Epílogo.
Unos años después...
El teatro estaba lleno, como era de esperarse en un evento tan importante. La emoción en el ambiente se sentía a flor de piel, mezclada con la expectación. Taehyung observaba desde detrás de las cortinas el escenario donde en pocos minutos ofrecería un recital especial. La razón de esta presentación lo llenaba de una mezcla de orgullo y nostalgia. Esta vez, no era solo un recital, sino un homenaje para la escuadra de Jeon Jungkook, su ahora pareja, quien se retiraba de su carrera militar.
Respiró profundo y cerró los ojos, preparándose para salir al escenario. Sabía lo que este recital representaba no solo para Jungkook, sino para él mismo. Era como cerrar un ciclo. Recordaba con claridad la primera vez que lo había visto, aquel general en la audiencia, atento y encantado por sus movimientos. Hoy, años después, estaba en el mismo lugar, pero con un propósito completamente diferente. Estaba ahí, no solo como el General que lo observaba desde la distancia, sino como la persona que había compartido su vida, que había sido su apoyo en los momentos más difíciles y quien lo amaba profundamente.
Las luces se atenuaron y Taehyung salió al escenario. La primera nota resonó, llenando el lugar con una melodía suave y melancólica. Desde el público, Jungkook lo miraba, sus ojos brillando con una mezcla de admiración y emoción. No podía evitar recordar aquel primer recital en que lo vio, cuando no sabía que esa conexión cambiaría sus vidas para siempre. El "déjà vu" era inevitable. Estaba en la misma posición, mirando al mismo hombre, pero ahora todo había cambiado. Estaba allí no solo como espectador, sino como el futuro que ambos habían construido.
La música avanzaba, y cada movimiento de Taehyung era impecable, una combinación de delicadeza y fuerza que le hacían honor a su recuperación tras su lesión. Mientras bailaba, Jungkook no podía evitar sonreír al ver lo mucho que había logrado, lo lejos que había llegado. Era un recordatorio constante de su resiliencia y pasión. Ese hombre, su pareja, era todo lo que alguna vez había soñado.
Al finalizar el recital, las luces se apagaron por un momento antes de que una voz resonara por el teatro. Uno de los superiores de Jungkook tomó el micrófono para ofrecer unas palabras en honor a su retiro. Habló de su dedicación, de los logros alcanzados y del respeto que había ganado entre sus compañeros. Los aplausos llenaron la sala, pero Jungkook, con una sonrisa modesta, solo tenía ojos para Taehyung, que ahora lo observaba desde el escenario, con una mirada tierna y cálida.
Finalmente, el evento concluyó. Las personas comenzaron a levantarse de sus asientos, despidiéndose con amables palabras. Jungkook permaneció un momento más sentado, observando cómo la gente se dispersaba lentamente, pero su mente ya estaba en otro lugar. Sentía que, después de todas las emociones de esa noche, había llegado el momento de hacer algo que había estado pensando durante los últimos meses.
Con determinación, Jungkook salió del teatro rápidamente, buscando una floristería cercana. Al entrar, observó cada ramo hasta que encontró uno casi idéntico al que le había enviado a Taehyung la primera vez, aquel arreglo que marcó el inicio de su historia juntos. Pagó y salió apresurado, regresando al teatro antes de que Taehyung se marchara.
Taehyung, después de su impecable presentación, estaba en su camerino, cambiándose y relajando sus músculos después del esfuerzo. Unas cuantas felicitaciones de sus colegas y algunos amigos le habían alegrado la noche, pero algo en su pecho le decía que faltaba algo. Y no sabía bien qué era.
De pronto, alguien llamó a la puerta del camerino. Taehyung, ligeramente confundido, pensó que sería algún asistente para recoger las últimas cosas, pero al abrirla, se encontró con Jungkook frente a él, sosteniendo el ramo de flores que lo dejó sin aliento.
—¿Jungkook?—Preguntó Taehyung, sorprendido y con una sonrisa tímida.—Estaba por terminar de alistarme e irnos a cenar, pensaba llamarte para ver dónde nos veríamos.
—Quería ser el último en verte hoy.—Respondió el azabache, con una mezcla de nervios y emoción reflejados en su mirada.—Estas flores... quería que fueran como la primera vez. Como cuando te envié aquel ramo en la primera presentación que hiciste para mi escuadra y para mí.
Taehyung tomó el ramo con suavidad, recordando aquel momento con claridad. Era un gesto que había cambiado todo. Y ahora, aquí estaba, repitiéndose, pero con un significado mucho más profundo.
—Gracias...—Susurró, sonrojado, observando con adoración las flores.—A diferencia de la primera vez, ahora las entregaste tú.—Mencionó con un brillo divertido en sus ojos.
Jungkook se tomó un segundo para respirar, sabiendo que este era el momento adecuado. Se acercó lentamente, como si quisiera asegurarse de que cada paso estuviera cargado de intención y amor. Sacó un pequeño estuche de su bolsillo y, antes de que Taehyung pudiera reaccionar, se arrodilló frente a él, su mirada fija en los ojos sorprendidos del castaño.
—Taehyung, hemos vivido tantas cosas juntos... y esta noche, mientras te veía bailar, supe que no hay nada más en este mundo que quisiera que estuviera a mi lado todos los días.—Abrió el estuche, revelando un anillo simple, pero elegante, que brillaba bajo la luz tenue del camerino.—Pensé en un lugar indicado para hacer esto, pero al final creo que este es el lugar donde todo comenzó para nosotros y tiene un gran significado para los dos. No se me ocurre un mejor momento para pedirte esto, así que... ¿Me dejarías ser tu compañero de vida, Taehyung?
Los ojos de Taehyung se llenaron de lágrimas al ver el anillo, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza. Todo en ese momento era perfecto. El lugar, el gesto, las palabras. Jungkook había encontrado la manera exacta de tocar su alma de nuevo, justo como lo hizo aquella primera vez.
—Sí.—Susurró entre lágrimas, con una sonrisa que iluminaba todo su rostro.—Claro que sí, Jungkook.
El General se levantó, colocando el anillo en el dedo de Taehyung con manos temblorosas por la emoción. Y antes de que cualquiera de los dos pudiera decir algo más, Taehyung lo abrazó con fuerza, sintiendo que, en ese instante, todo lo que alguna vez habían soñado, todo por lo que habían luchado, estaba finalmente en su lugar.
Se separaron lo suficiente para mirarse a los ojos, y Jungkook, con una sonrisa amplia, susurró:
—Hemos llegado hasta aquí, juntos. Ahora, lo único que quiero es seguir el resto de nuestras vidas así, de esta manera.
Y esa noche, en aquel pequeño camerino que había sido testigo del inicio de su amor, Taehyung y Jungkook sellaron el compromiso de una vida juntos, con la promesa de que, sin importar lo que el futuro les trajera, siempre estarían ahí, el uno para el otro.
Fin.
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