Parte tres: ¿Quien es el adolescente ahora?
Toda la semana podía jurar que su humor habia empeorado de manera catastrófica, sintiéndose con un gran nudo en la garganta cada vez que veía a su madre por las mañanas al salir directo al instituto, como al regresar, encerrándose en su habitación para no ver el rostro de su madre, pues sabía que eso le podía acarrear una desesperación muy grande.
¡Pues como podían ser sus padres tan tontos! ¡Ya ni un adolescente tiene comportamientos como los de ellos!
Prácticamente el divorcio de ambos no fue nada, pues de una u otra forma, seguían frecuentándose, hasta que ese mismo año, unos cuantos meses atrás, cientos de fotos circularon la red al ser una bomba, al ver a ambos súper héroes besándose.
Eran como un par de cachorros persiguiendo su propia cola en círculos, si le preguntaban.
Y claro. Ella no podía permitir que el asunto siguiera así.
Bien, sí, por un lado estaba molesta. Pero, ella misma se mentiría si no admitiera que de cierta manera se sentía feliz, pues por segunda vez se habían elegido entre ellos. Aquella chispa de amor que veía entre ellos cuando se encontraban si seguía ahí, no era algo que ella inventaba para sentirse mejor; Ese amor seguía ahí, solo que se había nublado con aquella desconfianza que habían formado ellos mismos.
Aun así, no podía dejar de repetirse que realmente sus padres eran unos idiotas, aunque claro, no lo admitirá en voz alta, pues a pesar de tener la razón, no era capaz de faltarles el respeto de esa manera tan descara. Dejaría que ellos le dieran la razón con el tiempo ante aquel pensamiento.
¿Cómo podía ser posible que después de tantos años de amistad, de relación y de matrimonio aquello siguiera siendo un secreto?
Investigó un poco, claro está, y pudo descubrir que su padre siendo Chat Noir desde el inicio (cuando apenas era un adolescente) le profeso amor a Ladybug. Ella parecía una piedra ante ello, según podía ver en los viejos clips de videos que se encontró.
― Lo más seguro es que mi madre fuese la terca sobre las identidades secretas, pues según la tía Alya ella desde que conoció a mi padre quedo enamorada de él ― Se dijo a si misma mientras observaba los artículos que internet le ofrecía sobre ambos súper héroes, frustrada ― Entonces, mi padre dejo de intentar con Ladybug, ósea, mi madre, para intentarlo con mi madre y se enamoró de ella ― Hizo una pausa, intentando acomodar las ideas ― ¡Argh! ¿Por qué se complicaron tanto la existencia ambos? ¿Qué no pudieron decirlo en sus votos matrimoniales o algo así? ― Bramó, cerrando de un golpe su laptop, para después tirarse de espaldas sobre la cama.
Sus padres se quejaban de su actitud de adolescente en muchas ocasiones, pero demonios, ellos habían pasado el límite.
Unos suaves golpeteos se escucharon en su puerta. El cuerpo de ella se tensó, pues habia llegado el momento de la verdad.
― Adelante ― Contestó, casi de manera automática mientras se recomponía sobre su cama, observando directamente hacia la puerta.
Esta se abrió con lentitud, dejando ver un poco de ambos adultos que se encontraban tras esta, casi agazapados ante cualquier acción de su hija.
Y es que, no es que ambos tuviesen miedo a su pequeña Emma, sino más bien era algo de precaución, todo esto debido a su actitud durante las últimas semanas para ser exactos.
Evasiva, algo agresiva y con un semblante de frustración era lo que describiría a la perfección a Emma durante esos días.
Ambos discutieron aquello, siendo la primera conversación larga que tenían por teléfono en un largo tiempo; Especulando si existía un chico, o sí su periodo habia llegado y por pena lo estaba ocultando. Pensando que la adolescencia tenía gran parte de la culpa de cómo se encontraba actuando su pequeña.
Sin saber que quienes habían logrado que se encontrara así de irritable eran ellos. Haciéndole pasar por días complicados ¡Sus padres habían complicado de manera monumental aquella etapa!
― Emma, llegó tu padre ― Marinette fue la primera en atreverse a hablar, entrando por completo a la habitación hasta llegar donde su hija, sentándose a un lado de ella sobre la cama ― Esta aquí por el mensaje de texto que le enviaste, y pues, mencionaste que querías hablar con ambos ― Agregó, pasando uno de los mechones rubios por atrás de su oreja.
― Sabes que puedes contarnos cualquier cosa ¿Verdad? Somos tus padres, y estamos aquí para apoyarte ― Adrien se atrevió a hablar, caminando hasta ellas y poniéndose de rodillas, tomando una de las manos de Emma.
Ella suspiró después de ver de reojo a sus padres, realmente ellos no tenían idea.
― Hay algo en lo que necesito pedirles un consejo ― Comentó, intentando que su cuerpo no comenzara a temblar ― Conozco a dos personas que se separaron recientemente, todo estuvo bien por qué no hubo mucho alboroto, y hace no mucho ellos encontraron una pareja nueva por internet ― Comenzó a relatar, sintiendo como la mirada de ambos no se separaban de ella ― Resulta que, yo descubrí quienes son con quien comenzaron esa nueva relación, y da la casualidad que son ellos mismos, pero no se dan cuenta ¡Y solo hacen que me estrese! No son capaces de reconocerse ― Dejo escapar un suspiro de cansancio, tirando de su rostro ― ¿Cómo puedo hacerles ver lo que ocurre? ― Preguntó, intentando sonar inocente.
Tanto Adrien como Marinette parpadearon repetidamente ante la confesión de su hija, relajándose un poco ante ello, pues ya sabían cuál era el motivo por el cual se encontraba más hostil de lo usual; O como a Adrien le gustaba decirle, más adolescente.
― Bien, primero que nada Emma, creo que deberías hablarles con la verdad ― Atinó a decir Adrien, sonriéndole. ― Me refiero a que si existían problemas entre ellos antes, el ver que de una u otra forma se volvieron a enamorar puede que logre algo bueno ¿No crees? ― Añadió, palmeando la mano de su hija con cariño ― Aun así, siento que es algo que no debería afectarte cariño, no es algo que sea tu problema ― Emma se contuvo de rodar los ojos ante esa última frase.
― Estoy de acuerdo con tu padre, creo que de cierta manera es hacerles un bien, aunque también es cierto que no es tu problema cariño y no deberías verte afectada ― Marinette se atrevió a hablar.
Sintiéndose extraña por darle la razón a Adrien, pues si bien no le gustaba llevarle la contraria, en ocasiones parecía que no hubiese madurado lo suficiente (Aunque, debía admitir que eso siempre le pareció encantador) ; Se sintió feliz de que, de una u otra manera, ambos se encontraran apoyando a su hija en una situación un tanto extraña.
― Pues, en vista de que ambos concuerdan en que debo decirlo, me temo decirles que si me vi afectada por ello ― Soltó de repente, haciendo una mueca de desagrado ― Mis padres se comportan como unos adolescentes ¡Pues se divorciaron y después terminaron juntos nuevamente! ― Exclamó, para después soltar un suspiro, sintiéndose liberada de aquella carga.
― Emma, espera ¿Qué tiene que ver eso con nuestro divorcio? Por favor no mezcles las cosas ― Marinette se adelantó a decirle aquello, sin entender a lo que se refería.
― ¡Pues me han dicho que decirles es hacerles un bien! Se divorciaron por sus problemas, y después volvieron a los brazos del otro ― Hizo una pausa, observando las miradas de confusión que sus padres le otorgaban ― Pero con trajes de látex y mascaras ―.
Ambos adultos se quedaron en silencio, llevando sus miradas desde su hija hasta ellos, intentando procesar sus palabras.
Emma tomó su laptop y la abrió, enseñándoles la foto que anteriormente habia encontrado; Ladybug y Chat Noir compartiendo un beso en uno de los campanarios de Notre Damme.
Tanto Adrien como Marinette abrieron sus bocas de la estupefacción, sintiendo como sus alientos comenzaban a faltarles.
― ¡Mis padres se comportan como adolescentes! No se pueden dar cuenta que son ellos mismos con una tonta mascara ― Exclamó con molestia, sin embargo, admitía que se sentía divertida ante la cara de estupefacción de ambos.
― ¡Al fin alguien se los dice! Pensé que tendría que soportar esto toda la vida ― La voz afilada de Plagg hizo aparición detrás de Adrien, logrando que ambos adultos se pusieran pálidos.
― Sinceramente, Marinette, ustedes dos necesitan urgentemente ir con un oculista, o con un terapeuta ― La voz chillona que Emma habia escuchado varias noches atrás se hizo presente, mostrando un pequeño ser rojo detrás de su madre.
El silencio se hizo presente en la habitación durante unos segundos, para después escuchar la melodiosa risa de Marinette en el lugar.
― Entonces ¿Me divorcie de ti para ir a tus brazos? ― Comentó divertida, intentando no sentirse agobiada por todo aquello.
― Creo que es mi encanto natural ― Bromeó Adrien, uniéndose a reír junto con ella.
Como si algo hubiese hecho clic en sus cabezas, de pronto entendieron las ausencias, las desapariciones repentinas, y todo aquello comenzó a tener sentido. Y ellos, pues quedaban como los más estúpidos, sin lugar a dudas.
― ¿Pueden conseguir una anulación del divorcio? ― Emma comentó de la nada, atrayendo la atención de ambos adultos ― Después de todo, siguen estando juntos ― Añadió, señalando la pantalla de su monitor.
Sí, ella se encontraba pasando la etapa más difícil de su vida, la adolescencia, etapa que se habia complicado con aquel tema del divorcio, agregando que sus padres realmente eran unos tontos.
Pero, si aquello se veía desde otra perspectiva; Sus padres la habían pasado mal, pues ella no habia dejado que aquel divorcio se saliera con las suyas.
Aunque, sí, ellos debían admitirlo; Ellos eran unos adolescentes aun, que le habían llevado un gran dolor de cabeza a su hija, quien tuvo que resolver sus problemas.
Pero, bueno, para eso está la familia.
Y aquí entre nosotros, Emma era la más astuta de los tres.
Pues en menos de una semana habia logrado descubrir lo que ellos en una vida nunca pudieron.
[...]
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¿Podemos estar de acuerdo de que probablemente Adrien y Marinette necesitan algo para la vista? Me refiero a que, no sé, siento que si los dos mensos no se plantan y se dicen quienes son, las cosas podrian terminar así muy en neta.
En fin. Espero que hayan disfrutado esta serie de locuras. Fue interesante explorar esta idea abandonada.
¡Un besote! :*
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