1.
Transcurría el año 1996. En una tienda de aparatos electrónicos un sexy vendedor utilizaba todo su encanto para vender la mayor cantidad de productos.
—¿Quieren bailar?— les preguntó a dos chicas que miraban una radio
—SI!—
—No les importa si lo subo ahí, ¿no?— dijo colocando la radio sobre su hombro luego de poner la canción Two Princes de Spin Doctors.
—NO!— dijeron las chicas comenzando a bailar con él.
—Esto es algo sexy— dijo bailando más pegado a las chicas. —Deberían tener una de estas, es muy ligera en sus hombros. Prueba, prueba ahí— colocó la radio en el hombro de una de ellas.
—¿Se siente bien no?— preguntó mientras seguía bailando con ellas. —A ver— dijo tomando nuevamente el aparato para colocarlo sobre sus hombros.
—Siganme señoritas. Siganme a la caja registradora— sin dejar de bailar caminó hacia allí.
—De acuerdo— respondieron las chicas siguiéndolo.
Otra venta para él.
Unos minutos después se encontraba sentado junto a un televisor tratando de convencer a dos chicos.
—Diganme. Se nota que ustedes fuman marihuana. ¿No? Se fuman una pipa y compran de una de estas— dijo señalando el televisor— Phillips esta bien, si estan pasados. Samsung, bueno no es actual. —mostró otro televisor. — BOOM! eso es una explosión— dijo mostrando otro de ellos con un cartel de nuevo producto en él. —ya drogados los sorprenderá— les aseguró.
Otra venta para él.
Luego, se encontraba junto a una abuela que buscaba un teléfono celular.
—Si quiere algo muy pequeño, tengo este —dijo mostrándole un celular con tapa. —muy pequeño. Mire como se abre— lo volvió a tomar. —Hola ¿cómo estás?— preguntó con una voz graciosa mientras cerraba y abría el aparato.
—No sé. ¿Cómo estas tú?— preguntó la señora riendo.
—De lo mejor— respondió llevando a la abuela hacia la caja.
Otra venta para él.
Así era él, podía convencer a cualquiera con su carisma. Siempre ganándose a los clientes.
No sólo a ellos.
Se encontraba en el depósito con la esposa del dueño. La mujer estaba sentada sobre un mostrador viejo, él estaba entre sus piernas. Besaba su cuello mientras la chica rodeaba su cintura con las piernas y arañaba su espalda. La levantó y la colocó sobre un parlante.
—No deberíamos hacer esto— decía la chica mientras él no dejaba de besar su cuello. —Jerry está allá afuera— dijo mirando hacia la salida.
—¿Qué podría ver?— preguntó, la chica comenzó a reírse.
—No sé porque eres tan sexy— Él se encongió de hombros y volvió a besarla.
—Espera— pidió sin darse cuenta que tiró su celular al suelo. El aparato activó el marcado rápido y llamó a uno de los números agendados.
En local Jerry se encontraba con uno de los clientes tratando de vender un equipo de video. Pidió permiso al cliente y atendió su celular.
—¿Hola?— gemidos de una mujer escuchó del otro lado.
—Oh por dios, más fuerte— escuchó reconociendo la voz de su esposa.
—¿Dónde esta?— susurró el hombre recorriendo con la mirada el local buscando a su empleado. Al no verlo, corrió hacia el depósito.
Minutos después, gritos se escuchaban desde el interior. El joven salió con la nariz sangrando, claramente había recibido un golpe en el rostro. El dueño del local seguía gritandole a su esposa. Él simplemente caminó hacia la salida
acomodandose la ropa. Vio a una chica observando un equipo de audio y se acercó a ella.
—¿Sabes? Hay otra marca muy buena que vende la misma unidad por cuarenta dólares menos.
—¿De verdad?
—Si, pero no aquí.
—Ah, gracias.
—Puedo conseguirte uno— dijo sacando su tarjeta de presentación. —Si tú quieres.
—Oye, ¿te encuentras bien?—preguntó viendo la nariz sangrante del chico.
—Si— dijo haciendo un gesto con la mano como restandole importancia luego de limpiarse. —Dame tu número y te aviso cuando la tenga— sacó su celular y espero a que se lo diera. La chica lo observó con una sonrisa. —¿Cuál es tu nombre?
—Amber.
—Oh, que hermosos ojos.
En ese momento Jerry salió del deposito y caminó furioso hacia él.
—TÚ— dijo señalandolo. —No vuelvas a poner un pie aquí— Varios de los empleados tuvieron que frenarlo para que no vuelva a golpearlo. —Maldito— le gritó.
—¿Sabes qué? Me debes comisiones sobre cicuenta y cuatro mil dolares de equipos de segunda con origen cuestionable y con sobreprecio. Hijo de puta.
—TE VOY A MATAR. HIJO DE PUTA— se les hacía muy difícil a los otros empleados detenerlo.
—¿Sabes qué? ¿Por qué no me las envias? Tu esposa sabe la dirección.— dijo saliendo del local.
—¿Dónde vas?— dijo frustrado el hombre logrando librarse de quienes lo sujetaban.
—AMBER!— gritó la chica a la que le pidió el teléfono. —434660— gritó su celular mientras que veía como el chico huía de allí.
Esta historia es una adaptación de la película Love and other drugs (de amor y otras adicciones en Latinoamérica) por lo que decide dejar que todo transcurra en el año 1996 para que tengan sentido algunos sucesos.
Gracias por leer.
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