Respira…

Mantén la calma…

Sé fuerte por un poco más de tiempo…

No derrames más lágrimas…

Finge que todo está bien. Si has podido hacer eso durante toda tu vida, podrás hacerlo por unas cuantas horas más…

Jungkook abrió por primera vez los ojos desde que llegó al estacionamiento y aparco su auto. La luz del sol lo segó por varios segundos. La odiaba. Odiaba y repudiaba con toda su alma la luz, por qué eso significaba el inicio de un nuevo día y con ello, un nuevo sufrimiento.

Antes de bajar de su coche recibió una llamada, la contestó sabiendo perfectamente de quién se trataba.

—Jungkook, ¿dónde estás? Te vine a buscar a tu departamento y no te encontré. Creí que teníamos planes de pasar toda la tarde con los chicos.

Jungkook no respondió de inmediato. Un nudo se había instalado en su garganta y le impidió contestar. Escuchó como su amigo le llamaba, tuvo que alejar el celular de su oreja y respirar profundamente más de una vez para recuperar la calma.

—Lo siento, es que me surgió algo importante en el trabajo y tuve que salir rápido –respondió con tranquilidad, pero el nudo seguía ahí–. Dile a los chicos que lo lamentó y que será para otra ocasión.

—¿Qué acaso la empresa no estaría cerrada por qué todos estarían en la boda?

Jungkook entonces se quedó callado, debió pensar mejor en la mentira que debía decirle a su amigo. Él mismo se había expuesto. Escucho como al otro lado de la línea Jimin bufó con molestia, y no era para menos, Jungkook parecía una persona masoquista por estar en ese lugar que no le hacía nada bien.

—Por dios, Jungkook. Estás en la fiesta, ¿verdad?

—Sabes que no podía faltar.

—¿Seguro que quieres estar ahí? –preguntó preocupado–. Jungkook, no estás bien y estando en ese sitio solo te lastimas más. No vale la pena.

Jimin era mayor que Jungkook. Más que un amigo se parecía al hermano mayor que él hubiera deseado tener. Siempre siendo la voz de la razón y el fiel consejero del más joven. Evitando a toda costa que este cometiera alguna locura o error. Estaba muy agradecido de tenerlo en su vida, sobre todo en un día tan difícil como ese, y entendía perfectamente que estuviera preocupado por su estado emocional.

Desde hace meses, desde que se enteró de la terrible noticia, su tristeza y dolor se habían vuelto más fuertes y lo estaban hundiendo más de lo que ya estaba. Despertar se había convertido en todo un martirio y respirar era doloroso, y aun así seguía viviendo. Era una tarea que lo lastimaba y que con el pasar de los días se complicaba más y más, pero lo intentaba.

Jungkook reunió todas sus fuerzas, trago duro para que el nudo en su garganta se aflojara un poco y al final logró sonreír. Le dolía hacerlo y las ganas de llorar eran enormes, pero no quería preocupar a su amigo, no más de lo que ya se encontraba.

—Es la boda de mi hermano, debo estar presente en ella como el buen hermanito menor que soy –habló con calma, ocultando con éxito su dolor–. No te preocupes, estaré bien.

—Lo dudo mucho.

—En serio, estoy bien. Ahora debo colgar, ya voy demasiado tarde.

Jimin suspiro ante la actitud de su amigo, sabía que todo terminaría muy mal, pero no podía hacer nada. Jungkook ya era un adulto y él sabía como manejar su vida, Jimin solo podía guiarlo y aconsejarle, pero no obligarlo a actuar.