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Mirar es suficiente | BajiTrio

Género: E (contenido sexual explícito).

Tema: ... supongo que esto cuenta como exhibicionismo KJSGHKJDGH.

Resumen: Aunque Baji no siempre se involucre activamente cuando les gana el deseo, puede participar de otras formas que disfrutan los tres.

Notas: Esto iba a ser parte de la Poliamor Week que se hizo en el grupo de FB Club de Lectura de Fanfiction, pero tragedias pasan. Si siguen A veces son tres tercios, este es el lemon al que me refería en la última actu. Le meto un poco de mi headcanon de Baji en el espectro asexual, btw, y puede que noten referencias si han leído mi longfic.

No es que haya sido algo que pensara recurrentemente hasta que le tocó enfrentarse al tema, pero Baji siempre consideró que lo carnal le atraía muchísimo menos que a quienes lo rodeaban. En la pubertad, tenía muy cerca a Pah con sus revistas adultas y a Kazutora con sus posters de gravure en la habitación, ni hablar de las conversaciones que de vez en cuando le tocaba oír de sus bocas, mas no lograba comprender la maravilla de todo. Lo veía problemático, de hecho. ¿Darse la molestia de convencer a una desconocida o de conquistar a una más allegada para un polvo? Para todo ese proceso, mejor la mano, pensaba. Si la idea era solo sentirse bien, con uno mismo era suficiente.

Con el tiempo, solo porque se vio acorralado, descubrió que su caso era un tanto distinto al promedio. Con Kazutora besándolo de la nada una noche en que la lluvia interrumpió su recorrido en moto por la ciudad, se dio cuenta de que su indiferencia a los atributos femeninos venía de que su interés iba dirigido hacia los suyos; aun así, todavía le costaba imaginarse con cualquiera. Sí, tenía su lista de chicos atractivos, pero solo era algo estético. En ese entonces, el del tatuaje de tigre era el único que veía a su lado como amante. Un mes más tarde, el sexo se unió a su dinámica y, a pesar de lo placentero que podía ser, aún no se convertía en la urgencia que era para otros.

El año siguiente, en un giro que jamás habría imaginado, sumó un novio más. Chifuyu había logrado ser la segunda persona en encender su llama, y que los tres compartieran los mismos sentimientos era perfecto. Cuando estuvo listo para participar en la cama junto a ellos, recibir el doble de estímulos fue intenso, mas no cambió su opinión al respecto en lo absoluto. Por supuesto, podía iniciar encuentros, pero eran muchos más los que proponían sus parejas.

En algún momento, tuvieron que hablar sobre sus diferencias en la materia, pues cada vez era más notorio que solo se dejaba llevar, y eso cuando tenía ganas, porque muchas veces nada más se sentaba a observarlos hacerlo todo, lo que los confundía, más a Kazutora. En esa charla, les explicó que necesitaba menos para quedar satisfecho, que su mayor objetivo era que se sintieran bien los tres y compartir. No debían preocuparse si, en ocasiones, su único deseo era mirar; no era que hubiese problemas entre ellos ni que no lo complacieran, sino que verlos disfrutarse le bastaba en ciertos días.

Desde entonces, se han ido acostumbrando a que su deseo no sea tan fácil de disparar como el de ellos. De hecho, hay algo en específico que, últimamente, a ese par le encanta hacer.

Con sus trabajos de medio tiempo, han conseguido pagar una residencia para los tres desde unos meses después de que Chifuyu iniciara la Escuela de Aviación, motivo por el que les es más sencillo sorprenderlo cuando es el último en llegar o cuando solo es él quien sale y regresa, como hoy.

A veces lo presiente, pero en esta solo empieza a sospechar cuando no le responden el aviso de llegada a casa. Como también podrían estar durmiendo, camina con cuidado, pendiente de cualquier atisbo de ellos.

—Ngh-... —Se oye ahogado por alguna barrera, pero eso es suficiente para que Baji preste mucha atención a sus sentidos. Ese fue Chifuyu, y ya se hace una idea de lo que está haciendo o, más bien, de lo que le están haciendo.

Frena en seco al llegar a la sala de estar y ver hacia el balcón que usan para tender la ropa. Es un buen día afuera, ideal para lavar; es evidente que sus novios pensaron igual. Allí, entre sábanas más algunas camisas recién puestas al sol como única cortina, Chifuyu está con una mejilla en el suelo mientras Kazutora, tras su cadera elevada, hunde tres dedos en su interior. Se pregunta cómo es que acabaron desnudos —deseosos— durante un quehacer como ese, pero el calor de hoy junto a la humedad que gotea de la tela pueden ser los culpables.

—No te contengas. Tal vez nos oigan, pero nadie nos verá —antes de darse cuenta, Baji ya está abandonando las bolsas del mercado a sus pies para acercarse al cristal que separa la sala de estar del balcón. Más que sentirse atrapado, sus latidos aceleran de anticipación cuando Kazutora voltea en su dirección y continúa con la mirada en él—, al menos no nadie que no queramos.

Chifuyu finalmente abre los ojos; aun si le daba la cara, no se había percatado de su presencia por haberlos mantenido cerrados. Que le sonría al verlo debería ser un crimen, peor aún si el gesto se transforma en labios bien separados por un gemido justo después.

—Llegas justo a tiempo. —Se acomoda el flequillo tras las orejas con la mano libre. Todavía lo mira; los dedos dentro de Chifuyu saben bien lo que hacen incluso con pequeñas distracciones, a juzgar por lo roja que está su cara—. ¿Te sentarás?

—Me conoces bien. —Aunque se agache en un inicio, la idea es decidir qué posición es la que luego le permitirá observar todo mejor. Por ahora, estar en cuclillas es suficiente para quedar más o menos a la misma altura que el centro de la acción—. Hoy lo hacen en público, ¿eh?

—Ni tanto, todo esto nos tapa.

—Pero podrían verse sus sombras a la distancia.

—Hm, lo dudo —canturrea ligeramente. Hay cierta picardía en él, y cree saber por qué. Las sábanas no alcanzan el suelo, por lo que podrían llegar a verlos un poco si se fijan bien. Ese es el riesgo que le encanta a Kazutora. Que los esté mirando justo en esta ocasión debe ser más que excitante para el chico del tatuaje, quien regresa su atención al menor—. Chifuyu...

—¡A-ah...! —Debe haber tocado allí, por como aprieta los puños incapaces de ceñirse a algo en el húmedo suelo.

—Mostrémosle más. —Se inclina sobre él hasta casi reposar la barbilla sobre su hombro. Lo siguiente no lo escucha bien, lo intuye leyéndole los labios—. ¿Estás listo?

Chifuyu lo ve como puede y asiente con la cabeza, entonces, Kazutora saca los dedos de su interior. Sin darle descanso, lo abraza desde atrás a la altura del pecho para elevarse ambos a la vez hasta quedar de rodillas. Baji no puede evitar pasear la mirada por las marcas rojizas desperdigadas por el cuerpo del más bajo una vez que se acomodan frente a él.

—Te has divertido mucho con él, ¿eh? —pregunta, los ojos fijos en un par de mordidas en sus muslos.

—Queríamos darte la oportunidad de llegar. —Ya más estables en su nueva posición, Kazutora desciende el brazo derecho por el torso de Chifuyu. Baji nota cómo respinga cuando sus dedos se pasean por áreas sensibles a las cosquillas.

—Sí que les gusta ser vistos, ¿hm? Par de pervertidos.

—Solo si es por ti —aclara Chifuyu justo antes de inhalar repentinamente por la mano que envuelve la base de su pene.

—Perfecto. —Es el equilibrio que han encontrado para estas veces: si Chifuyu y Kazutora están deseosos en un momento en el que Baji no tanto, mas no lo suficiente como para excluirse, quedarse a mirar lo soluciona todo—. Kazutora, no juegues tanto con él o no me quedará mucho por ver.

Nnngh. —No es de extrañar que las palabras surtieran más efecto en el menor, a pesar de no ir dirigidas a él. Aunque sea al que menos le va esto de observar, sea desde el extremo que sea, la conversación es poderosa en Chifuyu si eligen muy bien lo que dicen. Al no quedarse callados, sacan el mayor provecho de este método para todos.

—Sí, sí, ya voy. —Deja ir su miembro y, aun si Chifuyu evita que vea gran parte del cuerpo del mayor, es evidente que pasa a alinearse para entrar.

—Muéstrenme lo que solo yo puedo ver.

Sin más, Kazutora mordisquea el lóbulo derecho de Chifuyu mientras se adentra a él.

La vista es asombrosa. Los párpados de Chifuyu casi parecen revolotear hasta permanecer cerrados, en contraste con su boca, que se abre en grande mientras más profundo llega el otro. No da señales de que el flequillo prófugo de Kazutora le haga cosquillas. Cuando ha recibido hasta la base, deja entrever sus ojos.

—Lo estás haciendo muy bien. —Premia en cuanto cruzan miradas. Apenas logra oír el sonidillo agudo de aprobación que escapa del aludido.

Si no fuera por el piso en gran parte mojado, Baji pasaría por la puerta, aprovechando que está abierta, y se sentaría en el balcón, junto a ellos. Esa no es la manera en la que quisiera acumular humedad en sus pantalones ahora mismo; además, hay algo interesante en verlos a través de un cristal, fuera de su alcance y, aun así, todos completamente involucrados.

—Quiero que mires a Keisuke lo más que puedas cuando empiece a moverme —dice a la vez que le hace girar el rostro para besarlo. Hay lengua y dientes allí, Baji solo puede imaginar el ruido que harán.

Luego de un rato, en lo que Kazutora deshace el abrazo a su pecho para ceñirse a su cintura, Chifuyu lleva una mano a su cabeza. Específicamente, sus dedos parecen juguetear con el pequeño moño que sostiene casi todo su cabello. Si su intención era deshacerlo, Kazutora asegura su fracaso al iniciar el vaivén sin previo aviso.

—Hace calor, no hagas eso —gruñe, prácticamente, detrás de él.

—No dices eso sobre tener sexo. —Entrecierra los ojos, tal vez por el placer y por el reclamo en proporciones iguales.

—¿Por eso están en el balcón? —Baji arquea una ceja.

—Aquí nos da el viento —contesta Kazutora, como si fuera lo más lógico del mundo—, y tú no estás viendo a Keisuke. —Lo hace voltear de nuevo con una mano.

—¿Desobediente desde el inicio, Chifuyu? —Inclina la cabeza a un lado sin deshacer su expresión.

—No, K-... Kei-san...

—Hm... —A pesar de que aún no logren que abandone el honorífico, Baji es débil ante el nuevo apodo que Chifuyu ha estado usando para él desde hace pocos meses—. Kazutora, dale una lección.

—Enseguida. —Con una sonrisa pícara, vuelve más firme su agarre a la cintura y acelera el ritmo a casi el máximo que puede dar en un instante.

—K- ah... Tora... —Primero, sus ojos se abren grandes, aunque no tarda en bajar la cabeza, lo que casi provoca que deje de mirarlo. Cree que ocurre, de hecho, mas lo corrige en tan solo un segundo.

—Muy bien. —Sin romper el contacto visual, Baji se reacomoda para sentarse de piernas abiertas y rodillas flexionadas.

La velocidad y los gemidos inarticulados se mantienen hasta que el mayor se detiene, bastante rojo al detallarlo, tal vez demasiado cerca del clímax para su gusto en tan pocos minutos. Chifuyu se recarga en su pecho, y Kazutora no le permite regular sus jadeos porque aprovecha el cese de movimiento para atender otras zonas, empezando por sus pezones, a los que pellizca, para luego lamer su cuello.

Verlo estremecerse bajo su tacto, sobre todo cuando lo poco que distingue de Kazutora son justo las partes que le reparten placer, es casi como un regalo. Por las veces en que ha sido él mismo encima del más bajo, conoce sus gestos y cada pequeña reacción, pero solo las que tiene dentro de su campo visual limitado por la cercanía. Así, solo observándolo mientras su otro novio se hace cargo, no se pierde ni de un solo espasmo; podría hasta decir que descubre primero cuál será la siguiente acción, aunque ya le han reclamado en otras ocasiones por delatar intenciones con la mirada, por lo que trata de no ser tan obvio.

—Muévete. —Chifuyu es el primero en impacientarse de la pausa, y lo remarca con ligeros movimientos de cadera.

—Hm, no. Hazlo tú si quieres. —Hace caso omiso y, en su lugar, sigue ocupando su boca desde su oreja hasta los hombros.

Chifuyu rezonga, sus ojos entrecerrados. Baji sabe muy bien que eso significa que no va a darle lo que quiere tan fácilmente —ninguno de los dos, en realidad, solo que por motivos distintos—, y la prueba está en que nada más se mueve para despegarse de su pecho. Cuando se lo propone, es difícil hacerlo ceder.

—¿Tan cerca estás, Tora? —No puede evitar provocarlo, solo por ver qué sucede.

—¿Ah? —Una ceja alzada es justo la reacción que esperaba, por lo que se le escapa una risilla—. ¿Y eso qué?

—No se te va a bajar tan rápido mientras sigas prácticamente afuera, haciéndolo gemir de otras formas, dentro de él y yo viéndolos, ¿sabes? —Por una vez, las palabras afectan más a Kazutora, pues se congela con una mano todavía en uno de los pezones de Chifuyu y la otra sobre su muslo.

—¿Dices que acabe de una vez, acaso?

—Solo digo que no dejes que Chifuyu se frustre demasiado. —Se encoge de hombros.

—¿O qué? ¿No será interesante ver cuánto resiste?

—Deja eso para otro día. —Chifuyu lo mira por sobre el hombro—. Acabaré por mi cuenta antes.

—¡Ja! —Ríe Baji—. Estás impaciente hoy, ¿eh?

Parece que ninguno le presta atención, porque siguen desafiándose con la mirada durante un par de segundos más. Incluso con el cristal que los separa, percibe la tensión a su alrededor. Casi se prohíbe parpadear; quien sea que ataque primero, lo hará explosivamente, y eso no es algo de lo que quiera perderse.

—Eso no va a pasar. —Es todo lo que Kazutora da como advertencia justo antes de dejar su muslo para empezar a masturbarlo a gran velocidad y, antes de que el consecuente gemido se oyera más como un grito de sorpresa, cubre su boca con un beso.

El calor sube al rostro de Baji. Distingue sus lenguas y cómo Chifuyu intenta no retorcerse tanto cada vez que respinga. Si no puedo relajarme, entonces lo halaré hasta donde estoy, debe ser lo que está pensando Kazutora. No hay cambios hasta que el mayor lo suelta solo un segundo para pasar a tirar de sus brazos y, por fin, volver a chocar sus caderas.

Ngh... ah... Kazu- uh... —Luego de varias estocadas fuertes, no logra sostenerle más la mirada a Baji. Su flequillo le cubre el rostro ahora que ha bajado la cabeza, pero imagina que también ha cerrado los ojos.

—Hey, mira a Kei-...

—Nah, está bien —irrumpe, su foco puesto en Kazutora—. Quería verte a ti también.

En respuesta, obtiene algo similar a un gruñido, la sonrisa de quien está a punto de alcanzar lo que quiere y una mayor potencia que hace que Chifuyu se corra en segundos. Sin frenar, Kazutora libera sus brazos despacio para que pueda reaccionar a tiempo y amortiguar la caída con ellos —cosa que está bastante seguro de que le daría igual si estuvieran en la cama o en algún sofá—; entonces, se aferra a su cintura durante lo que le queda para llenarlo de su orgasmo.

—Ah... —escapa de Kazutora casi demasiado suave como para que llegue a sus oídos—, olvidé mirarte.

—No importa. También me gusta cuando hacen como si no estuviera ahí.

—Hm, ¿seguro que no quieres unirte ahora? Me parece que estás duro. —Señala con un gesto de la cabeza.

—No sé, creo que noqueaste a Chifuyu. No se ha movido.

—Oye —da un par de palmadas debajo del hombro—, que te pierdes de que Keisuke se nos una.

—Solo si alguno de ustedes me monta... y en la cama, por favor —exige, aunque el que todavía no dé otras señales de vida les hace reír a ambos.

—Oh, vamos, ¿tan bien te lo hice?

—Cállate o vas a ser tú.

—Eso puede ser un premio, Chifuyu. —Aún risueño, Baji se levanta y da media vuelta.

—Hey, ¿a dónde vas?

—A guardar los refrigerados en lo que recuperan energía... ah, y no se olviden de limpiar el piso.

Escucha a Kazutora reclamarle algo como que no vaya a usar eso como excusa para no sumarse como más que un espectador otra vez, pero no le presta mucha atención. Justamente va a guardar solo esos productos para no perder tanto tiempo. Aunque mirar sea suficiente en muchas ocasiones, si lo que le muestran es excepcional, no le dirá que no a una segunda ronda que sí lo incluya como participante activo.

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