La noche envolvía la ciudad con su brisa fresca y su cielo despejado. Las luces de las calles parpadeaban, pero Miguel apenas les prestaba atención. Su mirada estaba fija en Luis, quien caminaba a su lado con las manos en los bolsillos.

-Miguel (con una sonrisa juguetona)-
"¿Y bien? ¿Para qué querías salir? No me digas que planeabas una cita romántica, Luisito."

-Luis (alzando una ceja, con una media sonrisa)-
"Sí, claro, porque lo primero que pienso cuando salgo con mi compa es en flores y velas."

Miguel soltó una carcajada, más relajado de lo normal. Por primera vez en mucho tiempo, no sentía la necesidad de ocultarse tras su actitud sarcástica o su fachada de tipo frío. Con Luis, las cosas parecían fluir de manera natural.

Pasaron por una plaza tranquila, el sonido de los grillos mezclándose con la suave música de algún bar cercano. Miguel se detuvo un momento frente a un pequeño puesto de churros.

-Miguel (señalando el puesto con emoción infantil)-
"¡Luis! ¡Mira eso! ¡Churros! ¿Sabes cuánto tiempo llevo sin comer uno?"

-Luis (cruzando los brazos con diversión)-
"Sí, porque parece que no has comido en años..."

-Miguel (con una expresión ofendida)-
"¡Es un asunto serio, idiota! No subestimes el poder de un buen churro caliente."

Luis se rió y terminó comprándole uno. Miguel lo tomó como si fuera un tesoro sagrado, dándole el primer bocado con una expresión de felicidad tan pura que Luis no pudo evitar sonreír.

-Luis (rodando los ojos con cariño)-
"Eres un caso perdido."

-Miguel (masticando, con la boca llena)-
"Y tú un buen proveedor de comida. Sigue así y me tendrás a tu lado para siempre."

Continuaron caminando hasta llegar a un parque abierto. El césped se extendía como un manto verde, y lo más impresionante era el cielo estrellado sobre ellos. Miguel se quedó en silencio, con los ojos brillando mientras miraba hacia arriba.

-Miguel (con una voz más suave, casi infantil)-
"...No recordaba la última vez que me detuve a ver las estrellas."

Luis se giró hacia él, sorprendido por la vulnerabilidad en su voz. Miguel, por lo general, era puro sarcasmo y comentarios ácidos, pero en ese momento... se veía casi como un niño.

Sin pensarlo demasiado, Luis se sentó en el césped y palmeó el espacio a su lado. Miguel dudó por un momento, pero luego se dejó caer con una sonrisa.

-Miguel (señalando una estrella fugaz que cruzó el cielo)-
"¡Viste eso! ¡Eso fue épico!"

-Luis (mirando a Miguel en lugar del cielo)-
"Sí... bastante."

Miguel no se dio cuenta de la mirada de Luis. Estaba demasiado fascinado con las constelaciones, señalando diferentes estrellas y riéndose cuando intentaba adivinarlas mal.

-Miguel (riendo)-
"Seguro esa de ahí es la constelación de los churros místicos."

-Luis (negando con la cabeza, divertido)-
"Eres un desastre."

Pero un desastre que, poco a poco, se había convertido en alguien importante para él.

Tacos de escopeta.