Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Hijo del fuego



Dos meses pasaron desde la muerte de Poemi, y las cosas no habían cambiado en absoluto, el calabozo donde se encontraba Ivlis cada vez se hacía más frio y triste, sufría constantes lesiones y violaciones por parte de Licorice y la preocupación persistente que sentía sobre el paradero de Poemi, si su pequeña niña habría podido escapar o no de su hijo menor. Todo se había convertido en un maldito martirio, el diablo sentía que solo existía como un objeto que adornaba el lugar, no tenía derecho a reclamar ni a opinar sobre nada, prácticamente ni siquiera podía hablar cada vez que era visitado por el demonio de oscuro cabello, no porque se lo prohibieran sino porque no le nacía. Por otro lado, el único momento en el cual era feliz, era cuando Licorice se iba y lo dejaba solo, de esta manera el aprovechaba de animarse para hablar con el bebé que esperaba en su vientre, era con el único ser que podía hablar acerca de sus preocupaciones, sobre sus penas, y el único que sentía que le apoyaba en esos momentos, su única alegría.

Ya tenía cinco meses de gestación y tenía tanto miedo de perderlo, ese bebé era todas las esperanzas de un futuro mejor, era toda la felicidad que le quedaba, si lo perdía no sabía que sería de él, seguramente vivir ya no sería una opción, un futuro encerrado en ese calabozo no era algo que podría soportar, si lo hacía ahora era solo por que debía seguir luchando por su bebé en el vientre. Conocía la rabia que poseía Licorice con el bebé que gestaba, sentía celos incontrolables, a veces los golpes que recibía cuando no lo obedecía iban directos a su vientre, como si fuese una amenaza contra su vida.

Ya no sabía en que día se encontraba, solo sabía que su bebé nacería dentro de algunos meses y necesitaría cosas para mantenerlo sano y fuerte, dudaba que con lo deprimido que estaba lograría poder amamantarlo tal como lo hizo con Licorice, ya no tenía tanta fuerza como en aquel entonces, además la falta de luz estaba afectando de apoco sus ojos y su piel, sus escamas se sienten mucho mas blandas que antes, como si sus tejidos se hubiesen vuelto inútiles y dejaran de funcionar ¿Cuánto tiempo debería seguir en aquel lugar?.

Emalf notaba que algo extraño estaba pasando en el palacio del mundo flama, podía percatarse de la falta de actividad, de lo vacío que se veía éste, que su rey no aparecía por ningún lado, que Poemi ya no se sentía y que Licorice parecía ser otro, ya no le dirigía la palabra ni menos la mirada, siempre pasaba ocupado de un lugar para otro, como si estuviese nervioso por alguna situación, como si conociera datos de algún crimen que no quiere que nadie se entere. Emalf podía ser torpe, pero no estúpido, estaba más que claro que Licorice tramaba algo, el demonio de aspecto roquero se daba cuenta de la situación, conocía los sentimientos del hijo menor de su diablo, conocía lo celoso e impulsivo que solía ser con respecto a su madre y con la ausencia de Satanick Licorice no dejaría que nadie le arrebatara a Ivlis de sus manos.

-Mmmh ¿Qué haría Rieta en esta situación?... -pensaba Emalf, conocía lo sobreprotectora que era Rieta con respecto al señor Ivlis, ella era la mejor y única amiga de Ivlis, ella lo cuidaba como si fuese la mayor fuente de riqueza del mundo, como su tesoro, seguro lo defendería con todo su poder y entre ella y él podrían hacerles frente a los descomunales poderes del hijo del diablo. Aunque, había otro demonio bastante poderoso que quizás le pueda hacer frente a Licorice, lo malo es que no sabía por donde comenzar a buscarlo, se había alejado hace tantos años del palacio y hace mucho que perdieron el contacto, lo ultimo que supo de él, es que viajo a otro mundo para trabajar de mercenario -solo espero encontrarte, Adauchi – suspiró el demonio armando su maleta para el viaje que emprendería para buscar al hijo mayor del diablo flama, la situación lo ameritaba, necesitaba ayuda y rápido, el mundo flama necesitaba a su diablo para funcionar, sin él las cosas no andaban bien, era prácticamente antinatural.

Pasaron dos meses hasta que Emalf por fin pudiese encontrar a Adauchi, lo buscó por cielo mar y tierra, por todos los lugares que se le ocurrieron que el hijo de su señor pudo haber visitado, después de todo lo conocía desde que tenía memoria, eran mejores amigos, sus gustos no habían cambiado y podía mas o menos pensar que tipo de lugares frecuenta en otros mundos.

-¿E... Emalf?- dijo el demonio rubio, colocándose de pie mientras sus compañeras de trabajo lo miraban extrañadas -¿qué... qué está haciendo Emalf aquí?-

-¿Quién es Emalf, Vendetto?-

-¿Acaso es tu ex? – dijo burlándose Ver Million cuando miró al bello chico de lentes de sol que se acercaba a su mesa -ups, creo que viene hacia acá- miró a su otra compañera y le hizo un gesto para que los dejaran solos, al parecer esos dos tendrían de muchos temas de que hablar dado por las miradas que se daban el uno al otro.

-Emalf... ¿qué se supone que haces aquí? –

-A... Adauchi, ¿eres tú verdad!? –

-C...claro que soy yo... ¿quién más podría ser? ¿Conoces a alguien más con mi cara? –

-¡Adauchi!-

-¡Emalf!- ambos jóvenes se abrazaron con intensidad, apretándose cuerpo contra cuerpo para estar lo más cerca posible del otro, se extrañaban y sentían que ahora estaban completos tras verse nuevamente. Rápido el de lentes se sacó un collar del cuello y lo puso en el de su amigo – siempre quise devolver este collar a su dueño, no eres tu sin él, recuerdo cuanto amabas este accesorio, así que lo conservé durante todos estos años para dártelo-

-Emalf... sabes bien que no quiero recuperar el pasado que dejé atrás... y esto -apretó el collar en sus manos – esto es mi pasado... yo... yo ya no pertenezco ahí- dijo mientras le sacaba las gafas de sol a su amigo y las tiraba por alguna parte – siempre me disgustó que taparas tus ojos, tienes unos ojos realmente hermosos y grandes maldición, ¡deja de esconderlos! -

-... A... Adauchi... está bien, no discutiré ese tema contigo porque pasé mucho tiempo buscándote por una razón en específico –

- ¿Sí? ¿Y cual sería la razón? –

-El señor Ivlis...-

-¿Que tiene ese viejo ahora? ¿No le bastó con querer robarle los poderes a otro diablo y ahora quiere robárselos a otro dios? -

-... Eso ya quedó en un pasado muy lejano Adauchi... el señor Ivlis cambió, pasó por muchas cosas, incluso pudo olvidar su odio contra el dios Siralos-

-¿Mi papá?-

-Si-

- ¿Ese estúpido diablo olvido su venganza? –

-Si-

-Oh... creo que he estado demasiado tiempo fuera de casa-

-Si... y no solo eso pasó, nuestro señor tuvo otro hijo, un demonio llamado Licorice-

-... Creo que sabía algo de eso, un estúpido diablo lo estaba acosando y el estúpido de mi padre se dejaba manipular... -

-Bueno, las cosas no fueron de ese modo, el señor Ivlis logró cambiar, se volvió un padre cariñoso, sus ojos volvieron a emitir brillo, el señor Ivlis sonreía, el señor Ivlis reía, el señor Ivlis podía amar, el señor Ivlis era feliz- Adauchi abrió los ojos lo mas que pudo al escuchar esa revelación, su padre había mejorado notoriamente su actitud de mierda por lo que le contaba Emalf, sin embargo, algo debía haber mal en esta historia para que su amigo lo fuese a buscar, porque rogarle para que vuelva no fue a hacer, ¿qué estaba pasando?

- ¿Entonces por qué estás aquí si todo era tan perfecto? -

- Es Licorice, el, tiene una personalidad extraña, a pesar de ser hijo del señor Ivlis se obsesionó con él, estoy seguro que lo tiene secuestrado en alguna parte del castillo, él es muy poderoso, yo solo contra él no podría ganar, por lo que quería pedirte ayuda para rescatar al señor Ivlis –

-Espera, ¿viniste hasta acá solo para pedirme rescatar al estúpido de mi padre? -

-Si-

-No lo haré... ¿crees que el mundo flama estará mejor con mi padre? -

-Es un buen rey Adauchi, todos lo respetamos –

-Ja, no es mi problema si el no puede salir solo de esto-

-Adauchi, el señor Ivlis cambió, no tiene poderes con que defenderse, además... él está embarazado, no puede luchar porque puede comprometer la vida de su bebé-

- ¿Él ... está embarazado? -

-Si...-

-Aun ... aun así no es mi problema... ¿para que tiene hijos con un diablo con problemas mentales?, era de esperarse que sus hijos salieran con las mismas enfermedades mentales que ese diablo –

-... Adauchi... -

-¿Qué quieres ahora?, te estoy diciendo que no es mi problema... -

-Adauchi-

-No iré y punto final-

-Poemi... -

- ¿Poemi? -

-Poemi no ha aparecido por el castillo por meses, no sé que pasó con ella, ni siquiera sé si está bien o herida, solo creo que tal vez trató de ayudar al señor Ivlis y Licorice le hizo algo, quizás también esté encerrada ... al... al menos hazlo por ella – dijo Emalf con los ojos aguados y el corazón acelerado, no quería aceptarlo, pero Poemi era casi como su hermana pequeña, el la cuidaba desde que nació, mejor dicho ambos la cuidaban, no solo porque es su trabajo, lo hacía porque realmente la apreciaba y ahora que no sabía nada de ella, Emalf se sentía a morir, era como si le hubiesen arrebatado parte de su vida. No pudo aguantar mas y las lagrimas comenzaron a correr de una a una hasta formar un pequeño chorro de lágrimas que se perdían en su cuello – ayuda a Poemi Adauchi... ayúdala por favor- el rubio miró a su amigo y tragó profundo antes de recopilar toda la información, su hermana, su pequeña Poemi estaba en peligro, si ese infeliz de Licorice le había hecho algo, el jamás se lo perdonaría. Apretó con furia su lanza y miró al horizonte -lo hare-

- ¿¡Lo harás!?- dijo con emisión el demonio menor.

-Iré contigo, llévame donde ese maldito infeliz, que lo mataré-

-¡Adauchi! Gracias – abrazó a su amigo para demostrarle lo feliz y agradecido que estaba que volviese para apoyar a su familia.

Saldrían al siguiente día, ya que debían reponer energías para poder tener mejores posibilidades de vencer, Licorice por lo que le explicaba Emalf no era un oponente fácil de vencer, si había atrapado a su padre seguramente debía ser un demonio muy poderoso o inteligente, además no había que olvidar el detalle que era hijo de dos diablos, Adauchi estuvo pensando toda la noche y no pudo dormir nada, este asunto era mas grave de lo que él creía, las cosas habían cambiado mucho desde que se fue, su padre había cambiado tanto, lo extrañaba demasiado, extrañaba pasar tiempo entrenando con él, extrañaba jugar con su pequeña hermana, extrañaba las palabras de aliento que Rieta le daba cada vez que mejoraba alguna técnica de combate, seguramente algo malo también le había ocurrido a Rieta que no acudió a ayudar a su padre, él sabía que Rieta estaba completamente enamorada de su progenitor, mas por respeto a su valiosa amistada jamás había dicho una sola palabra de sus sentimientos, era muy lamentable, ya que ellos sin duda formaban una linda pareja, es más, Rieta siempre había sido como su figura materna para él y Poemi, la apreciaban bastante.

La hora de partida llegó, los mercenarios y el subordinado de Ivlis comenzaron su travesía hacia el mundo flamas, Ivlis por su parte, de inmediato notó cuando alguien hizo ingreso a su mundo, miró hacia todas partes para prestar atención, ¿acaso Poemi había logrado escapar y había traído refuerzos de otras partes? Eso al menos le alegraba, saber que su pequeña Poemi estaba con vida le regocijaba, quedaba poco tiempo de espera, su gente estaba preparándose para la batalla, no sabía como sentirse respecto a esto, ¿estaría bien que toda su gente pereciera por salvarlo a él?, ¿su vida valdría tanto como para sacrificar la de los demás? ¿era tan necesario que lo salvaran?, es decir, todos podrían seguir perfectamente con sus vidas y hacer como si nada pasara, había miles de demonios mas aptos que él para reinar el inframundo. El diablo suspiraba mientras apoyaba sus escuálidas piernas en la dura cama en la que solía dormir todos los días, sus pies se encontraban hinchados por el embarazo, necesitaba un poco de agua, se sentía tan sediento y parecía que en cada minuto que pasaba en esa fría celda, mas perdía la fe en que alguien viniese a rescatarlo para hacer su vida un poco menos desdichada, esta perdiendo constantemente la fe en que sea lo que sea que se está planeando desde afuera, resulte bien.

-Entonces Emalf, ¿dónde dices que tienen a mi padre?- preguntó el de ojos rojizos, dispuesto a entrar a mirar para planear una estrategia de ataque, estos años que llevaba siendo mercenario le había hecho madurar las tácticas de guerra, ya que una pelea no es solo física, el intelecto es importante para planear la pelea y ganar, gran parte del tiempo de su huida se había dedicado a entrenar lo mas posible y aprender nuevas cosas que pudiesen ayudar a su padre a futuro, el jamás lo aceptaría, pero la idea principal de haberse ido del mundo flama fue para obtener madurez y nuevo conocimiento de guerra que su padre y Rieta no podrían darle por su falta de experiencia en una real guerra. Recorrió una gran cantidad de lugares para aprender de distintos maestros, aprendió el arte de la espada, mejores tácticas de protección, ocultarse, entre otros, Adauchi actualmente era un demonio impresionantemente fuerte, sin embargo, había algo que le faltaba y que jamás podría conseguirlo, la fuerza bruta no era nada comparado con el poder de la magia. Eso lo aprendió cuando se enfrentó junto a sus compañeras mercenarias a una pequeña bruja quien con el poder de la magia fue capaz de neutralizarlo en cuestiones de segundos. Esa era la única desventaja que tenían todas las criaturas de su mundo, contándolo a él y a su padre. No eran nada sin el poder de su fuerza bruta, por lo que esperaba que Licorice no tuvieses grandes capacidades de magia.

-Por lo que he estado investigando, todos los días Licorice hace el siguiente recorrido, a las 8 am aparece en la cocina para buscar desayuno, de ahí camina con una bandeja en dirección hacia las escaleras, pasa alrededor de 3 veces todos los días en esas direcciones. Cuando trabajaba para Rieta, esa dirección llevaba hacia los calabozos que están abajo del castillo, lo mas seguro es que el señor Ivlis esté ahí junto con Poemi-

-...- Adauchi suspiró- está bien, investigaremos bien los recorridos, las horas y las cosas que lleva ese tal Licorice, aunque me sorprende que un pequeño niño cause tantos problemas, es más pequeño que Poemi si es hijo de mi padre –

-Ese es el problema de los niños Vendetto – contestó una de las mercenarias – no sabes cómo podrán actuar, ellos no se detienen a planear tácticas, ellos solo atacan a matar, sobre todo cuando son poderosos y eso los hace un enemigo difícil-

-Ella tiene razón Adauchi, Licorice es muy poderoso, pero también sabe controlar muy bien la magia –

-Oh mierda- dijo despacio el mayor de los demonios, contando que esa era su mayor debilidad, estaban en desventaja aun siendo cuatro contra uno – ¿qué clase de poderes posee ese mocoso, Emalf?-

-Licorice es un niño de apariencia pequeña normalmente, se comporta como niño, piensa como niño, sin embargo, puede volverse adulto a su antojo y eso conlleva a que tenga poderes de adulto, magia de adulto, pensamiento critico de adulto. Esa es su mejor habilidad de magia que tiene, nunca he peleado con él ya que nuestro mundo actualmente se olvidó de la guerra, así que no sé que otras habilidades tiene, por otra parte, no hay que olvidar que su padre es un diablo especialista en magia, ten mucho cuidado –

-Oh doble mierda- volvió a repetir en voz baja, colocándose de pie para hablarle a cada uno del equipo, enfocándose en la táctica que debían tener - el plan será el siguiente, Laurentia y Ver Million, ustedes serán la carnada, mientras, Emalf y yo bajaremos, solo lo distraerán, no se les ocurra pelear con él hasta que saquemos a Poemi y a mi padre de abajo, una vez les de la señal ustedes deben llegar a este punto -dijo señalando el mapa del castillo que amablemente Emalf había traído para planear una estrategia – Emalf, tu iras por Poemi, busca en cada celda si es necesario, yo buscaré a mi padre y una vez que salgamos de allí abajo te encargaras de llevarlos a un lugar seguro, no quiero que pelees, tu y yo sabemos que no eres un demonio guerrero-

-... Pero yo... quiero ayudar –

-No Emalf-

-Puedo servir de algo –

-La mejor ayuda que puedes darme es proteger a Poemi y a mi padre Emalf, cuida de ellos y no me des preocupaciones-

-Adauchi...-

-Listo, tenemos dos días para investigar las posiciones y los movimientos del enemigo-

-Hey, hey, hey... espera un momento Vendetto, ¿por qué te llevas la mejor parte tu y nosotras solo servimos de carnada eh? –

-Porque ustedes no conocen a mi padre y a mi hermana para ir a rescatarlas, lo más lógico es que Emalf y yo bajemos –

-Eso tiene lógica Ver Million, deja de ser una resentida –

-Bueno, por esta vez seguiré este orden, pero la próxima vez la que tenga mas acción seré yo-

-Como quieras, ahora solo prioricen escapar y asegurarse que ese sujeto las siga o el plan no resultará-

-Entendido- dijeron ambas chicas al mismo tiempo.

El día llegó, todos estaban preparados para desarrollar el plan, las chicas se pusieron en posición a la entrada del calabozo tras las escaleras, esperando que fuese la hora en que Licorice venía con la bandeja de comida para Ivlis, fue cuando el menor divisó dos siluetas hablando entre ellas – el sujeto del calabozo era mas bonito de lo esperado, quizás a nuestro jefe le guste- habló actuando una -en este momento ya debe ir rumbo a los brazos de él, estoy segura que lo satisfacerá – le contestó la otra mirando de reojo la sombra del chico quien las observaba a lo lejos. Lo podía ver tiritando en rabia así que siguió con el dialogo – la niña también será buena mercancía, vamosnos antes que nos descubran – simuló como que se retiraban cuando escuchó que una bandeja era tirada al suelo y alguien las miraba -¿quiénes son ustedes, que hacen aquí?- bingo,pensaron ambas, la información que les había dado Emalf era correcta, el chico no era capaz de controlar su temperamento cuando se trataba de su madre.

-¿Jah? Ya viste Laurentia, alguien nos descubrió-

-Tendremos que divertirnos un poco-

-¡Contesten mi pregunta!- dijo el joven demonio enfurecido, miraba con los ojos rojos a las chicas quienes sonreían de lado.

-¿Para que quieres saber quienes somos? –

-Oh vamos, solo diceselo y nos ahorraremos problemas-

-Está bien – Ver Million miró al demonio de capa purpura- somos contrabandistas de rehenes, nos robamos a los encarcelados de otros mundos y los vendemos a un alto precio a coleccionistas de entes mágicos en mundos de humanos-

-Jeje, pagan una gran suma de dinero por especímenes raros e indefensos, el tipo embarazado que estaba allá abajo era una perfecta presa-

-Espero que no le moleste que hayamos vendido a su rehén, después de todo la basura de algunos es el tesoro de otros –

-...- Licorice estaba tiritando en furia - ¿dónde mierda lo llevaron?... - dijo con un tono ronco y profundo.

- Jajaja ¿se enojó? -

-¡Contesteeeen!- grito el joven sacando una lanza de luz, en aquel momento las dos mercenarias se pusieron en guardia y sacaron sus armas, se miraron por un instante y ambas chicas salieron corriendo, Licorice fue tras ellas sin siquiera mirar atrás, era la perfecta oportunidad que esperaban dos demonios que se escabullían para entrar a los calabozos.

Era un lugar muy tétrico, justo como lo recordaban, oscuro y antihigiénico, algunas ratas corrían por los pasillos, y algunas gotas de agua caían por entre las tuberías del castillo, pronto llegaron a un largo pasillo lleno de puertas seguramente en una de ellas debía estar el señor Ivlis y Poemi encerrados, como les gustaría que las cárceles fuesen solo rejillas para poder ver mejor el contenido de estas, sin embargo no era de esa manera, por lo que comenzaron a inspeccionar las puertas una tras otra, eran bastantes, iban a un buen ritmo, por lo que creían que lograrían encontrarlos a tiempo, hasta que divisaron algo en mitad del pasillo, se podía ver un bulto de cosas tiradas en el suelo, ambos se acercaron cada vez mas rogando para que no fuese una trampa. Adauchi fue quien se acercó primero dejando a Emalf atrás de su espalda para protegerlo en caso de peligro, sin embargo, cuando llevó la flama de su mano para iluminar la zona su corazón dejó de latir inmediatamente, era lo más horrible que había visto en toda su vida, era el esqueleto de su hermana que llevaba su ropa aun puesta y gracias a eso la pudo reconocer. Adauchi tragó saliva y sintió como todo el estomago se le revolvía, sus ojos se volvieron cristalinos e incluso su vista se nubló por las lagrimas que amenazaban con salir a chorros, un nudo se formó en su garganta y pensaba que necesitaba oxigeno ya que no podía respirar bien, su mundo se derrumbaba ante tal escena, Poemi, su pequeña hermanita yacía muerta quizás desde cuando en aquel inmundo pasillo, esto jamás se lo perdonaría, esto ya era más que una guerra personal. Rápidamente se dio vuelta y tapó los ojos de Emalf, el sujeto era mas peligroso de lo que él creía, Poemi era una chica bastante fuerte y ese maldito infeliz la había matado como si nada, Laurentia y Ver Million corrían peligro, Emalf debía huir de ese lugar, pedir más ayuda, quizás los cuatro no serían rival para ese sujeto – no mires... ¡NO MIRES!- gritó de forma desgarradora, tratando de no llorar, sin embargo las lágrimas recorrían sus orbes por si solas.

Emalf miró de todas formas y su cara de horror fue reflejada en los ojos del rubio – te... dije que no miraras Emalf... yo... te dije ... que no lo hicieras... - dijo ya quebrándose por completo, aferrándose a su amigo para ponerse a llorar, estaba preparado para todo tipos de escenarios, muerte de sus compañeras, su padre herido, batallas, heridas, de todo menos para éste, la verdad era mas terrible de lo que podía imaginarse, le desgarraba y desprendía el alma del cuerpo saber que su pequeña hermana murió defendiendo a lo que más amaba en el mundo y él se sentía una basura por no haber estado ahí para ella, ya que ella era su mundo.

Debían encontrar pronto a su padre, no obstante, no eran capaz de voltear y ver el cadáver de Poemi justo en el camino que deben pasar, tampoco sabrían si podían sacar a Ivlis por ese camino sin que formara un escándalo, ya que Poemi era su niña consentida, a pesar de ser un ser frio, se notaba lo mucho que quería a su pequeña hija y más ahora que se encontraba sensible por el embarazo.

-Está bien Emalf... está bien, pronto mataré a ese maldito infeliz, debemos seguir con el plan – decía con la voz cortada el mayor, tratando de consolar a su amigo quien lloraba sin parar, éste logró asentir y siguieron abriendo puerta tras puerta, solo quedaban tres por abrir y fue cuando sintieron un ruido estrepitoso a la entrada, por lo que decidieron entrar a una de las tres puertas para esconderse momentáneamente.

Por otro lado, unos minutos antes, un demonio que perseguía a las dos chicas paró de repente de correr – ya estamos bastante lejos, si no me dicen donde se lo llevaron no responderé de mi –

- ¿Por qué deberíamos contarte? –

- Solo ayudamos a deshacerse de la basura –

- ¿Acaso ese rehén era importante para ti? -

- ¡Ya basta! – gritó el joven demonio apareciendo atrás de Laurentia para golpearla justo detrás del cuello tirándola lejos del camino -tu pareces ser más fuerte, sin embargo, dudo que seas capaz de enfrentarte contra mí –

-¡Laurentia!- gritó Ver Million mostrando las garras en señal autodefensiva – da un paso mas y te juro que te destruiré-

- ¿Por qué quieren llevarse a mi madre? ¿Qué tiene él que ustedes quieran? -

-Ya te lo dije, vendemos especímenes raros y un demonio embarazado es muy raro, pagan un alto precio en el mercado negro-

-Sé que estas mintiendo, debes estar confabulada con alguien ¿verdad? ¿Quien te contó sobre esto?-

- ¿Qué? ... ¿de que estas hablando mocoso? -

-Deja de mentir, en un principio creí que realmente se lo habían llevado, pero después que hablaron de "la niña también se venderá bien" me di cuenta que esto solo es una farsa, dime, si no quieres morir, ¿quién te contrató? -

-Tsk... - Ver Million se vio encerrada, Laurentia se encontraba fuera de combate tras solo un golpe del menor, este oponente sería duro de vencer ella sola, debía hacerlo volver hasta la zona de pelea que habían establecido, sin embargo, era demasiado pronto para que hayan encontrado al diablo y a Poemi, tragó saliva. Debía hacerlo hablar más para ganar más tiempo – ¿por qué dices que alguien me contrató? La niña es preciosa –

-Querrás decir "era", la niña está muerta hace meses ¿cómo puedes saber que es preciosa?- Ver quedó helada como una piedra, Vendetto se morirá de la tristeza al enterarse de tal noticia, tragó saliva y era hora de actuar, no tenía otra alternativa, el tipo era demasiado veloz como para poder escapar fácilmente de él – no pienso decir ni siquiera una sola palabra sin pelear antes – sus ojos se llenaron de rabia contra el demonio que estaba viendo, ¿cómo podía matar a su propia hermana y como podía encerrar a su madre?, este tipo estaba muy loco.

Dentro de uno de los calabozos se encontraban los dos demonios admirando un bello resplandor violeta que tenia un ser en su interior, al parecer estaba durmiendo ya que sus ojos estaban cerrados, Emalf fue el primero en reconocerlo, era el diablo de Pitch Black, estaba encerrado en ese calabozo dentro de un esfera resplandeciente que impedía la magia, por esta razón no lo había visto durante tantos meses, Licorice había ido demasiado lejos, pensó, si Satanick estaba ahí seguramente el señor Ivlis estaría cerca, quizás Poemi intentó salvarlo, pero actuó sola y no pudo contra la crueldad de su hermano menor, tragó saliva y miró a Adauchi, el chico se encontraba anonadado mirando al diablo desmembrado en aquel resplandor.

- ¿Quién es este sujeto? -

-Es el padre de Licorice ... es un diablo bastante poderoso-

-... ¿Estará con vida aun? Él podría ayudarnos –

-No lo sé, además dudo que sea capaz de matar a su hijo... es un ser idiota, pero se notaba lo mucho que amaba a Licorice, no sé si nos ayudaría a matarlo, pero quizás si sería un gran aliado-

-... Hay que sacarlo de ahí, debe existir alguna forma de hacer que salga de ese lugar-

-No sé nada de magia bro y si aun así pudiera usarla, no tengo idea como deshacer hechizos-

-... Rayos esto está mal...- tragó saliva, Emalf, estoy seguro que a Licorice no le importa para nada este sujeto, así que quédate aquí, si mi padre está cerca él se preocupará de ir a verlo, no vendrá hasta acá, así que es un lugar seguro, tu mas que nadie se sabe los horarios de ese maniático, así que cuando den las una de la tarde, debes asomarte para verificar que no haya peligro y escaparás, no importa si no es con mi padre, debes salvarte Emalf prométemelo-

- ¿Por... por qué hablas como si te despidieras? –

-Solo promételo Emalf... -

- Está bien... lo haré, pero...-

- Me alegro, eres un buen chico Emalf... bro... yo... yo te amo, eres el mejor amigo que tuve y que tendré en la vida, así que, tal como antes, ten esto, si nos volvemos a ver, procura regresármelo ¿si? Pero por ahora quiero que lo conserves tu – Adauchi se sacó el collar y se lo volvió a colocar a Emalf, echo este acto sonrió dulce para su amigo y le desordenó el pelo – otra cosa, no uses esas tontas gafas, me gustan tus ojos- dicho esto Emalf comenzó a llorar, era como un triste final, su corazón se apretaba y lo único que pudo hacer fue agachar la cabeza y sollozar triste, en estos momentos desearía poder ser fuerte, desearía haber puesto más atención a las enseñanzas de Rieta y a los entrenamientos matutinos con Adauchi cuando eran pequeños, si fuese así quizás ahora no sería una carga para los demás. Se acercó a su amigo y lo abrazó con todo el amor que pudo, sabía que no lo volvería a ver, era el sentimiento más desgarrador que había tenido, su amada familia se estaba cayendo a pedazos, ya que a pesar que el no fuese de la familia por lazos se sangre o por algún vínculo, él se sentía parte de ese núcleo familiar del señor Ivlis ya que prácticamente se crio con ellos, ellos eran su familia y los amaba -yo también te amo bro, por favor no mueras... promételo- Adauchi sonrió y luego puso cara de seriedad al escuchar otro ruido.

-Debo partir, es el momento, debo enfrentarme a ese demente – dicho esto, dejo a Emalf solo en el calabozo y salió corriendo por el pasillo, el demonio de cabellos de tonalidades rojizas grisáceas cayó por las paredes, deslizándose hasta el suelo sin poder para de llorar, su corazón estaba agitado y mas cuando vio al diablo que lo miraba con sus ojos bien abiertos, ese tipo siempre le aterró, sin embargo en este momento no lo hacía, incluso le daba hasta cierta lastima verlo ahí.

Se acercó temeroso hasta la esfera de energía que lo sellaba y notó que este le decía algo modulando bien con sus labios para que lo pudiese entender.

Ese día a las 2 de la tarde Licorice entró como todas las veces que iba a visitar a su madre con una bandeja de comida, sin embargo, llevaba una lanza roja en su brazo derecho, Ivlis se acercó confundido por ver a su hijo entrar con una lanza que se le hacia bastante familiar. -ha venido un tipo a desafiarme madre, han querido llevarte de mi lado madre – habló el joven demonio caminando lentamente, trastabillando el paso por cada que daba, pronto dejó la bandeja en un lugar seguro y volvió a hablar – era muy fuerte, el ser mas poderoso que se ha atrevido a desafiarme... estoy herido madre, muy herido... ¿podrías abrazarme? -

- ¿Li... Licorice?- Ivlis se acercó lentamente para abrazar a su hijo menor, poseía una venda blanca bañada en sangre por el costado de su abdomen, se veía bastante magullado, no obstante, jamás podría faltarle a la palabra de protegerlo y cuidarlo, así que de todas maneras fue a dejarle alimento a su amada madre -¿y... y que pasó con él?- preguntó el diablo mirando la lanza con tristeza, percatándose a quien le pertenecía, nervioso por la respuesta -ya no molestará más...- dijo para luego desmayarse en sus brazos tras una ardua pelea. Ivlis por su parte estaba destrozado, una lagrima bajaba escandalosa por sus mejillas, quizás ahora el momento preciso para huir, quizás era la única oportunidad que tendría para hacerlo, pero dolía, su corazón dolía profundamente porque sabía quién era el dueño de esa lanza, porque creía que jamás podría volver a saber algo de él, porque pensó que no le importaba, pero aquí estuvo luchando por rescatarlo y tal como vino, se fue para ya nunca más regresar.  

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro