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7.- Noche Buena

—Santuario Índigo.

Alrededor de aquella enorme linterna índigo, estaban en multitud los primeros y más fieles seguidores del espectro emocional índigo, siendo dirigidos por dos sacerdotes índigo, aquella de nombre Indigo-1, y Munk, un fornido sacerdote humanoide de piel rosada, carente de cabello y con una barbilla rasgada. Los cánticos fueron interrumpidos por los acelerados pasos de Trinity, una sacerdotisa neofita en el Santuario Índigo; Trinity tenía un ceñido traje negro con detalles en índigo, además de pintura facial y pupilas de igual color. Trinity llegaba acelerada y con cierta desesperación, logrando ver con temor aquella escena de culto, donde además, la linterna índigo parecía vibrar al compás de los cánticos.

—¿M-Munk?— pregunto cabizbaja Trinity, sosteniendo a dos manos su bastón

—Qué quieres, hermana Trinity— pregunto con total seriedad Munk

—La situación con el prisionero Victor Fries, es cuanto menos... complicada— trato de explicar la joven, a lo que Munk finalmente la miro atento

—¿Cuanto menos?— pregunto Munk, con la mirada fija en la joven sacerdotisa

—Aunque hay compasión en el, no se adecua a nuestra transición— explicaba Trinity, mientras veía a su alrededor a los compasivos en plenos coros

—Quieres decir que alguien como él, ¿No siente la menor culpa de lo que ha hecho?— pregunto intrigado Munk, mientras tomaba el mentón de Trinity y la obligaba a verlo —¿Algo de interés en nuestra batería central, hermana?

—N-No Munk, es solo, llamativa...— susurro Trinity, esta vez sin apartar la mirada de Munk

—Sigue con tú información— ordenó Munk, mientras se giraba hacia la enorme linterna

—Su aura está teñida con el furor de seis de las siete emociones— expresó cabizbaja, y con temor, Trinity, logrando captar toda la atención de Munk

—¿¡Seis!?— grito Munk, con un asomnie tal que parecía temor

—Siente esperanza de que lo que hace un día de frutos, tiene la voluntad como para hacerlo aún con todo el tiempo que le tome. Para sus enemigos tiene gran ira y miedo, aunque siente compasión en su corazón, todas las demás la opacan. Principalmente el amor que siente hacia su esposa, Nora.— expresó Trinity, mientras miraba hacia el techo del lugar, siendo seguida por la mirada de Munk

—Bueno, ya resolveremos eso, se adecuará a nosotros, ya veras, y si no, solo necesita una emoción para entregársela a aquel encima de Proselyte...— termino entre un suspiro Munk, intentando calmar a la neofita, sin siquiera imaginar que es lo que venía desde las estrellas.

Desde lo profundo del cosmos más allá de la tierra, un pequeño y brillante objeto de intenso color amarillo con el símbolo de los Sinestro Corps, una corporación que aquellos que lucen el esmeralda de la voluntad conocen muy bien, se acercó cual fugaz estrella hasta atravesar la atmósfera y, haciendo uso de la penumbra índigo sobre Gótica, pasó desapercibido hasta atravesar la ventana del único prisionero abandonado en el Asilo Arkham debido a su tipo de contención, Victor Fries; de un golpe con una potencia similar a un disparo, el anillo se pozo flotando con una elegancia impropia a su llegada.

—¿Ahora hoy uno amarillo?— se preguntó a si mismo Victor Fries, mientras veía aquel anillo flotando pasivamente; Victor dio varios pasos descalzo sobre algunos anillos de opaco color índigo que le habían rechazado

Entre un potente y cegador destello amarillo, el anillo hizo a Fries caer sibre su espalda; mas esto no paro ahí, puesto que aquella luz comenzó a tomar una forma, entre una emergente energía rosada que se generaba también alrededor del anillo; una mujer rápidamente se creó alrededor del anillo con este como corazón. El cabello de esta mujer brillante flotaba como si la gravedad no tuviera cavida en aquella celda; aquella energía rosa se extendió en el interior de la mujer hasta fungir como su piel, y alrededor de esta, "cubriendo" su cuerpo, había un vestido de translúcida energía que dejaba a la vista los atributos de la mujer con tal detalle, que poco le faltaba para ser el mismo espectro reptante de Nora Fries.

—Victor Fries de la Ciudad Gótica— decía el anillo con una rasposa voz que lentamente se torno en la voz de su amada, la dulce, y una vez llena de vida, Nora Fries —. Tienes el poder de infundir gran temor, bienvenido a los Sinestro Corps.— finalizó el anillo mientras lentamente, se acercaba hacia los dedos de Victor, quien aún dudoso, estiro su dedo medio.

—Alguna parte de Ciudad Gótica.

Más de media noche había pasado ya, ya era un día nuevo y el sol no daba señal alguna de salir pronto; había bastado apenas dos dias de noche para que aquellos religiosos cayeran en quiebre y rezaran hasta el final de sus vidas, si es que este llegaba pronto con la llegada de la navidad, saturnalia y como no, el supuesto nacimiento de su salvador. Mientras los religiosos se encerraban en sus hogares y templos rezando por perdón o salvación, las personas más débiles de mente colapsaban entre gritos mientras eran tomados por los Proselytes o los compasivos, y en los peores casos, siendo incluso cosechados por los sacerdotes de la tribu índigo; otro par de sectores de la población se enfocaban en uno de los primeros actos de perversión y caos cuando de un posible, o concreto, colapso de la sociedad humana se trata: el saqueo y la protección de los débiles, ambas caras de la humanidad, una sensación vana de que salvar a unos ayudará al final del día, y el putrido agujero en el pecho de los hombres que nunca se llenará. Finalmente estaba un sector el cuál aceptaba al Santuario Índigo como sus amos, no haciendo más que darles más fuerza.

—¡Corran!— gritaba Elizabeth, que se encargaba de disparar a los compasivos y Proselytes que trataban de rodearlos

—¿Y luego qué?— pregunto Rick Flag, disparando con una ametralladora y tratando de llamar por teléfono —¡Carajo no responden!

—¿¡Waller!?— pregunto Ratcatcher, cargando a Sebastian en sus manos y viendo como Polka-Dot Man, Black Bat y varios policías trataban de dispararle al Man-Bat índigo, pero esto no funcionaba y Man-Bat solo trataba de alcanzarlos con sus garras y afilados colmillos, a la par que su sombra índigo repetía su actuar

—¡No responde, no debe de haber señal ya!— exclamó con furia Rick Flag, disparandole a Man-Bat, quien solo chillaba y aturdia a los presentes

—¿¡Donde está Thomas!?— pregunto Gordon, disparando con su escopeta a los compasivos que empezaban ya a cerrar el círculo con el que los iban a atrapar

—¿¡Quien!?— pregunto Black Bat, fingiendo desconocer de quien hablaba y ya usando sus batarangs como cuchillos

—¡Cleo, abajo!— gritaba Elizabeth, corriendo para tratar de empujar a Ratcatcher y salvarla del agarre de Man-Bat

Man-Bat lleno de furia dio un golpe a Elizabeth con su bastón, quien cayó sobre Ratcatcher; el comunicador de ratas de Cleo rodó por el suelo y terminó por hundirse en la nieve y dejarla desarmada. Ratcatcher se giro hacia su atacante, quien solo chillaba y trataba de su bastón emergía luz índigo, creando múltiples garras que se estiraban tratando de atrapar a Ratcatcher, entre el salivar de Man-Bat. Todos trataban de llegar a Ratcatcher, pero los compasivos hacían esto imposible, únicamente dejando escuchar las negativas de Ratcatcher ante los ataques de Man-Bat y los agudos chillidos de Sebastian, que no podía evitar en lo más mínimo que esté acto fuera llevado acabo.

—¡Cleo!— grito Polka-Dot Man, quien destruía tantos compasivos como él podía en aras de llegar hasta Ratcatcher

—¡Resiste, Cleo!— exclamaba impotente Rick Flag, golpeando los compasivos mientras trataba de llegar a su vieja amiga

Man-Bat alzó y extendió sus alas de lado a lado, creando una enorme silueta de por sobre de ella; Cleo vio su final llegar ante la visión del Man-Bat índigo, quien solo escurría su saliva y la miraba fijamente con sus vacíos ojos negros.

—Depredador— inició elocuente Man-Bat, viendo fijamente a la atemorizada Ratcatcher —, Proselyte... te... quiere, para él... Cleo Cazo...— decía a duras penas Man-Bat, mientras se acercaba a Ratcatcher, quien se vio muerta en pocos segundos, únicamente pudiendo llevarse los brazos frente al rostro y pedir entre llanto alguna piedad dentro, en el fondo de Man-Bat

—¡No, no!— gritaba Ratcatcher al compás de los chillidos desesperados de Sebastian y la pesada respiración de Man-Bat, quien lento se acercó hasta ella

—¡Cleo!— gritaba Polka-Dot Man, tratando con desesperación de llegar hasta ella —¡Cleo, no! — pero era muy tarde

Con sus patas traseras, Man-Bat tomó a Ratcatcher de la cintura y, sin darse cuenta, también a la inconsciente Elizabeth del brazo, elevándose entre fuertes aleteos que hacían a volar la nieve en el suelo, mientras se elevaba por sobre de todos. Mas las sorpresas no terminaron ahí; mientras que Man-Bat se alejaba con ambas féminas, los compasivos empezaban a alejarse y retirarse de a poco, dando así posibles espacios para la salida de los héroes de esta noche.

«¿Donde estoy?»

Thomas Wayne despertaba de golpe, herido y saliendo de entre los escombros con un inconsciente Nightwing en brazos; las llamas, el humo y los escombros del salón de la justicia era lo que plagaba el entorno ante la aterrada vista de Thomas Wayne.

«No. No otra vez ésto»

No llevaba su traje de Batman, solamente su traje casual para cuando hacía una visita formal al lugar de trabajo de su hijo, Bruce Wayne, Batman. Héroes yacían bajo o sobre los escombros, muertos o abatidos. Thomas, aún con Nightwing en brazos, avanzó por todo el rastro de devastación; el casco de Doctor Fate yacía abollado, aplastado junto a un Superman de rodillas, destrozado entre un llanto y mirada al vacío.

«¿Superman? ¿De verdad está ahí como si nada?»

—¡Superman!— grito con rabia Thomas, corriendo hasta caer frente a Superman —¿¡Qué demonios te pasa!? ¡Ve y pelea! ¡Lucha como mi hijo!

—Él... dios, Thomas— decía Superman, dejando a la vista que su edad había sido adelantada gracias a los hechizos del Joker, pues manifestaba canas en sus patillas —, me hizo matar a Kent Nelson con mis propias manos, me hechizo para creer que era él.

—¿Donde está mi hijo?— pregunto finalmente Thomas, haciéndose consiente de la gravedad de la situación; Superman señaló débilmente hacia una ventana, por donde supuso había sido lanzado Batman

Thomas dejó a Nightwing en el suelo junto a Superman, postrandose firme ante su avanzar pero no sin antes patear por accidente los restos de un cristalino anillo, incluso Hal Jordan había caído. Thomas corrió por los escombros, saltando la aforma masa de ligas en la que había sido convertido Plastic Man, hasta entrar por la rota ventana y ver una mórbida, y triste escena. Tres personas, o lo que parecían ser dos y una especie de piñata; el primero era Batman, Bruce Wayne, calzinado hasta los huesos, y la otra era Wonder Woman, quien había sido convertida en una especie de figura hueca de cartón, abierta del vientre y con unos largos globos rosas y rojos flotandole de la herida. Finalmente, estaba él, a varios metros de ambos héroes caídos, estaba el Joker.

«E-Ese malnacido... m-mato... mato»

—Ow.— decía el Joker, mientras veía su pierna rota y sentía sus costillas pinchando sus pulmones

Thomas avanzó apenas dos pasos cuando su pie se topo con casco del caos, solo para desviar su atención con rabia pura hacia el Joker; Thomas no lloro, no se lamento y, simplemente con un semblante de dolor puro, se acerco al Joker, quien solo daba pequeñas risas entre su esfuerzo por respirar. Pasó de largo el cadáver de Batman, no podía soportar ver a su hijo así; al contrario con Wonder Woman, Thomas vio en el interior de la misma a través de su herida, todos sus órganos habían sido reemplazados por globos.

—¿Tú eres papi Batman?— pregunto el Joker, tratando de reír mientras veía venir a Thomas

«Tú»

—Creí que le hacía falta algo de aire a Wonder Woman, y me pareció que su hijo tenía algo de frío je... je...

«¡Mataste a mi hijo!»

Una patada directo al pecho del payaso fue dada, y a esta la siguió un grito que se ahogaba entre las carcajadas del mismo, en su típico actuar; Joker se llevó las manos al pecho, escupiendo en apenas unos segundos sangre desde su boca. Sin poder soltar un chiste más, y sin que Thomas dijera alguna cosa, lo sujeto del cuello y comenzó con un feroz golpe que le arrebato tres de sus dientes, poco antes de recibir otro, esta vez hacia la izquierda, arrebatandole otro par. Golpe tras golpe, la pulcra y tétrica cara pálida del Joker se fue volviendo cada vez más en una deforme y punzante masa carmesí que cada ciertos golpes escupía de manera aberrante los pocos dientes que no se tragaba entre dicha golpiza y los chorros de sangre que los acarreaban. Mas Thomas Wayne no se canso, ni tuvo más pensamiento en mente, solo estaba él y su placentero golpear mecánico que estaba inflingiendole al príncipe payaso del crimen; el último de los Wayne, no paro ni siquiera tras oír el lento crugir del cráneo del villano ante sus nudillos ya chorreantes de su sangre.

—¡Bruce!— despertó gritando Thomas, viéndose en un entorno extraño

«¿Qué es esto?»

Thomas aún se encontraba con el pantalón, máscara y capa de su traje heroico, al borde de la cama y en la mesa de noche a su lado se encontraban su camisa y funda, viendo brillar con la luz del sol sus guantes y botas tirados a un lado en el suelo de la cama. El hombre murciélago se encontraba sobre una cama cuya cobija eran muchas hojas cocidas, resplandecientes ante los rayos de sol del amanecer; su pecho y brazos estaban vendados y ya no sentía más la creciente presión en pecho y articulaciones tras la pelea contra Padre, y luego contra Bane.

«Isley. Ella me salvó»

—Buenos días, viejo casca rabias— decía Pamela, que entraba con una taza de café y un par de pastillas sobre una bandeja

—¿Qué fue lo que pasó?— pregunto tajante, mientras miraba por la ventana

—Te desmayaste después de desenterrar al Joker, así que te trajimos dentro y te atendí— explicó Pamela, dejando la bandeja sobre la mesa de noche

«Estoy en su comunidad»

—Gracias por atemorizar a las personas del refugio— declaró Pamela mientras miraba de reojo a Thomas —, la roja es para dolor de cabeza e inflamación. La azul es para otros síntomas que puedan surgir, Thomas.

—¿De quien fue la idea de recocerle la sonrisa?— pregunto tajante Thomas, tras dar un sorbo a su café y exhalar con godo. Hace mucho que no bebía un buen café; acto seguido tomo ambas pastillas y las paso sin café

«Dios, este café es bueno»

—De Harley— expresó Pamela, tras apartar la translúcida cortina de la ventana y ver hacia el exterior, notando como muchas personas veían con recelo a Harley y Punchline, quienes estaban enterrando de nuevo al Joker

«Por supuesto»

—¿Cuando llegó?— pregunto Thomas, terminando su café y dejándolo sobre la mesa de ncohe, tomando las partes sueltas de su traje y empezando a colocarselas

—Después de lo que pasó con Clownface y el Santuario, ellas vinieron por asilo— contestó Pamela, mientras le acercaba a Batman su guante

«No se lo negó, como podría»

—¿Qué día es hoy?— pregunto Thomas sin mirarla y tras tomar aquel guante, colocándoselo finalmente

—Veinticuatro de diciembre, hoy es noche buena, Thomas.— declaró con pesar y temor Pamela, mientras veía con recelo hacia la ventana —. Tienes que resolver lo que sea que esté detrás de esto, ese santuario, lo que sea, Harley no es la única — expreso —, otros más han venido a refugiarse y dicen que fuera del refugio no ha amanecido... aún es de noche y neva...

—Estoy tratando, Pamela...— contestó tajante Batman, notandose cierta impotencia en la voz —, eso algo... complicado y... ¿dijiste que no ha amanecido?

—No, hace dos días que no amanece, en Gótica al menos, por que aquí ha estado todo en orden— informó Pamela, mientras miraba con atención a Batman

«Sin amanecer. Gótica quizás este lejos de su salvación»

—Yo...— pero las palabras no salían del murciélago —¿No has experimentado nada más? ¿nada como lo de esa noche?

—Nada.— los gestos de Pamela hablaban por ella; estaba alegre pero buscaba ocultarlo. La mirada de Batman la hizo confesar —P-Pasó un par de veces más, pero desde que llegó Harley no he, no he sentido más la presencia del Santuario Índigo, sólo avanza la malesa y los hongos alienigenas, pero el verde es fuerte...

Pero el mundo no se hizo esperar, gente corriendo de un lado a otro pudo ser vista desde la ventana en la que se había posado Pamela, logrando también atrapar la atención de Batman, quien tan rápido como pudo, y mientras terminaba de colocarse la camisa de su traje, se acercó a la ventana, viendo que no había tiempo para la más mínima duda, mucho menos en noche buena.

«Aunque no es tiempo de decadecias de la moral. Soy Batman, y Bruce no hubiera renunciado incluso ahora»

Entre potentes golpes que iban desgarrando el muro de hierbas alrededor del refugio, una enorme mano trataba de emerger de esta, portando un guante que dejaba a la vista las puntas de los dedos del atacante; tras cada golpe, el soleado interior del refugio se veía manchado por el grisáceo y lluvioso exterior, empezando a esparcirse un charco de agua de lluvia justo debajo de donde los golpes eran dados. Entre fuertes desgarres de las ramas que protegían el lugar, y feroces rugidos del otro lado, una multitud parecía formarse. Al mismo tiempo, y en respuesta a dicho evento, tanto Pamela como Batman, y mucha más compañía bien armada, rodearon aquella zona violentada de la barda.

—¿¡Y la Doctora Quinzel!?— pregunto Pamela, mientras enormes raíces salían de la tierra y se amarraban a sus antebrazos, a Punchline, quien quitaba el seguro de su ametralladora

—Ah si, apuesto a que les encanta jugar al doctor— contestó Punchline, viendo con temor como las hojas caían violentamente del muro

—¡Alexis!— regaño Pamela, logrando hacer que Punchline diera una mueca seria tras oír su nombre

—Fue por armas— respondió finalmente Punchline, justo antes de ver dos corpulentos grupos de dedos salir por el hueco que había hecho la mano y sujetar ambos extremos, poco antes de tirar de estos —E-Eso no es bueno...

«Y así, la muerte índigo se abrió paso hacia el verde»

—¡Nok...!— se escucho en un feroz y grueso tono de voz como solo Bane habría podido emanar, abriendo dd par en par el muro y dejando que un aura y grisácea neblina entraran al refugio, además de dar la vista a una imagen de pesadilla

Un enorme grupo de compasivos se habría paso a través del hueco que Bane había abierto, logrando llenar de temor a los habitantes del refugio por su tan salvaje y primitivo actuar. A la cabeza iba Bane, sin duda el más terrorífico de todos; blandia al aire las heridas que la pelea anterior con Batman le había causado; exponía al aire sus sangrantes araños y, sin hacer uso del su toxina, su musculatura se veía incrementada a desmanera, como en el mejor de sus días. Finalmente estaba aquello que en este punto empezaba a volver loco a Batman; el símbolo del Santuario Índigo en la frente.

Sin mediar palabra alguna, o Batman siquiera hablar, el combate inició. Batman sacó las garras de uno de sus guantes y sujeto con firmeza su arma con la otra mano, todo entre una danza que esquivaba los disparos a sus espaldas, logrando así avanzar hacia Bane, a la par que los demás compasivos solo hacían más que caer fulminados ante las balas y ataques de la propia Pamela, como en sus días de gloria como Hiedra Venenosa. Ramas empalando compasivos; enredaderas saliendo del suelo y atrapandolos, presionando sus cuerpos hasta que sus ojos salían de sus cuencas, eso y más era el mínimo, pero furico, esfuerzo de Pamela Isley. Por otro lado estaban Batman, Punchline y los seguidores de Harley, que no paraban de derribar compasivos a montones gracias a sus armas de fuego y punzantes batarangs, aquí el único peso pesado, sería Bane, a quien en este punto, las balas ya no afectaban.

«Es más fuerte que antes, pero su actuar es cuanto menos primitivo, será más fácil o más difícil»

Batman dio un salto al aire, tratando de usar la luz del sol en el refugio para cegar a Bane, lograndolo por unos segundos y cayendo sobre de este; abrazo su cuello con ambas piernas, y sin que se lo pensase ni un segundo, comenzó a golpear una y otra vez el rostro y cabeza de Bane con el mango de su arma y su puño libre, logrando hacer que esté diera un par de quejidos e incluso retrocedierá, o al menos así fue en un principio. Aquel villano se veía salvaje, lejos de la razón, por lo que sin mediar más palabra que "Nok", sujeto a Batman del pecho con sus ahora enormes manos y se lo quito de encima, presionandolo como si fuera nada; sus costillas crujian con la lucha que le daban a la presión que Bane les ejercía y todo la batalla que habían llevado hace ya días. Tras un crujido, Batman lo supo, un poco más y sería el fin, por lo que rápidamente se llevó las manos al cinturón y tomó varias más de sus bombas, lanzandolas al rostro desnudo de Bane. Este finalmente lo soltó entre el dolor.

—¡Thomas!— gritó con temor Pamela, viendo que Batman cayó sin cuidado alguno al suelo, y aun cuando se levantó, su aspecto no auguraba nada bueno

«Este dolor, me... me... me rompió algo y ese algo...»

Batman yacía de rodillas al suelo, mientras se tomaba con dolor de las costillas, entre una agitada respiración que buscaba calmar entre ejercicios de la misma, lograndolo, lentamente, pero lograndolo. Mas este fue interrumpido por un recompuesto Bane, que sin pensarselo golpeó con fuerza a Batman, pateandolo cuál pelota y mandandolo lejos; Batman rodó envolviéndose en su propia capa gracias a la inercia dada por dicha patada, terminando con la vista al cielo, poco antes de toser y manchar de un carmesí y cálido líquido las comisuras de sus labios.

—¡Oye Banecito!— exclamó Harley, haciendo finalmente Bane se girará; ella tenía una escopeta —¡Puedes venir con gente!— grito Harley, disparando a Bane —¡Interrumpir el cuento de dormir de Otik!— tras esto, otro disparo fue dado de parte de Harley, haciendo a Bane girar la cabeza tras recibir directo al rostro dicho disparo —¡Incluso maltratar a este nuevo Batman viejo!— de un grito más, Harley logró darle en el hueco detrás de la nuca Bane, casi que acertando en el mismo con su disparo; Bane soltó un quejido —Pero las cosas de Ivy... ¡Solo yo las puedo tocar!— gritaba Harley, poco antes de ver a Bane venir en carrera hacia ella y cargar su arma

—¡Anda nene, toma a tu muñeca de trapo!— "ordenó" Harley, siendo tomada de ambos costados del torso por Bane, ser acercada a él, acto que aprovechó —¡Tienes algo en el ojo!— Harley entonces pico el ojo de Bane con el cañon de su escopeta, y antes de que este pudiera reaccionar, rápidamente Harley tiro del gatillo, disparandole directo al ojo, destrozandoselo; Bane tal vez era más resistente si, pero no como para un disparo de escopeta a quemarropa

«Sangre. No. Esa no es una buena señal»

Batman, aun en el suelo, con heridas internas y externas, fue rápidamente envuelto por las lianas de Pamela, que buscaban curarle entre un tintineo verde que, en efecto, hizo sentir mejor a Batman.

«Qué... ¿Qué es esto?»

—Descuida, descuida— susurraba Pamela, llegando para tratar de atender a Batman —, son lianas curativas, las cree yo misma, sus esporas te relajan...

—En mi bolsillo, el cuarto a la izquierda— decía Batman —, hay una bomba capaz de derribar a B...

—¡Bang!— grito Harley, con una bazuca en el hombro y tras apretar el gatillo, mismo que dejó salir aquel potente misil impulsado al frente de una columna horizontal de humo, misma que fue hasta dar con Bane, o lo que era su cabeza

El misil dio justo en el blanco y le destrozo la cabeza a Bane entre un sangriento y flameante espectáculo; pedazos de carne ya cocida o en llamas cayeron al suelo a la par que el cuerpo decapitado de Bane tambaleó hacia atras antes de finalmente caer de lado, provocando el asombro y asco de los presentes, dándoles a los compasivos la única opción de escapar. Mas las fuerzas que Harley había traído al refugio no se iban a quedar ahí, pues tras recargar sus armas, salieron en su persecución, así como algunos de los propios internos del refugio.

—¿El viejo está bien?— pregunto Harley, mientras se acercaba para ver a Batman

—Estaré bien, Quinzel— declaró tajante Batman, intentando levantarse; Pamela lo ayudó, y a medio alce, Harley también —. D-Debo ir a la Baticueva...

—No, no, ahora debes descansar Thomas— ordenaba Pamela —, ha sido mucho en poco tiempo, debes de...

—El Santuario Índigo no se va a detener con nada, Isley— contestó tajante Batman, reuniendo cada una de sus fuerzas para ponerse de pie, aun y con el dolor que lo aquejaba ahora

«Debo ser rápido, matar al Santuario Índigo antes de que las heridas me maten a mí»

—¿Te iras sin importar que te diga verdad?— pero Batman guardo silencio ante tal pregunta, únicamente mirando hacia el hueco en la barda, logrando ver Gótica a la lejanía, y sus cielos eran índigos

—¿Y si lo amarramos?— sugueui Harley, mientras buscaba una cuerda en su bolsa; Batman se mantuvo callado, avanzando entre cojeos hacia el frente

—No, eso no lo va a detener, Harley— susurro Pamela, mientras que buscaba en su morral una botella y estiraba su mano hacía Batman; aquella botella era de un intenso color verde, una mezcla entre tonos pastel y neón —. Esto te ayudará.

—¿Para que es esto?— pregunto Batman, sujetando la botella

—Tomala lentamente, acabatela de aquí a la Baticueva, te sanara y aliviará el dolor— explicó Pamela; Batman la tomó con cuidado y gusto

—Gracias— contestó tajante Batman tras recibir la botella —. Reparen y refuercen esto Pamela, si caemos allá afuera, ustedes seguirán.

—Yo me encargo de ella— declaró Harley tras abrazar a Pamela por el cuello —. Tu solo ve y mata a los malos de turno como sabes...

—Hrm...— fue la única respuesta que Harley obtuvo de parte de Batman, antes de que este empezará su camino hacia el exterior del refugio, acelerando su paso con cada metro que avanzaba

—Mansión Wayne.

En la subterránea mansión, ya habían llegado nuestros héroes a reunir más fuerzas e información, mientras que avanzaban a oscuras por la abandonada mansión, notando aquel deprimente entorno entre exhalidos que se volvían vapor. Rick Flag y Jim Gordon iban a la cabeza con sus armas apuntando al frente y unas pequeñas lámparas en los hombros, iluminando el camino que estaban por recorrer; con todo lo que había pasado, ni Black Bat ni Rick Flag se sentían seguros en cualquier lugar. Por su lado, Polka-Dot Man estaba con ambas manos en alto, de las cuales le sobresalían esferas coloridas de luz, iluminando de muchos colores todo a su camino cal linterna arcoiris; Abner solo podía ver con intriga las viejas fotografías y muebles corroídos por el tiempo y el abandono, aún sin creerse que Batman, o al menos este, eran Thomas Wayne, el ermitaño doctor multimillonario de Gótica.

—¿Y quien era el anterior?— pregunto Polka, girandose hacia Black Bat, quien caminaba lento debido a sus heridas recibidas en la pelea con la familia nuclear —. Batman ¿quien era?

—Es algo complicado...— susurro Black Bat, mientras se tomaba del brazo y se recostaba en un muy polvoroso sofá cuyas patas derechas estaban rotas, quedando como un asiento diagonal —¿¡Qué están busc...!?— pero Black Bat fue callada

—¡Shh!— exclamar on Jim y Rick al mismo tiempo, callando a la murciélago

—Podría haber alguien en casa— susurro Flag, mientras apuntaba hacia los pisos superiores

—Y no creo que Batman halla hecho eso— confesó Gordon, tras señalar con su arma hacia una ventana rita recientemente

—¿Tu estas bien?— pregunto Polka-Dot Man a Black Bat, mientras este se quitaba el gorro y sentaba en el lado menor de aquel sofá

—S-Si, solo han sido días pesados— confesó Black Bat, mientras respiraba entrecortadamente a la vez que suspiraba —¿Tú y Cleo? ¿Qué hay con ella?

—Es... complicado— contestó en venganza Abner, pero con una sonrisa nostálgica; apenas el fugaz recuerdo de Cleo paso por su mente, se puso de pie y miró a su alrededor —, lo siento Black Bat, pero no tenemos tiempo, Cleo y Elizabeth están...

—Tranquilo— interrumpió de golpe Black Bat, poniéndose de pie para sujetar fraternalmente ambos brazos de Polka —, la vamos a encontrar apenas vean que es ¡Imposible!— grito Black Bat con tenue molestia para así hacerle llegar su molestia a ambos armados —que alguien se metiera aquí que no supiera como entrar o salir sin activar trampas ¿si?

—Okey, okey... Black Bat— declaró con "calma" Polka, justo antes de oír a Rick silbar, indicándoles que subieran

—Cassandra Cain— se presentó finalmente Black Bat, con una sonrisa y justo antes de ser ayudada por el villano punteado para subir —, Cleo y yo somos amigas de antes de ser Ratcatcher y Black Bat...

—¿Tu eres Orphan?— pregunto Abner sorprendido; había escuchado a Cleo hablar muchas veces de esa persona. Black Bat asintió —Wow... Cleo, ella siempre hablaba de visitarte cuando nos conocimos en el escuadrón, y después de eso...

—¿No uniste los puntos, Abner?— pregunto con una sonrisa Rick, sin girarse para verlos —, chica asiática entrenada por la liga de asesinos y que asiste a Batman ¿no?

—En retrospectiva quizás debí averiguarlo— confesó Abner con una sonrisa, y mientras miraba hacia la puerta; rápidamente, y con un leve escalofrío, Abner vio como la ventana que hace unos minutos estaba rota, yacía reparada y nuevamente llena de polvo —¿Esa ventana no...?

—Comisionado— llamó Flag, tras apuntar con su arma hacia la ventana

—Hace unos días, una mujer llamó de emergencia, su casa se quemaba— inició Gordon, sin apartar la mirada de la ventana —, al llegar todo estaba incluso más limpio que antes, la mujer juraba no saber nada, pero...— la pequeña pausa de Gordon, llamo la atención de todos —, pero al salir y ver la casa desde fuera, las ventanas mostraban marcas de quemaduras, pero parecían tan antiguas como la casa, creí estar perdiendo la cabeza...

—Desde que llegó el Santuario Índigo todo parece no tener sentido— explicó Flag, tratando de reconfortar a Gordon —, no recuerdo como fue el camino a aquí. O hace cuanto llego cayó el meteoro en Gótica.

—Fue hace meses, coronel— aclaro Gordon, logrando extrañar un poco a Flag

—¿Hace cuantos, exactamente?— pregunto de nuevo Flag, logrando hacer que todos guardarán silencio y se pusieran a pensar ¿no lo recordaban? ¿O esa fecha nunca existió?. Aunque tal meditación se vio fuertemente interrumpida cuando las viejas puertas principales se vieron violentadas desde fuera, alertando a todos los presentes y haciendo que sacaran sus armas con gran alerta, dirigiéndolas hacia las puertas; Rick Flag fue el primero en hacer descender su apunte —Ya era hora...

—¡Todos alistense!— gritaba Batman, quien había entrado de manera violenta por las puertas principales de la mansión, renovado y listo para su enfrentamiento final —¡Juntos, todos nos vamos al maldito Santuario Índigo!

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