Capítulo 11.
El General Jeon llevaba días enteros sumido en trabajo. Las misiones, los informes, las reuniones interminables en la base lo habían mantenido alejado de la realidad que más anhelaba: pasar tiempo con Taehyung. Al final de aquella extenuante jornada, cuando finalmente fue liberado de sus obligaciones, regresó a su departamento solo para sentir la familiar soledad que lo atormentaba.
El silencio en el departamento era casi opresivo. Aquella paz que antes le había parecido relajante ahora le resultaba un recordatorio constante de su aislamiento. Miró la mesa donde había dejado el teléfono y por un momento, vaciló. ¿Qué debería hacer? En el pasado, habría simplemente aceptado ese vacío, lo habría ignorado, cerrando su corazón como tantas veces antes. Pero esta vez algo dentro de él se rompía lentamente, la sensación de soledad era distinta, más pesada.
El General se pasó una mano por el rostro, exhalando un suspiro que contenía todo el cansancio acumulado. Sin pensarlo más, tomó el teléfono y marcó el número de Taehyung. El anhelo de escuchar su voz era más fuerte que cualquier otro pensamiento.
—¿Jungkook?—La voz suave y tranquila de Taehyung llegó al otro lado, despertando un calor en su pecho que hacía mucho no sentía. A pesar de los mensajes que compartían, no se comparaba con el escuchar de su voz para hacer estragos en su interior.
—Taehyung... —Su propia voz sonaba ronca, más baja de lo que pretendía.—Lo siento si te llamo tarde. Recién me desocupé de la base y... solo necesitaba escucharte.
Hubo un breve silencio en la línea, como si Taehyung intentara leer entre las palabras del General.
—Está bien, Jungkook. ¿Qué sucede? ¿Te sientes bien?—Preguntó con preocupación, el azabache podría imaginar como juntaba sus cejas y arrugada su frente mientras procuraba prestar atención a la situación.
El General cerró los ojos, dudando por un momento si debía abrirse. Había pasado tanto tiempo conteniéndose, evitando mostrar cualquier debilidad. Pero la soledad lo estaba superando.
—No... no lo sé.—Admitió con sinceridad.—Me siento agotado. Los días se han hecho interminables, y ahora que estoy de vuelta en casa... no me gusta la sensación. Todo parece tan vacío. Ya había pasado por esto, pero hoy se siente diferente, ni siquiera sé de lo que se trata.
Taehyung guardó silencio unos segundos, sabiendo que las palabras que el General estaba compartiendo no eran fáciles para él.
—Puedo ir a verte.—Respondió sin dudarlo.—Si necesitas compañía, solo si quieres.
La propuesta hizo que el General sintiera un nudo en la garganta. Nunca había permitido que nadie viera esta faceta de él. Pero con Taehyung era diferente. Era su refugio, aunque apenas estaba empezando a comprenderlo.
—¿Te molestaría si yo voy a verte? No me siento cómodo estando aquí.—Preguntó Jeon finalmente, sintiendo un impulso desesperado por estar cerca de Taehyung.
Taehyung no dudó en aceptar. Había algo en la voz del General que lo hacía sentir que necesitaba estar con él, no solo como un apoyo emocional, sino como su ancla en momentos de incertidumbre.
—Por supuesto, estaré esperando por ti.
(...)
El General no tardó mucho en llegar a la casa de Taehyung. El frío de la noche se mezclaba con el calor interno que sentía al saber que pronto estaría junto a él. Al llegar a la puerta, Taehyung lo recibió con una sonrisa cálida, la misma que había visto en varias ocasiones pero que, esta vez, parecía brillar más fuerte en la oscuridad.
—¿Todo bien?—Preguntó suavemente el profesor, abriendo la puerta para dejarlo pasar.
Jeon asintió, aunque sus ojos decían lo contrario. Taehyung lo guió hacia el sofá, ofreciéndole algo caliente para beber, mientras ambos se sentaban en silencio por unos minutos.
—No suelo mostrar este lado.—Admitió el General, su voz baja y algo áspera.—Siempre he tenido que ser fuerte. Adaptarme. Pero esta vez... no sé. Todo se siente diferente.
El castaño lo miró con comprensión, su rostro lleno de paciencia y cariño.—No siempre tienes que ser fuerte, Jungkook. No conmigo. Puedes ser tú mismo.—Dijo con voz suave, colocando una mano en la suya.
El contacto fue suficiente para que Jungkook finalmente permitiera que sus barreras se rompieran. Se permitió a sí mismo caer, no en desesperación, sino en la calidez de estar con alguien que realmente le importaba. Sentía que, por primera vez, no necesitaba ser el General rígido y calculador.
—Gracias, Tae.—Murmuró, permitiendo que una pequeña sonrisa se filtrara entre sus labios.
Se quedaron en silencio por un rato, disfrutando de la simple presencia del otro. El General no podía evitar pensar en lo diferente que se sentía con Taehyung. Con él, se sentía vulnerable, pero no de manera negativa. Sentía que podía dejar caer todas las máscaras y simplemente existir.
Sintiéndose repentinamente agotado por el estrés acumulado, cerró los ojos por un momento antes de sentir como Taehyung se acomodaba mejor sobre el sillón, para luego sentir las manos contrarias envolver sus hombros y llevarlo hasta sus brazos, compartiendo un abrazo que alivió tensiones que comenzaban a provocarle dolor de cabeza.
El azabache se quedó en silencio unos momentos después de que Taehyung lo abrazó, sintiendo la calidez de su cuerpo, el peso suave de su abrazo y la fragancia que siempre lo calmaba. Era un instante de paz que, después de tanto caos y soledad, se sentía casi irreal. Taehyung le susurró con una voz suave y tranquila, tratando de romper el peso del momento.
—Estoy aquí, siempre que lo necesites. No tienes que cargar con todo solo.
Esas palabras se hundieron en Jeon con más fuerza de la que esperaba. La sensación de vulnerabilidad que antes lo había asustado, ahora se sentía como un refugio al estar con él. Taehyung era esa persona que no lo juzgaba, que simplemente estaba allí, con una ternura que parecía no tener límites. El General levantó una mano temblorosa y acarició la espalda de Taehyung, apretándolo suavemente contra sí.
—No sé qué haría sin ti.—Murmuró Jeon, su voz apenas audible pero cargada de emoción.—Todo parece mucho más fácil cuando estás cerca.
Taehyung se separó lo suficiente para poder mirarlo a los ojos, esos ojos oscuros que ahora brillaban con un destello de agotamiento, pero también de sinceridad. Sonrió, una sonrisa pequeña pero genuina, que iluminó su rostro.
—Lo bueno es que no tienes que imaginarlo, porque no voy a ningún lado.
Esa declaración, aunque simple, se sintió como una promesa. Jungkook no pudo evitar sentir su pecho apretarse, no de tristeza esta vez, sino de alivio. Inclinó su frente hasta apoyarla contra la de Taehyung, sus respiraciones sincronizándose. Hubo un momento en el que el silencio lo dijo todo, un espacio donde no hacían falta más palabras. Estaban juntos, en el mismo lugar, conectados de una forma que iba más allá de lo físico.
Jungkook lo miró directamente a los ojos, notando los pequeños detalles: la forma en que las pestañas de Taehyung rozaban suavemente su piel, el suave rubor en sus mejillas, la luz tenue que jugaba con los tonos de su cabello. Era un cuadro perfecto, una calma que nunca había sentido de esa manera.
—Quiero que sepas.—Dijo el General, con una voz más firme.—Que este no es solo un momento pasajero para mí. Tú... tú significas mucho más de lo que he podido expresar.
Taehyung sonrió, sus labios temblando apenas antes de responder, sus ojos brillando con algo más que ternura.
—Lo sé.—Respondió suavemente.—Y tú también significas mucho para mí, más de lo que podría expresar en palabras.
Antes de que Jungkook pudiera procesarlo, Taehyung se inclinó ligeramente hacia adelante y, sin perder la suavidad, rozó sus labios contra los del azabache en un beso que fue lento, profundo y lleno de significado. No había prisa, no había tensión, solo la conexión honesta entre ellos dos, como si el tiempo se hubiera detenido en ese instante para permitirles saborear lo que compartían.
El beso fue un ancla para Jeon, una confirmación de todo lo que sentía pero aún no había dicho. Se dejó llevar por la sensación de los labios de Taehyung contra los suyos, de la cercanía que compartían y de la seguridad que le daba estar con él. Era un beso que lo llenaba de calma, y al mismo tiempo, de un calor abrumador.
Cuando se separaron, apenas unos milímetros, ambos se quedaron quietos, respirando juntos, sintiendo el latido del otro tan cerca que parecía propio. Taehyung sonrió, esa pequeña sonrisa que siempre lograba tranquilizarlo, y susurró:
—Gracias por dejarme estar aquí para ti.
Jungkook no respondió con palabras esta vez, solo lo atrajo hacia sí nuevamente, abrazándolo con fuerza, como si no quisiera soltarlo jamás. Y en ese momento, todo lo demás desapareció. Estaban juntos, y por primera vez en mucho tiempo, el General sintió que estaba exactamente donde debía estar.
Un hogar. Un lugar para llamarlo hogar. Pero no solo se trataba del lugar, sino de la persona donde estaba sentado en ese momento, abrazándolo como si fuera un salvavidas.
Su hogar ahora se componía de una persona.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro