Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 7: El Trato con el Dios Azteca de la Muerte


El reloj marcaba las 7:30 de la noche, las calles de Metrópolis se encontraban semivacías y con poca iluminación mientras que la mayoría de los negocios y locales comerciales estaban cerrados debido a que tan solo unas cuantas horas antes los noticieros habían reportado nuevas cifras alarmantes relacionadas con los contagios del Virus del Coma, las cuales habían aumentado en una gran medida debido a la actitud apática e irresponsable de algunos habitantes de la ciudad.

Esta situación orilló a las autoridades locales y estatales a decretar la cuarentena en Metrópolis, pero esta medida radical no fue suficiente para impedir que algunas personas, sobre todo los criminales y mafiosos, decidieran romper las normas para llevar a cabo varias actividades ilegales que iban desde saquear o robar los bancos y las joyerías hasta secuestrar o desaparecer personas que eran incomodas para algunos hombres y mujeres de poder.

Afortunadamente, Superman había logrado detener a la gran mayoría de estos criminales y delincuentes, incluso a pesar del riesgo sanitario que representaba salir a combatir el crimen en medio de la epidemia, pero ni el Departamento de Policía ni el Ayuntamiento se opuso a sus acciones debido a que ambos consideraban que, si el llamado Hombre de Acero era de una raza alienígena, entonces una enfermedad que afectaba solamente a los humanos no podría debilitarlo, al menos por ahora.

Mientras tanto en la Residencia de los Zatara, ubicada en el último piso del Hotel Casino Utopía, Zee Zatara, Francis "Chas" Chandler y John Constantine se encontraban reunidos alrededor de la mesa del comedor cenando tranquilamente y siendo atendidos de manera cordial por William, quien por dentro se sentía un poco molesto al ver como el único que no comía era el joven Cazador de Demonios, el cual estaba más atento revisando su celular que prestándole atención a sus compañeros de equipo.

Sin embargo, el chofer de la limusina no era el único que estaba enojado con la actitud apática e indiferente del adolescente, pues Francis Chandler, el fiel compañero de aventuras del joven Maestro de las Artes Oscuras, también estaba molesto con su mejor amigo debido a que seguía sin poder creer que este hubiese aceptado continuar el trato con Nergal a pesar de que el demonio tenía como rehén el alma de su hermana menor, un alma a la cual poco tiempo le quedaba para ser consumida por la magia maligna.

- ¿Cómo puedes sentarte y revisar tu condenado correo cuando la vida de mi hermana está en juego, cuando la tiene ese canalla de Nergal? –le preguntó Francis Chandler a John Constantine viéndolo con seriedad y golpeando su puño contra la mesa del comedor.

-No te exasperes, Chas –dijo Zee Zatara intentando calmar la ira de su compañero para luego darle una palmada en la espalda diciendo –Estoy segura de que encontraremos una solución a esto, te lo prometo.

-Ah... Lo siento, Zee –respondió Francis Chandler llevándose la mano a la frente y soltando un suspiro para después voltear a ver a la joven maga diciendo –Es solo que... este holgazán me saca de quicio con cada estupidez que hace, sobre todo en los momentos más difíciles como este donde debería ponerse a trabajar.

-Para empezar, no estoy revisando mi correo idiota, estoy investigando –dijo el joven Cazador de Demonios observando su celular y deslizando su dedo sobre la pantalla para así poder revisar la información de una página de internet que contenía datos y curiosidades sobre algunos demonios y deidades oscuras –No tengo el poder para enfrentar a los rivales de Nergal, por lo que necesito obtener un arma más poderosa para combatirlos.

-No creo que la encuentres en Amazon, John –dijo Zee Zatara cruzando los brazos y negando con la cabeza debido a que le parecía ilógico que el chico buscara criaturas demoniacas o monstruos mágicos en internet –Además, yo podría ayudarte a encerrarlos; si juntamos nuestros poderes mágicos, nosotros podríamos...

-No, todo menos eso.

- ¿Y por qué no, John?

-Simple, si tú intentas mezclar tu magia con la esencia demoniaca podrías terminar igual o peor que yo –respondió John Constantine agachando la cabeza y cerrando los ojos para luego abrirlos nuevamente y voltear a ver a la joven maga diciendo –Yo no quiero que tu padre o tus amigas me culpen por arruinar tu vida perfecta; además, no se trata solo de capturar a los demonios, sino de eliminarlos de este mundo para siempre.

- ¡¿Piensas matar a un demonio?! ¡¿En serio?! –exclamó Francis Chandler confundido y a la vez sintiéndose sorprendido por los planes que tenía entre manos el Detective Ocultista –Hasta donde yo sé no puedes matar a esas cosas, al menos no si estos forman parte del grupo de los chicos rudos.

-Estuve revisando la dirección que Zee recibió en la escuela y todo parece indicar que esta se encuentra vinculada con cierta criatura que podría ayudarnos con nuestro pequeño problema –dijo el joven Cazador de Demonios esbozando una sonrisa maliciosa para después mostrarle la pantalla de su teléfono tanto a la joven maga como a su amigo, pantalla que mostraba la imagen de una criatura con cuerpo pálido, rostro esquelético y la cual vestía un fino tocado azteca, así como un collar de colores rojo y verde oscuro que igualmente pertenecía a dicha cultura –Mictlantecuhtli, el Señor Azteca de la Muerte y uno de los chicos grandes y rudos.

En ese momento, John Constantine dejó su celular sobre la mesa haciendo que este comenzara a vibrar rápidamente para luego emitir un extraño resplandor de color azul celeste, el cual tomo la forma de la deidad azteca, quien al ver el lugar donde se encontraba comenzó a observar detenidamente su entorno para después dirigirle una mirada amenazante tanto a Zee Zatara como a Francis Chandler, quienes voltearon hacia atrás solo para ver como un extraño líquido negro empezaba a brotar de las paredes sin control.

La Princesa de la Prestidigitación y su chofer se asustaron bastante debido a que ambos temían que aquel fenómeno sobrenatural fuera un indicio de que la Residencia de los Zatara estaba siendo poseída por las fuerzas malignas, pero afortunadamente todo aquello no era más que una ilusión mágica creada por el propio John Constantine, quien se divertía al ver que sus amigos estaban siendo asustados por los efectos de su propia magia.

-El antiguo Imperio Azteca murió y Mictlantecuhtli debió hundirse con el resto de sus hermanos dioses, pero la fe perduro y algún sectario loco oriundo de México decidió traerlo al sur de Metrópolis para que tuviera un hogar y un lugar donde no pudiera ser molestado por la Iglesia Católica –decía el Detective Ocultista observando como la figura de la deidad azteca se acercaba a Francis Chandler para olfatear su cabello y su cuello –Los Dioses Antiguos han ido y venido, pero Mictlantecuhtli es un ser testarudo y al parecer la chica con la que se encontró Zee en los vestidores sabe dónde encontrarlo para hacer un trato con él.

-Eh... Esta cosa no es real, ¿verdad? –preguntó Francis Chandler sintiéndose bastante asustado debido a que temía que aquella imagen del Dios Azteca de la Muerte lo fuera a atacar.

-Hace mucho tiempo que me di por vencido para diferenciar lo que es real y lo que no –respondió John Constantine sonriendo y viendo tranquilamente como Mictlantecuhtli colocaba sus manos alrededor del cuello de su compañero de aventuras.

-No es... una respuesta muy útil –dijo Francis Chandler volteando a ver a su mejor amigo y esperando a que este moviera un dedo para así poder detener aquel extraño fenómeno.

-Ya basta, John –dijo Zee Zatara molesta y dirigiéndole una mirada de seriedad al adolescente –No tenemos tiempo para estos espectáculos tuyos, estamos en un momento crítico y cada minuto cuenta.

-Como tú digas, Zee –respondió el joven Cazador de Demonios invocando con su mano derecha un aura mágica de color dorada y con la cual creo un símbolo extraño con forma de pentagrama que atrajo a la imagen del Dios Azteca de la Muerte haciendo que este desapareciera junto con todos los extraños fenómenos que ocurrían a su alrededor –Listo, espero no haberlos asustado con este pequeño truco de Abracadabra.

- ¿Y qué con ese Mictlantec... Mictlanteco...? ¿Qué tiene que ver ese maldito dios con Isabelle? –preguntó Francis Chandler confundido e intentando asimilar todo lo que había ocurrido minutos antes.

-En este momento vamos a averiguarlo, Chas –respondió el Detective Ocultista esbozando una sonrisa burlona para luego voltear a ver a Zee Zatara diciendo –Así que quieres ayudarme, ¿eh? Bueno, pues espero que tengas un estomago muy resistente para estas cosas.

-He estado en peores situaciones que esta, pero lo que más me preocupa es que mi cabello pueda ensuciarse con lo que sea que este oculto allá –dijo la joven maga acariciando uno de los mechones de su cabello para después soltar un suspiro diciendo –Por cierto, no sé si ya lo sepas, pero acaban de decretar la cuarentena en la ciudad; ¿Cómo vamos a evitar que la policía nos arreste por estar afuera?

-No te preocupes por eso, eres una gran maga y creo que sabes muy bien como quiero que me ayudes –respondió John Constantine sonriendo y guiñándole el ojo a la chica, la cual dejo salir un leve sonrojo que inmediatamente intento ocultar para evitar que Francis y William se percataran de sus sentimientos hacia el chico.

-S-Solo espero que sepas lo que haces, confío totalmente en ti –dijo Zee Zatara poniéndose de pie para luego caminar hacia una de las paredes del comedor; ahí invoco con sus manos un aura mágica que rápidamente envolvió su cuerpo haciendo aparecer el traje de superheroína que acostumbraba usar en las misiones con sus amigas, después cerro los ojos y en voz alta pronuncio las siguientes palabras – ¡Noicatropsnartelet!

Tras decir aquellas palabras mágicas, un portal de color purpura se abrió en la pared mostrando una imagen que correspondía a un enorme edificio con chimeneas y que al parecer se encontraba en el Área Industrial de Metrópolis; tanto el joven Maestro de las Artes Oscuras como la Princesa de la Prestidigitación cruzaron el portal dejando a Francis Chandler y a William solos en el comedor, los cuales vieron sorprendidos como el portal desaparecía lentamente sin dejar rastro.

-No tiene por qué preocuparse por ellos, joven Chandler –dijo William saliendo de la cocina y llevando a la mesa una copa de helado de vainilla, la cual colocó frente al amigo del joven Cazador de Demonios diciendo –La Señorita Zatara es una gran maga al igual que su padre y estoy seguro de que ayudara al joven Constantine a lograr su objetivo de acabar con esos demonios.

-Eso es lo que también espero, el tiempo se acaba y no podemos dejar pasar un minuto más –dijo Francis Chandler soltando un suspiro para después agarrar la cuchara y empezar a comer el helado que el chofer le había ofrecido para tranquilizar sus nervios.

Al mismo tiempo en el estacionamiento de una planta procesadora de alimentos, propiedad de la empresa ImaShield Foods, Inc. y ubicada en el Área Industrial de Metrópolis, dos jóvenes trabajadores se encontraban bebiendo algunas latas de cerveza de la marca Koul-Brau Breweries; ambos portaban overoles blancos y delantales del mismo color, los cuales estaban manchados con sangre, lo que indicaba que la labor de estos era ser carniceros y operadores del matadero que en aquellos momentos había decidido parar la producción de carne debido a las indicaciones de las autoridades sanitarias de la ciudad.

-Esta situación de la epidemia ya me tiene hasta aquí, ahora resulta que por culpa de ese bicho nuestros empleos estan en riesgo –decía uno de los trabajadores molesto al tiempo que pisaba una de las latas vacías, la cual después tiró dentro del contenedor de basura diciendo – ¿Por qué Superman no hace nada? ¿No se supone que él es el Héroe que viene a salvar el Mundo?

-Superman es solo un alienígena bonachón que le gusta atrapar ladrones, pero no es Jesucristo ni mucho menos un científico o erudito –respondió el otro trabajador bebiendo su lata de cerveza para luego dejarla sobre uno de los ventanales diciendo –Yo lo único que espero es que esta situación no dure mucho, tengo una familia que mantener y no me importaría morirme en un hospital si la vida de mis hijos dependiera de mi trabajo.

-Sí que tienes valor, Jeffrey –dijo el compañero del trabajador sorprendido por las palabras de su amigo, luego comenzó a caminar hacia la reja que cercaba el lugar diciendo –Vámonos, ya mañana será otro día.

Jeffrey asintió con la cabeza y siguió a su amigo hasta la reja para salir de aquel sitio, pero ninguno de ellos se percató que un extraño portal empezaba a materializarse frente a la entrada principal de la fábrica y del cual salieron John Constantine y Zatanna, quienes al ver que los trabajadores apenas se estaban yendo de la planta decidieron cruzar la puerta del matadero lentamente y sin hacer ruido para evitar llamar la atención de estos.

Zatanna respiro aliviada al observar que habían conseguido burlar tanto a la seguridad como a los trabajadores, pero cuando estaba a punto de dar un paso para explorar la fábrica fue detenida rápidamente por John Constantine, quien colocó su mano sobre uno de los hombros de la chica diciendo:

-Será mejor que te quedes aquí, necesito que alguien cuide la puerta mientras yo estoy negociando.

-No, yo voy contigo –respondió Zatanna enojada y alejando la mano del Detective Ocultista para después cruzar los brazos y voltearlo a ver diciendo –Ya me cansé de que siempre me hagas de lado todo el tiempo, estamos juntos en esto y yo no voy a dejarte solo con esa cosa.

-Ah... Está bien, pero si te manchas el cabello o te ensucias la ropa no me culpes por ello –dijo el joven Cazador de Demonios soltando un suspiro para luego caminar por el pasillo siendo seguido por la joven maga.

-No tienes de que preocuparte, no es la primera vez que termino manchada o cubierta de desperdicios apestosos –dijo Zatanna esbozando una sonrisa al tiempo que en su mente recordaba el accidente que había tenido con su varita y la cual ocasiono que la cañería de los vestidores del gimnasio de Metrópolis High School explotara sobre ella empapando tanto a la chica como a los alumnos que acudían ese día a tomarse la foto escolar.

Ambos adolescentes recorrieron cada uno de los pasillos de la planta, los cuales estaban llenos de puertas que comunicaban tanto a las oficinas y salas de juntas como a los corrales y baños, pero el Detective Ocultista jamás entro en ninguna de estas áreas, pues él dirigió toda su atención hacia una habitación que se encontraba casi al otro lado de la fábrica y la cual estaba llena de carne en canal, pues los ganchos que colgaban del techo sujetaban varias piezas enteras de carne de cerdo y res cuyos huesos estaban totalmente expuestos a la intemperie.

-Que encantador lugar para un Dios de la Muerte –dijo John Constantine admirando el lugar para después caminar hacia el centro de este dónde se encontraba una coladera que servía para expulsar por la cañería la sangre que goteaba de los bultos de carne.

- ¿Qué se supone que haremos aquí? –le preguntó Zatanna al adolescente mientras hacía lo posible por evitar que su capa o su ropa se manchara con la sangre de los animales muertos.

-Mira con atención y colócate a mi lado, esto no va a ser un viaje muy bonito –respondió el joven Maestro de las Artes Oscuras viendo con seriedad a la chica para luego agacharse y colocar su mano en el piso, posteriormente cerró los ojos diciendo –Mictlantecuhtli, Dios de los Huesos, de las Fauces, del Abismo y de todo lo que comienza cuando el corazón se detiene, acudimos a ti suplicantes –en ese momento, el chico sacó un cuchillo de su gabardina y se cortó la palma de su mano, después volteó a ver a la joven maga diciendo –Dame tu mano, por favor.

-Eh... E-Esto no me ata a nada ni compromete mi alma, ¿verdad?

-Tranquila, la herida sanara en cuanto salgamos de su pequeño mundo –dijo John Constantine tomando la mano de la chica, la cual se esforzó en no gritar tan fuerte en cuanto sintió como el adolescente cortaba su palma derecha haciendo que la sangre de esta se mezclara con la que él había derramado minutos antes sobre el suelo; finalmente, el chico coloco su mano sobre la de Zatanna diciendo –Derramamos nuestra sangre en señal de respeto, gracias por dejarnos entrar a tu casa, gracias por escuchar nuestras plegarias y gracias por...

De repente, un misterioso y gigantesco símbolo con forma de pentagrama apareció en el suelo gracias a la sangre que ambos magos habían derramado, pero este símbolo en lugar de tele transportarlos los hizo caer dentro de un oscuro y profundo conducto lleno de sangre y carne podrida, el cual los condujo hasta una enorme habitación llena de cuerpos de animales en estado de putrefacción, los cuales amortiguaron la caída de los dos adolescentes quienes intentaron ponerse de pie para caminar, pero esta acción solo ocasiono que ambos volvieran a caerse y rodaran sobre el montículo de cadáveres hasta llegar al piso.

-Ah... ¡Qué asco! –exclamó Zatanna tallándose la cara para quitarse los restos de carne podrida que habían manchado su pelo y sus brazos, pero se detuvo en cuanto noto que la palma de la mano que había usado para el ritual estaba totalmente normal y sin ninguna cicatriz o rasguño –Ehm... Bueno, al menos ahora ya no me preocupare que se infecte con este desperdicio.

-Eso no es lo importante ahora, aunque deberías estar agradecida de que al menos estos no son cuerpos humanos como los que tiene Nergal en su piscina –dijo el joven Cazador de Demonios poniéndose de pie y volteando hacia varios lados intentando encontrar a la criatura que había ido a buscar.

- ¿Cómo me hallaron? –preguntó una voz ronca que parecía provenir de uno de los rincones de aquel nauseabundo sitio y del cual emanaban unos misteriosos y brillantes ojos amarillos, los cuales de cierta manera asustaron a ambos chicos - ¿Cómo me hallaron? –preguntó nuevamente la criatura rodeando a los dos adolescentes desde las sombras y haciendo que estos voltearan hacia todos lados intentando localizar el origen de la voz.

-No eres como los otros, tú no intentas ocultarte –respondió John Constantine –Quieres que tus fieles te encuentren y te veneren.

-Algún día sí, cuando vuelva a ser fuerte –dijo el misterioso ser desde la oscuridad para después salir de esta mostrando su verdadero aspecto físico, el cual tenía la misma apariencia que el Detective Ocultista había mostrado minutos antes a través de su celular –Hace mucho tiempo fui adorado por millones y sacrificaban a millones más en mi nombre, pero ahora para mi infinita vergüenza estoy reducido a alimentarme de la energía de los animales que mueren diariamente sobre mi cabeza –dijo el Dios Azteca de la Muerte señalando un montículo de cadáveres de cerdos que estaban en un avanzado estado de putrefacción –Pero aún tengo poder y todavía soy una amenaza para un par de mocosos como ustedes –dijo Mictlantecuhtli apretando sus puños para luego tomar tanto a la Princesa de la Prestidigitación como al joven Maestro de las Artes Oscuras del cuello diciendo - ¿Qué evita que me alimente de ustedes, John Constantine y Zatanna? ¿Qué evita que succione sus insignificantes vidas y me dé un festín con sus almas?

-Ah... Ah... E-Esto... quema... ¡Quema! –murmuró Zatanna adolorida y sintiendo como las manos del Dios Azteca quemaban su rostro - ¡John! ¡Haz algo! ¡Ahora!

-N-No... No nos comas, no hasta que escuches nuestra generosa oferta –dijo John Constantine asustado e intentando verse cara a cara con el Dios Azteca de la Muerte.

-Les escucho –respondió Mictlantecuhtli soltando a Zatanna y colocando sus manos sobre el cuerpo del joven Cazador de Demonios haciendo que este soltara un fuerte grito de dolor que puso aún más nerviosa a la joven maga.

- ¡John! –gritó Zatanna horrorizada al tiempo que invocaba con sus manos un aura mágica con la cual pretendía atacar al Dios Azteca para así poder liberar al chico del tormento que estaba padeciendo - ¡Suéltalo o si no...!

- ¡No! ¡No lo lastimes! ¡Yo puedo hacer esto solo! –gritó el Detective Ocultista con desesperación impidiendo que la chica atacara a la deidad, después volteo a ver a Mictlantecuhtli diciendo –Hay cuatro demonios que quieren apoderarse de las almas de esta ciudad, tu ciudad; yo te los entregare para que los devores y obtengas sus poderes, con ese poder podrás dominar toda Metrópolis y podrás comer las almas humanas que quieras.

- ¿Y cómo sé que no mientes, humano? –preguntó Mictlantecuhtli sintiendo bastante desconfianza de la propuesta que le ofrecía el adolescente.

-Nos conviene a todos y en especial a mí, Metrópolis será tuya mientras que yo podré quitarme de encima a esos cuatro bastardos –respondió John Constantine –Si aceptas mi oferta, yo dejare que hagas lo que quieras y te protegeré de cualquier ser sobrenatural que intente derrocarte o destruirte.

-Um... Está bien mortal, acepto tu propuesta y espero que la cumplas –dijo Mictlantecuhtli soltando al Detective Ocultista y haciendo que este cayera nuevamente sobre el montículo de cadáveres de cerdos que se encontraba en el centro del lugar –Ahora... ¡Largo!

Tras pronunciar aquellas dos últimas palabras, el Dios Azteca de la Muerte desapareció mientras que un vórtice oscuro se abrió en el techo para succionar a ambos adolescentes, los cuales fueron llevados nuevamente a la habitación donde habían realizado el ritual para entrar a la Guarida de Mictlantecuhtli, pero al salir ambos comenzaron a toser y a respirar agitadamente, sobretodo Zatanna quien no podía creer que aquella experiencia aterradora fuera la primera y única vez que viajaba a un lugar más allá de lo que sus poderes mágicos le hubieran permitido llegar.

-R-Realmente estás loco, solo espero que esa propuesta tuya de entregarle la ciudad no sea en serio –dijo Zatanna poniéndose de pie y limpiando la suciedad que se encontraba en su traje con sus manos –Porque si lo es, te juro que...

-Tranquila, tengo todo controlado y calculado –dijo John Constantine interrumpiendo a la joven maga para después caminar hacia la puerta de la habitación diciendo –Ahora lo importante es que estamos vivos y que logramos obtener lo que queríamos, pero aún falta algo más y quiero que Chas y tú se encarguen de eso.

- ¿Nos vas a mandar a negociar con tus demonios, John?

-No, voy a necesitar que vayan a la iglesia más cercana y que me consigan cinco enormes bidones que contengan esto –respondió el joven Cazador de Demonios sacando su celular de uno de los bolsillos de su gabardina para luego mostrarle a la joven maga la foto de un frasco de agua cuyo envase tenía grabado el símbolo de la cruz.

- ¿Agua bendita? ¿Para qué necesitas algo como eso?

-Ya lo verás, Zee, ya lo verás –dijo John Constantine esbozando una sonrisa maliciosa para después salir de la habitación dejando sola a la joven maga, la cual invocó nuevamente el hechizo para teletransportarse a su hogar mientras que el Detective Ocultista salió del edificio tomando un rumbo desconocido y perdiéndose entre los callejones oscuros de Metrópolis.

Continuara...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro