
¿Quién cuida de mi?
{Leer con Valen Más de Morat
Advertencia contenido de autolesiones }
Azoto la puerta causando un gran estruendo, probablemente lo escucharon hasta en Canarias. Joder estaba en su límite, no lo podía creer o más bien se negaba a creer, esa discusión se repetía como un disco rayado una y otra vez en su mente:
— No sé si puedo confiar en ti...
Se deslizo apoyando la espalda por la pared del pasillo sentándose en el suelo, con su corazón bombeando con fuerza dentro de su caja torácica, causándole un incesante dolor de pecho, el nudo que se había formado en su garganta no lo dejaba respirar adecuadamente. No sabía a donde ir pero sin duda alguna necesitaba hablar con alguien o iba a explotar en cualquier momento una persona vino a su mente.
Ferran
Cogiendo fuerzas de Dios sabe donde se levanto lentamente tambaleándose en el proceso con los ojos aguadados reconoció el número de habitación del valenciano. Dio toques suaves a la puerta que en menos de dos segundos contados fue abierta por Ferran.
— ¿Pedri? —la preocupación decoro su rostro al ver a su mejor amigo en ese estado.
Lo hizo pasar sin duda alguna.
El canario tomo asiento en la cama del valenciano mientras que este lo hizo en la cama perteneciente a Ansu, que por gracia divina no se encontraba en la habitación. El mayor no pregunto nada pero sabía que paso algo, digamos que al estar separados miserablemente por dos habitaciones más y al estar en silencio había retumbado un poco el ruido de la puerta siendo azotada con fuerza.
— ¿Gavi y tú...vosotros discutisteis? —pregunto lentamente pasados unos segundos en silencio, recibiendo por respuesta un leve asentimiento por parte del azabache — ¿Y qué os llevo a eso?
Un sonoro suspiro abandono el trabajado cuerpo del isleño.
— Gavi...él la esta pasando mal...joder Ferran. Él me lo niega pero me he dado cuenta —una lágrima rodaba por su mejilla — Todas...las noches se la pasa llorando piensa que no lo escucho...y si lo hago —dejó salir aquellas lágrimas acumuladas durante tanto tiempo — Y-yo...solo quería ayudarlo...quería que me dijese la verdad...para poder cuidarlo y ayudarlo.
Ferran suspiro, no era tonto ni más ni menos sabía que por más mínima que fuese la razón afectaba mucho a Pedri quien tenía un corazón tan pero tan noble que siempre se tragaba todo lo que sentía y que es llanto no era producto sólo de esa discusión con el sevillano sino de todo lo que ha tenido que aguantar durante tanto tiempo y lo que acababa de pasar simplemente era la gota que derramo el vaso o más bien rompió en miles de diminutos pedacitos que ahora le tocaría ayudar a juntar a su amigo. Que se encontraba llorando desconsoladamente en su cama.
— Pedri...entiendo que hayas querido ayudar a Gavi...pero a veces debes dejar de cuidar a los demás —los orbes miel del menor se fijaron en él — A lo que me refiero es que hay personas que nacen para cuidar a otros...y los que nacen para ser cuidados...
— ¿Pero quién cuida de mi?
— ¿Cómo dices?
— Me refiero a qué siempre estoy para vosotros y coño nadie esta para mi —sorbió la nariz con la vista fija en la nada — Y...no...no quiero que me preguntéis que tal estoy ni nada de eso que esa mierda de compasión ya tengo mucho de mi mismo. Yo quiero que me cuidéis como os cuido a vosotros. Joder. A que si estoy mal que me abracen, a que si vomito me sostengan la cabeza y a que si estoy teniendo un mal día simplemente me acompañen a existir así. Estoy harto de tener que valérmelas por mi mismo desde siempre. Tener que ver cómo os desmoronáis y tener que ayudaros. ¿Pero quién me ayuda a mi? Yo no puedo llorar ni caerme que ya me tacháis de inmaduro. Coño. ¡Yo también tengo derecho a derrumbarme a sentirme mierda y no estar fingiendo siempre mis putas sonrisas!
Nunca había oído así a Pedri antes y allí comprendió aquella frase que su psicóloga una vez le había leído:
Las personas que parecen más felices sufren más.
Coño que puta razón tenía es frase.
Se levanto de su sitió y fue a tomar asiento junto a Pedri envolviéndolo en sus cálidos brazos, el menor apoyo la frente en el pecho de su contrario y dejó así salir ese llanto desgarrador.
— Las personas que más se ríen, que su vida parece más feliz, son las que más sufren—dejó una caricia en la espalda de su amigo al oírlo sollar — Son personas solitarias y fuertes, por que guardan todo su dolor para ellos y no piden ayuda... Joder Pedri eres fuerte. Eres un puto guerrero.
Dejó un tierno beso en su pelo.
— Si sientes que ya nada tiene caso y duele el peso de la gravedad, siempre hay refugio en un abrazo, siempre hay alguna luz en la ciudad —lo apretujo en sus brazos — Y esa luz voy a ser yo. Voy a estar para ti siempre, gilipollas.
— Gracias —murmuro tratando de regularizar su respiración.
Estuvieron así durante varios minutos en silencio, sólo ellos dos.
Pedri era la curita de Ferran.
Y Ferran era la curita de Pedri.
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Aquella noche ni el canario ni el sevillano lograron dormir bien. El azabache se había quedado con Ferran mientras que el castañito se quedó dormido sólo abrazándose a si mismo en posición fetal.
El placentero sueño de Gavira fue interrumpido por unos intensos rayos de sol que daban directamente a su rostro, se incorporo de aquella incomoda silla — si se había quedado dormido en la terraza— Le dolía todo el santo cuerpo de verdad, camino hasta ingresar hasta su habitación y esa pequeña llama de esperanza de encontrar a Pedri abandono su ser al notar que todo estaba tal y cómo lo había dejado ayer.
Bufo para si mismo y frotándose los ojitos se dirigió al baño cogiendo una toalla junto con sus cosas de aseo personal. Ya se había duchado y vestido, cuando iba a guardar su cepillo de dientes aquel neceser fue a caer al suelo del baño desparramando todo el contenido, haciendo que el menor se tuviese que agachar para coger todo lo que había salido del mismo, cuando le faltaba el último elemento por guardar se fijó que era un corta plumas que había ocultado cuando Roma se entero para que lo utilizaba y le había confiscado todo aparato punzante. Se incorporo nuevamente y dejó el neceser apoyado en el lavado.
Miro fijamente el corta papeles y lo dio vuelta en la mano, una vez que lo inspecciono con la mirada soltando un suspiro cansado, llevo dicho elemento hasta posicionarlo sobre su muñeca izquierda lo apretó con fuerza trazando líneas de las que poco a poco comenzaron a salir tenues hilos de sangre que decoraron su piel tersa.
Holap, bueno gente primero que nada no se corten en serio, si están pasando por momentos duros hable con alguien en serio me pueden contar también al priv si les pasa algo.
Sin más me despido.
Lai<3
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