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IX. Laguna.

Tras escribir la tonta carta de Eijirou y dar de comer y beber al Tokoyami antes de dejarlo ir, Katsuki por fin pudo volver a descansar esa noche, dormitando profundamente nada más tocar el incómodo colchón. Agradeció a los Dioses que al día siguiente no trabajaría o aseguraba que armaría un sanguinario asesinato (o varios en masa, sí) en las calles del estúpido poblado por su pobre dormir.

Despierta ya entrada la tarde de ese día, con tantas ganas de vivir como de costumbre, siendo despertado por unos ruidos raros en el piso de abajo. Presume saber de quién se trata, pero aún así prefiere ir a revisar por las dudas porque en ese mundo nunca se sabe lo que puede pasar.

Bufa sin ganas de levantarse en verdad, aunque el calor de la habitación comienza a abrumarle de todos modos, y necesita asearse y beber algo. Se despereza aún yaciente sobre el colchón y, sin más, se para de un impulso.

Abre la única ventana del lugar para ventilar y sale por la puerta mal cerrada en la noche. Baja sin apuro alguno, solo para encontrarse con el chico pelirrojo en la cocina de espaldas a él. Se lo nota mojado de los hombros para arriba, con algunas gotas cayendo por su cuerpo, y revolviendo un recipiente con un menjunje de quién sabe qué.

Eijirou voltea a verlo cuando siente su presencia, deduciendo también de quién se trata.

—Hey, buenos días, Su- Katsuki —saluda con una puntiaguda sonrisa.

Es recién ahí cuando el susodicho nota que Eijirou no tiene su característico pelo pincho, por lo que las despeinadas y húmedas hebras rojizas descansan sobre su rostro y eso le causó disimulada ternura al rubio a pesar de haberlo visto varias veces así.

—Hola —respondió seco—. ¿Se puede saber qué demonios es esa cosa que tienes ahí?

—Ehm, buenooo...—vira los ojos por alrededor de la cocina—. Como me desperté hace rato y sabía que estabas muy cansado, decidí cocinarme yo un desayuno —señaló los recipientes ya utilizados con la cabeza—. Después estuve ocupado haciendo cosas allá abajo y me dio hambre. Y aquí estoy ahora. ¿Y tú, cómo dormiste?

—Ah, bien, bien —entrecierra los ojos, observando el lío de trastos sobre la mesada—. Lo que no comprendo es el desastre de mierda que hiciste para cocinar.

—Oh, sí, sí. ¡Lo siento! —baja su cabeza, apenado—. Yo cocinaré y limpiaré, tú no te preocupes.

—Eh...—frunce el ceño—. Está bien. Te dejo, entonces —dice con extraña calma que asusta al ex dragón, pero que no dice nada para no turbar a su compañero.

" ¿Le habrán lavado el cerebro? " Piensa el pelirrojo divertido, volviendo a su anterior actividad de revolver quién sabe qué con concentración. ¿Qué era lo que preparaba? Bueno, ya lo recordaría sobre la marcha.

Y lo cierto es que Katsuki no tenía ganas de discutir en ese momento, recién levantado de un casi delicioso sueño (aunque hubiera sido mucho mejor de no ser por el estúpido colchón, maldito sea) y acalorado.

El rubio procede a asearse en la letrina y después a lavarse los dientes con su rama tallada y bien conservada de menta. Luego, vuelve adentro a por algo de beber, encontrándose al pelirrojo con el rostro manchado de una masa viscosa y con más desastre a su alrededor.

Ah, la preciada paciencia le duró nada ese día.

—Katsuki —llama el exhausto moreno.

Ha estado limpiando él sólo el desastre que quedó tras comer ambos, como había prometido, y hace unos aproximados cinco minutos se tiró en el suelo bajo la sombra de un árbol, a incomodar- mirar de a ratos a su compañero leyendo en la misma posición que él. Hace un calor abrumante adentro.

—¿Sí? —responde el rubio desinteresado, sin despegar la vista de un libro equis.

—Hace mucho caloooooor...—mas, a pesar de estar cansado, ¡Kirishima se aburre y mucho!

—¿Y qué demonios quieres que haga, eh? ¿Que te cambie el puto clima, pelopincho?

—Podríamos ir al lago...—propone en voz baja.

—¿Qué? ¿El lago de por acá? —dice, recordando la locación, y el otro asiente—. ¿Estás seguro? Desde lo de ayer, mmh, no lo sé —se cruza de brazos, dejando el libro en algún costado, y frunciendo el ceño.

Quiere evitar ese tipo de sobresaltos otra vez y prevenir muertes prematuras. La suya, principalmente.

—¡Vamooos! No me va a pasar nada, además hace mucho calooor.

Katsuki bufa, frunciendo el ceño. En serio hace calor allí, a pesar de que está medio templado en la sombra de los árboles, no hay casi viento. Lo considera una buena idea en poco tiempo, porque el moreno ha demostrado no ser tan tonto, y acepta que está hermoso el día para ir a nadar, pero aún así desconfía del chico y no quiere arriesgarse a perderle en el bosque.

—... Está bien, vamos —dice finalmente—. ¡Pero te llegas a perder OTRA puta vez y te dejo por ahí tirado! ¡¿Entendiste?!

Eijirou asiente ante la amenaza con una sonrisa. Apenas se acostumbraba al trato del rubio y ya cree entender cómo más o menos es, o algo así.

Llegaron rápido al lugar, tras caminar con pocas cosas encima. Eijirou analiza la zona y puede asegurar que no es como el paraje de la otra vez porque, además de estar más cerca de la casa, se veía menos grande y no había tantas olitas de agua como recordaba.

—Estamos en una laguna —le aclara el cazador, al verlo con duda—. El lago queda lejos y no tengo ganas de ir hasta allá. Es la misma mierda.

—Oh... y pero, ¿cuál es la diferencia? —pregunta el pelirrojo agarrando su mentón, pensativo.

—No sé —miente para cortar la conversación—. No hay y no importa.

Katsuki empieza a sacarse las prendas que le estorban y Eijirou comprende que debe imitar esa acción como tantas veces hizo con Hanta. Quedaron en ropa interior y al ex dragón le da más vergüenza que de costumbre ver el cuerpo semi-desnudo de su compañero, a pesar de ya haber contemplado a otra persona así en varias ocasiones, sin saber el por qué.

Katsuki siente la mirada de reojo del chico cuando esta acomodando unas cosas y le chita, sonrojado.

—¿Vas a quedarte mirándome como idiota o te vas a meter? —reta.

—Sí... ¿qué?

Tch, imbécil.

Toma del brazo al embobado pelirrojo y lo jala al agua con él, confirmando que es menos hondo que el lago, pero no por eso menos divertido. Eijirou siente la misma y relajante tibieza de las otras veces, con menos movimiento y más cerca del piso, y suelta un suspiro porque se sentía muy tenso con el rubio y en verdad desea calmarse.

—Más te vale saber nadar, bastardo. No pienso enseñarte a hacerlo —advierte, hundiéndose en el agua.

Kirishima asiente, agradecido con el otro cazador por haber sido un buen maestro todo ese tiempo. Y quizás ahora no estaba Denki para hacerle de tobogán o jugar con ellos, pero piensa que, de todos modos, la va a pasar bien con Katsuki solo porque es él. Y no se equivoca.

Las horas vuelan y entre que te empujo al agua, te salpico, te insulto y casi te ahogo, los dos chicos salen para secarse acostados bajo el sol en silencio, quizás más próximos que de costumbre, y muy refrescados.

Ha valido completamente la pena ir.

Pudieron comprobar que disfrutaban de la compañía del otro, era simplemente eso y esto puso más que feliz al ex dragón porque ¿hace cuánto no pensaba en eso malo que tanto había turbado su cabeza? No le interesaba saberlo, pero en el fondo le aterraba que volviera.

Aún recuerda ese malestar y quizás este no se iría por completo tan fácil ni tan pronto, pero lo soporta y más ahora.

—Oye, Eijirou —llamó el rubio y el mencionado lo mira con los ojos carmín bien iluminados, expectantes de curiosidad. Mierda, se veía bien así, con el pelo caído y mojado, y una sonrisa que amenaza con salir—. ¿Cómo mierda haces para que tu pelo cambie tanto? —cuestiona tontamente.

—Oh —él se esperaba algo más interesante, a decir verdad, pero por algo se empieza a hablar—. Se seca y se para solo... O no sé, es muy raro. Jirou dice que parecen cuernitos y le causa gracia, a mí también.

—Ah, sí. Bueno.

Y Katsuki se arrepiente de haber roto el anterior silencio, porque irremediablemente quedaron incómodos, con palabras y preguntas atravesadas en la garganta más importantes que saber cómo se hacía ese extravagante pelo pincho. 

—Uh, Katsuki —siguió un temeroso Kirishima—. Yo... En serio quiero saber. ¿Qué hiciste todos estos Mañana?

El aludido suelta una risotada antes de caer en la importancia de esa inquisición. ¿Debería corregirlo y decirle que se llama Sábado y no estos Mañana? Absolutamente no lo haría. ¿Cree que debería contarle que hizo esos días en donde, se suponía, debía descansar en la casa de la bruja? Tampoco lo veía necesario.

Pero, al ver bien la expresión curiosa y expectante de una respuesta del chico, suspira resignado. Eijirou en serio quiere saberlo. Y todos estos Mañanas fueron complicados para él, quién se mantuvo ocupado por cuenta propia, en busca de un objetivo.

—Hice muchas cosas —contesta con desgano y antes de recibir quejas, prosigue—. Intenté rastrear a la perra que te hizo esto, Ei, y ver si ella tiene una puta solución.

Entonces Eijirou siente un revuelo en el pecho. La perra que le hizo esto debería tener repuestas, al fin y al cabo ese dragón de especie extravagante era su compañero (y ya conocemos lo de ese lazo especial) pero... ¿Hace cuánto Katsuki no utiliza su diminutivo y tierno apodo, Ei?

Y quizás le prestó demasiado importancia a eso como para no pensar en qué decirle, ilusionado.

El silencio reina otra vez, entonces, porque el pelirrojo se quedó inmerso en sus fantasiosos pensamientos y el rubio solo se dedicó a mirarlo divagar, creyendo que lucía... bien. Hasta que por fin, él se decidió a volver a hablar.

—¿Y tú... por qué actúas como si me tuvieras miedo, Ei?

"Porque lo tengo", se dijo simplemente, tratando de borrar sus anteriores ideas. Tiene miedo de hacer enojar a Katsuki y que este se largue, miedo a que lo abandone y consiga otra bestia mucho mejor. Teme por sí y vela porque el rubio volviera a casa cada vez que se iba, sano y salvo, a pesar de hacerlo con mal humor.

Porque no soportaría la idea de quedarse solo sin su cazador.

—Yo no lo sé, en serio —miente triste—. Es raro. Nunca creí que mi "amo" y compañero tuviera esa personalidad tan explosiva, supongo.

 —Ah... No deberías —contesta tranquilo—. El temerme, digo.

«¿Por qué no?» Quiso preguntar, pero se silenció a sí mismo por el mismo temor de hablar demasiado y enervarlo. Solo asiente, confundido por su cabeza, feliz y triste por todo.

—Me gustaría compartir más de estos Mañana contigo —confiesa Eijirou con mucha pena, sintiendo que entraría en pánico pero que era necesario sacarlo.

Y Katsuki se ríe por la cara sonrojada que puso chico, una expresión afligida, ríe como nunca antes había visto Eijirou, confundiéndolo. Por dentro, también extraña al pelirrojo y demasiado, pero no sabía si añoraba más al gigantesco dragón o al torpe humano.

—Bueno —responde solamente y Eijirou siente que fue una mala idea haberle dicho eso—. Mejor volvamos a la casa.

—Mmh, está bien...

Se paran para recoger todas sus cosas, ya secos, y se visten. Kirishima sacudió su cabeza de una vez para secar su pelo así y los puntiagudos cuernitos no se hacen esperar. Y ellos vuelven al hogar en silencio, con cosas atravesadas por decir, mas sintiendo que quizás no es el momento para hacerlo.

Pasar tiempo de calidad con Eijirou no había sido tan molesto como pensó, se consolaba Katsuki, aunque no admitiría en que se equivocó con el chico. Y Eijirou piensa que Katsuki ya no estaba tan enojado con él por ser un inútil y eso era un gran avance.

Y mientras tanto, en alguna otra parte del reinado de los Todoroki, una bruja se encuentra leyendo la carta que le ha enviado su amigo, el ex dragón, esa noche y que por cansancio y trabajo había tenido que posponer la lectura.

—¿Eijirou Kirishima? —Jirou se cuestiona, viendo extrañada el final del escrito papel.

Al lado de ella, su compañero se rasca la nuca igual de extrañado. Querían leerla juntos.

—Vaya, en qué andarán esos dos ahora.

—Buena pregunta, yo creo que-... ¡Shinsou, ya te dijimos que no toques a Denki en la barriga, recién comió y comió demás, va a-! ¡UGH, maldición!

El hechicero del gremio oscuro y de cabello púrpura se encoge de hombros y Hanta, quién intenta no reírse tapándose la boca o lo iba a regañar la mujer, también lo hace cuando ella lo mira. Mientras que el dragón amarillo eléctrico escarbaba el suelo como queriendo tapar su vómito por comer tanto esa mañana.

Tres semanas se pasarían rápido, se repetía una molesta Kyoka, rodeada de ineptos.

- poner indirecto kamijirou, serokami y shinkami es mi pasión ujuju, amo a las tres parejas x= y me alegro de no tener que elegir realmente pq denki es un dragón, ah.

saluditos uvu 💕

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