⋆♡⋆》𝘜𝘯 𝘳𝘦𝘴𝘱𝘪𝘳𝘰 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘵𝘰𝘳𝘮𝘦𝘯𝘵𝘢《⋆♡⋆
Miguel no recordaba la última vez que se había sentido así. Su respiración era errática, su pecho dolía y su mente no paraba de repetir las mismas palabras una y otra vez.
Las palabras de su madre.
"Eres un problema."
"Nunca haces nada bien."
"¿Por qué eres así?"
Sus manos temblaban mientras intentaba calmarse. Se había refugiado en un salón vacío del instituto, con la esperanza de que nadie lo viera en ese estado. No quería parecer débil. No quería que nadie lo viera romperse.
Pero Luis sí lo vio.
Había pasado por el pasillo y, al notar la puerta entreabierta, se asomó sin pensarlo mucho. Lo que encontró hizo que su corazón se apretara.
-Luis (preocupado, entrando al salón)-
"Miguel..."
Miguel se sobresaltó y rápidamente se secó las lágrimas con la manga de su chaqueta, intentando fingir que todo estaba bien.
-Miguel (con la voz temblorosa)-
"Vete. No quiero hablar."
Luis ignoró su pedido y se acercó lentamente, sentándose a su lado en el suelo.
-Luis-
"Estoy aquí, ¿vale? No tienes que decir nada si no quieres."
Miguel cerró los ojos con fuerza, intentando recuperar el control de su respiración, pero su pecho se sentía más pesado con cada segundo que pasaba. Luis lo notó y, sin dudarlo, tomó sus manos entre las suyas.
-Luis-
"Respira conmigo, ¿sí?"
Miguel dudó al principio, pero cuando sintió los dedos de Luis entrelazarse con los suyos, algo en su interior se aferró a él como un salvavidas.
-Luis (inhalando profundamente)-
"Inhala..."
Miguel intentó seguirlo.
-Luis (exhalando lentamente)-
"Exhala..."
Repetieron el proceso varias veces, hasta que la respiración de Miguel se estabilizó un poco. Luis no lo soltó en ningún momento.
-Luis (con una leve sonrisa)-
"Eso es. Lo estás haciendo bien."
Miguel sintió una punzada en su pecho. No estaba acostumbrado a que alguien lo calmara así. No estaba acostumbrado a que alguien se quedara a su lado en sus peores momentos.
Y eso le hizo sentir un nudo en la garganta.
-Miguel (con la voz rota)-
"Mi madre... ella... siempre dice que soy un problema."
Luis frunció el ceño, apretando un poco más sus manos.
-Luis-
"Tú no eres un problema, Miguel."
Miguel bajó la mirada, como si le costara creer esas palabras.
-Miguel-
"Entonces, ¿por qué siempre me trata como si lo fuera?"
Luis sintió un dolor en el pecho al escuchar eso. No sabía todo lo que Miguel había pasado con su madre, pero podía ver lo mucho que eso lo lastimaba.
Sin pensarlo demasiado, se acercó más y lo abrazó con fuerza.
-Luis (susurrando en su oído)-
"Ella está equivocada."
Miguel se quedó inmóvil por un momento. Luego, con un temblor en su cuerpo, se aferró a Luis con desesperación.
Miguel no lloró en voz alta, pero Luis sintió la humedad de sus lágrimas en su camisa. No dijo nada más, solo lo sostuvo, acariciando suavemente su cabello.
-Luis)-
"No importa lo que ella diga. Yo estoy aquí. Y no me iré."
Miguel tembló ligeramente, pero esta vez no fue por ansiedad. Fue por el alivio de escuchar esas palabras. Porque, por primera vez en mucho tiempo, no se sintió solo.
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