Capítulo 6
La neblina que había envuelto a Vegeta en la cueva, lo hizo nuevamente. Luego de unos instantes, el saiyajin se halló otra vez en la fría y tétrica cueva donde lo había encontrado Don Vitto.
—Esto está mucho mejor. Todo ese ambiente navideño apestava.
—En serio, ¿lo crees?
Alguien le respondió a Vegeta. Éste volteó a donde sus oídos le habían indicado que provenía el dueño de aquella interlocución.
—Y por cierto, "apestaba" se escribe con "b" no con "v".
—¿Kakarotto?
Un hombre alto, con el pelo pincho, vestido con una camiseta blanca con el dorsal número 7 en la espalda y un pantalón de color naranja, muy parecido al compañero que lo había venido a visitar horas atrás, hizo su aparición. De no ser porque tenía una expresión en su rostro equivalente a un signo de interrogación.
—¡Bah! Nuevamente has venido a fastidiarme. Te dije que me dejaras en paz —señaló Vegeta.
—No soy Kakarotto. Aunque debo de reconocer que me parezco mucho físicamente a él —señaló el aludido.
—¿Quién heres?
—Mi nombre es Sonsón —señaló—. Soy el espíritu de la Navidad presente.
Vegeta abrió los ojos como platos. El sujeto, si bien se parecía en su físico muchísimo a Kakarotto, destilaba un aire de enciclopedia viviente de la RAE, muy distinto al de su rival de peleas, quien tenía un aire siempre despreocupado y sin una obsesión por la ortografía.
—Y me apena corregirte otra vez, pero "eres" se escribe sin "h" —prosiguió.
—¿Vas a estar siempre increpándome mis errores ortográficos? —habló Vegeta de muy mala gana.
La verdad era que las correcciones de Sonsón comenzaban a sacarlo de sus casillas. La paciencia no era precisamente una de las virtudes del guerrero.
—Yo soy el príncipe de los saiyajins, ¿acaso no lo sabes? —refirió muy enfadado Vegeta.
—Claro que lo sé. He debatido sobre ti mucho en los foros de Dragon Ball.
¿Foros? ¿Debates? ¿De qué hablaba este individuo? Vegeta estaba muy confundido con lo que Sonsón le decía.
—¡No me vengas con tonterías! El hecho aquí es que soy el príncipe de los saiyajins y tú un simple espíritu navideño —señaló muy contrariado—. ¿Cómo osas tener esa actitud tan correctora conmigo?
—Bueno, soy moderador y tengo una obsesión por la ortografía, por lo cual, ni aún con el más mentado príncipe de cualquier planeta, puedo contenerme las ganas de corregirle si veo que comete alguna falta ortográfica.
—¡A mí nadie me habla así! ¿Sabes que tu atrevimiento puede costarte caro? —gritó el saiyajin.
—Oiga, señor Vegeta. ¡No se me enoje, por favor! Pero si aprendiera a escribir mejor, no me tentaría a corregirlo.
—Grr...
Vegeta cruzó de brazos y volteó hacia un lado. La actitud de Sonsón lo tenía muy molesto.
—Y dime, si supuestamente eres el espíritu de la navidad presente, ¿cuál es tu misión? ¿A qué has venido aquí? ¿A corregirme sólo mi ortografía o qué? —reclamó el saiyajín.
—Oh, verdad. —Se rió despreocupado—. Ya me estaba distrayendo de mi misión inicial. Pero es que tu falta de buena ortografía marearía a cualquiera.
—¡Eres insoportable!
—Pues tú precisamente no eres un ejemplo de gentileza.
—¿Vas a seguir con tus impertinencias?
—No, no. Pero me causa gracia que te refieras a mí de ese modo, cuando tú no te has portado muy bien con los tuyos.
—¿Quién te crees que eres para hablarme de ese modo? —vociferó el guerrero cerrando el puño derecho—. ¡Me las pagarás!
—Y lo curioso de todo esto es que, a pesar de tus malas actitudes, tus seres queridos sienten afecto y están esperando por ti —señaló Sonsón ignorando totalmente las amenazas de Vegeta.
Las últimas palabras de su interlocutor sorprendieron al príncipe, quien relajó su puño derecho así como su duro semblante en su rostro.
‹‹...están esperando por ti...››
Estas palabras eran muy similares a las que el impertinente de Kakarotto le había dicho horas antes.
—¿Estás seguro de que no eres Kakarotto? —preguntó Vegeta.
—Ya te dije, me llamo Sonsón y soy el espíritu de la navidad presente.
—Entonces, ¿cómo estás tan seguro de que mi familia está esperando por mí?
—Sígueme y lo comprobarás por ti mismo.
En ese instante, la extraña neblina, que lo había cubierto minutos antes, volvió a hacerlo nuevamente.
En esta ocasión, Vegeta y Sonsón no se encontraban en el centro de la Capital del Oeste, sino en el jardín de la Capsule Corp.
—Ya estuve aquí antes —mencionó el príncipe.
—Shhh. Sígueme, calla y observa —alegó Sonsón.
Vegeta obedeció de mala gana. Ambos se dirigieron volando a los dormitorios del segundo piso.
En una de las ventanas se podía escuchar los sonidos típicos de los videojuegos de las consolas.
—Esta es la habitación de Trunks —dijo Vegeta.
—Sí, así es.
—¿Y para qué estamos aquí? He estado miles de veces en este lugar. Lo que me quieres mostrar no es nada novedoso —habló de mala gana.
—Como te dije antes, calla y observa.
Vegeta accedió a lo que Sonsón le solicitó, casi a rastras. Y, a pesar de que el príncipe hubiera estado varias veces en esa habitación —como bien había él indicado— el panorama que tenía ante sus ojos no era algo que él hubiera observado antes.
Trunks estaba jugando a sus videojuegos, sí. No obstante, en ese momento apagó su Play Station.
Posteriormente, el niño sacó un DVD de una pequeña repisa que tenía en su dormitorio. Colocó aquel dentro del reproductor que estaba situado debajo de su televisión y lo encendió.
Dentro de la TV podía verse un video de la navidad del año pasado, cuando Vegeta había pasado dicha festividad con su familia. En aquella ocasión, Bulma había horneado diez lechones y diez pavos para la cena, conocedora del apetito voraz de su hijo y de su esposo. Y toda la familia estaba sentada en la mesa del comedor comiendo amenamente.
En el video podía apreciarse que, tanto Vegeta como Trunks habían coincidido en coger, al mismo tiempo, con su tenedor a la última pierna de lechón que quedaba. Ambos saiyajines comenzaron a pelearse por hacerse de la última pieza de comida.
—¡Yo lo cogí primero! —gritó Vegeta.
—¡Mentira! Yo lo hice, papá —chilló Trunks.
—Nada, nada. Tú ya comiste bastante.
—Estoy en etapa de crecimiento, papá. Debo comer más que tú para no tener tu mismo tamaño cuando sea grande.
—Mocoso malcriado. ¡¿A quién estás llamando enano?! —vociferó Vegeta evidentemente fastidiado y levantándose de su silla.
Ese momento fue aprovechado por Trunks para hacerse de la última porción de comida que había sobre la mesa, así que cogió con su tenedor la pierna de lechón y se la llevó directamente a su boca, haciendo luego una mueca.
Cuando Vegeta se dio cuenta de su descuido y volteó a ver la ubicación de la pierna de lechón, aquella ya no estaba. En su lugar, se veía un gran signo de interrogación imaginario, como una muestra de la sorpresa que le causaba al príncipe su despiste.
—Grrr... ¡Me la pagarás, Trunks! —gritó Vegeta.
Rápidamente, el niño salió disparado de su silla, siendo perseguido por su padre por toda la casa.
Bulma se reía sin parar. Esa escena era de lo más divertida. Pero, recordó que tenía otra guarnición de pavo y de lechón, los cuales había cocinado y había olvidado colocarlos en la mesa del comedor, como anticipando lo que pasaría entre su marido y su hijo en ese rato.
—¡Oigan, ustedes! Dejen de pelear. ¡Que hay más comida para todos! —exclamó la mujer antes de dirigirse a la cocina y regresar con el alimento a servir.
Como si fueran unas palabras mágicas, Vegeta y Trunks dejaron atrás sus rencillas gracias a lo que dijo Bulma. En un santiamén, estaban de nuevo sentados en las sillas del comedor, devorando cuanta comida tuvieran en frente de ellos.
—¡Qué buenos tiempos! —dijo Trunks con tristeza, luego de observar el vídeo del año pasado—. Lástima que ahora no tendré otra anécdota con mi papá en esta navidad —se quejó, para luego coger el control de la televisión y apagarla.
—¿Mi hijo se está lamentando por mi culpa? —susurró Vegeta.
—No me importaría no recibir regalos para esta navidad. Solo quisiera que mi papá estuviera aquí para la cena —señaló Trunks.
—Tu hijo te ha respondido —le increpó Sonsón—. Aunque este niño siempre tenga muchos regalos, tampoco me puedo quejar de los que siempre recibo yo de mi familia y de mi novia.
—¿Ah? —preguntó sorprendido Vegeta de lo que su interlocutor le decía.
¿Novia? ¿Recibir regalos? ¡Qué espíritu de la navidad más raro!
—Ya no quiero saber nunca más de la navidad —dijo Trunks con una mirada llena de desasosiego y de rabia, muy parecida a la que tenía su padre cuando era un niño.
En ese momento, una fuerte ráfaga de viento se sintió en el lugar. Vegeta tuvo que entrecerrar los ojos para que la corriente de aire no le hiciera daño a la vista.
De pronto, la luz dentro de la habitación de Trunks se puso a oscuras. Asimismo, las luces navideñas de la Capsule Corp y de iluminación de la ciudad se apagaron. Ni un solo halo de luminiscencia se percibía en el ambiente.
—Hey, Sonsón. ¿Qué está pasando? ¿Dónde está mi hijo? ¿Por qué dijo eso? —señaló Vegeta.
Pero no había mayor rastro de Sonsón.
—¿Dónde estás? ¿Dónde está mi familia? ¿Qué ocurre? —vociferó el saiyajin.
Pero nadie respondió a su pregunta. Sólo un silencio sepulcral y una tétrica oscuridad se palpaba en los alrededores.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro