Todo sucede en el bar.
Entré desaforado al bar, un bar como cualquier otro con gente común pero con la cadencia de medianoche. Pensé: "enamorarme de su mirada", "¿enamorarme de su mirada?". No, mejor no. Pedí un café con medialunas (dos de azúcar, dos medialunas-¿harán una luna completa?). El aire estaba cuajado casi... escindido; por un lado yo y por el otro el vacío. Héctor me sirvió el café, las medialunas y el diario, casi escuché su expresión de "¡buen día, señor!". De repente oí la puerta (extraño, nadie viene a este lugar), una voz de mujer clavó mi atención por completo- clavó porque desde ese instante me decidí a sólo oír su voz. El reloj casi dormido empujaba al minutero hacia las 8:15 am. "Una lágrima y un bizcocho", no volví la mirada, no pensé que los versos improvisados de minutos atrás debieran cobrar sentido ahora; ¡no! Yo soy un escritor profesional. "¿Podría leerlo? Si es que no lo usa, claro". Hice un movimiento con la cabeza, asintiendo y dejé que tomará el diario sin mover mi vista de la nada misma. "Gracias" y sentí las pisadas alejarse. La llovizna golpeaba el asfalto como si de eso se tratara la vida. Héctor pasó por mi lado llevando la lágrima y el bizcocho. Oí un suspiro de mujer y la mirada de "espero lo disfrute" del mesero. Removí por decimosexta vez y sorbí..."a veces se me olvida tener que respirar cerca tuyo". Buena opción, Leandro; auto felicitarse a veces ayuda. Recorrí el lugar con la vista, reusé a ponerla en mi campo visual. Héctor se me acercó con la cuenta: $26, cambió justo... Salí, paraguas en mano; "tu voz se pasea en el inconsciente de mi mente", crucé de vereda. ¿Será el gris del cielo que a uno lo pone receptivo con las pequeñas cosas? Miré hacia el cielo y reflexioné el camino de la pequeña gota de llovizna. Los versos de algún viejo poema serían aplicables ahora: "puedo escribir los versos más tristes..." esta mañana, completé. Inundé mis pulmones del aire de ciudad que en pleno otoño lluvioso se tiñe de olores tan campestres como la tierra mojada y el verde reverdecido del césped. "Y sin embargo, no está ella "¿Quién es ella? ¿Será la voz del bar, será el sueño de desvelo de madrugada o será el recuerdo que produce ese suave suspiro susurrante en la mente de alguien que de tanto escribir se le olvida la vida? Impaciente espero poder cruzar la calle atestada de vehículos. "Pisar el suelo pensando que cada paso que dejo es un kilómetro más que me alejo". Llegué al departamento, el gato viene en busca de afecto, me agacho a acariciar su lomo. Las letras llaman y el corazón no.
Bethany Tudor.
Quiero agradecer a AkemiYei por incentivarme para volver a escribir cuentos, gracias linda.
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