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V. Cómo entrenar a tu humano¹

Feliz Navidad y adelantado año nuevo <3
Ojalá hayan pasado o tengan un lindo día 💕

El día había acabado con Eijirou descansado en su habitación, complacido y exhausto, dolorido por algunas quemaduras del sol que, probablemente, Jirou debería tratar luego. Esa entretenida tarde que tuvo con Denki y Sero le había hecho muy bien a su cabeza, logrando despejar su mente por al menos esa noche.

Sonrió un poco antes de mirar agradecido a Hanta, quien comparte habitación con él, en la penumbra. El pelinegro dormita con tranquilidad en la cama de al lado, respirando de forma apaciguada y, sin quererlo, Eijirou se preguntó cómo estaría Katsuki en la solitaria habitación contigua. Se propone dormir luego de ello para no darle innecesarias vueltas al tema.

A la mañana siguiente, el ex dragón se encontró con las pilas recargadas y más ganas de seguir vivo que cualquier otro día, igual de sonriente que siempre. La incertidumbre y los pensamientos sobre eso no lo invadieron tan pronto como se levantó y esto le hicieron sentirse aún mejor.

Katsuki también despertó esa mañana, mucho antes que él, y despertó mal y muy temprano. Ese sería su nefasto primer día de trabajo, para colmo, y según el contrato que había firmado con la dueña del estúpido lugar, su turno recién comenzaba a las doce del medio día, pero él amaneció a las ocho A.M., y no pudo seguir durmiendo por el nerviosismo que fingía no tener.

Se preparó demasiado pronto para el horario de salida porque no tenía nada mejor que hacer aparte de putear a todos. En lo que pasaba el tiempo, Eijirou se encontró casualmente con él sentado bajo la sombra de un árbol, pensativo, y le dedicó una puntiaguda sonrisa (que logró sobresaltar el pecho del rubio, pero fingió que no) nada más verlo.

—Buenos días, Suki —saluda, alegre.

—Katsuki —corrige, sin ganas—. Y de buenos no tienen de nada.

—Ah...—bajó su mirada—. Bueno, yo solo quería desearte suerte en tu trabajo hoy, así que... eso. Adiós —dijo mientras se retiraba con la misma rapidez con la que apareció, cabizbajo, descolocando al otro por esa inesperada reacción.

Eijirou no lo admitiría en voz alta, mas no quiso estar cerca de ese Katsuki, al menos no en esa ocasión, para no perder aún más su buen humor y molestar al chico de poca paciencia. Aunque la sensación de tristeza lo invadió por abandonar a su compañero, de todos modos se quedó con Jirou que también estaba despierta en la cocina... cocinando.

Desayunaron por separado, en diferentes momentos. Katsuki se fue a trabajar sin despedirse de nadie. Y así fueron prácticamente todos los días por tres semanas que pasaron sin previo aviso.

Poco más de un mes del incidente, ¿eh?

La nueva rutina de Katsuki consistía en despertar, cambiarse, desayunar (discutiendo, tal vez) e ir al trabajo a discutir- a cumplir ocho horas laborales y volver a cenar y a dormir temprano porque estaba agotado y no quería saber nada de nadie, incluyendo a cierto pelirrojo que cada vez era más humano y hablador, muy hablador.

¿Dónde había quedado aquel gigantesco dragón con el que compartía silenciosas charlas y extravagantes aventuras? ¿Dónde? Porque, según él, quien estaba a su lado no era ni la sombra de lo que éste dejó, pensando de manera cruel sobre el pelirrojo que... que estaba en esa situación por su culpa, por ser un idiota irrespetuoso que no valora las cosas ajenas.

Debía aceptarlo, no le queda de otra, no podía cambiar nada. Eijirou ya no volvería a ser un magnífico dragón y él, probablemente, tampoco podría salir de esa monótona vida por mucho tiempo. Y se lo merecería. Se merecía todo el latoso trabajo que se había conseguido y se merecía el perder a alguien tan fiel como Ei, aunque esto último aún no acaba de pasar, por ser alguien tan sinvergüenza.

¡Maldición, incluso le había insistido a Kyoka con que busque otras alternativas para devolverle a su Kirishima! Ganándose, claro, una reprimenda (porque tampoco era que se lo pedía amablemente) y volviendo a obtener la misma respuesta negativa de siempre.

No puedo hacer nada, imbécil.

Lo peor era que Eijirou siempre buscaba una forma de conversar con él, viéndose animado a pesar de sus malos tratos, aceptándolo con dolor y pena. Parte de la nueva rutina de Katsuki consistía en ignorarlo. Ignorar sus preguntas, sus relatos, su aprendizaje, ignorar todo, porque cada vez que se dignaba a mirar a los ojos de su compañero veía aquella compasión que tanto odia. Compasión dedicada a ambos. Aquellas orbes carmesí se le hicieron tan hermosas como delatoras, sacando sus ganas de rendirse a flote. No quería ni podía verlas sin sentirse horrible.

Y el ex dragón se resignó a eso, se resignó a las migajas de odio sin dejar de amar a Katsuki porque aquel lazo cazador - bestia seguía ahí, aquella cercanía única seguía latente en su corazón, rompiéndolo con cada día que pasaba indiscriminadamente, reteniendo sus ganas de llorar sin saber el por qué de eso, solo haciéndolo para no preocupar a Kyoka y a Hanta y sin darle un respiro a su cabeza, por mucho que hubiera intentado.

Quiso creer que el corazón de Katsuki también sufría como el suyo, por muy egoísta que eso fuera, y no estaba tan lejos de la realidad.

Parecía ser un tranquilo Lunes como cualquier otro. Aún no pasaban de las diez de la mañana, y todos estaban despiertos, cuando la bruja precisó del rubio urgentemente, encontrándose con él leyendo un libro sin nombre en el patio.

—Katsuki, ¡Katsuki!

El susodicho le dedicó una mirada inquisitiva—Uh, ¿qué mierda quieres?

—Tengo noticias —para venir de la boca de Jirou, quien apenas le dirigía la palabra a menos que sea para retarle o cobrar algo, lo sorprendió—. No sé si buenas o malas, solo noticias.

—... Ve al punto.

—Me llegó una carta de la comunidad de brujas y hechiceros. Se hará el festival anual de verano y me invitaron para una de las presentaciones con Denki, ¿no es genial? ¡Estoy muy emocionada, es el tercer año consecutivo en el que...! —relajó su voz al darse cuenta de con quien hablaba y de lo poco que le importaba a éste—. Bueno, el festival en general suele durar como un mes y... Hanta suele venir conmigo.

—Por lo que —continuó ella dubitativa, tras recibir un "¿y?" del rubio— te dejaré a cargo de la casa —solía pagarle a alguien más para que la cuide, realmente, pero ahora lo tenía a él que lo haría gratis—. Aunque no me guste la idea de dejarte solo con mi hogar, no me quedan muchas opciones.

Katsuki asintió con media sonrisa. Esa era una excelente noticia—¿Y Eijirou?

—¿Cómo que y Eijirou? Se quedará contigo, obvio —en realidad, Kyoka le había preguntado, al pelirrojo si quería ir con ellos y él se negó. Además, prefería no dejar al rubio completamente solo—. Bueno, ya estás informado. Quiero que todo esté como lo dejé cuando vuelva o juro que te corto la garcha y se la doy de comer a mis pirañas, ¿entendido? —recibió un asustadizo asentimiento—. Bien. También tienes que alimentar mis plantas, regar a mis tarántulas y —miró el reloj en su muñeca, acordándose. Tenía muchas cosas por empacar si quería partir esa noche, mierda— te dejaré una nota con las indicaciones.

La mujer volvió a entrar a su hogar con apuro. Todos los años le pasaba lo mismo con respecto a ese evento, evento considerado una de las mejores festividades de verano en su gremio. Pero siempre, siempre, su carta llegaba más tarde que las del resto, dejándole poco tiempo para organizarse, ugh.

Katsuki suspiró profundo cuando Jirou desapareció de su visión. Estaría atareado aprendiendo a cuidar las cosas raras de la mujer, sí, pero si podía tener unos momentos a solas sin que el cara plana y ella estén rondando alrededor suyo como moscas (no pasaba, en realidad), valía la pena...

Esperen, le faltaba algo...

Ah, Eijirou.

¡¿Y qué se supone que debería hacer con el ex dragón y su trabajo?!

—¿Qué quieres que haga qué cosa y por qué?

Su jefa, Mina Ashido, lo miró con cara de "qué demonios me estás pidiendo, loco" mientras que Katsuki solo bufaba. Odiaba requerir de favores de alguien más, especialmente viniendo de un superior como lo es esa mujer, pero si así podía librarse un poco del pelirrojo...

Pasó una mano por su cabellera, retirándola de su perlada frente. Hacía algo de calor allí dentro, a pesar de que hubiera un Ielice* cerca y este ayudara a pasar las temperaturas de la cocina, pero la vestimenta y los hornos no cooperaban y Katsuki no era alguien con mucha paciencia que digamos.

—Un amigo mío vendrá a la ciudad, pero él no sabe hablar bien el idioma —mintió con desgano—. Así que te pediría —por favor— que dejes que me acompañé aquí hasta que más o menos pueda manejarse con el habla. ¡Prometo que no tocará nada y se lavará las manos! Puedes echarlo cuando quieras, incluso —es su restaurante, después de todo—. Y no será por mucho tiempo.

—Mmmh —dudó—. ¿Dices que se comportará?

—Sí —o le obligaría a hacerlo.

—¿Y puedo echarlo a patadas si se me da la gana?

—Claro que sí.

—Mmmh... ¡Oh! ¿Puedo usarlo de catador para de mis platillos raros?

—Sí.

—¿Y es guapo?

—Sí —¿qué?—. ¡Maldición! ¿Cómo voy a saberlo? Su-supongo que sí.

La mujer morena solo empezó a reír por el rostro sonrosado del muchacho, tentada. La verdad es que la agarró de buen humor (siempre estaba de buen humor), así que...

—Bromeo, bromeo... Ehm. ¡Acepto! Pero si algo no me cuadra de él o se sobrepasa, los echo a ambos.

Katsuki asintió, sintiéndose algo cohibido. No podía permitirse perder ese empleo ahora porque, a pesar de tener dinero ahorrado, todavía le faltaba mucho para la meta que se propuso y sus compañeras de trabajo le habían caído medianamente bien, o sea, no eran tan jodidamente insoportables como un par moscas que creyó que serían.

Bueno, al menos sería un problema menos para el plan que había ideado en poco tiempo (hace unos minutos, en realidad) por culpa de lo imprevisto que sería la partida del cazador y la bruja. Ahora sólo debía confiar en su compañero para que no haga un papelón en la cocina y los rajen a ambos.

¡Y claro que confía en Eijirou! Pero en sus habilidades humanas, no tanto.

- hace rato quiero usar este título lol. ojalá hayan disfrutado el medio dramático capítulo de hoy.

Ielice: lagarto aire acondicionado que me inventé. Son nocturnos, por lo que duermen en el día y, al hacerlo, largan aire frío inconscientemente.

saluditos uvu 💕
chéquense la elipsis q me mande.

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