6.
Yoongi se encontraba en su departamento planchando algunas prendas mientras hablaba por teléfono con alguien.
—Bueno, es que quiero saber— dijo en un tono coqueto mientras apretaba el aparato entre su oreja y su hombro.
—Las mismas medias blancas que uso diario— le susurró Cindy al otro lado de la línea. —Y tú eres un loco demente.
—¿Y qué? ¿Nada debajo?— escuchó a la chica reír.
—Eres malo.
—Bueno...necesito el número de un paciente que él vió ayer. Park o algo así.
—¿Quieres el número de Park Jimin?— preguntó dejando de reir.
—Si. Porque él mencionó como a seis neurólogos— mintió. Dejó la plancha y se acercó a buscar un bolígrafo. —Y Pfizer va a sacar un medicamente para Parkinson y quiero contactarlos. Y ganar mucho dinero, señorita preguntona.
—Pero yo no debo dar los números.
—¿Qué? Tú me diste tu número, malcriada. ¿Tus amigos saben lo mala que eres?— preguntó de forma seductora.
—Yoongi— se quejó la chica.
—Porque si supieran lo mala que eres...— el timbre de su departamento comenzó a ser tocado con insistencia. Yoongi hizo una mueca, él no esperaba a nadie. —Te prometo usar el etetoscopio cuando juguemos, enfermera mala— escuchó que tecleaba algo en su computadora.
—5432312— le susurró rápidamente.
—Tengo que colgar, muchas gracias— dijo cuando terminó de anotar el número para abrir la puerta que era golpeada con fuerza.
Abrió y se encontró a su hermano Taehyung con una maleta.
—¿Qué? ¿Qué haces aquí?— el menor lo miró con una sonrisa que se fue transformando en una mueca.
—Estoy hecho una mierda— dijo empezando a llorar. —Jungkook me echó de la casa— lloró entrando a la sala.
—No puede ser— dijo Yoongi después de cerrar la puerta.
—¿Puedes creerlo? Creo que esta cogiendo con alguien. Lo juro por dios— dijo sentándose en uno de los sillones.
—¿Enserio? ¿Y por qué te echó?
—No sé, Yoongi. Dijo que yo era adicto a la pornografia.
—¿Lo eres?
—Por supuesto que lo soy. ¿Qué no lo son todos?— dijo levantándose para
empezar a caminar de un lado a otro, respirando como si le faltara el aire.
—Dios, no puedo respirar— dijo inclinandose hacia adelante. —Tengo.. un... ataque...de pani...co— dijo entrecortadamente tirándose en otro de los sillones.
—Hermano...—trató de hablar Yoongi.
—¿Tienes un atimar?
—Tengo sanax.
—Está bien. ¿Tienes muestras? Yoongi— dijo poniéndose de pie para mirarlo. —Me siento muy, muy vulnerable ahora— siguió respirando de forma rara.
—Está bien, está bien.— dijo acercándose a él para abrazarlo. —Ven aquí. Ya, tranquilo.
—No— dijo Taehyung cortando el contacto. —No somos de abrazos.— Yoongi asintió incómodo.
Un rato después, Taehyung estaba sentado como indeciecito frente al televisor jugando a los videojuegos en ropa interior.
—Vamos! Rápido! Ya lo tenemos!— exclamó apretando los botones del mando.
—Tae, baja el volumen— pidió Yoongi sentado en la cocina. Tenía su celular y el número que Cindy le había dado. Comenzó a marcar.
—No!— se quejó el menor.
—Taehyung!— advirtió. Empezó a llamar.
—¿Hola?— escuchó que una dulce voz respondía.
—¿Por qué tomaste esa foto?— Jimin comenzó a reirse al otro lado.
—¿Es el chico del gran trasero?— preguntó Taehyung acercándose a él. Yoongi le hizo gestos para que se callara.
—¿Cómo conseguiste mi número?— preguntó el castaño. Taehyung se pegó a su hermano y seguía preguntando si era el chico que le contó. Yoongi trataba de taparle la boca para poder escuchar al otro lado. —¿Qué? ¿ llamaste a la oficina de Kim?— El pelinegro seguía sin responder porque luchaba por alejar a Taehyung de allí. —¿Cómo conseguiste mi número?— repitió.
—Con la recepcionista— por fin contestó.
—A quien te cogiste— dedujo Jimin.
—¿Qué dice?— le susurró Taehyung. Yoongi le puso la mano en la cara y lo
empujó.
—Toma un café conmigo— pidió alejándose de su hermano.
—¿Por qué?
—Porque si. Soy un vendedor. No soy un pervertido.
—Es lo mismo.
—Mira, perdón por verte el trasero pero...— Taehyung que se había acercado nuevamente comenzó a reír al escucharlo. —Es hermoso— el menor le dió un golpe en el pecho sin dejar de reír. —Tranquilo— le susurró alejando el teléfono.
—¿Hola?— preguntó al no escuchar respuesta.
—Si. Si.
—Por un segundo creí que habías colgado.
—Debería hacerlo.
—Que, ¿Y perderte la oportunidad de insultarme?
—Te gusta ser insultado.
—Un segundo, ¿si? Por favor— pidió escuchando como Taehyung hacia ruido moviendo platos. Se acercó y le dio un fuerte golpe en el brazo.
—AAUUU— gritó.
— Por la persona correcta— volvió a hablar al teléfono.
—Ay por dios, es una llamada de ventas. No. Y vas a seguir en el teléfono hasta que diga que si. ¿verdad?
—Yo tomo mi trabajo muy enserio.
—A las cinco. Lulu’s.
—Si— festejó Yoongi. —Adiós.— colgó y comenzó a golpear al menor feliz.
—¿Por qué todo lo quieres arreglar con violencia?— preguntó dándole
manotazos. Empezaron a pelear infantilmente.
*
Esa tarde, Yoongi se apresuró a llegar al café en el que lo citó el castaño.
Incluso llegó más temprano.
—Dije a las cinco— el chico apareció frente a él usando un pequeño delantal con el nombre del lugar, dejó una taza de café en la mesa y se fue nuevamente.
Yoongi lo observó con una sonrisa.
—¿Y?— preguntó Jimin a su compañera en la barra sin girarse hacia Yoongi. Comenzó a sacarse el delantal.
—Esta precioso.
—Por favor. Si quieres quedatelo— le dijo dejando el delantal en la barra.
—¿Pantalón caqui? No gracias.— Jimin se rió y camino hacia Yoongi con un café en la mano.
—Bueno— dijo sentándose— ¿Cómo te llamas?
—Min Yoongi.
—Yoongi— repitió. —si claro, lo siento. ¿Qué buscas?
—¿Qué busco?
—Ay disculpa, está es la parte donde preguntamos de dónde somos y qué
estudiamos en el colegio.
—Que hermosos ojos tienes— dijo Yoongi mirándolo fijamente.
—¿Es todo?¿Es lo mejor que tienes?
—Hablo enserio, son hermosos— respondió encogiendose de hombros.
—Pues gracias. A ver, ¿qué otra cosa?— dijo levantando la cabeza como
pensando. —¿Mi niñez? ¿Cuando me enferme?
—¿Siempre eres tan malo?
—En realidad estoy siendo amable— dijo colocando su mano sobre la taza. La sonrisa de Yoongi se borró al ver como sus dedos temblaban. Jimin escondió su mano al sentirse observado. Tomó un poco de su bebida con un sorbete.
—¿Cuál es tu cuota de este mes?— preguntó Jimin tirando su cabello hacia atrás. —¿Tuviste tu revisión de desempeño?— lo miró apoyando su mentón sobre su mano.
—¿Es tu temblor en reposo?— preguntó Yoongi observando su otra mano. —¿Viene y se va?
—Eso no te incumbe— respondió con una sonrisa un poco falsa.
—Te pasa cuando estás nervioso— afirmó el pelinegro mirándolo a los ojos.
—Señor experto, ¿por qué tendría que estar nervioso?
—Porque estas interesado.
—¿Y eso me pondría nervioso?
—Si. Tu mente esta diciendo una cosa y tu cuerpo esta diciendo otra.
Ambos se miraron fijamente a los ojos por unos segundos.
—Vámonos— volvió a hablar Jimin.
—¿Disculpa?— preguntó sin entender.
—Bueno tu quieres cerrar. ¿No quieres tener sexo?
—¿Ahora?— preguntó casi ahogandose con su propia saliva. Jimin rió y Yoongi lo miró sin comprender.
—Ay si, ahora debo actuar como si no supiera si esto es correcto. Y tú me dices que no existe ni el bien ni el mal. Sólo existe el momento. Y luego te digo que no puedo, mientras hago señales de que si. Aunque no lo necesitas porque tu no estas oyendo, porque esto no se trata de conectar para ti. No se trata ni del sexo para ti, sino de hallar una hora o dos de alivio del dolor de ser tu. Y eso está bien para mi, porque yo quiero exactamente lo mismo.
Yoongi lo miró por unos segundos. —¿Significa que no tengo que dejar propina?— preguntó con una sonrisa.
El departamento de Jimin estaba en el segundo piso de la cafeteria en la que trabaja así que sin perder tiempo lo arrastró con él. No habia terminado de abrir la puerta cuando ya se estaban besando.
El espacio era de concepto abierto y se entraba directo a la cocina. Yoongi lo besó de forma desesperada. Jimin luchaba para desabrochar su camisa. El pelinegro lo giró y lo empujo hacia la mesada, mientras le besaba el cuello le bajó el pantalón y el boxer. Jimin lo tomó de la nuca y lo atrajó para besarlo inclinando su cabeza hacia atrás mientras que una de sus manos se colaba en la ropa interior del mayor para sacar su miembro. Casi sin preparación lo penetró y
comenzó a embestirlo con rudeza. El castaño gemía mientras que su cuerpo golpeaba contra la mesada. Yoongi gruñó en su oído y giró llevandose a Jimin con él para empotrarlo sobre la mesa.
Un rato después ambos estaban tirados en el piso de la cocina. Yoongi estaba recostado sobre el pecho de Jimin, los dos tratando de recuperar el aliento. Seguian casi vestidos, la camisa del castaño estaba tirada a un lado, su pantalón estaba un poco bajo y su boxer también. Yoongi tenía puesta la camiseta pero no la camisa, su pantalón y su boxer estaban a la altura de sus tobillos.
—Sé que estas pensando— dijo Jimin con la respiración agitada. —"Me quedaré cinco minutos o diez y mi beeper donde habrá quedado".
—No estoy pensando en eso. Está bajo la mesa.— Jimin comenzó a reírse. —Tú debes estar pensando “¿cuál era su nombre?”
Jimin se estiró, tomó el beeper y se lo alcanzó. —Adiós Jonnhy— dijo en burla. Yoongi lo tomó y el castaño suspiró. —Creo que es hora de que te vayas.
—No necesito irme.
—Pero yo necesito que te vayas— dijo empujandolo con su rodilla, lo golpeó
levemente en la entrepierna.
—Está bien— dijo Yoongi quejandose por el dolor. Se levantó del suelo y comenzó a acomodarse la ropa.
—Fue un placer conocerte— Jimin estiró su mano desde el suelo mientras Yoongi se subía el boxer. El pelinegro se cubrió la entrepierna, se inclinó y tomó su mano para saludarlo.
—También fue un placer— se acomodó el pantalón —Tal vez nos veamos algún otro día— dijo abriendo la puerta. LLevaba su camisa en la mano y su pantalon sin cerrar. —Oh, aquí están las llaves— dijo cuando las encontró del lado de afuera. Las sacó y las tiró sobre la mesa.
—Si gracias.
—Adiós.— cerró la puerta y se fue de allí.
Jimin se quedó mirando la puerta desde el piso. Tenía una pierna doblada, la otra estirada y sus brazos también.
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