Doggy Style
Los días seguían avanzando, cada uno más agitado que el anterior. Las misiones se acumulaban y el tiempo parecía volverse un recurso escaso entre los cazadores. Tomioka Giyuu y Obanai Iguro, a pesar de sus esfuerzos, no lograban coincidir, y esa separación estaba empezando a pesarles. El cielo encapotado y la brisa fresca que se colaba por las ventanas del pequeño salón en el que Giyuu y Murata compartían té parecía reflejar el estado emocional del primero.
Giyuu se removió incómodo en su asiento. Su mente divagaba, recordando los momentos en los que compartía con Obanai -más que nada los intensos-. Lo que más le molestaba era la ausencia de esos momentos, la falta de contacto, aunque fuese solo un cruce de miradas.
—De verdad lo extraño, Murata —admitió, dándole otro sorbo a su té, tratando de aplacar la frustración que lo invadía. Sus ojos fijos en la taza, como si el té le fuera a dar alguna respuesta—. Cuando él está, yo no estoy, y cuando yo estoy, él no está.
Murata, sentado frente a él, intentó ser comprensivo, aunque había un tono de diversión en su voz al responderle:
—Ya van a encontrar un momento juntos, Giyuu. ¿Hace cuánto que no se ven?
—Dos días —respondió Giyuu con seriedad.
Murata parpadeó, mordiéndose el labio para no soltar una carcajada, pero fue en vano. Soltó una risa sonora, inclinándose un poco hacia adelante, incapaz de contenerse.
—¡Jajaja! Pero Giyuu, ¡eso no es tanto tiempo! —exclamó, mirando al otro con incredulidad.
Giyuu frunció el ceño, sintiéndose aún más incomprendido. ¿Cómo podía Murata no entender lo largos que se sentían esos dos días?
—¿Qué dices? Es mucho tiempo para mí —contestó con tono serio, cruzando los brazos, claramente molesto por la falta de entendimiento de su amigo.
—Pero antes ni se hablaban —le recordó Murata, con una sonrisa divertida—. ¡Ay, todavía no sé cómo son pareja!
Giyuu lo miró en silencio, sin encontrar palabras para replicar. El silencio entre ellos duró unos segundos, solo interrumpido por el suave crujido de la madera del suelo bajo sus pies.
Murata, al notar el ambiente, suspiró y se levantó. Se estiró, como si quisiera sacudirse la tensión, y luego miró a Giyuu con una expresión más seria.
—De todas formas, me tengo que ir. Me han asignado una misión en el norte y, bueno, parece que va a ser larga. Así que no me verás por un tiempo, amigo.
Giyuu asintió con la cabeza, pero su mente ya estaba en otro lado, pensando en cuándo sería la próxima vez que cruzaría caminos con Obanai. Murata, ya listo para partir, le dio una palmada en el hombro antes de salir.
—¡Ánimo, Giyuu! Estoy seguro de que se verán pronto. ¡No te estreses tanto! Pero si lo extrañas tanto dale una sorpresa de bienvenida cuando vuelva, ya sabes para que se sientan mejor los dos.
Las palabras de Murata resonaron en la cabeza de Giyuu, mientras el veía como el cazador se retiraba se le ocurrió una gran idea.
Al parecer iba a ser una bienvenida larga.
(...)
Obanai, cansado pero emocionado después de su larga misión, caminaba cerca de la finca de Giyuu. El aire de la noche era fresco, y aunque había sido una jornada agotadora, sabía que ver a su pareja le levantaría el ánimo. Se detuvo frente a la puerta de la casa y, con un suspiro de alivio, se quitó las vendas que cubrían las cicatrices en sus labios. Luego, se desajusto el cinturón de su uniforme.
Al abrir la puerta, el sonido de los insectos nocturnos se mezclaba con el leve crujido de la madera bajo sus pies. Dejó sus zapatos al lado de la entrada, un gesto casi automático, mientras su mirada buscaba alguna señal de que Giyuu estuviera en casa. La oscuridad de la casa lo envolvía, pero aún así, llamó con voz alegre, esperando escuchar una respuesta.
—¿Yuu, estás en casa? —gritó, mientras avanzaba por el pasillo, su voz resonando en el silencio.
Unos pasos apresurados provenientes de la cocina rompieron la quietud de la casa. Obanai sonrió para sí mismo, reconociendo el sonido. Sabía que Giyuu estaba allí. El cansancio de la misión parecía desvanecerse poco a poco al pensar en verlo.
—Yuu, te extrañé —dijo Obanai con cariño, pero antes de poder terminar la frase, fue interrumpido. De repente, Giyuu apareció de la cocina, su rostro sonrojado y sus pasos rápidos. Sin darle tiempo a reaccionar, Giyuu lo tomó por sorpresa, acortando la distancia entre ellos.
En un instante, los labios de Obanai fueron capturados en un beso desesperado, lleno de necesidad. Giyuu lo había besado con tal intensidad que Iguro sintió cómo su cuerpo se relajaba por completo, dejándose llevar por la emoción del momento. El cansancio y las preocupaciones de la misión quedaron atrás.
Con firmeza puso sus manos en la nuca del azabache para profundizar el beso y dando paso a una batalla a ver quien controlaba el beso, sus lenguas bailaban entre ellas hasta que Tomioka por fin cedió y se rindió.
La temperatura del ambiente iba incrementando a pesar de la frescura de la noche. De pronto el más alto rompió el beso y tomo la mano de su pareja —Cariño~ Ven acompáñame a retomar el tiempo perdido.— Le pidió con una voz suplicante que sabia que Iguro no se podría resistir.
El pelinegro solo asintió, perdido en sus pensamientos comenzó a caminar detrás de el fijándose rápida y descaradamente en el culo marcado de Giyuu.
Al llegar a la habitación Tomioka rápidamente entro, deshaciéndose de su camisa la cual dejo tirada en algún lado del lugar y subiéndose al futón -casi como si fuera un espectáculo para el heterocromático-. Apoyo sus codos en la suave manta al igual que sus rodillas, quedando en cuatro y listo para ser penetrado. Elevo un poco más su culo casi como si fuera una invitación silenciosa a empezar de una vez.
—Te estuve esperando dos días enteros ¿Por que no empiezas de una vez?— Le pregunto con un tono algo dominante que los dos sabían que no iba a durar.
Iguro rio entre dientes, deshaciéndose de su camisa, se acerco a paso lento, analizando la escena erótica que tenia frente suyo. —Vaya, realmente parece que tu me extrañaste más.
—Demasiado~ Fue una tortura estar sin ti- ¡Ahg!— Su frase fue cortada al sentir una fuerte nalgada encima su sus pantalones. Supuso que eso lo iba a dejar su culo algo rojo.
—Tus pantalones son molestos— Dijo iguro en un susurro cerca de el lóbulo del contrario, dejando una pequeña mordida mientras con sus habilosas manos le retiraba los pantalones junto a su ropa interior.
Siguió repartiendo besos y chupones pero ahora en el cuello de Tomioka, en tanto el azabache solo hundía su cara en almohada, tratando de reprimir sus jadeos y gemidos, en un intento fallido.
Iguro cansado de no escuchar la melodiosa voz de el, adentro sin aviso previo sus 2 dedos en su entrada anal, notando como se encontraba algo dilatada. Tomioka soltó un fuerte gemido de sorpresa por la intromisión.
—Al parecer te estuviste divirtiendo sin mi— Le dijo algo molesto, proporcionando otra nalgada en sus glúteos y de paso agarrando su cabello para que no hundiera su cara nuevamente.
—¡Oba~! ahh~ Te estaba esperando ¡mgh! Necesito aahh~— Tomioka no podía hablar coherentemente debido a los intrusos en su entrada y el agarre en su pelo.
—Ohhh, vamos dime que necesitas, lindo— Le pregunto deteniendo sus movimientos y retirando sus largos falanges de su entrada.
—¡Necesito más, Necesito que me la metas!— Grito desesperado y sin vergüenza alguna. Llevaba bastante tiempo esperando el regreso de su pareja.
Obanai satisfecho con su respuesta, bajo sus pantalones junto a su ropa interior para alinear su miembro, entrado poco a poco para dejar que se acostumbrara a su tamaño. Pudo notar como el cuerpo de Tomioka temblaba ligeramente mientras sus gemidos era aprisionados por la almohada.
—¡Dios! ¡Estas tan apretado!— dijo junto a un gruñido. Los pequeños movimientos de cadera le dieron a entender que podía comenzar a moverse. Al principio iba lento pero al pasar el tiempo comenzó a ir mas rápido y profundo.
Al igual que los movimientos de Iguro, los gemidos de Tomioka iban en aumento, tan fuertes que se escuchaban través del bloqueo por esa tela. Sobre todo cuando Obanai encontró el punto dulce, ese punto que lo hacia ver las estrellas. Sus ojos se fueron a blanco mientras su boca se abría por completo tratando de gestionar algo más que no fueran gemidos.
El pelinegro volvió a tomar ese cabello azabache obligándolo a unir sus bocas en un beso húmedo y rudo, sin bajar la velocidad de las estocadas llegando a lo más profundo de el.
Dejo el cabello del más alto y agarro fuertemente sus caderas, atrayéndolo a el. Pudiendo notar como Giyuu se separándose del beso y gemía más notando su próximo orgasmo, decidió ayudarlo un poco y comenzo a jugar con sus sensibles pezones mientras repartia besos por su cuello.
La estimulación de esas partes ayudaron a que Tomioka terminara más rápido. Corriendose en su pecho y gracias a la gravedad, las gotas de semen cayeron en las mantas del futon.
Iguro, en cambio, no paro las embestidas, aumentando el ritmo y la profundidad, agarrándose del culo del azabache para llegar a llenar todo su interior.
—Obaaaa~ ¡M-me acabo de correr! Ahg~ no me hagas esto ¡Ah! Siii~— Dijo sumido en la sobreestimación que estaba recibiendo.
—Uhg, espera un poco bonito~ ya estoy cerca — Le respondió entre jadeos, con la respiración algo pesada.
El agarre en el culo se soltó ligeramente, mostrando las marcas de las manos que aplicaban presión, Obanai estaba orgulloso de su creación.
Y gracias a la sobreestimulacion junto a las embestidas, el heterocromatico sintió como las paredes carnosas se contraian, agarrando su pene casi sin querer soltarlo. Por lo que ese tiempo fue enteramente placentero para los dos. Hasta que Iguro se corre, depositando su carga en el interior del azabache.
—Mierda ¡ahg! — gruño mientras detenía de a poco las embestidas hasta que se volvieron nulas.
Tomioka cayó rendido al futon, su pecho subía y bajaba. Los pelos rebeldes de su cabellera se pegaban a su frente mientras que sus labios -algo rojos- se encontraban entreabiertos en busca de aire.
—¿Estas cansado? — Pregunto Iguro, mientras se posicionaba detrás de él para en volver su cintura en un abrazo.
—¿Coml no estarlo? Me cogiste como un puto animal en celo— Fingió reclamarle, a la vez que hacia un puchero. —, pero creo que necesitaba eso, te fuiste mucho tiempo.
—Pero cuando yo regresaba tu te ibas, se justo bebé— Dijo soltando una pequeña risa.
El azabache no respondió, sabía que su pareja tenía razón pero no lo admitirá. Le gustaba hacer pequeñas escenas cuando estaban solos. Casi como un niño pequeño.
Luego de un tiempo, el pelo negro noto la falta de respuesta alguna, por lo que miro encima del hombro más alto y noto como los bellos ojos se encontraban cerrados, resaltando las pestañas naturalmente encrespadas.
El solo depósito un último casto beso a la espalda contraria para cerrar sus ojos y caer en los brazos de Morfeo, bajo un sueño profundo.
Datos de la era Taisho:
»Luego de la prueba final, Murata y Tomioka se hicieron amigos. Por lo que Murata es el único que sabe la relación de ellos.
»Por pasar tanto tiempo con su pareja, a tomioka se le comenzó a pegar el mal vocabulario de este. Por lo que ahora se a vuelto aún más callado con los otros pilares.
»Los cm que Obanai no tiene de altura, se le fueron al pilin 🥺
Datos:
¿Tener tiempo para escribir? ¿Que es eso?
Wuaaaa, he estado muy ocupada y q rabia chaval. Casi ni un respiro tengo para escribir o anotar ideas.
Pero bueno, acá dandolo todo para revivir la literatura (broma)
Dejen su dato random acá:
Espero les haya gustado, no se olviden dejar muchos comentarios y su estrellita ☆
Los amo mucho!!!
Se despide: konavx
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