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Amor de hija

Comentario:  Hola!!!! hace siglos que no actualizaba, pero no es que no quisiera, al contrario, realmente deseaba actualizar este fanfic le agarré el gustito de hacerlos sufrir (?) alskdlasdjka... no andaba muerta andaba de parranda (ojalá, la malvada U me tenia abducida a niveles cataclismicos (?)-  solo queda decir que de un supuesto one shot de licorice yandere, ahora esto se convirtió en un fanfic largo xD. 

Ojalá les guste la actualización.  Iba a describir mas la escena final, pero preferí ser una maldita lisiada y dejarlos en suspenso hasta el próximo avance (FUFUFUFU ), ¬v¬ sorry, me gusta ser malvada  (¬/////¬ solo en estos tipos de cosa... no soy una persona mala ... o al menos eso creo ;---;)   

Drawing by  housenka-railroad

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Licorice salió de esa habitación, ya era hora de ir a buscar comida para su madre, no podía dejar que muriera de hambre, debía cuidarlo lo suficiente como él lo merecía, le privaría de su libertad, pero a veces hay que perder para ganar otras cosas más importantes, como lo era la felicidad, obviamente separado de Satanick la felicidad de Ivlis iba a aumentar exponencialmente, pensaba mientras subía la escalera, además de comida le faltaba un poco de ropa y algunas otras comodidades indispensables para subsistir en ese lugar, las iría trayendo de apoco, por ahora lo primordial era la comida y la ropa, aunque debía cambiarse la suya primero, estaba bañada en sangre y podía ser sospechoso. Pasadas unas horas ya había ordenado la habitación de su madre, borrando cada mancha de sangre derramada por su padre, además de bañarse y cambiar su ropa, pronto tomó un traje de Ivlis y lo guardó en una bolsa, se dirigió a la cocina por algo de comer cuando se topó a Emalf en el camino – Li... Licorice... ¿has visto al señor Ivlis?- los ojos del menor se abrieron grandes por la pregunta del demonio flama – sí, hace un momento estaba en su cuarto, sin embargo creo que se lo llevó la basura de mi padre- mintió sin siquiera arrugar la cara, Emalf lo miró extraño y luego se rascó la cabeza – está bien... creo que después hablaré con él-

-No no, tranquilo, puedes darme el recado a mí, yo se lo doy –

-Ah está bien... aunque creo que era algo personal que el señor Ivlis no quería que nadie se enterara –

-¿Por qué creerías que mi madre me escondería secretos a mí? ¿Acaso crees que no confía en mí? ¿Por qué confiaría más en un simple empleado que en su amado hijo? ¿O me estás diciendo que tienes una relación especial con mi madre?- dijo alterado el joven demonio quien irradiaba un aura peligrosa y sedienta de sangre en contra del demonio flama que se encontraba atónito mirándolo con los ojos abiertos, tratando de retroceder mientras sus piernas temblaban.

-Emalf tengo hambre- se escuchó desde el pasillo la voz femenina de la niña que caminaba por el éste mientras reclamaba por comida, sin impresionarse mucho por la escena que estaba ocurriendo – tranquilo Licorice, es obvio que Emalf no tiene esa clases de secretos con papi, es solo que están planeando la fiesta de tu cumpleaños- el niño en cuerpo de adulto se sorprendió por la respuesta de su hermana mayor y sonrió con el corazón alegre – madre estaba planeando celebrar mi cumpleaños- dijo feliz, pareciera que todo su rostro se iluminó –madre quiere hacerme feliz, ahora debo esforzarme más por madre- habló como si no se encontrara nadie a su alrededor mientras apretaba sus puños, Emalf y Poemi no sabían a qué se refería Licorice, pero no era extraña esa forma de ser del menor, entonces Poemi volvió a reclamar por comida y Emalf iba a hablar, sin embargo el menor le quitó el privilegio –exijo comida inmediatamente, necesito mucha comida – el mayor se puso nervioso, no sabía si la cena ya estaba preparada así que llevó a ambos hijos de su señor para verificar si el empleado de menor rango que se encargaba de la cocina había terminado, y así era, la comida estaba lista, Poemi y Emalf salieron de la cocina con la cena para llevarla hacia el gran comedor – ¿no vienes Licorice?-

-No es necesario que coma nunca más con ustedes, solo son un estorbo- dijo mirándolo con una linda y sombría sonrisa en el rostro, para luego voltear y darle la espalda a su niñero quien sintió un nudo en la garganta, a pesar de todo, Emalf se sentía muy triste ya que él era el encargado de cuidar de ese niño desde que nació, prácticamente él había sido como una madre para el menor, miró al suelo y caminó por el pasillo, no pudo evitar que sus ojos se nublaran y un par de lágrimas se escaparan, lastimosamente estas no eran ocultadas por sus oscuros lentes – ¿pasa algo Emalf?- pregunto la demonio quien notó las lágrimas del mayor, pero este solo negó con su cabeza y sonrió para la niña.

Por otra parte el hijo menor del diablo amenazaba al cocinero, debía tener lista la comida a ciertas horas del día y dejarla a tal hora en tal parte del castillo, si decía algo se encargaría de darle una muerte dolorosa, el cocinero tragó saliva y bajó la mirada – está bien señor Licorice, estará todo funcionando como usted desee desde mañana no se preocupe-

-Eso me parece bien- dijo para salir del lugar llevándose una gran bandeja con alimentos hacia alguna dirección, llegó a la escalera por donde se encontraban los calabozos y recorrió el largo pasillo, volteando hacia la derecha llegando a la tercera puerta, justo en el calabozo número 313, si justamente ese era el lugar donde se encontraba el amor de su vida – madre he vuelto por ti, traje comida, espero tengas mucha hambre, me encargaré de cuidarte desde ahora, lo haré muy bien para que no enfermes – dicho esto se acercó al diablo quien se veía estresado y triste- ¿qué sucede madre? Te ves tan triste – le acarició la mejilla suavemente – tu piel es tan tersa –dijo concentrado en lo que sentían sus dedos tras el rose con la mejilla de su progenitor, deslizando su pulgar hasta encontrarse con los rojizos y finos labios del mayor- tus labios se han secado, sin embargo aún lucen deliciosos - en ese momento Ivlis reaccionó a lo que su hijo hacía, movió su cabeza hacia otro lado, aunque fue devuelta a la posición anterior con un pequeño movimiento de la mano del menor quien ahora apretaba sus mejillas – no te asustes madre, si sigues llorando le harás mal al bebé ¿no querías tenerlo? Mira tus ojos, están hinchados –se acercó y besó sus ojos suave- así está mejor, no me gusta verte sufrir, eres lo más preciado que tengo madre-

-...- Ivlis estaba aterrado, sus dientes rechinaban por el terror que sentía, este sentimiento lo reconocía profundamente, sabía que esto estaba mal, ya una vez vivió en ese profundo terror y esta situación solo le hacía recordar esos horribles días, una lagrima recorrió su mejilla y fue limpiada por el pulgar del menor quien ahora se acercaba para posar su frente sobre la frente de él – madre por favor, no llores, lo que menos quiero es que sufras, yo solo quiero que seas feliz-

-De... Déjame ir-

-Madre, eso es imposible, el mundo es muy cruel y te lastimará profundamente, pero para eso estoy yo, para eso nací, para protegerte, solo confía en mí, todo estará bien en este pequeño cuarto, este será nuestro secreto y nuestro mundo desde ahora en adelante-

-... Yo-

-No tienes que decir nada, yo estoy aquí para hacerte feliz- dijo sonriendo mientras su corazón se aceleraba y volvía a deslizar sus manos por las mejillas del mayor, para pronto acercarse y tomar los labios de Ivlis con los suyos, el diablo abrió los ojos grande y su corazón se aceleró, movía su cabeza negando la acción, no quería corresponder, estaba aterrado, era su hijo, el jamás querría besar a Licorice de esa manera, ¿esto era solo un juego verdad? Esto no era posible, pronto volvió a llorar desesperado, no quería hacer esto, realmente no quería hacer esto, él no quería que nadie más lo besara, él no quería borrar de su cuerpo los últimos vestigios de la existencia de su amado.

El menor no era bueno en lo que hacía, se podía notar que no tenía experiencia besando, por lo que lo soltó pronto, lo vió alejarse mientras tocaba sus labios y una sonrisa se formaba en su rostro – yo... yo bese a madre- dijo mirando a la nada, su mirada era tétrica a pesar de demostrar una profunda felicidad, Ivlis tiritaba de terror, pensó que si cerraba los ojos desde ahora en adelante podría imaginar que esta situación jamás pasó y solo está teniendo un lindo día con su hijo, esa era una buena estrategia para no tener que ver esa tétrica imagen de quien solía ser su razón de vivir, sin embargo no era como él pensaba, al cerrar los ojos solo se encontró con su triste pasado y presenciar nuevamente la muerte del padre de sus hijos. Pasado un minuto vió como su hijo cambiaba de rumbo y se dirigía a la mesa donde dejó esa bandeja que traía consigo – toma madre come, lo he traído para ti –

-... No puedo comer acostado Licorice... además tengo las manos encadenadas...- dijo tímido mirando hacia alguna pared con el corazón destrozado, la iluminación era escasa, apenas si los alumbraban dos antorchas que estaban clavadas a la pared, Licorice se rascó la cabeza – tienes razón, creo que le daré más libertad a las cadenas, así madre no se sentirá incomodo ¿Verdad? – se agachó y tomó una polea que se encontraba bajo la cama en la que estaba Ivlis para dar unas cuantas vueltas y que su madre pudiese mover libremente sus manos, o al menos mejor que antes, una vez el diablo se acomodó el menor se encargó de servirle la cena directamente a la boca, Ivlis solo comía, no era capaz de emitir ninguna dolencia, su cara parecía no tener vida, la verdad es que sentía un nudo gigante apretando su garganta y su corazón, no tenía hambre, ni menos ganas de vivir, sin embargo debía ser fuerte, tenía una vida que cuidar dentro de sí y no quería causarle daño, por lo que aceptó la comida que le daba su hijo sin reprochar – tengo frio – dijo de repente el diablo flama, después de todo aun seguía desnudo –soy un tonto, se me olvido traer la ropa ¿puedes esperar un poco más madre? Cuando termines de comer las traeré para ti –el más alto se puso de pie, se sacó la chaqueta y cubrió la desnudez del diablo – madre, lamento haber tenido que tomar estas medidas, pero estoy seguro que en un futuro me lo agradecerás –decía el de pelo negro acariciando la apagada cabellera de su progenitor mientras este masticaba sobre la cama –ya no puedo volver las cosas como estaban, da lo mismo...- dijo casi inaudible Ivlis sirviéndose otra porción de comida, pronto terminó y miró a Licorice con una mirada sombría - quiero darme un baño- el joven sonrió nervioso- aquí no hay duchas madre, vas a tener que esperar a que implemente una para ti-

-¿Por qué no me dejas salir de este lugar y dejas que me bañe tranquilo? – dijo ya molesto, Licorice se enfadó por esa reacción colocándose de pie y golpeando la mesa haciéndola añicos – porque afuera hay gente que te desea madre, no creas que no sé eso, he visto como la gente del pueblo te mira con deseo, si ya fue mi padre, pronto llegaran más y más demonios deseándote y no podría soportarlo madre... no puedo soportar más esas miradas admirándote, deseándote, queriéndote ¡madre es mío y de nadie más!-

-No saldré del castillo Licorice. – dijo nervioso el diablo viendo como el semblante cariñoso de su hijo se transformaba a uno tétrico, lo veía pasear de un lado a otro moviendo de forma extraña su cabeza, se rascaba el pelo y pronto paró en seco – es por el ¿verdad?... es por Emalf, sé que tenían asuntos pendientes que hablar – dijo con una mirada penetrante – no me gusta que me tengas secretos madre- hizo una pausa mientras volvía a caminar de un lado a otro para pronto parar y hacer un ademan con las manos – yo jamás te tendría secretos- siguió caminando de un lado a otro hasta que paró y se acercó a Ivlis quien estaba aterrado viendo la escena – tendré que matar a Emalf ¿verdad?, así él no te deseará, yo sé que lo hace madre, yo sé que él te mira con otros ojos y no lo puedo soportar –

-Licorice... me asustas-

-Madre, prométeme que jamás volverás a acercarte a Emalf, por favor madre, prométeme que solo me amaras a mí –

-Li... Lico...-

-¡Prométemelo!- dijo furioso apretando los hombros de Ivlis quien comenzó a llorar por el dolor del agarre y del miedo que sentía – yo... yo lo siento, no quise alterarme- el diablo comenzó a tiritar y lágrimas corrían por sus ojos, sabía que esto no tendría un buen final, o era Licorice o era él, pensó en cierto momento, una guerra interna estaba ocurriendo en su mente, él amaba a su hijo y lo amaba como una madre ama a su pequeño bebé, pero habían ciertos límites y Licorice ya los había rebasado todos, le dolía en el alma sin embargo debía aceptar que había perdido a su hijo, a su adorado Licorice, debía sobrevivir, él, Poemi y el bebé que esperaba, de alguna forma debían hacerlo.

-Si no me dejas salir de este lugar dudo poder volver a verlo – bajó la mirada desviándola hacia otro lugar, el menor sonrió aliviado – jaja, sí, eso es cierto, creo que hice bien en traer aquí a madre, yo sé que a madre no le gusta el sol tampoco, así que este es el mejor lugar para que madre viva feliz – Ivlis abrió grandes los ojos sonrojándose por lo último dicho, ¿qué tanto sabía acerca de ese tema? -¿que estas?-

-No te preocupes madre, tu solo encárgate de alimentarte, debo ir a buscar ropa y sabanas para que duermas bien, tu no te preocupes de nada, me encargaré de hacerte feliz, te amo madre – dicho esto salió del calabozo dejando al mayor preocupado, notó que la bandeja traía servicios, así que decidió esconder el cuchillo bajo el colchón por si en alguna ocasión le era de utilidad, no quería ocuparlo con Licorice, solo era por si acaso podía liberarse de las cadenas, mientras tanto Licorice caminaba por los pasillos del castillo para traer lo necesario, pudo notar en su camino a su hermana quien lo esperaba molesta fuera de la habitación de su querida madre –estaba esperándote Licorice- dijo con los brazos cruzados mirándolo sería – el más alto notó el semblante de su hermana mayor - ¿qué quieres Poemi?- dijo descortés –estoy ocupado en este momento –

-Tranquilo, no llevará mucho tiempo, solo quiero saber ¿por qué me golpeaste en la tarde y por qué hiciste llorar a emalf? estas actuando de forma bastante extraña ¿sabes?-

-No es de tu incumbencia Poemi, solo he estado de mal humor- dijo tratando de disimular.

-Por esta vez te perdonaré, pero no habrá una nueva oportunidad, le diré a mi padre que estas actuando mal – dicho esto Poemi se retiró del lugar y dejo el paso libre para que Licorice pasara, el ambiente era tenso, su hermana era una molestia, pensaba el de cuernos morados, si seguía entrometiéndose de esa manera solo estorbaría, además su madre, él no quería compartir a su madre, se dio vuelta en dirección a la habitación de la niña, sin embargo algo le impidió tomar acción y cometer un homicidio, por ahora se centraría en tener una buena coartada por si le preguntaban por Ivlis y de darle la mayor felicidad a este, además madre no se pondría feliz si algo le pasaba a Poemi y la finalidad de esto era hacer feliz a madre, pensó. Caminó rápido por el pasillo hasta volver al cuarto del diablo, tomó las cosas que necesitaba y se dirigió otra vez a la celda de su amada madre. Así pasaron los días, el empleado dejaba la comida a las horas indicadas en el pasillo asignado por Licorice, este iba a buscar la bandeja y desayunaba con su amada madre, lo bañaba en una pequeña tina que había sido instalada en aquel lugar, le dio más libertad dejando solo una cadena enganchada a cada pierna del mayor y decoró el lugar para que no fuese tan fúnebre, todo estaba yendo de maravilla, el pasar los días con su madre, el tenerlo bajo observación y vigilancia todo el día, todos los días, no perderse ni siquiera un detalle de su existencia, eso era vida para Licorice, sin embargo no se percataba de lo que sucedía en el mundo exterior. Había pasado un mes y Poemi claramente echaba de menos a su padre, todos los días lo esperaba fuera de su habitación, pero este nunca llegaba, le preguntaba a Emalf que estaba pasando, y este solo le contestaba que quizás fue secuestrado por Satanick como muchas veces lo había hecho en el pasado, aunque los dos lo dudaban, hace bastante tiempo que esos dos diablos tenían una muy buena relación, es más su relación era tan buena que era envidiable, algo raro estaba pasando, algo que debían descubrir por ellos mismos.

La niña comenzó a sospechar de Licorice, últimamente siempre andaba moviéndose hacia todas partes, o casi no se veía, conociendo a su hermano menor este estaría desesperado si no supiera donde está su madre, así que era obvio que el niño sabía la localización de Ivlis, mañana le preguntaría.

Así fue como llegó el amanecer, Poemi se asomó al alba por la habitación del menor, sin embargo no lo encontró, ¿Dónde estaba su hermano a esa hora? Sinceramente había gato encerrado. Caminó por los pasillos hasta la habitación de su padre y se asomó por la puerta, ahí yacía el demonio durmiendo entre las sabanas de su querida madre, entonces la niña suspiro, al parecer su hermano tampoco sabía del paradero de su amado papi, si fuese así no estaría durmiendo en su cama con esa cara de terrible angustia, suspiró y caminó por el castillo para sopesar la situación, había un clima extraño en el lugar, además, si su padre y su actual "padrastro" Satanick hubiesen salido de vacaciones juntos al menos le hubiesen avisado. Siguió caminando sin rumbo, hasta que comenzó a sentir un extraño ruido, algo similar a sonidos de un sollozo y cadenas arrastrándose, le pareció fabuloso ese sonido, le traía recuerdos de cuando solía torturar a algunos prisioneros, y a más de uno que tenía un delicioso sabor, entonces caminó guiada por el ruido, cada vez se hacía más intenso, dio vuelta las escaleras y se encontró con una entrada que nunca antes había visto, quizás estaba camuflada o simplemente no recordaba este pasillo, vió que tenía un candado por lo que con sus garras lo hizo trizas, no era muy difícil hacerlo, con el entrenamiento que le había dado Rieta eso era muy fácil, caminó entonces por ese oscuro lugar creando una bola de fuego para iluminar y evitar caerse o chocar contra algo extraño, mientras avanzaba se podían oír muchos lamentos, mas había uno en particular que le llamaba la atención, uno que le parecía familiar. Corrió por el pasillo, dio vuelta hacia la derecha siguiendo el sonido de esa cadena hasta llegar a la última puerta, al parecer era en ese lugar, abrió la puerta sigilosa, observando que había en el sitio, pudo ver un cuarto iluminado por una barrera de energía y un ser encadenado a la pared, al parecer dormía, no pudo reconocerlo de inmediato puesto que el pelo le cubría la cara y tenía cortadas sus extremidades, sin embargo al avanzar dentro de la habitación se percató de esos cuernos muy característicos de Satanick, sin dudar era él, ¿qué estaba haciendo ahí? Pronto este abrió sus morados ojos observando a la niña quien había caído por el susto que le ocasionó, trató de gritar que fuese por Ivlis, que rescatara a su padre y huyera, gritó cuanto pudo, sin embargo la niña solo podía observarlo quejarse mas no oír nada de lo que decía, era frustrante para ambos, Satanick lloraba, estaba desesperado, era su única esperanza, nunca más tendría esa oportunidad, así que respiró y moduló perfectamente para que Poemi pudiese leer sus labios – "Salva a Ivlis, está en el otro cuarto, huye con él, aléjate de Licorice lo más rápido posible"- la niña quedó en pánico, pudo entender a la perfección los labios del diablo quien la miraba desesperado, finalmente pudo leer "por favor, apúrate", la menor se levantó del suelo, limpiándose las lágrimas de los ojos, se dirigió a la puerta, la abrió, pero algo la detuvo, dio vuelta la cabeza y miró al diablo con lastima, suspiró y siguió su camino, no podía evitar sufrir, ese tipo moriría y ella no podría hacer nada para salvarlo, sin embargo su prioridad actual era su padre, hasta el mismo Satanick le había pedido rescatarlo, así que si esas eran sus últimas palabras, ella le cumpliría su deseo y esperaría que descansara en paz, abrió la puerta de Ivlis lentamente, no sabía si era ese el lugar donde tenían preso a su padre solo abrió la puerta que le indicó el diablo, y si lo era, podía escuchar el sollozo de su padre sumido en la oscuridad del recinto – volviste- se escuchó una voz de ultratumba –soy yo papi, he venido a rescatarte-

-¡POEMI!- gritó Ivlis, abriendo los ojos grandes y con los nervios de punta, sus ojos estaban cubiertos de lágrimas, no podía creer que lo habían encontrado, no podía creer que lo sacarían de ese lugar, algo dentro de su alma se puso inmensamente feliz, sin embargo debía ser realista, si licorice se llegaba a enterar que Poemi estuvo ahí, quizás la niña no sobreviviría, se movió lo que pudo, después de todo las cadenas no daban tanta libertad como esperaría – papi ¿estás bien?-

-¿Cómo me encontraste Poemi? Debes huir rápido, prométeme que vas a huir- dijo desesperado el diablo flama chasqueando sus dedos para prender las antorchas que estaban en las paredes del calabozo - claro que no huiré papi, vine hasta acá para rescatarte, no importa quién te tiene de esa manera, yo te protegeré- dijo la niña abrazando a su progenitor y besándole la mejilla –te extrañaba tanto papi, pensé que me habías abandonado , pensé que te habías ido con tu nueva familia, me sentí muy mal por eso, pensé que Adauchi, Emalf y yo ya no significábamos lo mismo para ti papi, realmente lamento haber pensado eso, lo lamento mucho, tú estabas sufriendo – dijo mientras le rompía la cadena que ataba al diablo de sus pies – este es nuestro hogar Poemi, nadie me sacará de este mundo, porque es nuestro, una vez fui desterrado del lugar que solía llamar hogar y fue doloroso, no quiero volver a dejar mi hogar, así que no pienses que te dejaría, porque tu perteneces a mi hogar- dijo serio y lleno de energía el diablo quien quería demostrarle realmente lo que sentía a su hija, después de todo nunca se lo había expresado antes, nunca le había dicho que a pesar de su poca preocupación y de haber sido un mal padre con Adauchi, de haberlos obligado a luchar en contra de sus deseos, el había aprendido de sus errores y que los quería, que eran su fuerza y su esperanza – Poemi...- Ivlis abrazó a la menor una vez vió sus brazos libres, le hizo cariño en su cabellera y le sonrió – te quiero hija- le dijo con una tierna sonrisa que hizo que Poemi comenzara a llorar de alegría y lo abrazara mucho más fuerte- y yo te amo papi, siempre lo he hecho, pero no es tiempo para hablar, debemos escapar ¿puedes ponerte de pie?- Ivlis asintió y con su débil cuerpo se puso de pie, a pesar de todos los cuidados que le dio Licorice en este último mes, su cuerpo estaba débil, más que nada por la tristeza que sentía y por el embarazo que ya estaba alterando su cuerpo y sus estado de ánimo, caminó descalzo guiado por la mano de la niña, ambos salieron de la habitación y corrieron por el pasillo aprovechando que no habían señales de Licorice, una vez estando cerca de la salida Poemi recordó a Satanick – papi, debemos volver-

-¿Po...Por qué?-

-En el cuarto que está al lado del tuyo –

-Viene Licorice....-dijo asustado el mayor al sentir un ruido muy cerca- Entra a un calabozo, al que sea –la niña no dudó en abrir la puerta de un calabozo y entrar, antes de hacerlo vió la profunda mirada de miedo y preocupación de los ojos de su padre, nunca había podido apreciar tan bien el color de sus ojos, realmente eran hermosos, un color que solía calmarla, no sabía si era porque hace un mes no era capaz de verlos, o porque todo apuntaba que esa sería la última vez que los vería brillar.  

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