Capítulo 5: El Ángel, El Demonio, La Maga y el Detective Ocultista
La oscuridad rodeaba el entorno, solo una luz brillante proveniente del techo iluminaba el cuerpo de Zee Zatara que yacía en medio de la penumbra y el cual tenía algunas marcas de heridas profundas de las que brotaban unas cuantas gotas de sangre que manchaban el suelo mientras que la chica respiraba agónica debido al dolor.
De repente, Hal Jordan, Jessica Cruz, Diana Prince, Kara Danvers, Karen Beecher, Barbara Gordon, Ángela Ramírez y Artemis Grace salieron de entre las sombras con un rostro que reflejaba odio y resentimiento; el chico y las siete chicas rodearon a la joven maga para después comenzar a bailar en círculos alrededor de ella a la vez que le pateaban y escupían con el fin de humillarla y hacerla sentir mal, ninguno de ellos parecía sentir un mínimo de compasión por la condición física en la que se encontraba la chica, incluso Jessica Cruz utilizó su anillo de Green Lantern para quemar las heridas de Zee Zatara, la cual soltó un hondo quejido en cuanto sintió como la luz del anillo quemaba su piel.
- ¡Jessica! ¡Por favor, detente! ¡Me estas lastimando! –suplicó Zee Zatara con voz débil al tiempo que una lágrima corría por una de sus mejillas –J-Jessica... ¡No me lastimes más! ¡Ya no aguanto más esto! ¡Soy tu amiga! ¡¿Por qué me haces esto?!
-Tú le fallaste a todos... ¡A todos, Zee! –respondió enojada la chica de piel morena con una voz distorsionada a la vez que hacía brillar su anillo de poder nuevamente para así hacer aparecer varias estacas afiladas alrededor de la joven maga, quien se escabullo rápidamente para poder escapar y evitar que estas terminasen con su vida –Confiamos en ti... en tus habilidades... en tus dones mágicos... y todo para que al final terminaras condenando... ¡Condenando a toda Metrópolis!
-N-No digas eso, Jessica –respondió Zee Zatara entre lágrimas para luego ponerse de pie y caminar lentamente hacia el vacío de la oscuridad diciendo –Yo... ¡No condene a nadie! ¡Soy inocente, Jess! ¡Inocente!
- ¿Inocente? Tú fracasaste en tu misión, Zee Zatara –dijo Hal Jordan haciendo brillar su anillo de poder, el cual comenzó a emitir un extraño brillo negro que termino cubriendo toda la habitación para posteriormente transformarse en una aura blanca que finalmente atrapó el cuerpo de la joven maga, quien comenzó a llorar y a gritar en cuanto sintió como la temperatura de su cuerpo empezaba a aumentar casi como si se estuviera quemando en un horno –Confiaste en ese imbécil de John Constantine y no en tus habilidades como maga, ahora las almas de todos estan condenadas... ¡Condenadas!
- ¡Ya basta, Hal! ¡Me duele! ¡Detente, por favor! –gritaba Zee Zatara con desesperación hasta que repentinamente esta pudo sentir como sus ojos empezaban a quemarse a la vez que su piel se asaba al grado de que la misma comenzaba a caerse - ¡Papá, ayúdame! ¡No quiero morir! ¡No quiero morir!
- ¡Ahhhh! –gritó Zee Zatara abriendo repentinamente los ojos y respirando nerviosa para después tallárselos y comenzar a llorar diciendo –S-Solo fue... una pesadilla... una muy horrible y fea pesadilla...
- ¡Señorita Zatara! ¡¿Acaso se estaba durmiendo en mi clase?! –preguntó molesto un hombre de piel morena y cabello negro con lentes que vestía una camisa de vestir blanca, pantalón negro y zapatos del mismo color.
-N-No, Profesor Velázquez –respondió nerviosa la joven maga intentando controlar sus emociones –Es solo que... que... no pude dormir bien anoche, pero le prometo que esto no volverá a pasar.
-Pues eso espero, no quiero a otra Danvers en mis clases –dijo el Profesor Velázquez observando con seriedad a la adolescente para luego continuar escribiendo en el pizarrón una serie de palabras –En fin, como les iba diciendo: Los Mexicas o Aztecas se establecieron en la cuenca del Lago de Texcoco para fundar la ciudad de México – Tenochtitlan, la cual fue una ciudad de enormes proporciones y cuyos restos arqueológicos se encuentran aún sepultados debajo de la actual Ciudad de México; aunque el principal yacimiento de esta cultura se halla en el llamado Templo Mayor que se ubica a un costado de la...
- ¡Profesor Velázquez! ¡Favor de pasar a mi oficina inmediatamente! –interrumpió el Director Chapin a través del altavoz que se encontraba instalado dentro del salón de clases.
-Ah... ¿Por qué ese gruñón siempre tiene que interrumpirme cuando estoy dando mis clases de Historia? –se preguntaba a sí mismo el maestro llevándose la mano al rostro para después voltear a ver a sus alumnos diciendo –Quiero que me hagan un mapa conceptual sobre los Mexicas y su Estructura Social, quien no lo entregué al final de la clase tendrá un punto menos en la calificación final.
Tras pronunciar aquella indicación, el Profesor Velázquez salió rápidamente del salón dejando solos a sus alumnos, quienes en lugar de acatar las instrucciones de su maestro decidieron sacar sus celulares para jugar o revisar sus cuentas de redes sociales con excepción de Zee Zatara, la cual se puso de pie para posteriormente salir del salón de clases y recorrer los pasillos del plantel educativo con el fin de asomarse en las puertas de otros salones y encontrar alguna señal de John Constantine o de su amigo Francis "Chas" Chandler, quienes hasta el momento no se habían encontrado con la llamada Princesa de la Prestidigitación.
- ¿Dónde estás, John? Se supone que estamos juntos en esto, no puedes desaparecerte o saltarte las clases en un momento tan delicado como este –se decía a sí misma la joven maga al tiempo que asomaba la cabeza por la ventana de una de las puertas que comunicaban al gimnasio de Metrópolis High School, dentro del cual se encontraba ensayando el equipo de gimnasia de la escuela que era liderado por Barbara "Barbi" Minerva, quien había citado a sus compañeras para entrenar y mejorar la condición física de estas –Um... Hasta ahora no se ven actividades extrañas o fuera de lo común, quizás estoy exagerando un poco al preocuparme demasiado por este asunto –pensó Zee Zatara al observar como las chicas del equipo practicaban sus movimientos, pero justo cuando estaba por irse escuchó el golpe de alguien cayendo en el suelo, lo cual hizo que volviera a asomarse en la ventana, solo que esta vez pudo ver como una de las chicas se encontraba desmayada en el suelo mientras que el resto de sus compañeras la rodeaban mostrando un rostro de preocupación, pues temían que la chica estuviera infectada con el Virus del Coma.
- ¡Ay no! ¡Pauline está enferma! –gritó asustada una de las chicas, quien rápidamente se alejó de su compañera para luego ocultarse debajo de las gradas del gimnasio.
- ¡Ay por favor! ¡No sean ridículas! –dijo molesta Barbara Minerva acercándose a la chica que se había desmayado para después destapar una botella de agua que llevaba en sus manos y vaciar el contenido de esta sobre la joven haciendo que se despertara nuevamente - ¡Lo ven! Pauline solo estaba fingiendo para asustarlas y no llevar a cabo el ejercicio que ordene.
-Ah... ¿Q-Qué sucedió? –preguntó la chica con voz débil y sobándose la cabeza para luego voltear a ver a sus compañeras diciendo –Ehm... ¿Sucedió algo malo?
-Oh... Claro que no, es solo que voy a ponerte una falta por andar haciendo bromitas en el entrenamiento –respondió Barbara Minerva esbozando una sonrisa maliciosa para después mostrarle a la chica una tarjeta roja.
- ¡¿Qué?! P-Pero... yo no fingí nada, solo empecé a sentir un fuerte dolor en mi cabeza, escuché unas voces extrañas y... y... caí en un oscuro abismo –dijo Pauline levantándose del suelo y sintiéndose un poco mareada –Yo... solo recuerdo que estaba en un lugar lleno de sangre, carne podrida y...
-Ay Pauline, creo que ese golpe en la cabeza realmente afecto tus sentidos –dijo una chica delgada de cabello lacio color negro y piel morena, quien se acercó a su compañera para ayudarla, luego volteo a ver a Barbara Minerva diciendo –Yo la veo muy mal, ¿Crees que podamos descansar un momento, Barbi?
- ¿Es en serio? La Competencia Estatal de Gimnasia es en una semana y no podemos perder el tiempo descansando, Ashley –respondió Barbara Minerva cruzando los brazos y viendo con seriedad a su compañera.
-Barbi, estamos en medio de una epidemia y no podemos tomar este incidente a la ligera –dijo Ashley sintiéndose un poco molesta por la actitud que tomaba la capitana de su equipo –Por favor, aunque sea déjanos llevarla a la enfermería para que la revisen.
-Ah... Está bien, pero nomás la llevan a la enfermería y se regresan aquí lo más rápido posible –respondió Barbara Minerva llevándose la mano a la frente para después caminar hacia una de las bancas del lugar y sentarse mientras que sus compañeras salieron del gimnasio sin darse cuenta que una extraña aura roja abandonaba el cuerpo de Pauline para finalmente desvanecerse en el aire.
Zee Zatara, quien había logrado percatarse de aquel extraño fenómeno, se recargó en una de las paredes del pasillo para así disimular su desinterés por el incidente, pero en cuanto las chicas abrieron las puertas del gimnasio, la joven maga entró en el lugar para luego ocultarse detrás de las gradas y pronunciar una serie de encantamientos mágicos con los cuales pudo detectar residuos de magia demoniaca, la misma que había provocado el desmayo de la chica y que servía como evidencia de que Beroul o alguno de sus contrincantes había entrado a la escuela para intentar llevarse otra alma.
- ¿Por qué Beroul entraría a nuestra escuela?, ¿No se supone que somos aliados o socios? –se preguntaba a sí misma Zee Zatara mientras intentaba encontrar más rastros de aquellos demonios, los cuales parecieron volver a manifestarse cuando una extraña aura roja comenzó a emerger del suelo con el fin de dañar a Barbara Minerva, pero sorprendentemente la chica fue salvada por una misteriosa aura mágica de color azul celeste que apareció repentinamente para alejar a la magia demoniaca – ¿De dónde habrá salido esa magia? No creo que Constantine la haya invocado, él no está aquí y su magia posee un color dorado –se dijo a sí misma la joven maga al tiempo que observaba como la magia demoniaca comenzaba a evaporarse hasta desaparecer, pero cuando dirigió su mirada hacia la puerta que comunicaba con los vestidores de chicas vio que detrás de esta se asomaba una chica delgada de cabello ondulado color negro, piel clara, ojos amarillos, vestida con una blusa blanca, falda corta color granate y botas largas marrones de tacón alto, la cual al ver que Barbara Minerva estaba tranquila y a salvo decidió volver a ocultarse en los vestidores –Um... ¿De dónde habrá salido esa chica? No recuerdo haberla visto en los pasillos ni en los salones de clases, ¿Será alguna alumna nueva o un demonio disfrazado de estudiante? –pensó Zee Zatara –Ah... Solo hay una manera de averiguarlo.
En ese momento, la joven maga se escabulló entre las gradas para poder llegar a los vestidores de chicas, esto con el fin de no llamar la atención de Barbara Minerva, pues tanto ella como sus amigas no tenían una buena relación con la Capitana del Equipo de Gimnasia, pero afortunadamente esta se encontraba tan distraída con su celular que no pudo percatarse de la presencia de la adolescente, quien finalmente consiguió entrar a los vestidores.
Sin embargo, al cruzar la puerta, observó que el lugar estaba totalmente vacío, pues no había ni una señal de vida dentro de él, lo cual confundió bastante a Zee Zatara debido a que ella había logrado detectar residuos de magia en el lugar, por lo que para la chica era imposible que aquel sitio estuviera vacío.
- ¿Hola?, ¿Hay alguien aquí? –preguntó la chica en voz alta mientras recorría los pasillos de los vestidores, pero al no recibir ninguna respuesta dijo –Ahm... Mi nombre es Zee Zatara y cuando entré al gimnasio vi que salvaste a una de mis compañeras, ¿No quieres hablar conmigo?
Nuevamente la chica no recibió ninguna respuesta, por lo que continúo revisando cada rincón del lugar hasta que repentinamente escuchó el sonido de un casillero siendo abierto; la joven maga corrió rápidamente hacia el lugar donde se había originado el misterioso sonido y se sorprendió al ver que el mismo provenía de su casillero, lo cual asusto a la adolescente debido a que esta temía que dentro de aquel lugar se encontrara con Casey Krinsky, la chica que meses atrás había sido su amiga y que días después se había convertido en su más grande enemiga.
Zee Zatara se acercó a su casillero para inspeccionarlo y ver si le habían robado algún objeto importante, pero, para su buena fortuna, todas sus pertenencias personales estaban intactas con excepción de su espejo, el cual tenía escrito una extraña dirección que la chica busco en su teléfono solo para darse cuenta que la misma era de un matadero que se ubicaba cerca de las afueras de la ciudad.
- ¿Un matadero?, ¿Por qué esa chica fantasma quiere que investiguemos ahí? –se preguntó a sí misma la joven maga al tiempo que guardaba la dirección en su celular para posteriormente limpiar su espejo con un pañuelo que tenía guardado en uno de los bolsillos de su chaleco y cerrar nuevamente su casillero.
-Así que tú eres Zee Zatara, la chica más hermosa y popular de toda la escuela –dijo una voz femenina que llamó la atención de la adolescente, quien volteó hacia su derecha solo para toparse con la misma chica que había visto antes y la cual se encontraba recargada en una de las paredes del lugar con los brazos cruzados.
- ¿E-Eres un fantasma o un demonio?, ¿Qué eres realmente? –preguntó Zee Zatara sintiéndose un poco asustada por la presencia de la chica al tiempo que se acercaba lentamente a ella para tocarla, pero esta la detuvo rápidamente impidiendo que la joven maga tocara siquiera su rostro.
-No soy ninguna de las dos, pero soy tan real que podría lastimarte de un solo golpe y no lo haré porque eres una chica bastante especial y con habilidades fuera de lo común, Zee Zatara –respondió la chica esbozando una tierna sonrisa para después caminar en círculos alrededor de la joven maga diciendo –Sé muy bien por lo que estás pasando, has tenido sueños extraños durante la noche y uno de tus mejores amigos está en el Hospital General de Metrópolis, ¿no es así?
- ¿P-Por qué no puedo moverme ni hablar?, ¿Acaso tú también eres una maga? –preguntó Zee Zatara a través de sus pensamientos debido a que su cuerpo y sus labios estaban paralizados por completo, lo que le impedía llevar a cabo algún movimiento.
-No soy una maga y ni siquiera soy humana, pero puedo escuchar lo que piensas y lo que sientes –respondió la misteriosa chica deteniéndose frente a la joven maga para luego verla directamente a los ojos diciendo –Yo soy como una de tus amigas, solo que a diferencia de ella yo no soy una mestiza y nadie me dono las habilidades que tengo, estoy segura que sabes a lo que me refiero.
- ¡Ah! ¡No puede ser! Ella nos dijo que era la única de su grupo que vivía en Metrópolis, ¡¿Cómo puede haber más como ella?! –se dijo a sí misma Zee Zatara quien parecía haber entendido las palabras de la adolescente –Si puedes escuchar lo que pienso, entonces supongo que sabes las respuestas de tus preguntas.
-Sí, John Constantine y tú estan trabajando para el asqueroso de Beroul –respondió la chica viendo con seriedad a la joven maga –Ambos lo han estado ayudando a convertirse en el único Mercader de Almas de Metrópolis, pero esta ciudad es también mi hogar y no voy a permitir que un demonio obeso la destruya por culpa de un extranjero que quiere recuperar el alma de una niña que ni siquiera vive aquí.
-Esa niña es inocente al igual que los habitantes de esta ciudad y no podemos permitir que ella siga en manos de Beroul –dijo Zee Zatara molesta al tiempo que una lagrima rodaba por sus mejillas –Si realmente te importa Metrópolis, entonces... ¡Ayúdanos a liberarla de su tormento!
-Yo los he estado ayudando todo este tiempo, ¿Quién crees que controló a ese hombre anoche? –preguntó la chica mientras invocaba una esfera mágica color azul cielo, la cual le mostró a la joven maga una imagen del conductor que los había ayudado a escapar de los demonios la noche anterior, así como una foto de la limusina siendo reparada por la chica –Estoy cuidando de ambos porque los necesito, sobre todo a Johnny, quien al parecer es el experto en el tema.
-No basta solo con salvarnos de los peligros a los que nos enfrentamos, si posees las mismas habilidades que mi amiga, entonces... tendrías que ser capaz de poder derrotar a ese demonio –respondió Zee Zatara –Por favor, ayúdanos con tus habilidades y podremos ponerle fin a esto.
- ¿Acaso lo olvidaste, Zee Zatara? Lastimar a Beroul implicaría lastimar el alma que yace dentro de su cuerpo y no creo que tú quieras lastimar a esa pobre niña, ¿o sí? –preguntó la chica viendo con seriedad a la joven maga.
-Entonces... ¿Qué es lo que puedes hacer? –preguntó Zee Zatara –El tiempo se está acabando y no falta mucho para que Metrópolis se convierta en una Ciudad de Cadáveres.
-Yo hablare con John esta misma tarde mientras que tú te encargaras de buscar a Francis Chandler para darle la dirección que escribí en tu espejo, así él podrá dársela a Johnny para que este pueda encontrar en aquel lugar la ayuda que necesita –respondió la chica chasqueando los dedos y haciendo que la joven maga cayera en el suelo agotada, después caminó hacia la entrada del gimnasio diciendo –Por cierto, será mejor que te encargues de cuidar a tus amigas para que así no estés estorbando tanto, estos asuntos son más complicados de lo que parecen y no son aptos para chicas mágicas como tú, pero no te preocupes, Johnny se encargará de todo.
Tras pronunciar aquellas palabras, la chica cruzó la puerta y desapareció dejando a la joven maga sola, la cual se levantó rápidamente para luego correr detrás de ella intentando alcanzarla, pero al salir de los vestidores solo se encontró con Barbara Minerva y su equipo, quienes estaban sorprendidas de verla fuera de clases, pues Zee Zatara era conocida por ser una chica bastante responsable con sus actividades escolares.
- ¿Qué pasa, Zee?, ¿Acaso viste a un fantasma o te acabas de dar cuenta que tu pelo es un espanto? –preguntó Barbara Minerva esbozando una sonrisa burlona y soltando algunas risas que hicieron reír a las demás integrantes de su equipo.
-N-No, creo que vi algo mucho más... extraño –respondió Zee Zatara en voz baja para después caminar hacia las puertas del gimnasio diciéndose a sí misma - ¿Quién será esa chica? Y si tiene los poderes de Angie, ¿Por qué no ha hecho nada por detener a esos demonios?, ¿Es una aliada más o una enemiga peligrosa? Ah... solo espero que esto no complique más las cosas de lo que ya están.
Al mismo tiempo en una de las habitaciones de la Casa 1247 Enstrom, Hogar de Beroul, John Constantine se encontraba parado frente a la piscina de cadáveres del enorme demonio, quien estaba sentado dentro de la misma degustando algunos trozos de carne humana, pero este en lugar de esbozar una sonrisa burlona como la noche anterior mostraba un rostro que reflejaba molestia y enojo, pues se hallaba inconforme con los resultados del Detective Ocultista, el cual había ido a visitarlo con el fin de informarle que aún no había avances que pudieran permitirle localizar a sus rivales y enemigos.
-Estoy muy decepcionado de ti, John –dijo Beroul lengüeteando un torso humano para después voltear a ver al joven Cazador de Demonios diciendo –Estamos a punto de llegar a dos noches y todavía no has hecho progresos, mis enemigos siguen ahí afuera.
-Bueno, tampoco es que me dieras alguna dirección para empezar a investigar –respondió John Constantine dirigiéndole una mirada de seriedad al demonio –Tuve que seguir las Líneas Ley y ver donde convergen los lugares que podrían ser favorables para tu especie.
-O solo estás haciendo tiempo mientras conspiras contra mí –dijo Beroul con una mirada amenazante al tiempo que lamía un hueso que le había arrancado a un cadáver que se encontraba a su lado.
-Me estoy acercando, Beroul –respondió el Detective Ocultista cruzando los brazos e intentando agotar la paciencia del demonio.
- ¿Te estas acercando? –preguntó Beroul poniéndose de pie para luego utilizar un hechizo de levitación que le hizo flotar sobre la piscina, después comenzó a acercarse lentamente hacia la orilla diciendo –El reloj sigue marchando para la niña, ¿sabes?; Se llama Neuropatía Progresiva, cuando antes devuelvas a la pobre Isabelle a su cuerpo más funciones podrá usar de él.
- ¿Cómo sé que realmente la tienes? Su alma podría no estar aquí –le dijo el joven Maestro de las Artes Oscuras al demonio, quien al llegar a la orilla se puso sus pantuflas para posteriormente servir un poco de sangre humana en una copa mientras esbozaba una sonrisa burlona.
-Oh... Supongo que podría darte un pequeño vistazo, quizás la motivación acelere las cosas –respondió Beroul frotándose las manos para después tomar a John Constantine de su gabardina e introducirlo dentro de su cuerpo a través de un portal que se abrió en su estómago.
El demonio soltó algunas risas mientras que el joven Cazador de Demonios cayó por un extraño conducto lleno de sangre y carne podrida, el cual lo llevó a una enorme habitación cuyas paredes eran similares a los tejidos de los órganos digestivos humanos, pero cuando el chico de cabello rubio levantó la vista pudo notar que dentro de una pequeña celda se encontraba el alma de Isabelle Chandler, quien estaba sentada llorando y gimiendo debido al miedo que le provocaba estar dentro de aquel macabro lugar.
- ¡¿Isabelle?! –exclamó John Constantine sorprendido mientras intentaba acercarse a la celda de la niña –Isabelle, ¿Eres tú?
- ¡No me lastimes! ¡No me lastimes! –grito asustada el alma de Isabelle Chandler en cuanto vio que el chico se acercaba a ella para tocarla, pero ninguno de ellos se percató que mientras ellos intentaban comunicarse, en Londres, el cuerpo de la niña igualmente reaccionó haciendo que la Enfermera Espectral colocara sus manos sobre el pecho de Isabelle para saber lo que estaba pasando, sobretodo porque la Señora Chandler le pidió que ayudara a su hija.
Asa, la Enfermera Espectral, salió a través de la boca de la niña, lo cual sorprendió al Detective Ocultista quien no esperaba recibir ayuda por parte de su compañera, la cual se veía bastante disgustada debido al poco avance que había hecho John Constantine para salvar el alma de Isabelle Chandler.
-John, hay un límite de cuánto puedo mantenerla con vida mientras su alma esta... en este lugar que no sé dónde es –le dijo Asa a Constantine al tiempo que volteaba hacia ambos lados intentando identificar el lugar donde se encontraban tanto ella como el chico.
-Créeme, no quieres saberlo –respondió el joven Maestro de las Artes Oscuras mientras intentaba quitarse las manchas de sangre que ensuciaban su rostro –Lo que necesitamos ahora es...
- ¡Se acabó el tiempo! –grito Beroul interrumpiendo la conversación entre ambos chicos y haciendo que el lugar temblara para así lograr expulsar a la Enfermera Espectral, quien al regresar a su cuerpo fue lanzada contra una de las ventanas del Hospital Saint Thomas de Londres donde fue auxiliada por la Señora Chandler, y a la vez hacer que John Constantine fuera aspirado por un fuerte viento.
- ¡Isabelle! ¡Te prometo que te liberare! ¡Te juro que te liberare! –grito John Constantine intentando evitar ser succionado por el viento, pero este logró sacarlo del lugar para posteriormente expulsarlo hacia el Mundo Terrenal haciéndolo caer dentro de la piscina de cadáveres de Beroul, lo cual provocó que el chico saliera rápidamente de esta para después vomitar debido al asco que le provocaba el olor de los cadáveres.
- ¡AJAJAJAJA! ¿Ya me crees? –preguntó Beroul esbozando una sonrisa burlona debido a que le divertía ver como aquel chico vomitaba dentro de su piscina –Oh... Tienes nauseas, pensé que tenías estomago para estas cosas, John.
-Ah... Sí, púdrete –respondió molesto el joven Cazador de Demonios mientras se ponía de pie para luego caminar hacia la puerta con el fin de salir e irse de aquel lugar infernal.
-Pensé que habías cambiado desde Newcastle, John –dijo Beroul sonriendo maliciosamente y haciendo que el chico de cabello rubio detuviera su andar - ¡AJAJAJA! Esa mirada en tu rostro cuando abrí ese portal y arrojé dentro a la pequeña Astra, incluso manchada por su padre aun guardaba mucha inocencia dentro de ella ¡JEJEJE! Um... Delicioso.
- ¡No es cierto! –exclamó asustado John Constantine quien inmediatamente volteó hacia atrás solo para ver como Beroul abría su boca dejando salir a una gigantesca criatura que el chico no esperaba volver a ver.
-Sí, soy yo –respondió un demonio con cola de serpiente, garras, cuernos afilados, alas de murciélago, piel color gris oscuro y cuyos ojos rojos brillaban intensamente en medio de la oscuridad de la habitación.
-Nergal –murmuró nervioso el Detective Ocultista debido a que no esperaba encontrarse con un fantasma de su pasado –P-Pero... Beroul...
-Fue una máscara conveniente –dijo Nergal tomando entre sus garras la piel del demonio obeso para después mostrársela a John Constantine diciendo –Alguien te dijo en alguna ocasión en Londres que yo tenía... muchos nombres –el demonio lanzó la piel de Beroul hacia atrás dejando que la misma se hundiera entre las aguas hediondas de la piscina –He seguido observándote desde lo de Newcastle, John; te vi luchar por regresar del borde de la locura y vi como aprendiste a dominar las mismas artes oscuras que te fallaron hace tres años, realmente deberías agradecerme.
- ¡¿Agradecerte?! –preguntó molesto el joven Cazador de Demonios mientras veía cara a cara al demonio.
-Después de todo, yo te inspire a convertirte en un chico mejor, ¿no es así? –respondió Nergal colocándose detrás de John Constantine para después alzar las manos diciendo –Y ahora estamos todos aquí reunidos después de tanto tiempo.
- ¡Bastardo! –exclamó Constantine iluminando sus manos con un aura mágica dorada y preparándose para lanzar un hechizo de ataque contra aquel demonio que había arruinado su vida.
-Ah, ah, ah, No querrás lastimar a la pobre Isabelle –dijo Nergal esbozando una sonrisa burlona al tiempo que el chico de cabello rubio dejaba de invocar su magia para evitar dañar el cuerpo del demonio.
- ¿Por qué haces esto?
-Porque tienes mucho potencial, John y quiero ayudarte a alcanzarlo –respondió Nergal colocándose detrás del Detective Ocultista –Verás, tengo algunas limitaciones cuando estoy en este mundo, necesito un agente humano con tus habilidades que pueda viajar libremente y buscar nuevos clientes, ayudarme a construir el negocio, piensa en todo lo que podemos lograr juntos.
-Solo haré este trato, Nergal: Me das a Isabelle y nunca nos volveremos a ver, ¿comprendes? –le dijo John Constantine al demonio utilizando un tono amenazante con el que esperaba poder llegar a un acuerdo con aquel ser oscuro y sobrenatural.
-Comprendo... que necesitas algo de tiempo para pensarlo, ahora sal de mi casa –le ordenó Nergal al chico de cabello rubio para después ignorarlo y dirigirse hacia una puerta que comunicaba a otra habitación.
-Una cosa más: ¿Qué le sucedió a Astra? –preguntó el joven Cazador de Demonios viendo con seriedad al demonio e intentando detenerlo para evitar que se fuera del lugar.
-Está en alguna parte del Infierno, gritando tu nombre –respondió Nergal esbozando una sonrisa maliciosa para luego dirigirle una mirada de molestia a Constantine diciendo –Ahora largo y haz tu... ¡Maldito trabajo!
Tras escuchar aquella respuesta por parte del demonio, John Constantine comenzó a caminar hacia la puerta para salir al vestíbulo de la casa, pero antes de cruzar se detuvo debido a que Nergal volteó a verlo nuevamente diciendo:
-Ah... Y John, si tu zorra en Londres vuelve a tratar de entrar en mi otra vez, no terminara bien para ella ni para Isabelle.
-Um... Maldito psicópata –murmuró Constantine molesto para después salir de la habitación con un rostro que denotaba preocupación y enojo, pues él no podía creer que el mismo demonio que le había arruinado la vida en el pasado fuera el mismo que estuviera provocando la catástrofe sanitaria en Metrópolis.
Sin embargo, el joven Maestro de las Artes Oscuras sabía que no podría hacer nada contra él debido a que este tenía en su interior el alma de Isabelle Chandler, por lo que decidió continuar recorriendo las calles de Metrópolis para así perderse en ellas mientras intentaba encontrar una nueva solución para aquel nuevo problema.
Continuara...
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