La puerta de la casa Somerset se cerró con un golpe seco. Luis dejó caer su mochila en el suelo del recibidor, pateándola hacia un lado sin cuidado. Estaba agotado, pero más que por el peso de los libros, era por el torbellino de pensamientos que lo había acompañado todo el día.

Subió las escaleras rápidamente, esquivando el saludo cordial de la empleada doméstica, y cerró la puerta de su habitación con un suspiro de alivio.

-Luis-
"Al fin... libertad."

Se quitó la chaqueta del uniforme y se lanzó sobre su cama, agarrando su celular. Su actitud de chico perfecto, frío y calculador quedaba enterrada tan pronto cruzaba la puerta de su refugio.

En su espacio personal, Luis no era el presidente de grupo distante que todos conocían. Aquí era simplemente Luis: un chico de 17 años con un gusto culposo por los memes absurdos y los videojuegos.

Abrió su galería y se rió en voz alta al ver un meme que le había enviado Hikaru esa mañana. Era un dibujo mal hecho de un personaje diciendo "papu, no te estreses, solo sé épico". Respondió con un simple:

-Luis (mensaje)-
"XDDDD Hikaru, estás enfermo."

Pero su risa se desvaneció pronto. En su mente, el rostro de Miguel seguía apareciendo sin permiso.

Luis dejó el celular a un lado y se llevó las manos a la cara, murmurando:

-Luis-
"¿Por qué no puedo dejar de pensar en él? Es solo un tipo molesto que me hace perder la paciencia... ¿cierto?"

Se levantó de la cama y caminó hacia el espejo de cuerpo entero que estaba en la esquina de su cuarto. Miró su propio reflejo y frunció el ceño.

-Luis-
"Vamos, Somerset. Es Miguel. El chico que nunca se quita esos estúpidos lentes oscuros, que siempre responde con sarcasmo y que parece odiar el mundo entero. ¿Qué tiene de especial?"

Recordó ese breve instante en el parque, cuando el viento había movido las gafas de Miguel justo lo suficiente para que él pudiera ver un destello de sus ojos. Había algo extraño en ellos, algo único... hermoso.

Luis cerró los ojos con fuerza, intentando borrar esa imagen de su mente, pero era inútil.

-Luis (riendo nerviosamente)-
"¿Hermoso? No, no, no. ¿En qué demonios estoy pensando? Seguro solo estoy impresionado porque... bueno, porque son raros. Eso es todo."

Intentó convencerse, pero en el fondo sabía que había algo más. Algo que lo hacía sentir incómodo y curioso al mismo tiempo.

Decidido a distraerse, Luis se sentó en su escritorio y encendió su consola. Mientras esperaba que el juego cargara, habló en voz alta:

-Luis-
"Ok, Luis. Plan del día: te olvidas de Miguel, te concentras en patear traseros en este juego y, sobre todo, dejas de comportarte como un idiota."

El juego comenzó, y por un rato, Luis logró distraerse. Pero incluso mientras derrotaba enemigos y se burlaba en voz alta de sus oponentes, la imagen de Miguel seguía rondando en su mente.

Finalmente, pausó el juego y se dejó caer sobre el respaldo de su silla.

-Luis-
"Es oficial. Estoy perdiendo la cabeza."

Miró el techo, y con una mezcla de resignación y frustración, susurró:

-Luis-"Ellington, ¿quién eres realmente?"

Diganle a Luis k deje los ojitos de Miguel en paz pls

HOLAAAAA, adivinen ke, pasé de curso, pero m quitaron el telefono pk m amaneci estudiando jiji

Pero aki estoy, lechuga como un fresco