, refrescándolo, aunque pronto percibe otra corriente más fuerte provenir del cielo. Sube su mirada con pereza y visualiza a un rojizo Kirishima sobrepasar la zona con velocidad.

Katsuki observa al animal alejarse y la idea de que el jinete de éste es un imbécil azota su cabeza, de lejos se ve como lo manipula muy mal. Frunce su ceño, notando los torpes aleteos del sobrecargado dragón, quien debía tener más peso del que podría aguantar, además de que...

Toma una gran bocana de aire. Genial, justo lo que necesitaba en ese momento, divagar en inexpertos cazadores idiotas y sus bestiales compañeros.

Intenta y logra despejar algunas inútiles ideas de su cabeza antes de volver al trabajo a los dos minutos de salir. Se siente mejor pero no deja su cara de orto.

Eijirou se encuentra apoyado sobre sus piernas, encorvado y aburrido en su lugar.

No tenía nada que hacer ahora. A veces las camareras le sacaban conversación, muy rara vez ayudaba un poco a limpiar o probaba platillos, y mayormente se quedaba viendo al infinito, imaginando cosas que no pasarían, como en este momento.

Piensa que esto es mejor a estar encerrado con el malhumorado rubio, tal vez.

También siente algo de calor, pero está más cerca del Ielice que el resto, así que no es un problema mayor. Está ensimismado hasta que Mina lo llama.

—Oiga, Kirishima. ¿Está ocupado?

Él niega con su cabeza, recomponiéndose, pensando en lo obvio que es esa respuesta y esperando que le pida hacer algo más entretenido que ser una estatua.

—¿Podría ayudarme a sacar la basura?

—Sí, sí.

Eijirou se para del taburete, siguiendo a la morena hasta una especie de bodega llena de cosas. Allí, ella le señala un contenedor casi rebosando de inmundicia mientras que sostiene una bolsa de cáñamo llena en su mano.

—Debemos llevar esto hasta la otra esquina, se acumuló mucha basura estos días —comenta, bajo la atenta mirada del pelirrojo.

Él hace un esfuerzo por transportar el pesado bote correctamente, sin tirar algo mientras se dirigen al sitio. Entonces, cuando varias ráfagas de viento los sacuden, ambos eleven su mirada al cielo, encontrándose con tres diferentes variedades de dragones allá arriba.

—¡Eh, mire que hermosos son! Los dragones se me hacen tan geniales —exclama Ashido—. Me parece que la competencia de verano es hoy, aunque qué raro, por lo general lo hacen los Domingos. Supongo que, por las lluvias...

Ah, eso.

Eijirou suelta un suspiro triste que, espera, la mujer ignore. Nunca supo ni participó de esas cosas, en realidad, mas el simple recuerdo de poder volar le trae muchísima nostalgia de una época no tan lejana.

Percibe el espectro de su cola y sus alas en la espalda, extrañando el peso de ellas. Echa de menos sacudirlas al aire y sobrevolar los cielos, pero encuentra que conlleva mejor su perdida que antes, quizás por acostumbramiento.

—¿Kirishima?

—Eso es interesante —musita, saliendo de su ensoñación con una rara expresión afligida—. Un amigo mío participará.

Recuerda la última carta que le llegó días atrás y se pregunta cuándo le volverán a escribir Kyoka y Sero, otra cosa más que añora.

—Espero que le vaya bien, entonces —alienta, contrariada por la mirada del pelirrojo—. Esas carreras suelen ser muy peligrosas, pero-. Quiero decir, bueno, ¿entiende, no?

Eijirou asiente sin prestar verdadera atención, sin sonreír con ganas.

Seguro les iría perfecto a Denki y a Hanta, ambos son tan (en lo que cree que es sinónimo de genial) masculinos...

Se ilusiona con ello el resto de la tarde.

—No sé qué mierdas te habrá dicho Ashido cuando te fuiste con ella —«sin avisarme, por cierto»—, pero no deberías hacerle caso.

Expresa Katsuki cuando ambos están lo suficientemente lejos de aquella civilización como para ser escuchados por alguien, exaltando al ensimismado pelirrojo. Ese día apenas se dedicaron palabras incluso por la mañana.

—¿Ahm?

—Esa vieja siempre anda diciendo locuras —repite antes de aclarar:—. Note la cara de perro mojado con la que volviste.

Aaaah —canturrea. Y enseguida, pensó en lo raro que era el rubio preocupándose por él—. No fue nada, solo vi pasar algunos dragones y-

Se silencia a sí mismo por prevención, bajando la mirada. No ha expuesto esos sentimiento con Katsuki antes y muy rara vez mencionaban esa época. Tampoco es como si hablaran de sus malestares en general, el moreno sufría en silencio y ese parecía un tema tabú entre ambos.

—Ya, pero es un consejo.

Eijirou asiente. El resto del camino lo pasaron en silencio, más por cuidado e incomodidad que por otra cosa. Están muy atentos a su alrededor por la posible invasión de los Caterbear o alguna otra letal bestia. El pelirrojo percibe como a Katsuki le sudan las manos más de lo normal.

Llegaron a la casa sin disgustos, agradeciendo a los Dioses por ello.

—No tardes mucho esta vez, quiero comer y dormir temprano —advierte el rubio con desgano.

—Bueno.

El ex dragón baja por la penumbra del lugar con precaución de no caerse. Agradece que hay algo de iluminación que le ayuda a ver, suele olvidarse de llevar algunas velas para facilitar su trabajo y el lugar se le hace aterrador pero, aún así, siente que le hace un bien a la bruja.

No le resultaban tan difíciles los preparativos que tiene que dejarle a Jirou en su ausencia. Espera que, cuando regrese, encuentre orgullosa que todo está en orden.

Pensar en ella así lo pone feliz.

Comienza con la rutina que debería de tomarle, aproximadamente, media hora. No siempre hacía las mismas cosas y había algunas más complicadas que otras, pero se ha acostumbrado a ellas.

Esa supuesta media hora allá abajo se transformó en poco más de una y Eijirou seguía sin subir, sin dar señales de vida, y a Katsuki lo comenzaba a enervar.

¡Le había advertido que volviera pronto y ese bastardo se atrevió a tardarse más! Es irónico, en realidad, mas no su única y principal molestia.

Toma una vela encendida y se decide a bajar, dándole igual las pasadas advertencias de la mujer con que no lo hiciera. No está ahora, ¿qué haría? ¿Aparecer detrás de él como un fantasma y soplarle la nuca? La idea le da escalofríos, además de gracia.

El hedor a tierra mojada y mucha vegetación le golpea la nariz desde primera instancia, es abrumante hasta para él. Desciende con cuidado de no caerse y, entonces, distingue algunos cercanos ruidos.

Cuando por fin ya no hay más tramo de escalera, se maravilla con la poca vista que tiene. Se trata de un ecosistema de flores violáceas y brillantes neones, el suelo de tierras extrañamente suaves, además de un pequeño estudio enfrente de la escalera y algunos terrarios llenos de insectos cerca.

Pero no tiene tiempo para pensar en lo hermoso que es el paisaje o en cómo demonios esa bruja mantiene un pequeño mundo ahí abajo, solo necesita que el ex dragón dé señales de vida, así que empieza la búsqueda.

—¿Eijirou? —llama, moviéndose por la zona con recelo. Nota lo que parece ser otra persona—. ¡Eijirou, ¿eres tú, mierda?! ¡Más te vale que-...

—¡Katsuki! —Kirishima interrumpe, tratando de ocultar su rostro que apenas se distingue por la penumbra, pero si hay que se percibe es el tono de voz flaqueante y el como refriega sus ojos frenéticamente—. Me-me asustaste. ¿Qué pasa?

—¡¿CÓMO QUE-... ¿Cómo que qué pasa, imbécil? ¡Te tardaste demasiado, la puta comida ya está toda fría! —el otro se cohíbe peor frente suyo—. Tch, ¿Qué se supone que haces?

—Uh, lo siento... Trabajo. Jirou me pidió que regara sus arañas y yo...—señala a una especie de vidriera.

Aprieta el puente de su nariz—No me digas qué...

—¡No son arañas normales! —se excusa rápido—. Son una especie diferente y...

—¿Y? —hace un además para que continúe.

—Y... nada —murmura, pasando por al lado de él—. Subamos.

—No, no. Yo no soy imbécil. Dime, ¿te picó una?

—¡No, no! Yo no pensaba que fueras-

—¿Perdiste una de estas alimañas?

—Bueno, algo así. Pero ya la encontré...

—Ah...—frunce el ceño—. ¡¿Entonces por qué demonios estabas llorando?!

—¡Y-yo no estaba llorando!

—Sí, estabas llorando —se cruza de brazos.

—N-no.

—Eijirou.

—Yo no-

—¡Eijirou, di la verdad!

—¡AGH, KATSUKI, NO LO SÉ!

A pesar de estar buscándosela, Katsuki quedó impactado por esa reacción. Quiso replicar que no le gritara o algo así, pero el aura que emana el moreno lo hace retroceder, especialmente porque le lleva casi una cabeza y parecía desesperado. Por un segundo, intercambiaron rojizas e intensas miradas antes de que el pelirrojo la bajara otra vez.

—Solo subamos —musita ahora, apenado por su forma de actuar.

En su afán de tratar de alejarse caminando, Katsuki lo detuvo tomándolo del brazo. Las cosas no se quedarían así, el pálido no lo permitiría. Entonces Kirishima soltó un suspiro triste, extrañado ante la insistencia del hombre.

—Di la puta verdad y subiremos. ¿Por qué mierda llorabas?

 —¡Está bien! —bufa con resignación—. Se supone que una de las arañas debían de salir de una crisálida o no sé qué mierda pronto, ¡y no sale! Y la mamá está triste, no quiere comer, y yo... ¡no puedo creer lo inútil que soy!

Quizás no le está contando absolutamente toda la verdad del por qué, pero si una gran parte de sus sentires. Algunas lágrimas amenazan con salir de los ojos carmín del chico, pero Eijirou hace todo lo posible para contenerlas, esperando no ser el hazme reír del molesto rubio. Sin embargo, este no hizo ningún comentario al respecto, siquiera se movió.

Eijirou está frustrado y él no sabe cómo reaccionar.

- me tomaré unas dos semanas (mínimo) antes de volver con las actualizaciones.
empezaré clases pronto y quiero echarle ganas a la escuela, además de acomodar cosas en la trama...

Aoyama: como podrán suponer, un tipo de dragón. Son escurridizos por sus escamas y aliento deslumbrantes.

en fin, ¡los voy a extrañar! </3
avisen si hay errores.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro