Parte 8
Comentario: Hola chicos, les comento que este cap es algo fuerte para personas sensibles, la verdad me cuesta escribir contenido así, así que por eso salio mas corto de lo esperado, sorry si se ve como si se hubiese escrito de forma apurada, espero realmente que no se vea como eso, últimamente me cuesta escribir capítulos largos y mas detallados así que sorry.
por otro lado, creo que ya estamos en el climax ce la historia, así que gracias por acompañarme en este fic, partió con una idea diferente, pero al final terminó super mal. igual tenia planeado que fuese aun peor, pero la verdad es que no es mi fuerte escribir este tipo de historias donde hay heridas físicas y daño a otros. supongo que aun me falta como escritor desarrollar ese tipo de escritos, aunque últimamente me gusta escribir mas cosas de humor.
Se les quiere <3 -les deja un vaso de cloro- y recuerden que el cap anterior les dejé otro, :3 les dije que lo guardaran para esta ocasión :#
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Dos meses habían pasado desde que Emalf había visto a su amigo morir, dos meses en los cuales estuvo escondido entre las cavernas de los volcanes, ideando un plan para poder ayudar a su diablo y que el mundo volviese a tener su equilibrio, por lo que había reunido la suficiente energía para abrir un portal a otro mundo, específicamente el mundo que Satanick le había pedido ir, Pitch Black.
Pronto creó un portal y logró viajar hasta tal esperado mundo, el viaje no fue muy largo, además había estado ahí antes, cuando encontró a Adauchi estaba en ese mundo también, solo que en algún otro lugar con más color, actualmente se encontraba en los dominios de Satanick, era un lugar oscuro, siniestro y mas aun por que un sujeto con apariencia de cabra lo observaba a lo lejos con cara de pocos amigos. Emalf se asustó de inmediato, no le parecía un buen tipo, es más asta sentía la necesidad de correr y alejarse lo mas posible o morirá sin lograr su objetivo. Llevó su mirada hacia un lado, para encontrar o trazar alguna ruta de escape, sin embargo, el demonio ya estaba a su lado matándolo con la mirada.
-¿Quién eres tú? – dijo dominante y severo.
-Mi... mi nombre es Emalf señor –
-¿Y que mierda viniste a hacer acá? Por tu apariencia pareces un demonio de fuego, ¿eres del mundo de ese tal Ivlis?-
-Si, ¿usted conoce a mi señor? -
-Para nada, sin embargo, mi señor está interesado en el tuyo-
-¿Usted trabaja para el señor Satanick?- habló animado Emalf – ¿por casualidad usted es Envi?-
-Si... dime, ¿qué sabes? ¿Quién te envió hasta acá? -
Emalf le contó sobre lo que estaba pasando en su mundo, el cómo Licorice se había vuelto loco de la noche a la mañana y secuestro a su madre, encerró a su padre y mató a sus hermanos, el como el mundo flama estaba cayendo en caos por falta de un rey que los gobierne, el cómo Satanick estaba encerrado en una especie de extraña magia y que le había dicho a través de movimientos de labios muy modulados que lo buscara para que lo ayudara a rescatar a Ivlis.
Envi quedó demasiado impresionado con lo que le había contado ese pequeño demonio y cada vez sentía mas rencor contra ese maldito mocoso que había hecho sufrir a su señor, sin duda debía darle una muerte sanguinaria y dolorosa.
-Señor Envi, yo no soy un demonio poderoso, es más, mi trabajo es cuidar de los hijos de mi señor, hace años que no entreno, no sé si sirva de mucha ayuda, pero cuente conmigo en lo que necesite, si necesita que sea una carnada lo haré, Licorice destruyó todo lo que amaba... no sé si algún día pueda perdonarlo, no sé si pueda seguir viviendo después de esto... así que si mi vida sirve para salvar a al señor Ivlis, está bien-
-... Hablas mucho- dijo la cabra mientras tomaba un cuaderno y un Lapiz y se los pasaba al demonio – haz un plano de como es el edificio y en donde están encerrados tu diablo y el mío, aproximadamente cuantos metros separan las habitaciones de la salida, si existe algún detalle como ventanas, de qué tipo de material es la construcción, que tipo de personalidad tiene tu diablo, necesito cada uno de los detalles de todo, si piensas que la muerte es una salida rápida al menos se útil y entrega los conocimientos necesarios para la misión -
Emalf asintió algo avergonzado por lo que dijo antes, quizás el si piensa que la forma más rápida de escapar de ese miserable destino que le espera es la muerte y nunca pensó en seguir luchando por salir adelante tras la pérdida de Adauchi y Poemi, así que por ahora seria de la mayor ayuda posible y comenzó a escribir todo lo que sabía, hasta el más recóndito detalle y de esta manera comenzar a planear una estrategia que le llevó aproximadamente un mes y de esta manera llegamos a los siete meses de desaparición de Satanick, Envi estaba seguro que ese día sería el día para la victoria.
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Dos semanas antes de aquél día Ivlis había estado demasiado triste, Licorice seguía herido y todos los días le reclamaba que no le daba el amor suficiente para curarse, que necesitaba elogios, mimos, que era una mala madre, que seguramente estaba preocupado de Satanick o de los otros hijos que él se había encargado de matar, pareciera que cada día que pasaba, Licorice se volvía más y más fuera de sí, como si le diera celos hasta los pensamientos que pudiese tener Ivlis, él quería ser tu todo, su razón por el cual despierta, su razón por la que respira, el aire que respira, todo, no obstante no podía meterse a la mente de su madre para borrarle la memoria, a menos que si pudiese y no sepa, sabía bastante bien que la magia de su padre era poderosa y él había heredado la capacidad de usarla, seguramente el podría borrar la memoria de su madre, por ahora debía concientizarlo a la fuerza que él era el importante, que solo él valía la pena y quizás, solo quizás así, podría empezar desde cero y lo llevaría a la superficie otra vez, no estaba de acuerdo en sacarlo del castillo, pero aquel calabozo no era lugar digno de su madre.
Ivlis estaba muy estresado, incluso pareciera que estaba bajo peso de tan deprimido que lo tenía la situación, anhelaba esos días en que creía haber vivido la felicidad, aquellos días en que su sonrisa era genuina y ahora temía por la seguridad de su bebé en el vientre, no tenia siquiera constancia si seguía vivo o no, no lo sentía dentro de él, es como si no tuviese los suficientes nutrientes siquiera para moverse dentro, ya tenía casi ocho meses de embarazo y eso le preocupaba, era lo único que tenía para salir de su agonía, era la única felicidad que le quedaba. Sufría constantemente cuando Licorice se iba y lo dejaba solo y le hablaba a su bebé y este no daba señales de vida, seguramente algo había pasado en su vientre, seguramente su bebé no estaba vivo. – por favor... no mueras – decía mientras lloraba intensamente – por favor no me dejes solo –
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Satanick solía escuchar a Ivlis llorar cada día, estaba desesperado, era demasiado sufrimiento para él tener que presenciar esos lamentos a cada segundo, tener que imaginar que atrocidades le estaba haciendo Licorice, pero no era quien para reclamar, él también le hizo cosas atroces en el pasado y ahora solo queda esperar y rogar que Ivlis pueda salir adelante de esto, que Emalf y Envi puedan rescatarlo con bien, a él no le importaba si moría por la pérdida de poderes que estaba teniendo con la magia de su hijo, el solo rogaba por el bienestar de Ivlis y su bebé dentro de su vientre. Fue entonces que por fin se dio cuenta de lo que era realmente amar a alguien, toda su vida estuvo pensando sobre que significaba amar y ya al limite de la vida y la muerte pudo entenderlo. El amar es preocuparse por el bienestar del otro, no solo físico, si no también mental, verlo bien, verlo feliz, saludable, sano, no importa si no estas a su lado para compartir esos sentimientos, el simple hecho de ver al otro bien te llena el corazón, compartir sus alegría y penas a pesar de la distancia, el sacrificarte por esa persona, el querer protegerla, todas esas cosas significaban amor y él estaba completamente seguro que todo su amor en aquel momento era de Ivlis, se le partía el alma saber que quizás nunca volvería a ver su sonrisa o su cara y que nunca pudo contestar a sus palabras cuando él le rebeló que lo amaba.
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Dos semanas pasaron rápido, Ivlis se encontraba con los nervios de punta, había comenzado a experimentar un dolor punzante en su vientre, era en extremo doloroso, no sabía que era lo que estaba pasando, pero sentía miedo, miedo por su bebé, miedo por que lo perdiera. Era tan intenso el dolor que comenzó a llorar fuerte, ya no aguantaba mas hacerse el fuerte, estaba desesperado, necesitaba ayuda médica, pero no sabía como obtenerla, no sabía como escapar de ese lugar, al menos que Licorice fuese a ayudarlo, rogaba que le ayudara de buena manera, pero pareciera que su hijo no apareciera, ¿acaso no prometió que lo iba a proteger? ¿no prometió que nada le faltaría? Entonces en forma desesperada empezó a gritar su nombre, el dolor era mucho y sangre pareciera escurrir entre sus piernas, lo estaba perdiendo, quedaba tan poco para que naciera y lo estaba perdiendo, no podía más con este sufrimiento, gritaba de forma desgarradora arañando la puerta de su prisión, como si cada segundo de agonía fuese eterno, fue entonces que Licorice entró desesperado al lugar tras oír sus lamentos – madre ¿qué sucede?, ¿por qué estas sangrando madre, como te hiciste daño? –
-Mi bebé Licorice, mi bebé se está muriendo ayúdame, ¡por favor! - el chico tragó saliva, no sabía qué hacer, ni cómo actuar, no quería ver a su madre sufrir, y por un segundo Ivlis reconoció a su pequeño niño, con sus ojos inocentes, con su mirada perdida, con sus enormes ganas de protegerlo y sintió una alegría, pero todo desapareció, ya que lo que rápido llega, rápido se va. No sabe en que momento perdió la conciencia, más lo último que recuerda haber visto fue la cara de su hijo transformarse en algo peor que un diablo en cuanto a maldad.
Al despertar supo de inmediato que algo le había hecho Licorice, algo que no sabía de que se trataba, exploró la habitación dando pequeñas pestañadas para poder enfocar mejor, estaba acostado con una sabana encima, un jarro de agua a su lado y pareciera que el silencio era profundo, de inmediato revisó su vientre al acordarse de su bebé, se veía más plano que de costumbre y casi al final poseía una enorme cicatriz, ¿dónde estaba su bebé? ¿Que habían hecho con él?, ¿dónde se supone que lo dejaron?, debería estar entre sus brazos, ¿por qué lo alejaron de él? Todas esas preguntas se le venían veloz a la mente y miraba de forma exaltada para todos lados exasperándose por la situación, se tomó del pelo mientras lagrimas recorrían sus mejillas y no le salía el aliento.
¿Y que fue lo que sucedió entonces?, hace unas horas Licorice había golpeado a su madre para que perdiera el conocimiento y así ejercer un plan que se le había ocurrido en ese instante, después de todo, aquel bebé que nacería era nada mas que otro impedimento para estar solo con Ivlis, por lo que deshacerse de éste era su máxima prioridad por ahora. Tomó el cuerpo de su madre y cortó parte de su vientre para remover al pequeño ser vivo que pareciera estar muriendo de apoco, era un bebé pequeño, de cabellos negros demasiado similar a Satanick, escucharle llorar no hizo nada mas que sentir repugnancia, era otra desdicha para este mundo, tal como él lo era, una aberración por ser hijo de ese estúpido diablo, además de ser solo un obstáculo en el cariño de su amada madre, por esos motivos no merecía vivir, es más le parecía demasiado extraordinario que después de todo lo que hizo porque su madre lo perdiera aun así hubiese nacido, sin duda era un demonio fuerte, pero no duraría mucho, su existencia no valía la pena.
Después de curar prolijamente a su madre y procurar que quedara en óptimas condiciones, caminó con la criatura en sus brazos quien pareciera que no paraba de llorar, era fuerte y pareciera que quisiera aferrarse a la vida más que nada. Llegó al calabozo de Satanick, éste se encontraba anonadado tras ver a Licorice con un pequeño bebé entre sus brazos, seguramente era su bebé, le rompió el corazón saber que algo se tramaba hacer el demonio quien en algún momento llamó hijo.
-Mira papá, acaba de nacer, es un bebé fuerte a pesar que casi muere en el parto, ¿sabes?, su gestación fue de ocho meses, ¿debería recibir atención médica no crees? Ah, por cierto, es una niña, ¿tu querías una niña verdad? bueno aquí te la dejo, si no te apuras en salir se puede morir ¿sabes? Mamá nunca te perdonaría que no cuides de ella- dicho esto se agachó y dejó a la pequeña recién nacida en el suelo, mientras lloraba sin cesar – bueno si muere es comprensible, después de todo siempre fuiste una mierda de padre –
Satanick se removía en su lugar, esa escena le estaba rompiendo el corazón, ¿cómo un ser podría albergar tanta maldad?, era solo una recién nacida, ¿cómo podría matarla de esa manera?, sabía perfectamente que no podía salir de aquel lugar, sentía que podría morir si veía a su pequeña niña irse de este mundo cuando recién había llegado. El dolor calaba sus huesos y solo gritaba al joven quien reía de lado – ¿que? Discúlpame, no logro escuchar tus tonterías, seguramente debe ser algo sin sentido, siempre fuiste muy fácil de predecir padre. Ahora debo irme, espero logres cuidar a mi hermana, o ya sabes, morirá, espero que las ratas no entren o podría pasar algo feo frente tus ojos-
Dicho esto el demonio se retiró, lo que había echo era muy cruel, sin embargo no era algo que le importara, debían estar agradecido que no mató a esa infante apenas la sacó de su madre, porque eso era, solo un paracito que necesitaba ser removido para tener el completo control de todo lo que era Ivlis, el estaría con él, el le consolaría por su perdida, él le entregaría el amor necesario, solo él.
Entonces se mantuvo fuera del calabozo del diablo de aquel mundo hasta que este despertara, de esta manera vigilaría su reacción y entraría justo antes que pierda el juicio, y así lo hizo, cuando lo escuchó llorar el entró repentinamente con una cara desolada, para empatizar con él, ya que en realidad no sentía nada.
-Licorice, mi bebé, ¿qué pasó con mi bebé?-
-Madre yo –
-Por favor dime que tu... -
-Madre hice todo lo que pude –
-Licorice no, no me digas eso, está bien ¿verdad? -
-Madre-
-Dime que está bien, dime que lo tienes tu, dime que nació bien-
-Madre el bebé estaba muerto en tu vientre –
-¿Qué?... no, no... eso es mentira... yo sé que esta vivo, yo sé que esta vivo ...-
-Madre por favor, no pierdas el juicio –
-¡No me digas que hacer!... ¡estoy seguro que está vivo!, yo ... yo lo siento-
-Madre por favor, no hagas más difícil las cosas, tu bebé no vivió para nacer... ya no está más –
-¡Eso es mentira! ¡Te dije que está vivo! ¡Tú, tú le hiciste algo! – dicho esto Licorice le golpeó una cachetada, ya exasperado por la situación, se supone que debería llorar en sus brazos y el lo debería reconfortar, darle el apoyo que necesita y consolarlo, su madre debería estar feliz de ser cuidado por él, pero no, solo se preocupa por un ser que ni siquiera conoce, en vez de él que ha estado toda su vida para cuidarlo
– ¡Te estoy diciendo que está muerto así que cállate! Ahora solo preocúpate en recuperarte, me cansé de ser benevolente contigo – Ivlis quedó mudo ante tal acción, ni siquiera lagrimas podían salir de sus ojos, pero su corazón latía a mil por hora - ¡me preocupé por ti, tuve que ayudar a asistir el parto, tuve que extraer al bebé muerto, cuidé de ti y tu solo me reclamas, solo te preocupas de otros, pero jamás lo haces por mí! Eres la peor escoria de este mundo, deberías enfocarte solo en los que te dan su amor verdadero y en este mundo soy el único que te ama, te olvidaste de todo lo que te hicieron los demás, tu padre se deshizo de ti, tu hermana ni te recuerda, tu amiga se fue para nunca mas volver, mi padre abusó durante años de ti, tu hijo mayor se fue para nunca más regresar ¿y tú crees que Emalf y Poemi están interesados en ti?, ni siquiera se han preocupado por tu ausencia, no tienes a nadie, solo me tienes a mí, he sido el único que te ha defendido y amado durante todo este tiempo ¿¡y aun crees tener el derecho de no aceptarlo!?.-
Ivlis estaba aterrado y destrozado, lo había perdido todo, no tenía a nadie, nadie lo amaba, nadie lo quería, lo que creía que era amor, no era mas que obsesión, lo que creía que era felicidad, no era mas que desdicha, su vida era un constante sufrimiento, quien creía que lo amaba no era más que una ilusión y lo que creía que lo salvaría de su agonía simplemente se había ido, ya no le quedaba nada, ya no había nada ni nadie para él...
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