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4.

—Lo aceptado es un represante a la vez. Que se joda la etiqueta!— decía Hoseok, mientras caminaban al consultorio de uno de los doctores. —Los competidores son el enemigo. Muy bien. Kim.— dijo deteniéndose frente a una sala de espera. —Kim es el doc y tienes que cerrar. Dirige un grupo en la ciudad, muchos estudiantes que usan prozac y deberían estar tomando zoloft.
—¿Y siempre traes donas?— preguntó observando la caja que llevaba su compañero.
—Las ventas son parecidas a las citas: quieren que los lleves a cenar y finjas que no esperas nada a cambio.
—Nadie tiene sexo sin una cena.
—Exacto.— ambos ingresaron al lugar y se acercaron al mostrador de recepción. —Gail. Buen día! ¿Cómo estás está hermosa mañana?— saludó Hoseok sonriente. La recepcionista ni siquiera le respondió, sólo señaló los asientos de la sala de espera. Sabía perfectamente quien era ese chico.
Simplemente se sentaron a esperar.
Yoongi estaba aburrido, jugaba con el maletín donde llevaba los fármacos. Suspiro y tomó una de las revista de la sala de espera.
—Los enfermos tocan esas— advirtió Hoseok y el pelinegro la devolvió con una mueca.
Un alboroto se escuchó detrás de ellos por lo que se giraron para ver.
—Cuando ordeno un segundo examen es por algo!— le gritó un doctor a la que parecía ser su secretaría. —Maldita sea!— volvió a quejarse. La chica sólo pudo bajar la cabeza aceptando su error. —Es increible— dijo volviendo hacia los consultorios.
—Es él— le susurró Hoseok. Yoongi lo miró con cara de miedo. —No es buen momento— dijo poniendose de pie para irse de allí.
—Si no entramos en cinco minutos, nos vamos. Sólo los tontos esperan demasiado.— dijo Hoseok sentado en otra sala de espera. Esta vez tenía una canasta con frutas en su regazo.
—Oh ahí estas— saludó la recepcionista a un hombre trajeado que acababa de ingresar.
—Hola bonita. ¿Cómo estas?— le respondió el hombre.
—Ven aquí— le dijo la mujer poniéndose de pie. Ambos se saludaron con un pequeño beso en los labios. Hoseok los observó con cara de asco y Yoongi confundido.
—Dos boletos para la ópera el 19— dijo el hombre entregandole un sobre a la mujer.
—Te odio. ¿No puedes ir tu en lugar de mi esposo?— se quejó la mujer.
—Trey Hannigan— le susurró Hoseok. —Vende prozac, es de los mejores en la nación. Es el diablo.
—Está al teléfono con Watson— informó la mujer a Hannigan. —Entra por atrás.
—Es la razón por la que no llegamos a la cuota en zoloft.
—¿Él va a entrar?— pregunto incrédulo Yoongi, viendo al recién llegado ingresar a la zona de consultorios.
—Que cabrón— se quejó Hoseok.
Ambos tuvieron que irse de vuelta a la empresa. Otro día perdido.
*
—Mostrando 5% de aumento al mes, iremos a la tierra prometida— dijo Hoseok entrando al edificio de Pfizer.
—¿Tierra prometida?— preguntó Yoongi sin entender.
—Seúl. Civilización, cultura y lo mejor mi esposa e hijos. Sólo la crema innata llegan a Seúl. Y presiento que tu y tu pene inquieto, serán mi entrada a las grandes ligas— le dió unos golpes en el hombro y se fue. Yoongi asintió procesando la información.
*
Otro día comenzaba y nuevamente estaba en la sala de espera del doctor Kim.
Esta vez estaba solo. Debia trabajar por su cuenta. Cansado de esperar se levantó y se acercó a la recepcionista.
—Buen día— saludó con una sonrisa apoyándose en el mostrador.
—Los nuevos representantes deben traer un almuerzo. Es la lista de fechas disponibles. —dijo la recepcionista entregandole un papel. —La primera es en cinco semanas.
—Excelente— respondió Yoongi observando el papel.
—La lista de comidas aprobadas— volvió a hablar entregandole otra hoja. —No sushi, no ensaladas.
—No ensaladas— repitió Yoongi.
—Deje sus muestras conmigo.
—Hola— volvió a saludarla con una brillante sonrisa.
—Cinco semanas— respondió la mujer con cara de pocos amigos.
—Le voy a agradar— dijo Yoongi con una sonrisa.
—¿Disculpe?
—Tarde o temprano todas caen. ¿Sabe por qué? Porque hago lo que sea para que suceda. Soy muy entrenable. ¿Cómo se llama?— preguntó cruzado de brazos.
—Gail. Cinco semanas.— contestó la mujer sin expresión alguna.
—Oh Gail. No es justo. Yo estoy siendo honesto y ya mostré mi vulnerabilidad, ¿y esta rechazandome? ¿Le parece justo?— la secretaria que habian visto ser retada por el doctor Kim, estaba escuchando la conversación desde su escritorio, por lo que empezó a reir.
—No te metas Cindy— la retó la mujer.
—Disculpa— dijo sin poder dejar de reir.
—Miren estos ángeles de dios— exclamó Yoongi. —¿Cómo los doctores pueden trabajar aquí?
—Perfecto. ¿Qué quieres?— preguntó la mujer cansada de la insistencia del
pelinegro.
—Que me permita dejar mis muestras en donde las vea. Porque sino usted las tirará cuando me vaya.— Al verse descubierta la mujer suspiró e hizo un gesto con la mano como diciendo que podía pasar. Yoongi sonrió a ambas mujeres.
—Gail. Ni sushi, ni ensaladas— dijo tomando su maletín.
Estaba colocando varias de cajas de zoloft cuando el doctor Kim entró al
deposito.
—¿Quién lo dejo pasar?— preguntó enojado.
—Oh Doctor Kim— se acercó a él— ¿Sabe que preescribiendo zithromax para infecciones, reduce la diarrea...?
—Cindy!— gritó el hombre pasando de él.
—¿Qué tal un bolígrafo?— trató de detenerlo. —¿No? Bueno.— lo vio irse y suspiró.
Se acercó nuevamente a las estanterias y observó las cajas de prozac. Chequeo que nadie lo estuviera observando y guardó todas las cajas de la competencia en su maletín rápidamente.
—Bien, príncipe encantado. Es tiempo— dijo Cindy.
—Está bien— le dijo Yoongi con una sonrisa. —¿Quieres un bolígrafo?—
preguntó sacando uno mientras caminaban hacia la sala de espera.
—Gracias— sonrió la chica. —Adiós.
—Adiós— se despidió coqueto.
Salió del lugar y caminó directo a un contenedor de basura en el estacionamiento. Allí tiró todas las cajas que había tomado y se fue silbando como si nada hubiese pasado.

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