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Capítulo 07.

Jungkook y Taehyung se despidieron en el estudio de ballet, pero ambos quedaron pensando en el momento interrumpido. Sus corazones latían con fuerza al recordar la cercanía y la tensión que habían experimentado. Esa noche, Jeon se encontró revisando mentalmente cada detalle del día, mientras Kim, tumbado en su cama, no podía dejar de sonreír al recordar la mirada intensa de Jeon. 

Maldición, el castaño se sentía como un adolescente enamorado, suspirando por un amor que parecía imposible pero que se atrevía tomar dicho reto. Taehyung sabía lo agraciado y delicado que podía parecer, había trabajado por su imagen tantos años que no le sorprendería las miradas y comentarios ante su persona, pero en ese momento se permitió cuestionarse si era adecuado para el porte de un General. No tenía musculatura, pero sí un cuerpo firme por todo el entrenamiento hecho en el estudio; contaba con su propio estudio y reconocimiento a nivel nacional, se esforzaba por sobresalir sobre la demás competencia, todos sus trofeos los colgaba con orgullo. Si bien no tenía ninguna medalla que ameritaba su trabajo para la nación como portaba el pelinegro, si obtenía la admiración de aquellas personas interesadas por la danza y el arte. 

Por ello, un par de días después, Taehyung decidió dar un paso atrevido. Envió un mensaje a Jungkook, invitándolo a un recital importante que daría en el teatro de la ciudad. Era una presentación especial para Taehyung, una oportunidad para mostrar su pasión y talento en el escenario. El pelinegro no dudó en aceptar la invitación, emocionado por verlo en acción.

La noche del recital llegó, y Jungkook se sentó en una de las primeras filas, observando cómo el teatro se llenaba de espectadores. Tuvo un pequeño Déjà vu con la escena, sonriendo de manera inconsciente mientras esperaba atentamente que la función comenzara, palmeando sus muslos con las yemas de los dedos ante la expectativa de lo que estaba por mostrarse frente a sus ojos. No duda en absoluto de las capacidades del castaño, además que él mismo lo había visto ensayar para esa presentación, pero sabía que era muy diferente verlo en los ensayos a presenciarlo sobre un verdadero escenario. 

Las luces se atenuaron y la música comenzó, haciendo que el pelinegro se recargara sobre el asiento y enfocara su vista al frente. Taehyung apareció en el escenario, moviéndose con una gracia y elegancia que dejaron a Jungkook sin aliento. Cada movimiento era preciso, lleno de emoción y pasión. Jeon no podía apartar la vista, fascinado por la forma en que Kim se entregaba al arte de la danza.

A medida que la actuación avanzaba, Jungkook sintió que sus sentimientos por Taehyung se intensificaban de sobremanera. Había algo mágico en la manera en que el castaño se movía, como si sus emociones se comunicaran a través de cada paso y giro. Jeon se dio cuenta de cuánto admiraba y apreciaba a Taehyung, no solo por su talento, sino por la persona que era. Las palabras intercambiabas con Mingyu aparecieron en su mente, encerrándose en su propio mundo mientras formaba su propio veredicto. 

Los sentimientos de Jungkook no desaparecerían, tampoco disminuirían mientras estuviera con Taehyung. Y contrario a querer escapar y mantener una brecha entre ellos, deseó poder demostrar la devoción que sentía hacia su persona, anonadado por el simple hecho de existir, de disfrutar de su presencia a su alrededor. Por ello, se encontraba motivado con un solo propósito aquella noche.

Cuando el recital concluyó, el teatro estalló en aplausos. Taehyung hizo una reverencia, visiblemente emocionado por la reacción del público. Al visualizar a su General en el público, su sonrisa se ensanchó y agradeció con mayor entusiasmo, esperando a que el telón apareciera antes de volver detrás del escenario. 

 Tras bambalinas, Jungkook lo esperaba con un gran ramo de flores tan pronto como pudo salir del público, deseando felicitarlo personalmente. Sus ojos se encontraron y, sin pensarlo dos veces, Taehyung corrió hacia él, envolviéndolo en un abrazo lleno de entusiasmo y gratitud, sorprendiendo al contrario por la inesperada reacción. 

—Lo hiciste increíble, Taehyung.—Felicitó, envolviendo un brazo a su alrededor, sosteniendo el ramo con su otra mano. 

Taehyung sonrió, separándose lo suficiente para mirarlo a detalle, su corazón latiendo de manera rápida.—Gracias, Jungkook. Significa mucho para mí que hayas estado aquí.

Jeon tomó una profunda respiración, aclarando su garganta.—Me gustaría invitarte a cenar para celebrar. ¿Qué dices? 

El castaño asintió, aún con una sonrisa radiante.—Me encantaría. Dame unos minutos para cambiarme, ahora vuelvo. 

Mientras Taehyung se cambiaba, Jungkook esperó nerviosamente, anticipando la velada. Cuando Kim regresó, ambos se dirigieron a un restaurante cercano, tomando como transporte el automóvil del pelinegro. Taehyung no negaría que se sentía extraño al estar en un espacio tan reducido con el general, pero de cierta manera le gustaba, siendo acompañados por la música de la radio conforme se dirigían al lugar. 

El restaurante se encontraba casi vacío cuando entraron, siendo escoltados por uno de los meseros hasta su mesa, tendiéndoles los respectivos menús y esperando por su orden. Taehyung no se encontraba seguro de qué pedir, por lo que Jungkook se tomó el atrevimiento de ordenar por los dos, esperando no molestarlo con su decisión, sino sorprenderlo por los sofisticados platillos que el restaurante ofrecía. El castaño agradeció con una sonrisa, encargándose de la bebida que los acompañaría en la velada, contrastando con la comida.

Fue cuestión de un rato cuando se sumergieron en una conversación desinteresada, disfrutando de una cena deliciosa en un ambiente íntimo. La conversación fluía con facilidad, y la conexión entre ellos se sentía más fuerte que nunca. A esas alturas, se sentían seguros de hablar sin mostrarse reacios o temerosos, las palabras fluían sin detenerse. 

Después de la cena, Jungkook acompañó a Taehyung a su departamento. Aparcando cerca del edificio, decidieron caminar un pequeño tramo, así de esa manera podrían alargar un poco más el momento, así ambos se sentían cada vez más cerca, conscientes de la tensión que los rodeaba. Al llegar a la puerta del edificio donde reside Taehyung, el pelinegro se detuvo, sintiendo que el momento tan esperado estaba cerca.

—Gracias por acompañarme hoy, Jungkook. Ha sido una noche maravillosa.—Murmuró Taehyung, mirando a Jungkook a los ojos mientras una sonrisa permanecía en sus labios, demostrando lo feliz que se encontraba. 

El pelinegro sonrió, sintiendo el calor en su pecho.—Para mí también, Taehyung. Me alegra haber estado aquí contigo, aún debo de decir que estoy impresionado por tu presentación. 

Con un rubor abarcando sus mejillas, negó para restarle importancia.—Me ayudaste mucho en el ensayo, me hiciste perfeccionar esa coreografía. Debo darte crédito por ello, de no ser así, no hubiera salido como hubiera querido. 

El silencio se alargó por un momento, lleno de expectativa. Finalmente, Jungkook se inclinó hacia adelante, sus labios encontrando los de Taehyung en un beso suave y tierno. El mundo pareció detenerse mientras se besaban, cada segundo cargado de emoción y significado.

Los labios de Taehyung eran cálidos y dulces, y Jungkook sintió una ola de felicidad y alivio al saber que sus sentimientos eran correspondidos. El beso fue lento, lleno de amor y promesas no dichas. El pelinegro deslizó una mano hacia la nuca de Kim, acariciando suavemente su cabello, mientras Kim respondía con la misma ternura, rodeando su cintura y acercándolo más, dejando a un lado el ramo de flores que cayeron en un ruido estruendoso a sus pies, anhelando mayor contacto con el cuerpo del pelinegro.

El tiempo parecía dilatarse, cada segundo estirándose en una eternidad donde solo existían ellos dos. La respiración de ambos se mezclaba en una danza íntima, y Jungkook se dio cuenta de cuán profundamente estaba conectado con Taehyung. La presión de sus labios, la forma en que sus cuerpos se acoplaban perfectamente, todo se sentía natural y perfecto, porque bajo el tacto del General, parecía que el cuerpo del profesor había sido amoldado para él, cediendo ante su toque y deseando más por ello. 

Taehyung abrió los ojos un momento, encontrando la mirada intensa de Jungkook. Había un entendimiento mutuo, una conexión que iba más allá de las palabras. Kim cerró los ojos de nuevo, dejándose llevar por la calidez y el amor que fluían entre ellos. Jeon profundizó el beso, explorando con delicadeza, queriendo memorizar cada detalle, pero deseando de la misma manera que no fuera el único beso compartido, necesitando experimentarlo una y otra vez hasta que sus propios labios actuaran por inercia y recordaran el camino exacto para llegar a los contrarios, degustando el sabor y estrellándose contra el calor ajeno. 

Finalmente, cuando ambos se quedaron sin aliento, se separaron lentamente, pero sus frentes permanecieron juntas. Los ojos de Jungkook se encontraron con los de Taehyung, y ambos sonrieron, sintiendo la plenitud de ese momento.

—Ha sido perfecto, Jungkook.—Susurró el castaño, sus dedos acariciando suavemente la mejilla del General, deseando que entendiera el mensaje detrás de sus palabras. 

No se refería únicamente a la noche que estaban experimentado, sino a todo

—Sí, lo ha sido.—Respondió el pelinegro, tomando la mano de Kim.—Esto es solo el comienzo. 

Con una última mirada y una sonrisa compartida, se despidieron con un leve roce de sus labios, sabiendo que su conexión había crecido más fuerte esa noche. Ambos se sentían emocionados por el futuro, ansiosos por explorar juntos los nuevos caminos que se abrían ante ellos.

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