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III. Saberes.

Katsuki cruza por la puerta con total desinterés y, cuando los potentes rayos del sol golpean descaradamente sobre su visión, cegándolo de manera temporal, supo que ese sería un pésimo día para él.

En realidad, lo sabe de antes de salir de la casa de esa vieja bruja en dirección a el pueblo más cercano. Lo sabe desde la noche anterior, en la que se dedicó a replantearse sus opciones, durmiendo menos de lo necesario y puteándose por eso al despertar más irascible de lo normal por el sueño. ¡Incluso lo sabe desde que le pidió ese estúpido favor a la rencorosa mujer!

¿Qué es lo que se supone que sabe él?

Ah, que todo le está saliendo para la jodida mierda.

No hay que ser un genio para notarlo.

Ha pasado poco más de una semana de volver a convivir con la bruja y con el, extrañamente silencioso y sonriente "cara plana"; luego de años de no hablarse ni por cartas (gracias a la tensión que había entre ellos, más que nada). Y, tal vez, solo tal vez, comienza a arrepentirse de su apresurada elección en no haber abandonado a...

Niega con su cabeza. ¡El furtivo cazador de bestias Katsuki jamás se arrepiente de sus decisiones, por muy malas que estas hayan sido!

Pero tampoco está contento con su estilo actual de vida. En lo que respecta de la semana pasada, Jirou se dedicó a curar sus heridas con todo el cariño y paciencia que no sabía de dónde había sacado pero que, sí sabe, era para echárselo en cara luego. Le ha dado cama, las más incómoda del lugar, y comida también. Y cuando ya estuvo en las suficientes condiciones para salir sin sentir que moriría al dar un simple paso, o sea desde la noche anterior, la bruja decretó:

—Mañana temprano irás al pueblo a conseguir un trabajo —antes de recibir quejas, continuó—. Debes pagarme de una u otra forma lo que me debes, ¿no? Y no creo que haciendo nada consigas dinero.

Tsk. Solo lo aceptó. Tenía dinero guardado para saldar su deuda por un tiempo, en realidad, mas no quería gastar sus reservas monetarias para "días lluviosos" en eso, por lo que no le quedó más opción que buscar un estúpido empleo. Y buscaría un muy buen empleo, porque si iba a partirse la espalda laburando, que al menos sea por un sueldo digno, sin aceptar menos de dos monedas de plata (equivalente a diez de bronce y menos de una de oro).

Pronto, percibió el barullo de la gente pueblerina cerca, lo que logra sacarle una mueca. ¿Hace cuánto no camina sin... No. Reformulemos. ¿Hace cuánto no convive con personas que poseen un estilo de vida normal y aburrido? No lo recuerda, pero su profesión se debe a que desea evitar a esa gentuza. Se debe a salir de la cotidianidad de tener una casa, un trabajo y una familia para vivir miles de aventuras junto con un bestial compañero.

Y su situación actual es poco cotidiana para él, irónicamente, tras años de vivir como un autoproclamado rey aventurero.

Camina por las calles de tierra con su típica altanería, siendo imponente como siempre, despreocupado aunque muriendo de calor. Las miradas se posan sobre él fugazmente, más que nada por ser un reconocido cazador, y estas lo enervan muchísimo. Decide ignorarlas al igual que a todos los murmullos que lo rodean porque no quería (podía) tener problemas.

Escucha:

¿Será ese el gran cazador Katsuki? —Sí, sí lo es.

¿Qué estará haciendo por aquí? —¡Una de sus más grandes proezas no, por supuesto!

¿Dónde habrá dejado a su gigantesco dragón? —En una casa, aprendiendo hablar.

¿Estará buscando alguna doncella para prometer?Tsk.

Por estas razones odia transitar por los poblados más tiempo del requerido, el farfullo innecesario de la gente hacia su persona lo enfadan de sobremanera, o quizás solo era el calor incesante y el sueño lo que lo ponían más irritable de lo normal.

Finalmente, ha podido completar la difícil travesía de cruzar la feria sin romper una cara, llegando hasta la plaza central donde una enorme cartelera se encuentra llena de anuncios laborales y/o publicitarios. Esa era otra forma de encontrar trabajo, una menos ridícula que ir preguntando como idiota tienda por tienda si alguien buscaba empleado, y más barata que gastar tres monedas de bronce por el diario matutino.

Sí, exprimiría hasta el último centavo. Nunca se sabe.

Analiza la cartelera con seriedad, de brazos cruzados, mientras la persistente idea de desistir golpea su cabeza. Podría decirse que trabajó duro toda su vida, ¿qué hay de diferente esta vez? ¿Cuál era la diferencia entre surcar el cielo en busca de un buen bosque para cazar temibles bestias y surcar entre mesas llenas de clientes quejumbrosos y hambrientos? Quiere creer que ninguna. Odia la autocompasión, también.

Un anuncio de "Se necesita cocinero" llama su atención, no solo por la paga de dos monedas de plata. El papel se ve reciente (no sabe cada cuánto limpiaban esa cosa) y la cocina no se le daba mal, se considera un excelente chef de hecho, y la dirección del lugar no era tan lejos del centro. Esa sería su mejor opción supo, sin embargo...

Un vendedor de animales exóticos capta su atención también. Se encuentra relativamente cerca suyo en esa plaza, vendiendo a precio barato unos Grifos* de edad medio avanzada y ya adiestrados. Dos monedas de oro cuestan. Y estos animales eran populares en el mundo de la cacería por ser mucho más fáciles de alimentar y manejar que cualquier otra bestia, incluido la gran variedad de dragones... como los Kirishima.

Una mueca de incomodidad aparece en su rostro. Con Eijirou... nunca fue fácil con él, pero hizo que las cosas así resultaran con el pasar de los años.

Resopla tras volver a fijar su vista en el anuncio. Había intentado ignorar ese nombre toda la mañana, realmente, desde que salió de la casa donde su ex dragón lo esperaría como un tonto perro. Lo intentó ignorar con todas sus ganas. Y falló. Falló, sintiéndolo diferente el perder, porque no lo invadió la rabia o el enojo altanero, solo sintió decepción.

Decepción de sus ideas, porque perdió contra Eijirou, su único compañero, su Kirishima, desde incluso antes de que se volviera un humano inútil.

Sabe que es de cobardes lo que, en el fondo, desea hacer. Lo sabe y se odia porque la idea de escapar jamás debería cruzar su mente, ¡jamás! Años de no desistir en ninguna difícil misión como para que una estúpida y sencilla tarea lo doblegara a él y a su orgullo.

Suelta un bufido, cerrando sus ojos y apretando sus puños para calmarse.

Tenía dos opciones, y sabe cuál elegiría por encima de la otra.

—¡Suki Suki!

El ex dragón se precipitó desde la cocina hacía la entrada de la casa con furor, solo para darle una cálida bienvenida a su compañero recién llegado. Abrazó por sus hombros a Katsuki cuando éste apenas había ingresado por la puerta (¿por dónde más sino?) y sonrió al sentir el agradable aroma a comida impregnado sobre él.

Habían pasado varias horas desde que estuvieron juntos por última vez, quedándose parte de la mañana y la tarde practicando el habla con Jirou y Sero, teniendo grandes avances sobre ésta, aunque sus amigos estaban atareados con sus trabajos también, así que se propuso conversar solo hasta que el sonido medio chirriante de la puerta lo sacó de su inexperta charla.

Está emocionado por tener a Katsuki con él otra vez, claro que sí, como un cariñoso perro.

—Eijirou —llamó su amo, separándose del gesto sin corresponder—, es Katsuki. Kat-su-ki —lo corrigió, viéndose serio, aunque en el fondo se sentía tranquilo por tener cerca al pelirrojo y verle bien.

—Oh, sí. ¡Suki! —asintió aún sonriente, ignorando las correcciones del otro a propósito—. ¿Qué te fue... hoy? —el chico negó para sí mismo—. ¿Cómo... te fue hoy? ¿Así es?

Pasando desapercibida, la bruja apareció de pronto detrás de él, acariciando su puntiagudo pelo y asintiendo con orgullo cuando éste la miró. También había escuchado la puerta y supuso que se trataba del molesto cazador, por lo que dejó sus tareas un momento y se acercó a husmear. Le dedicó una mirada molesta al rubio, entonces, cuando puso sus ojos en él.

¿Cómo alguien podía pasar de tener una mirada llena de cariño y comprensión a una de desprecio y desasosiego en siquiera un segundo?

—Respóndele a Ei, Suki.

—¡MALDICIÓN, NO ME- —la expresión amenazadora de la bruja cortaron sus palabras. Suki solo chasqueó la lengua, recordando parte del trato—. Bien. Conseguí un estúpido empleo.

—Wow, eso fue rápido —murmura ella, un tanto mas relajada y asombrada.

—¡Claro que lo conseguiría rápido, vieja bruja, eso no es nada! —refuta, dirigiéndose hacia las escaleras, cansado de socializar—. Me duele la cabeza y hace un calor de putas madres, así que...

—¡Espera! ¿Tú no tienes hambre? —detiene Ei, yendo tras él mas quedándose con cierta distancia. El rubio no voltea—. Es que, yo podría...

—No, ya comí —corta la charla, denotando desgano en sus palabras—. Voy a dormir, no necesito que me molesten.

Prosigue a subir el tramo de la escalera que le falta con rapidez y en silencio, sintiendo un aura decepcionada atrás suya, mas nadie lo siguió.

En el corto trayecto hacia el cuarto, por los pasillos estrechos del segundo piso, se encontró con Sero, quien solo le sonrió sin decir una palabra, encogiéndose de hombros y siguiendo su camino escaleras abajo, despreocupado. Qué demonios con este tipo, pensó, aunque agradecido de que no le hablara, extrañado por la actitud del pelinegro.

Katsuki se mete en la habitación correspondiente al fin, casi que azotando su puerta. Se desviste, quedando solo en ropa interior (la cuál, no tengo ni idea de cómo se vería, ah) y tirándose sobre el duro colchón para intentar dormitar de una buena vez.

Había ido y tenido una entrevista medio improvisada con la dueña del restaurante esa tarde (de los cuales, no recuerda ni sus nombres). Tuvo que dar un despliegue de sus excelentes habilidades culinarias frente a ella, obvio, por lo que apesta a comida, pero no le quedaban fuerzas para darse un baño en el lago cercano, lo haría más tarde. Volviendo al tema, ¡claro que consiguió ese estúpido trabajo más rápido que nadie!

Se trata de Katsuki, un inteligente cazador que puede con todo, y no de cualquier otro imbécil.

Suspira, dando vueltas en su cama, pensando en su proclamado titulo y en cuál sería la mejor pose para dormir. ¿Estará haciendo lo correcto al seguir ahí, tratando de descansar en ese durísimo concreto, teniendo que trabajar por quién sabe cuánto tiempo hasta... ¿hasta que pasara qué?

Los pensamientos de desistir solo empeoraron mientras más cavilaba su cabeza. La inseguridad lo consumía, inseguridad de no saber qué le esperaría luego de. No sabe cual será, verdaderamente, el rumbo de su vida por mucho tiempo, y el que está comenzando a tomar no le gusta para nada.

El recuerdo de la sonrisa con la que su (ex) Kirishima le recibió minutos atrás lo hicieron calmarse un poco. Ese cabeza hueca... Bueno, al menos sabía que tenía una razón para soportar eso, una muy estúpida pero razón al fin y al cabo.

Y, despejando la mente por Ei, aunque sin saber realmente por qué eso lo calmó, pudo por fin relajarse y dormir. 

- ¡Y hasta aquí el capítulo de hoy! ¿Qué tal? Yo bien, borré y reescribí este capítulo varias veces (hay alrededor de 32 párrafos que fueron eliminados) hasta que el resultado me convenció :') Fue el que más me costó escribir hasta ahora (y el que menos me gusta lol).

nota 2022: sigue sin gustarme, ahre. xd

Grifo: animal mitológico, cuya parte frontal es la de un águila gigante, con plumas blancas, afilado pico y poderosas garras. La parte posterior es la de un león, con pelaje amarillo, musculosas patas y cola larga.

saluditos uvu <3

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