Capítulo 13.
Taehyung revisaba los documentos sobre la nueva coreografía que estaba diseñando para su próximo recital. Era una oportunidad importante, un evento en el que había trabajado durante meses y que finalmente estaba tomando forma. Mientras tanto, Jungkook se encontraba a kilómetros de distancia, inmerso en las responsabilidades de la base militar, donde nuevas decisiones lo mantenían ocupado día y noche. Ambos vivían una realidad cada vez más marcada por sus respectivos mundos profesionales, y aunque su relación había florecido, el peso del trabajo comenzaba a sentirse.
Después de aquel día perfecto que pasaron juntos, parecía que todo estaba en calma entre el General y el profesor. Las sonrisas compartidas y los momentos de cercanía habían reforzado su relación, haciéndola más fuerte de lo que cualquiera de los dos hubiera imaginado. Sin embargo, con el pasar de los días, la realidad comenzó a hacerse presente.
Las obligaciones del General en la base aumentaron considerablemente, llamándolo de vuelta con una urgencia que no podía ignorar. Lo que comenzó como una ausencia temporal se transformó en varios días de silencio, donde los mensajes y llamadas se fueron volviendo esporádicos, casi inexistentes. Taehyung intentaba entender, consciente de la gran responsabilidad que pesaba sobre Jeon, pero no podía evitar sentir cómo la distancia comenzaba a abrir una grieta entre ellos.
El profesor no era ajeno a las largas horas y la dedicación que el General debía otorgar a su puesto, pero la falta de comunicación lo hacía cuestionar si realmente estaban tan alineados como había sentido aquel día. A medida que los días avanzaban, esa duda comenzó a crecer, transformando lo que antes era tranquilidad en una preocupación constante. ¿Cómo se encontraba él? ¿Cómo iba su trabajo? No sabía que tan grave era el asunto en la base, sin embargo no podía dejar a un lado la incertidumbre del momento.
Una tarde, después de un día agotador en la academia, Taehyung se sentó en el sofá de su estudio, mirando el reloj, esperando una llamada que no llegaba. Habían pasado varios días sin escuchar la voz de Jungkook. Sabía que la base requería toda su atención, pero la distancia comenzaba a sentirse más profunda.
Esa misma noche, el General, exhausto, caminaba por el frío pasillo de la base. Los días se hacían cada vez más largos, y aunque siempre había puesto su deber por encima de todo, por primera vez comenzaba a sentir que algo le faltaba. Cada vez que pensaba en Taehyung, sentía una punzada de culpa por no poder estar más presente. Sin embargo, no había tiempo para el remordimiento. Las reuniones estratégicas y decisiones importantes seguían acumulándose.
Finalmente, una noche, el azabache encontró un breve momento para llamar a Taehyung. Escuchar su voz lo llenó de alivio, pero también de preocupación.
—Te he echado de menos.—Dijo Taehyung suavemente desde el otro lado del teléfono.—¿Cómo estás? ¿Todo está bien en la base?
—Lo siento, Tae. He estado atrapado aquí, las cosas se están complicando en la base y no he podido salir. Te prometo que...—El General dudó un momento antes de continuar.—Que en cuanto tenga tiempo, te veré.
—Lo entiendo, Jungkook.—Respondió el castaño con una sonrisa que ocultaba la inquietud que comenzaba a sentir con la situación.—Solo quería saber si estás bien. Sé que tu trabajo es importante, y que también se trataba de algo serio cuando te llamaron de emergencia, solo ten cuidado, ¿Sí? Sabes que estaré esperando aquí por ti.
El silencio se instaló entre ambos, ninguno queriendo mostrar la tensión que sentían. Para Jungkook, la culpa aumentaba, y para Taehyung, la incertidumbre comenzaba a pesar más.
Días después, el General recibió una noticia que lo llenó de preocupación. Una misión inesperada requeriría que se ausentara por un período más largo de lo planeado. Su pecho se apretó al pensar en cómo esto afectaría su relación con Taehyung. Sabía que no podía fallar en su trabajo, pero tampoco quería fallar como pareja.
Decidido a no dejar que el trabajo fuera la única prioridad, Jungkook se tomó un momento para escribirle a Taehyung y proponerle verse antes de su partida.
Cuando finalmente lograron reunirse en la cafetería que tanto les gustaba, Taehyung notó la tensión en los ojos del General. Lo conocía lo suficiente como para saber que algo más estaba sucediendo.
—¿Qué ocurre?—Cuestionó mientras revolvía el té que se encontraba frente suyo.
El azabache dejó escapar un suspiro pesado, mirando a Taehyung con una mezcla de frustración y culpa.—Me han asignado una nueva misión, y tendré que estar fuera más tiempo del que esperaba.—Dijo lentamente.—Sé que no he estado mucho por aquí últimamente, y me duele. Pero no quiero que sientas que esto significa que no te doy importancia.
Taehyung dejó la cucharilla sobre el plato y lo miró en silencio por un momento, formulando las palabras adecuadas para expresarse. Sabía que el trabajo de Jungkook siempre sería una prioridad, pero también entendía que una relación significaba compromiso mutuo.
—Jungkook, sé lo importante que es tu trabajo, y no estoy aquí para pedirte que lo dejes todo por mí. Solo necesito saber que, incluso con la distancia, seguimos siendo importantes para ti, que realmente nos veas juntos en esto.—Dijo, su voz suave pero firme.
El General extendió su mano y tomó la de Taehyung.
—Siempre lo eres, Tae. Nunca lo dudes. Pero esta situación... a veces me pregunto si podré equilibrar todo. No quiero perderte, pero tampoco quiero fallar en mi deber.
El castaño sonrió, apretando su mano.
—No tienes que elegir entre las dos cosas. Solo tenemos que aprender a adaptarnos, como lo hacemos con nuestras profesiones. Yo también estoy lidiando con mucho en la academia, y entiendo cómo se siente estar dividido. Pero estamos en esto juntos, ¿Recuerdas? Cuando te digo en cada llamada y mensaje que estaré esperándote, lo digo en serio. Siempre me tendrás aquí, lo tienes que recordar.
La comprensión mutua entre ellos fue un bálsamo para ambos. Sabían que sus vidas profesionales siempre estarían allí, pero también sabían que podían apoyarse el uno al otro en esos momentos de conflicto.
—Gracias por entenderlo.—Murmuró el azabache, sintiendo como un peso menos se removía de sus hombros, dejándolo respirar mejor.
—Siempre lo haré.—Respondió Taehyung, sonriendo.—Ahora, ¿Cuándo será esa misión? Quiero aprovechar el tiempo que tengamos antes de que te vayas.
Ambos se quedaron en silencio, pero la sensación de paz que compartían era palpable. Sabían que la distancia no era fácil, pero también sabían que juntos podían enfrentarlo, como siempre lo habían hecho. Mientras se miraban a los ojos, una promesa no dicha se formaba entre ellos: aunque sus trabajos a veces los mantuvieran alejados, su relación era lo suficientemente fuerte para resistir cualquier reto que el futuro les trajera.
(...)
El sol brillaba a través de las cortinas, filtrando suaves haces de luz en la habitación donde Jungkook y Taehyung descansaban después de haber pasado el día anterior juntos en la cafetería. La atmósfera estaba impregnada de una tranquilidad apacible, esa calma que solo se siente cuando las obligaciones están en pausa, cuando no hay prisa por despedirse. Era un día especial: Jungkook tenía su primer día libre en semanas.
Se estiró en la cama, sintiendo el peso de la tensión acumulada desaparecer momentáneamente, mientras sus pensamientos flotaban hacia Taehyung, quien se encontraba en la cocina preparando café. Era un gesto pequeño, pero que representaba la calidez que habían compartido en esos días previos, sin interrupciones ni la sombra de la base militar entre ellos.
Al salir por el pasillo en dirección a la cocina, lo encontró apoyado en la encimera, con una leve sonrisa en los labios, al ver que Jungkook se acercaba.
—Buenos días.—Murmuró Taehyung mientras servía las tazas de café.
—Buenos días.—Respondió Jungkook, acercándose para robarle un beso en la frente, un gesto cariñoso que ya se había vuelto habitual entre ellos.
El día parecía perfecto. Sin presiones, sin llamadas de la base, solo ellos dos disfrutando de pequeños momentos. Salieron a caminar, exploraron una librería cercana, e incluso Taehyung lo llevó a su cafetería favorita, la que había abierto hace algunos meses. Todo parecía fluir con naturalidad, como si este fuera el curso que sus vidas deberían haber tomado desde siempre.
Sin embargo, a lo largo del día, había una pequeña sombra de incertidumbre en Jungkook. Sabía que este día libre era solo una pausa, y que pronto tendría que regresar a la base, donde lo esperaban nuevas responsabilidades que le exigirían cada vez más tiempo. El distanciamiento era inevitable, y aunque lo sabía, no podía evitar que la culpa se apoderara de él.
Por la tarde, mientras compartían una cena sencilla en casa, Taehyung se dio cuenta del silencio introspectivo de Jungkook.
—¿Todo está bien?—Preguntó con suavidad, sus ojos buscando los de Jungkook.
Jungkook asintió, pero su mirada delataba algo más. Finalmente, decidió ser honesto.
—Sí, solo es por mañana... Tengo que volver a la base, pero estaré fuera de comunicación.—Tomando un sorbo de su bebida, bajó la mirada.—No sé cuánto tiempo estaré ausente, Taehyung.—Admitió, su voz cargada de un peso que no había sentido antes.
El profesor lo miró, sus ojos suavizándose ante la confesión. No se sorprendió, pues sabía que la vida de Jungkook era exigente. Pero el pensamiento de no verlo por días o semanas hizo que su corazón se encogiera un poco. Sin embargo, en lugar de dejarse llevar por la tristeza, Taehyung extendió su mano y la colocó sobre la de Jungkook.
—No voy a pretender que será fácil, pero lo entiendo. Es parte de tu vida, de lo que haces. Y yo estaré aquí cuando regreses.—Respondió con una leve sonrisa.—Solo recuerda avisarme que estás bien cuando tengas tiempo, sé que no será todos los días, pero solo quiero saber que te encuentras bien, es lo que más te pido.
—Está bien, puedo hacer eso.—Asintió, una pequeña sonrisa apareciendo en sus labios.
Pasaron la noche en compañía mutua, compartiendo conversaciones ligeras, risas y algunos momentos de reflexión en silencio. La calma del día les ofreció un respiro necesario antes de que las responsabilidades los separaran. A pesar de que el distanciamiento estaba a la vuelta de la esquina, ambos se sentían más cercanos que nunca.
Jungkook lo observaba mientras se acurrucaban en el sofá, notando la serenidad en su rostro. Se sentía afortunado por tenerlo, y aunque la vida les presentaría desafíos, en ese momento solo importaba lo que sentían el uno por el otro.
La noche terminó con un abrazo prolongado, un último recuerdo de un día perfecto, antes de que la rutina los obligara a separarse.
Al día siguiente, cuando el reloj marcó la hora de la partida, Jungkook se detuvo en la puerta, mirando a Taehyung una vez más.
—Nos vemos pronto, ¿Sí?—Dijo con una sonrisa, aunque en el fondo sabía que pronto las responsabilidades lo absorberían de nuevo.
—Te esperaré.—Respondió Taehyung, devolviéndole la sonrisa, aunque con una mezcla de tristeza y determinación en los ojos.
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