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Capítulo 3: Entre Demonios Infernales y Ángeles Guardianes


Habían transcurrido algunas horas desde el encuentro entre John Constantine y el Demonio Beroul, poco a poco el sol comenzó a ocultarse en el horizonte para darle paso a la noche mientras que las calles y edificios de Metrópolis empezaron a iluminarse dándole una hermosa vista nocturna a la llamada Ciudad del Mañana, la cual podía verse incluso desde las afueras.

Al mismo tiempo en el interior de una sala de exhibición del Observatorio Glenmorgan, ubicado en la Zona Sur de la Montaña Tomahawk, una chica delgada de cabello ondulado color negro, piel clara, ojos amarillos, vestida con una blusa blanca, falda corta color granate y botas largas marrones de tacón alto se encontraba sentada en una de las bancas leyendo un libro al tiempo que observaba como el resto de los visitantes del lugar comenzaban a retirarse con excepción de un chico de piel clara, cabello negro, vestido con camisa de vestir azul marino, pantalón de mezclilla y zapatos negros, el cual estaba recargado sobre una de las paredes del recinto siendo vigilado muy de cerca por uno de los Guardias de Seguridad.

- ¿No quieres un refresco o unas galletas? –le pregunto el Guardia de Seguridad al chico esbozando una sonrisa y tratando de animarlo.

-No gracias, yo... solo estoy esperando a que mi amigo venga a recogerme –respondió con desaliento el chico de cabello negro mientras sacaba de uno de los bolsillos de su pantalón un cigarrillo.

-Eres realmente alguien muy afortunado, muchacho –dijo el Guardia de Seguridad dándole una palmada en la espalda al chico –El Director Shuster pudo haberte enviado a la Penitenciaría de la Isla Stryker o al Arkham Asylum en Gotham City por el escándalo que provocaste durante la tarde al intentar lanzarte desde la cúpula principal del Observatorio, pero por suerte no paso a mayores y ahora tú podrás regresar a casa sano y salvo.

-No intentaba suicidarme, es solo que... llegue a ese sitio por accidente –dijo el chico de cabello negro sintiéndose un poco molesto debido a que recordaba el encuentro que había tenido horas antes con el Demonio Beroul, el cual fue el responsable de haberlo enviado a aquel lugar –Por cierto, me llamo Francis William Chandler, pero algunos amigos y familiares me llaman "Chas".

- ¿Y por qué tu amigo se ha tardado tanto en venir por ti?, ¿Acaso él es también un estudiante extranjero como tú? –le pregunto el Guardia de Seguridad a Francis al tiempo que le ofrecía al chico su encendedor para que este pudiera prender su cigarrillo.

-Mi amigo es un sujeto muy torpe y un imbécil de primera, si lo conocieras probablemente no soportarías estar a su lado mucho tiempo –respondió Francis agachando la cabeza e ignorando al Guardia de Seguridad para después voltear a ver a la chica que lo vigilaba desde lejos diciendo –Um... ¿Usted conoce a esa chica, Oficial?

- ¡Oh claro! Se llama Stella de Angelis y es una estudiante de Metrópolis High School que llego aquí hace no mucho como parte del cuerpo de voluntarios del Programa Juvenil Exploradores del Observatorio Glenmorgan –dijo el Guardia de Seguridad cruzando los brazos mientras esbozaba una sonrisa burlona - ¿Por qué lo preguntas, Chas?, ¿Acaso sientes algo por ella?

-Eh... No, es solo que mi amigo y yo nos topamos con ella durante la salida –respondió Francis nervioso y sonrojándose un poco debido a que, por alguna extraña razón, se sentía atraído por la mirada seductora y coqueta de la adolescente.

-Pues más te vale que vayas olvidándote de ella porque muchos la han intentado enamorar, pero ninguno ha logrado conquistar su corazón –dijo el Guardia de Seguridad negando con la cabeza al tiempo que observaba como la misteriosa chica se levantaba de su asiento para posteriormente dirigirse hacia la salida y abandonar el recinto –Es una chica difícil y en lo personal yo dudo que exista alguien que sea capaz de hacerla cambiar, ¿No lo crees, muchacho?

-Sí Oficial, tiene usted toda la razón –respondió Francis soltando un suspiro para luego sacar su celular debido a que este había vibrado en su bolsillo –Ehm... Mi amigo ya está aquí y me espera allá afuera, gracias por la ayuda Oficial.

-No hay problema Chas y si necesitas ayuda o apoyo emocional, aquí estaré siempre para servirte –dijo el Guardia de Seguridad sonriendo mientras veía como Francis Chandler caminaba hacia la salida para finalmente abandonar el Observatorio Glenmorgan.

Francis Chandler camino por el vestíbulo del Observatorio, cruzo la puerta principal y posteriormente salió del lugar solo para encontrarse en las escalinatas con John Constantine y Zee Zatara, quienes lo esperaban con los brazos cruzados al tiempo que una limusina negra con vidrios polarizados se detenía frente al Observatorio Glenmorgan.

-Se tomaron su tiempo, tórtolos –les dijo Francis a ambos chicos mientras entraba a la limusina para después sentarse en la parte de atrás y voltear a ver a su amigo, el cual, antes de abordar el vehículo junto con Zee Zatara, encendió un cigarrillo - ¿Por qué te tardaste tanto tiempo, John?

-Creo que nos perdimos un par de veces, Chas –respondió Constantine esbozando una sonrisa burlona que hizo enojar aún más a Francis Chandler, quien parecía no estar de humor para las bromas y chistes del Detective Ocultista –Eh... ¿Te puedo decir algo, Chas?

- ¿Es algo bueno o es algo malo? –pregunto Francis cruzando los brazos y viendo con seriedad a Constantine, el cual tomo un respiro para luego acercarse al oído de su amigo y susurrarle unas palabras que en lugar de tranquilizarlo lo molestaron bastante - ¿Así que trabajas para Beroul?, ¡¿Acaso estás loco?! –exclamo Francis Chandler con coraje e impotencia al tiempo que la limusina comenzaba a avanzar para después tomar una carretera llena de curvas y barrancos que conducía a Metrópolis –Ah... Estúpida pregunta –dijo Francis tomando un respiro y mirando el cielo nocturno a través de la ventana del auto.

-No me dio muchas opciones, tenemos que jugar su juego si queremos salvar a Isabelle –respondió Constantine mientras fumaba su cigarrillo a la vez que Zee Zatara abría una de las ventanas del vehículo para dejar salir el humo que este producía.

- ¿Y qué tienen que ver las otras víctimas con esto? –le pregunto Zee Zatara al joven Cazador de Demonios al tiempo que le quitaba a este su cigarrillo para después tirarlo por la ventana sin darse cuenta que una extraña criatura cuadrúpeda de piel grisácea y ojos rojos con garras y colmillos pisaba la colilla con una de sus patas delanteras para posteriormente lanzar un aullido a la luna y correr detrás de la limusina siendo seguido por una jauría de criaturas similares que lanzaban fuertes gruñidos que podían escucharse en los alrededores de la Montaña Tomahawk.

-Mi mejor suposición es que sus almas son combustibles para la magia de Beroul, algo así como las baterías –respondió Constantine viendo con seriedad a la chica y sacando de uno de los bolsillos de su gabardina otro cigarrillo –Estas surten energía que abre pequeños portales entre el Infierno y la Tierra para que los demonios puedan alimentarse con las almas de aquí arriba.

- ¿Y en dónde encaja Isabelle en esto? Aquí ya hay docenas de casos de coma, pero en Londres solo hay... -decía Francis preocupado y volteando a ver a su amigo, el cual le dirigió una mirada amenazadora que provoco que el chico de cabello negro se cohibiese para después agachar la cabeza e ignorar al Detective Ocultista.

- ¡Vamos! Quiero que ambos digan que todo esto es mi culpa –les dijo Constantine molesto a ambos chicos mientras sacaba del bolsillo de su pantalón un encendedor para prender otro cigarrillo.

-Quizás lo sea o quizás no seas el responsable de cada maldito demonio loco que viene a causar problemas en este mundo –dijo Francis viendo con seriedad a su amigo para luego recargarse en su asiento diciendo –Lo único que sé es que quiero rescatar a mi hermanita y si alguien puede hacerlo eres tú.

-Díselo a Astra Logue –respondió el joven Cazador de Demonios negando con la cabeza al tiempo que se recostaba sobre el hombro de Zee Zatara diciendo - ¡Vamos Zee! Dile a este tonto que soy un idiota y un infeliz bueno para nada.

-Ehm... ¿No has considerado bañarte o dejar el cigarro? –pregunto Zee Zatara empujando a John Constantine para alejarlo de ella debido a que no soportaba el olor a tabaco que este despedía, pero ella no pudo percatarse a tiempo que la criatura cuadrúpeda de piel grisácea y ojos rojos, junto con el resto de su jauría, estaban cada vez más cerca del vehículo preparándose para atacarlo.

-Eras un puberto estúpido y arrogante –le dijo Francis a Constantine soltando un suspiro y viendo con seriedad a su amigo.

-Sí, pero ahora soy un adolescente estúpido y arrogante –respondió Constantine levantándose de su asiento para después estirar los brazos y voltear a ver a su amigo diciendo –Pero... hare lo mejor que pueda por ti Chas, en eso tienes mi palabra.

-Ah... Ahora que ya se reconciliaron, ¿Qué sigue? –le pregunto Zee Zatara al Detective Ocultista soltando un suspiro y cerrando un poco los ojos debido a que el sueño había comenzado a invadirla.

- ¿Ahora? Seguimos ordenes de la bola de grasa, matamos a sus enemigos y besamos su gordo...

-Ehm... ¿Qué es esa luz roja que nos sigue, Señorita Zatara? –interrumpió el chofer de la limusina a Constantine haciendo que los tres chicos voltearan hacia atrás solo para ver como una jauría de extrañas criaturas cuadrúpedas de piel grisácea y ojos rojos perseguía al vehículo con el único fin de atacarlo.

- ¡Demonios! –respondió Constantine asustado para luego tomar de la mano a Zee Zatara y llevarla hacia los asientos que estaban cerca de la cabina del conductor mientras que Francis corrió igualmente hacia el otro lado con el único fin de ponerse a salvo.

- ¡¿De dónde salieron?!, ¡¿Quién los envió?! –pregunto asustada la joven maga al tiempo que observaba como las criaturas cuadrúpedas conseguían saltar hacia la limusina para posteriormente romper el parabrisas trasero y entrar al vehículo, pero Constantine tomo una palanca que se encontraba debajo del asiento, la cual utilizo para golpear a los extraños seres.

- ¡Uno de los rivales de Beroul sin duda!, ¡Quieren detenerme antes de que yo los detenga a ellos! –respondió el joven Cazador de Demonios mientras intentaba alejar a las criaturas cuadrúpedas mediante los golpes de la palanca.

- ¡Tú eres un Cazador de Demonios!, ¡¿Acaso no puedes atraparlos dentro de algún objeto extraño o trampa mágica?! –le pregunto Zee Zatara a Constantine al tiempo que intentaba repeler a aquellos seres demoniacos con su magia.

- ¡¿Quién diablos crees que soy?!, ¡¿El maldito Dr. Strange?! –respondió el Detective Ocultista molesto y viendo como la magia de Zee Zatara era incapaz de alejar a las criaturas cuadrúpedas que los atacaban.

- ¡Será mejor que hagan algo pronto!, ¡Estamos a punto de convertirnos en la cena de esas cosas! –grito William asustado y observando como los seres demoniacos comenzaba a hacer rasguños en el techo con el único propósito de asesinar al chofer de la limusina para así poder chocar el vehículo contra un poste de luz que se hallaba cerca de un barranco.

- ¡Deténgase! –ordeno Constantine lanzando la palanca contra las criaturas cuadrúpedas para después sentarse en su asiento y sujetarse fuertemente al tiempo que la limusina se detenía cerca del borde del barranco haciendo que los seres demoniacos cayeran al vacío mientras que Zee Zatara, Francis Chandler, William y John Constantine salieron rápidamente del vehículo que finalmente termino cayendo en el barranco junto con el resto de las criaturas infernales para luego explotar provocando un pequeño incendio en la zona.

-Algo me dice que voy a ser despedido mañana, Señorita Zatara –dijo William cruzando los brazos y viendo como el fuego de la limusina comenzaba a quemar los cuerpos de aquellas criaturas cuadrúpedas.

- ¡Tenemos problemas mayores!, ¡Vámonos! –grito Francis asustado y señalando hacia una parte de la carretera donde se podía ver como el resto de la jauría de demonios corría hacia ellos intentando alcanzarlos.

Al ver esto, John Constantine, Zee Zatara, Francis "Chas" Chandler y William comenzaron a correr en dirección a Metrópolis siendo seguidos muy de cerca por los seres demoniacos que no dejaban de aullarle a la luna y aunque Zee Zatara intento hacerles frente con su magia, esta no fue capaz de resistir el poder infernal que desprendían las criaturas cuadrúpedas.

Sin embargo, Constantine decidió detenerse a mitad del camino con el único fin de detener al menos por un momento a los demonios, los cuales estaban a punto de atacarle, pero rápidamente el joven Cazador de Demonios ilumino sus manos con un aura mágica dorada a la vez que decía en voz alta:

- ¡Dalmara Malagical Dayaraldar!, ¡Dalmara Malagical Dayaraldar!, ¡Dalmara Malagical Dayaraldar!

Tras pronunciar aquellas palabras mágicas, una misteriosa columna de fuego apareció frente al Detective Ocultista creando una especie de escudo mágico que protegió tanto a Constantine como a sus compañeros de los demonios, los cuales se alejaron al ver como de las llamas emergía la figura de un ángel de enormes alas que armado con una espada les bloqueaba el paso al tiempo que con su mano derecha hacía la señal de la cruz.

- ¡Wow!, ¡Eso si es magia! –dijo Zee Zatara impresionada y viendo como las criaturas infernales comenzaban a sentirse atemorizadas por la figura del ángel.

-Bueno, los encantamientos de segunda mano no van a durar mucho –dijo Constantine retrocediendo para luego comenzar nuevamente a correr mientras era seguido de cerca por Zee Zatara, Francis Chandler y William, a los cuales volteo a ver diciendo –Tenemos al menos veinte minutos exactos antes de que esas cosas nos devoren.

- ¡Para ser un sujeto que miente tanto, dices la verdad en los peores momentos! –le dijo Francis al joven Cazador de Demonios a la vez que corría al lado derecho de este.

-No quiero alarmarlos, pero al ritmo que vamos no podremos dejar atrás a esas cosas –dijo William sintiéndose un poco cansado al tiempo que volteaba hacia atrás solo para observar como el fuego que los separaba de las criaturas empezaba poco a poco a apagarse.

- ¡No lo lograremos!, ¡No lo lograremos! –gritaba Zee Zatara asustada volteando hacia atrás y viendo como un demonio estaba a punto de cruzar el escudo que los protegía de aquellos seres infernales.

Sin embargo, un auto Volkswagen Golf color amarillo apareció repentinamente detrás de los demonios, los cuales estaban a punto de atacar el vehículo, pero no lo lograron debido a que este consiguió saltar sobre ellos para finalmente atravesar la barrera de fuego y detenerse frente a los tres pasajeros y el chofer de la limusina, quienes al abrir la puerta del auto se encontraron con un hombre fornido de piel blanca, cabello rubio, vestido con camiseta negra, pantalón de mezclilla y botas rockeras negras que al verlos les dijo:

- ¡Entren!

- ¿Es en serio?, ¿Y debemos confiar en ti por qué...? –decía Constantine mientras le lanzaba una mirada de desconfianza al conductor del vehículo.

-Porque si no entran se mueren, ¡Entra al auto, John! –le ordeno el hombre al Detective Ocultista quien antes de subir volteo hacia atrás solo para mirar como los demonios finalmente habían conseguido atravesar su escudo.

Zee Zatara, Francis Chandler, William y John Constantine abordaron el auto que rápidamente comenzó a alejarse del lugar dejando atrás a las criaturas demoniacas, las cuales al ver que el vehículo se alejaba decidieron dejar en paz a los ocupantes de la limusina para posteriormente desaparecer en medio de la oscuridad de la noche.

-Ah... ¿Quién rayos eres tú? –le pregunto Constantine al hombre de cabello rubio al tiempo que tomaba un respiro para tranquilizarse.

-Un amigo cercano, ahora cállate –respondió el hombre fornido ignorando al joven Cazador de Demonios e intentando concentrarse.

- ¿Y cómo sabes mi nombre? –pregunto Constantine sintiéndose cada vez más confundido por las palabras y la extraña actitud del hombre que le había salvado la vida a él y a sus compañeros.

- ¡Oye! Maniobrar este vehículo humano mientras controlo este cuerpo no es algo fácil –respondió el hombre molesto mientras giraba el volante del auto para hacer que este entrara al camino que conducía al Puente Clinton que a su vez llevaba a la Zona Centro de Metrópolis.

- ¡Sí!, ¡Se nota! –dijo Zee Zatara asustada y tambaleándose de un lado a otro debido a la pésima conducción del conductor.

- ¡Así que cierren la boca y dejen que me concentre! –dijo el hombre de cabello rubio pisando el acelerador para finalmente llevar a sus pasajeros hacia el Hotel Casino Utopía, ubicado en la Zona Centro de Metrópolis y el cual además era el lugar donde se encontraba la Residencia de los Zatara.

Algunos minutos pasaron y finalmente el auto se detuvo frente a la entrada principal del Hotel Casino Utopía, los cuatro pasajeros bajaron del vehículo, pero solo Zee Zatara y William comenzaron a caminar hacia la puerta mientras que John Constantine y Francis "Chas" Chandler se quedaron parados cerca del vehículo durante algunos minutos más con el único fin de admirar la arquitectura del edificio.

- ¿Qué es todo esto? –le pregunto Francis al Detective Ocultista quien estiraba sus brazos para después meter la mano en uno de los bolsillos de su pantalón y sacar de este un cuaderno de notas.

- ¿No te lo conté? Estamos progresando –respondió Constantine dándole una palmada en la espalda a su amigo para luego voltear a ver al conductor del auto diciendo - ¿No vienes con nosotros?

-Estaré en contacto y muy pronto nos veremos cara a cara –dijo el hombre de cabello rubio quien tras pronunciar estas palabras soltó un leve quejido lastimero que le hizo recuperar la noción del tiempo al tiempo que decía – ¿Eh?, ¿Dónde rayos estoy?

El conductor volteo hacia su derecha solo para toparse con el rostro de John Constantine, pero al verlo solo le mostro el dedo medio al joven Cazador de Demonios quien simplemente observo como el vehículo se alejaba rápidamente de ahí dejándolo a él y a sus compañeros solos en aquel sitio.

- ¿Crees que esto sea obra de Beroul? –pregunto Francis confundido y colocándose al lado de su amigo para igualmente mirar como el vehículo que los había salvado se alejaba hasta perderse entre las calles principales de la Ciudad del Mañana.

-Si pudiera ser eso, no me hubiera buscado –respondió Constantine rascándose la cabeza y volteando hacia atrás solo para ver como Zee Zatara cruzaba la puerta principal del Hotel Casino Utopía, aunque no sin antes dirigirle una mirada enojada al chico debido a que estaba molesta por la pérdida de su limusina.

-Entonces... ¿Quién? –pregunto Francis sintiéndose un poco confundido y colocando su mano en el hombro del joven Cazador de Demonios.

-Quien quiera que sea, acaba de salvarnos el trasero –respondió Constantine soltando un leve suspiro para después caminar hacia la entrada del Hotel siendo seguido por su amigo.

Mientras tanto en la habitación de Isabelle Chandler, ubicada en el penúltimo piso del Hospital Saint Thomas de Londres, la Señora Chandler y Asa la Enfermera Espectral se encontraban paradas al lado de la cama observando como unas extrañas criaturas fantasmales, que poseían un aura mágica color rojo, estaban traspasando el techo de la habitación con el único fin de intentar acercarse al cuerpo de la niña que era protegido por el Escudo de Armet.

-Oh... ¡¿Qué rayos son esas cosas?! –pregunto la Señora Chandler asustada al ver como los seres fantasmales comenzaban a volar en círculos alrededor del cuerpo de su hija.

-Son espíritus del Plano Astral Inferior, tan hambrientos de vivir en la Tierra que no trascienden a otros planos –le respondió Asa a la Señora Chandler dirigiéndole una mirada de seriedad.

- ¿Y qué quieren con ella? –pregunto la Señora Chandler nerviosa al tiempo que veía como las criaturas fantasmales se acercaban poco a poco a la cama donde descansaba el cuerpo de Isabelle.

-El alma de tu hija no está ahí por lo que es el vehículo perfecto para ellos, una forma de regresar –respondió Asa cruzando los brazos y soltando un leve suspiro que hacía parecer que a ella no le preocupaba mucho que los espíritus se acercaran al cuerpo de la niña.

- ¡No!, ¡No!, ¡No! –grito la Señora Chandler asustada mientras intentaba acercarse al cuerpo de su hija para protegerlo, pero la Enfermera Espectral la detuvo para después señalar con su dedo a los espíritus, quienes fueron repelidos por el Escudo de Armet.

-No te preocupes, no pueden llegar a ella... aún –dijo Asa soltando a la Señora Chandler al tiempo que observaba como los seres fantasmales huían del lugar dejando a la pequeña Isabelle en paz.

- ¿Qué quieres decir con aún? –le pregunto la Señora Chandler molesta a la Enfermera Espectral mientras le dirigía a esta una mirada de seriedad.

-Mientras su alma siga afuera de su cuerpo será cada vez más difícil protegerla –respondió Asa caminando por la habitación y acercándose a la cama de Isabelle Chandler.

- ¡Oh Dios! Ojalá Francis estuviera aquí –dijo la Señora Chandler preocupada y cayendo de rodillas frente al cuerpo de su hija.

- ¿Todavía lo quieres? –le pregunto la Enfermera Espectral a la Señora Chandler al tiempo que esbozaba un rostro que denotaba confusión por las palabras que decía la joven mujer.

-Cuando tienes hijos y los ves crecer juntos, tu corazón se abre de tal modo que ese amor que sientes por ellos nunca muere –respondió la Señora Chandler llorando para luego voltear a ver a la Enfermera Espectral diciendo –No importa cuanto lo desees e Isabelle... ¡Oh Dios! Ella adora a su hermano, las chicas y sus hermanos...

-De hecho, no –dijo Asa interrumpiendo a la Señora Chandler a la vez que mostraba una sonrisa tierna que denotaba comprensión y cariño –Comprendo los placeres de la carne humana lo suficientemente bien, pero esa clase de amor de la que hablas... es un misterio para mí –dijo la Enfermera Espectral al tiempo que iluminaba la palma de su mano y creaba una pequeña esfera mágica de color purpura, la cual termino lanzando contra un espíritu errante que aún deambulaba por la habitación mientras que la Señora Chandler solo la veía con incredulidad debido a que no esperaba una respuesta así por parte de la chica.

Posteriormente, ambas se sentaron en las sillas que se encontraban al lado de la cama de Isabelle para continuar observándola, pero tanto Asa como la Señora Chandler sabían que el tiempo seguía corriendo y lo único que deseaban era que Constantine regresase pronto con el alma de la niña para así salvarla de su fatal destino.

Continuara...

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