Acabo de mudarme por primera vez en mi vida, sola y jamás había ido a una lavandería, esta es toda una experiencia nueva.

Siempre me pregunté si a caso existiría una cerca y resulta que hay una en la calle detrás de mi apartamento, se siente bien caminar hasta allí con este aire limpio que me sabe a libertad, la libertad por la que tanto he luchado.

Solo llegar me doy cuenta de que tal vez he escogido la peor hora del día para ir, está casi lleno a rebosar y lo lamento porque traigo la peor pinta del mundo, sin maquillaje con un pants viejo lleno de pintura, una camiseta con hoyos, el pelo recogido y unos mocasines viejos que no combinan con nada. Y yo que pensaba que era la única en esta ciudad que aún debe ahorrar más para comprar un centro de lavado, pero no, de hecho tengo que esperar. Por suerte, tengo todo el tiempo del mundo, sin prisas, sin compromisos, con mis bueno auriculares y mi amigo de la semana, un libro recién salido de una tienda de segunda mano.

Ya sé, ya sé, lo que cuento no tiene nada de interesante pero para mí esto es vivir la vida, soy un adulto, responsable, que viene a lavar la ropa a un lugar público como si tal cosa. Y admito que los quehaceres domésticos nunca fueron mi fuerte, solo me esmeraba si buscaba una recompensa extra, quizá un permiso para el fin de semana o tal vez un poco más de dinero para los almuerzos de la semana pero eso se acabó, ahora lo hago cuando quiero y a la hora que quiero y quién sabe, tal vez encuentre al amor de mi vida justo aquí, alguien que tal vez, al igual que yo esté explorando sus nuevas libertades, debí arreglarme un poco más.

En fin, me he dado cuenta de que como primeriza cometí algunos errores, primero que nada olvidé traer mi propio detergente y suavizante, aunque la amable encargada me acaba de vender lo necesario (el par de botellas más grandes que había visto) y también un paquete de toallitas aromatizantes para la secadora. Vaya, esto es todo un mundo, insertar la tarjeta en el quiosco, depositar una recarga y luego ir a por una lavadora libre, sí, sí, una de esas con la tapa transparente para que puedas ver el ciclo a todo color, siempre quise hipnotizarme con el ir y venir de mis prendas sucias.

Deslizo la tarjeta, pongo jabón en el compartimento ¿Cuál es la cantidad adecuada? ¿Es demasiado, o es poco? ¿Por qué nunca me había hecho estás preguntas? Hasta donde yo sabía no era una desobligada total, pero aquí estoy parada frente a este aparato que cuestiona mi inteligencia al no poder descubrir de que lado va el suavizante... Oh, ahí lo dice. Bueno solo doy comenzar y listo, me siento como una niña que ha encendido un juego.

Y ahí, va, o por Díos, está empezando más lento de lo que esperaba, y allí va mi sostén rosa y la ropa interior de encaje y también la de estampado de Hello Kitty, miro a los costados por si alguien está observando, me siento exhibida, sin embargo, nop, nadie me presta atención y si lo hacen disimulan demasiado bien y... ahora entiendo para que sirven esas bolsitas de tela que venden en el mostrador, tendré que adquirir una.

Bueno, ahora lo divertido, esperar, sé que este lugar también vive por los aperitivos y las bebidas pero no, no, tengo que guardar la calma, solo son unos minutos, no es para que me siente a hacer un pic-nic ¿O sí?, bueno una botella de agua estaría bien, el calor es sofocante y, ay no puede ser, tienen esas papitas con limón que compraba en la primaria, bueno, probar aquello después de años no estaría mal...

Bueno, ahora sí, me sumergiré en esta apasionada lectura de misterio, El signo de los cuatro, Watson sigue juzgando a Holmes por ser un poco drogadicto pero están por descubrir algo interesante que estoy... Un niño acaba de tirar una Coca-Cola en el piso de mosaico blanco, ja, pobre su madre no se ve muy feliz, pero ¿Por qué lo regaña así? Solo fue un accidente. Agh, seguro no sería muy difícil descubrir quién cometió un crimen en esta lavandería, ¿Verdad, Sherlock?

¿Sospechosos? Bueno está aquella mujer con el cigarrillo en la puerta, ese chico con pinta de reguetonero, la pareja de fisicoculturistas, la chica de los piercings y el cabello rojo, o... ese hombre con anteojos, pants azules y canas en la barba y bigote, se ve que odia al mundo por la forma en que dobla su ropa, me parece conocido... Y viene acompañado por la mujer de cabello recogido, también me es familiar, ¿dónde he visto ese brazalete?... ¡No puede ser! Son Economía 2 e Introducción al Desarrollo Sustentable, mírenlos nada más, ¿quien lo diría? Oh, aguarden, se supone que para Economía no estoy en la ciudad, Sherlock ocúltame...

Bueno, el tiempo se ha agotada y es hora de ir de aquí a la zona de lavadoras, esperen ¿Cómo la llevo hasta allá?, Dios, ¿alguien quiere prestarme un carrito?, es para todos, ¿no? Señora, usted no lo necesita justo ahora, le quedan diez minutos en el temporizador y solo necesito uno. Gracias, que amable de su parte, sí lo mismo para usted. Bien, aquí voy... No, no, no, no. Mi camisa. Mi camisa blanca, pero sí era adorable, la combinaba con el chaleco gris de vestir, espectacular, debajo de chaqueta de piel, genial, con la falda de mezclilla, exquisita y ahora, ahora sé a teñido de rosa, ¿Por qué?¿¡Por qué?!... Oh, creo que fue el suéter nuevo, sí, el rojo escarlata... Bueno, no es tan malo, ¿No? ¿Hay arreglo? Y también le ocurrió lo mismo a los calcetines, bueno está bien nadie puede ver esos, podrían haber sido rosas desde el inicio.

La secadora es más fácil, solo es echar todo dentro y listo, debe quedar bien para irme a casa de una buena vez.

Quizá si me pongo los auriculares todo mejore, veamos, canciones tristes no por favor, hoy hay que celebrar mi independencia. Y quince minutos después estoy al borde de las lágrimas con las composiciones de acento colombiano, de verdad que no he aprendido a controlar el aleatorio.

Pero bueno, el ciclo ha terminado y por fin podré estrenar ese cartoncillo que me vendieron por internet para doblar la ropa sin temor a formar arrugas.

La ropa está calientita y huele rico, es tan gratificante. Camisetas por allí, pantalones, los vestidos impecables, no he perdido ni un solo calcetín y... ¿Qué le pasó a mi suéter? Era gris sin una sola pelusa, perfecto para esta época del año, ni muy ligero ni muy abrigador, ¿Qué diantres le ha pasado? Parece, parece el suéter de un niño ¿CÓMO?

Debí sacarlo antes, ¿Pero cómo pude haberlo olvidado?, Acabo de arruinar más de diez prendas en un día, ¿Cómo pude ser tan descuidada? ¿cómo?

Estoy tan molesta que al jalar mi mochila para ponerla al hombro le doy de costado a una persona, y le tiró una botella de agua encima, al menos no era café.

¡Por Díos! Este hombre es lindo, no puede ser, no puede ser, no puede ser, ¿Qué acabo de hacer? Sé que dije que sería emocionante conocer personas, pero nada puedo decidir evitar aterrorizarme y salir corriendo sin disculparme siquiera.

¡Lo siento!