El cambio es inevitable.
"Voy hacia el fuego como la mariposa
y no hay rima que rime con vivir.
No te pares, no te mates.
Sólo es una forma más de demorarte"
Abonizio, A. (1983) El témpano [grabado por J. C. Baglietto].
Baglietto [CD] Argentina: EMI Music.
Se sentó a leer una vez más, los niños en el living y ella en la cocina, en la habitación contigua donde se podía escuchar el sonido del televisor y el repiqueteo de los palillos de batería de su hijo mayor (de seguro su IPOD lo había absorbido por completo y se encontraba en pleno recital en vivo).
Seguía leyendo, tal vez no fue una buena decisión ese libro que le recomendó cierto profesor una vez y que no se había atrevido a leer. "Nunca es tarde cuando la dicha es buena" se repetía... Sentía el abrumador peso de la rutina y podía entender por completo al protagonista. Pensó en qué haría cuando sonara el despertador a las 16:00, llevar a Alicia a danzas y a Ulises a canto; pensó que a las 18:00 estarían todos en casa (y eso significaba mucha gente): Alicia con su hiperactividad y sus múltiples preguntas, Ulises con sus muchas facetas de adolescente- oscilando entre depresión y cólera, siempre soberbio, siempre bueno en las palabras- y Alberto- su marido- genio positivista enjaulado en un profesor de física absorto en un mundo paralelo, sin relación alguna con la realidad. "Somos modernos", dijo, con un suspiro y miró el reloj; faltaba poco... siguió leyendo.
Mañana debía levantarse muy temprano para preparar el desayuno y dejar descongelando la carne; se vestiría con el traje bordó y se pondría las botas de taco ancho... ¡uff, mañana! Tenía dos problemas: la oficina era un caos y su jefa estaba de vacaciones; por tanto todo recaía sobre sus espaldas.
Francisca miro el reloj...casi la hora, se levantó y busco las llaves saliendo de la habitación; se paró en el umbral de la puerta del living todavía con el libro en la mano. Alicia le dice, acercándose a ella: ¿qué estás leyendo mamá?, ¿es un cuento?, ¿me lo podés leer antes de ir a dormir? Ulises todavía con los auriculares del IPOD, caminó hacia su madre apagando el aparato lentamente, mientras la niña seguía preguntando una y otra vez; la madre leía totalmente absorta de su alrededor o quizás intentando no responder ante nada.
Cerró el libro. La pequeña seguía insistiendo hasta que su hermano le dijo: _No es un cuento y definitivamente no es para contártelo antes de dormir. Es la historia de un tipo que se vuelve cucaracha, fin. Alicia respondió: ¡qué asco! Una cucaracha...yo si me transformo quiero ser mariposa porque vuela y tiene colores y le gustan las flores. Si sos cucaracha te viven pisando.
Los tres salieron de la casa y subieron al auto, Francisca pensaba en mariposas... pensarse cucaracha era sentirse pisado o era también una forma de dejarse aplastar... en cambio, las mariposas volaban, venían de un gusano que se arrastraba pero se transformaban.
Llegaron a danzas, Alicia fue despedida por su madre en la puerta; Ulises todavía inmerso en pleno concierto con un lápiz y un papel garabateando algo así como notas musicales. El auto arrancó de nuevo, en el semáforo y la soledad de compartir espacio con un adolescente la llevaron a reflexionar "¿qué es lo que me aplasta?", pensó: "¿Alberto?, ¿la rutina?, ¿el trabajo?"; la luz se puso verde y volvió al ruedo..."nadie muere de rutina, ni siquiera por tener un esposo físico astrónomo creador de la NASA (se rió) y, seguramente, nadie muere por trabajar".
Ulises se quitó los auriculares y tamborilló los dedos sobre la ventanilla, habían llegado. Impaciente abrió la puerta y corrió hacia el conservatorio, mascullando un "chau má"; Francisca sonrió y levantó su mano, "menos es más, vale más este gesto que obligarlo a saludarme" y puso en marcha hacia su casa.
"Ser mariposa... ¿cómo se puede volar siendo adulto" Para Alicia es fácil, tiene cinco años. Yo...yo soy madre, esposa. ¡Soy esposa! ¿Volar dónde? Alberto sería feliz, podría estudiar todo lo que quisiera... Mariposa no es una buena opción, aunque cucaracha tampoco lo es". Se detuvo en la puerta de su casa, el auto de su esposo estaba en el garaje y podía verlo bajar y abrir la puerta de calle...observó a ese casi extraño y decidió salir del auto.
Su marido estaba en el cuarto preparando valijas, por lo cual francisca dijo: "¿te vas tan pronto?", el hombre pareció morir pero los sentimientos no eran lo suyo. "Te dejé plata en el banco, saludá a los chicos por mí... Me voy con...voy a...voy de viaje" y todo concluyó ahí, ella se fue de la habitación y retomó su libro y él terminó de prepararse y le dio un beso en la frente.
Buscó un sillón de playa y fue al patio, allí no tendría que ver a su esposo irse, ni escuchar el teléfono...solo ella y su libro.
Sentía frío, pero se quedó allí...casi tiritando, tratando de no formar ninguna conjetura sobre el viaje de Alberto; que por cierto tenía todo el aspecto de serle infiel. ¿De qué servía pensar en eso ahora? Se fue y eso era una especie de alivio, aunque en realidad tampoco era ningún estorbo que esté en la casa...su esposo ya no era el de antes, era un forastero.
La luz pálida de la galería ya no le permitía leer, pero forzó la vista y siguió la lectura, aún más decidida a concluirla que al principio. Sería algo para ella sola y lo haría por placer.
La lectura se vio interrumpida por la alarma...las 19:30. Caminó al auto pensando que si su esposo le era infiel podía ser una buena idea para proponerle el divorcio o quizás no, los niños lo querían después de todo es el padre; si lloraba era como la cucaracha que se deja aplastar... "¡Prefiero ser mariposa!" dijo y encendió el auto, condujo con la mente en blanco hasta el instituto de danzas, busco a Alicia. La niña saltó en media punta hasta el auto, haciendo piruetas. "Mamá, yo pensé que es más lindo ser princesa mariposa...quiero mi fiesta de cumpleaños con mariposas", expresaba con total seriedad; Francisca asintió con la cabeza y giro el volante del auto conduciendo hasta el conservatorio.
Ulises caminó a paso lento y subió..."Mamá...decidí estudiar música en la Universidad", Francisca sonrió y contestó: _Es muy interesante que quieras pensar en tu futuro". El auto arrancó directo a la casa.
La familia descendió y ya dentro, en el living; la madre abrazó a ambos y los besó en la frente. Se sentó en el sillón y todos volvieron a sus tareas.
Francisca pensó: "tanto cucaracha como mariposa evolucionan, se transforman, metamorfosean...está en uno dejarse aplastar o volar".
Bethany Tudor.
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