Y de repente, todo se había apagado; y tuve miedo, pánico a no poder observarte blanca impoluta. Tendría que sólo oír tu voz a la distancia y me sentía como un ciego, intentando reencontrar lo que había perdido.
A veces es más fácil hablar de éstas cosas en tercera persona, quitándose de encima la carga de ser el enunciador de ésta desdicha; pero yo no quería huir. Me sentía morir apenas pronunciaste aquellas palabras y todo se desvaneció a nuestro alrededor. De golpe, y sin pensarlo, los días futuros ya no tenían más brillo y tu voz ya carecía de color. ¿Acaso las voces son coloridas? Pues la tuya, la tuya para mí era la paleta de un artista...me pintabas y despintabas a tu antojo y era feliz de aquel modo, dejándote ser, permitiendo que tus dichos, caprichosos, me moldeen a tu gusto... porque amaba poder pertenecerte.
Ese final no lo preví, mí mente dejó de razonar y por un segundo deseé que me mintieras.
Como todas las cosas de la vida se terminan, lo nuestro estaba concluyendo. Podría escribirte versos triste y dejartelos allí para que los leyeras... ¿Pero no es, acaso, arrastrarse pidiendo por más droga lo que hace miserable al consumidor?
La lejanía se me antojaba arrolladora, casi abismal y me quitaba el aliento ser el que se quedaba en la orilla despidiéndose. ¿Será que ni siquiera me amaste?¿Será que te es fácil olvidar?¿Será que no podías tan solo darte la vuelta un último momento por última vez?
Qué iluso es el ser humano, que aún con el corazón maltrecho esperaba un mínimo de consideración.
El viento azotaba los árboles con intempestiva furia, tanto así, que caló hondo hasta mis huesos. Aquel ritmo vital de pulsaciones aceleradas, se ralentizó creando un compás digno de los muertos vivientes; aquellos que por la gran pérdida andan taciturnos y errantes con la mirada perdida.
Nunca me había parado a observar el paisaje como ahora. Será que estar moribundo lo pone a uno receptivo en cuanto a lo que lo rodea; como quien demora su andar porque lo que le espera es peor. Observé el pasto y el pavimento, el cielo con algunas nubes, las casas y autos;. todo aquello parecía invadido de una niebla lúgubre y aún así tu sonrisa permanecía allí agarrada de una esquina de mi corazón agrietado... habías matado al ser frío y calculador. ¿Yo quién era? ¿Qué sería después de ésto? Porque estaba seguro que no podría ser el mismo de antes. No, te habías llevado contigo eso por lo cual te habías enamorado de mi...recordar esos momentos se me hacía doloroso, verte allí tan mía y sentirlo tan vívido, tan real.  
¿Cómo era yo antes de ti? ¿Era posible algún tipo de reembolso? Pero aún más importante... ¿Quería ser quién era sin ti?