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Daylight

𝔖𝔲𝔠𝔠𝔦𝔬𝔫𝔞𝔫𝔡𝔬 𝔱𝔲 𝔰𝔞𝔫𝔤𝔯𝔢 𝔥𝔞𝔰𝔱𝔞 𝔮𝔲𝔢 𝔱𝔲 𝔠𝔬𝔯𝔞𝔷𝔬𝔫 𝔡𝔢𝔧𝔢 𝔡𝔢 𝔩𝔞𝔱𝔦𝔯.

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Cuando cierro la puerta de mi apartamento, no veo a nadie. Ya no me resulta extraño hallar un hogar vacío, de hecho en un principio el trato había sido este. Aunque rebusco a mi novio por todos lados, no logro encontrarlo y tampoco es que me vaya a esforzar en hacerlo. En caso de que esté, de seguro se esconde de mí para sorprenderme; y si no está, prefiero no pensar en que no está.

     Me dirijo a la nevera, en busca de algo para llenar mi estómago vacío. Al abrirla, encuentro cada uno de los alimentos que he comprado hace unos dos días para mi casa. Como siempre, no falta nada. Mi novio no come, desayuna ni cena; he intentado un montón de veces convencerlo de que es lo correcto pero continua diciéndome que eso no es lo normal para alguien como él. 

     En este mundo, no todos podemos ser iguales. En un mundo tan grande donde la gran mayoría de personas nos dedicamos a vivir una vida pacífica y solo cierto porcentaje se dedica a investigar, es un poco difícil saber con certeza su lo conocemos por completo. Quiero decir que no, que el mundo es tan extenso y profundo que no conocemos absolutamente nada de él. ¿Cómo podríamos? Si los humanos de por sí somos demasiado buenos mintiendo y ocultando cosas, a veces al grado de jamás descubrirse, ¿qué nos hace pensar que somos los únicos en este mundo? Así es... Somos egocéntricos; nosoteos los humanos nos creemos superiores y obligamos a otras especies a redimirse ante nosotros.

     Pues bien, diré algo que jamás pensé que iba a decir, y si mi yo del pasado estuviera escuchando esto de alguien más, probablemente lo hubiera tachado de loco.

     Mi novio es un vampiro.

     Sí, un vampiro. Un vampiro chupasangre, que ha vivido por unos ciento cincuenta años, con piel pálida y ojos claros, nariz afilada y una extrañas habilidades. Es un chico extraño que se queda en mi apartamento por la mañana, odia el calor del sol y aunque insiste que el ajo es una maldita broma para él, odia que lo tengamos en casa y tengo que mantenerlo escondido en una bolsa. De hecho, he tenido que cambiar muchas cosas en mi día a día por él. No me lo tomen a mal, no es algo que me moleste, pero me parece curioso. Le tiene miedo al Sol... más que miedo, le molesta, así que tenemos como diez bloqueadores solares; ya dije lo del ajo, pero también odia el olor a cebolla así que tengo que mantenerlo alejado de él; no tenemos mascota porque dice que lo mata su pulso; tampoco tenemos calefacción porque él dice que se muere de calor... Creo que él solo miente o le gusta mentir, pues aunque insiste en que no está muerto me he acostado unas cuantas veces en su pecho y no he logrado escuchar el latido de su corazón.

     No me he atrevido a preguntarle quién fue, quién es o quién será; si alguna vez asesinó, si tuvo familia; si es feliz o si lo fue. Si hoy en día sigue asesinando y si le causa molestia vivir conmigo.

     Pero no vengo a quejarme de eso, realmente me quiero quejar de otra cosa.

     JungKook necesita sangre para vivir; animal o humana, no obstante la humana dice él que es más... ¿Cómo dice? ¿Exquisita? ¿Deliciosa? ¿Satisfactoria? No necesita mucha, solo unos pocos segundos en el cuello de alguien para llenarse y haber tenido el equivalente a tres comidas humanas. Oh, pero, ¿sabes algo? Cuando JungKook y yo comenzamos a salir, él simple y sencillamente me dijo antes de oficializarlo "Solo hay una petición y es que me dejes salir a comer durante la noche".

     ¿Por qué? Es una pregunta bastante sencilla... o lo fue en su momento. Básicamente, el autocontrol de un vampiro está regulado por sus sentimientos. Si sus sentimientos por algo o alguien son débiles, por ende el sabor de su sangre será un tanto... desabrida (aunque no significa que no les guste). En cambio, si él dice amar a alguien, entonces... sería incontrolable.

     JungKook no se alimenta de mí.

     A pesar de que se lo he propuesto cincuenta veces, él se niega a tomar mi sangre. ¿Por qué? Cree que sería un monstruo incontrolable; que se volvería loco y que eventualmente me drenaría hasta matarme. Solía pensar que era una excusa estúpida de él para no perder la oportunidad de ir un rato en la noche y testar diferentes clases, tipos, sabores y olores de líquido rojo.

     Después entendí que no.

     Una sola vez, JungKook, mientras me creía dormido, me dijo que me ama.

     Por un tiempo fue suficiente el estar juntos en una mañana, y salir por la tarde. Todo fue suficiente hasta que un día me puse a analizar la situación y me di cuenta... que mi novio... bebía de otras personas su sangre. Y, por muy de acuerdo que hubiese estado en un inicio... Ahora eso me molesta.

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Jeon JungKook se mete en mi cama, he estado despierto desde hace dos horas porque me levanté a tomar agua y no lo vi. De reojo miro el despertador que marca una hora alta de la madrugada; y no me molesta, de hecho ni siquiera me siento extraño a su lado y agradezco que no haya hecho ruido al entrar al apartamento. El pasa sus brazos pálidos y llenitos por encima de mí y me cobija, sé que sabe que estoy despierto porque es todo un experto en escuchar el latido de mi corazón y la intranquilidad de mi respiración, sin embargo no dice nada.

     Ah, entonces hay algo que en serio me hace sentir un poco... vaya, ¿cómo lo digo? Incómodo

     — TaeTae.

     — Hueles a un perfume demasiado dulce, molesta mi nariz.

     — ¿En serio? ¿Debería ir a cambiarme?

     — No —le digo, levantándome—. Creo que yo debería ir a dormir al sillón.

     Ciertamente me siento un poco idiota al actuar como un chiquillo celoso, pero tampoco tengo la suficiente confianza en mí mismo para decirle que algo me molesta. Sobretodo cuando sé que la única respuesta que escucharé de el será un "Ya hablamos de esto", y entonces me abrazará y la cosa se me olvidará por unos tres días.

     JungKook me detiene al verme de pie y me regresa hasta la cama, haciéndome sentar en la orilla de ésta. Puedo sentir sus orbes examinándome fijamente y estoy casi seguro que quiere leer lo que estoy pensando, pero ambos sabemos que él no tiene esa capacidad. Me tiene bien sujeto del brazo, con miedo a que me levante; en cualquier momento me puedo ir y decirle que deje de molestarme y así será, sin embargo esta madrugada tengo esperanzas en que mi valentía resurja desde el fondo de mi estómago.

     Podrías creer que al tener un novio como él tengo como peligro enojos descontrolados, impulsos de idiotez y palabras rudas. Pero no puede ser más al contrario. JungKook no se enoja conmigo, jamás me ha gritado, ni hecho nada que atente en contra de nuestra relación, mi integridad o la suya, y es todo un caballero.

     Tal parece que la peor parte de nuestra relación es que no quiere clavar sus colmillos surgientes de su boca en mi cuello.

     — Muy bien, pequeño demonio. ¿Qué te sucede?

     — No me sucede nada, tengo sueño y quiero dormir pero el perfume me molesta.

     — Dije que me iba a ir a cambiar.

      No importa si son tan viejos como el mundo o tan avanzados como la actualidad, hay gente que simplemente no entiende las indirectas así de directas.

     Sé de inmediato que es mi culpa, quiero decir, ¿no hablo del problema y mágicamente espero que él sepa a lo que me refiero?

     — Cuando... —eso sale de mi boca inesperadamente, consiguiendo su especial atención—. Cuando bebes la sangre de alguien más, ¿sabe bien?

     Mis palabras son suficientes para hacerlo rodar los ojos y observarme incrédulo.

     — ¿De nuevo con eso?

     Como no quiero verme como una persona que tiende a marcar su territorio, porque no es así, alzo las cjeas y suspiro. No tengo intención de seguir haciendo eso cuando me doy cuenta que, probablemente, estoy actuando realmente mal. Si en un principio el aclaró cómo serían las cosas y yo acepté, es cierto que tengo derecho a ya no estar de acuerdo, pero no tengo el derecho de ponerme como un loco y no decir claras las cosas.

     — Es una duda... inocente.

     Analizando mi expresión por un segundo, JungKook se cruza de brazos y y muerde su labio reseco. A su vez, yo jugueteo con mis manos en espera de su respuesta. Parece ser después de unos pocos segundos que ya ha aclarado su mente y por fin decide qué responderme. Se alza de hombros, cerrando un poco sus ojos y ladrando su boca para decirme:

     — La mayoría sabe bien.

     — Oh, ¿en serio?

     Es lo único que digo, acostándome de nuevo en la cama y cubriéndome por completo entre las sábanas. Estoy al tanto que esa clase de movimientos los hago cuando comienzo a sentirme triste; estar debajo de una colcha es como cubrirme del mundo que me rodea y estar en una habitación donde el único que está soy yo, y donde libremente puedo expresarme y entenderme a mí mismo. JungKook se queda en silencio unos pocos segundos, hasta que después lleva la mano hasta mi cuerpo y me remueve aún estando yo debajo de la tela gruesa de nuestra cama.

     — Sabía que no era una duda inocente.

     — Si lo sabías, ¿entonces por qué dijiste una cosa como esa?

     — Te di el beneficio de la duda.

     — ¿Por qué no me das el beneficio de alimentarte?

     A pesar de que no lo estoy viendo, casi estiy seguro que en su expresión hay un característico desespero que siente cuando esa clase de cosas salen de mi boca. Creo que no es consciente que me siento celoso pero, a su vez, piensa que yo tengo una necedad insaciable de hacerlo beber de mí. Él quita las manos de encima mío, dejándome extrañado por su tardía respuesta. No obstante, al final sí habla.

     — Ya te dije por qué, TaeHyung —responde en tono bajo—. Una vez mordiéndote, estarás unido a mí por mucho tiempo... No sé si entiendes lo que te digo.

     Morder a la persona que amas hace el vínculo aún más elástico y resistente, JungKook suele decir que si algún día me muerde, estaremos destinados a estar juntos una vida entera.

     Pero ahora me dice que será mucho tiempo.

     — Pues no lo entiendo.

     — Huh, Tae... —suspira resignado, sé que se siente mal por lo que va a decir—. Si bebo de ti, hay dos opciones: me vuelvo un asesino o estarás encadenado a mí el resto de tu vida, y la única manera de librarte de mí podría ser si me aburro de ti. Pero, seamos sinceros, en realidad no habría manera de librarte.

     Quiero que lo haga.

     Sé que puedo arrepentirme en un futuro, porque aunque mi novio jamás me haría nada, no sé qué tan volátil sea una vez con mi sangre corriendo por su garganta y saboreándose en su lengua. Confío en que no me matará a conciencia, pero jamás se sabe cuando tratas con alguien como él, que tiene un instinto extra al propio y una mente animal que come su criterio. Lo primero que JungKook me enseñó sobre él fue a no confiar en el daño que puede llegar a hacerme cuando está comiendo.

     De todas maneras, quiero que lo haga.

     Incluso si me pongo a pensar que algún día ya no querré estar a su lado, quiero que lo haga. Quiero que me muerda, yo ser quien lo alimente y que huela a mí. No a nadie más.

      Y digo esto porque me creo capaz de hacerlo, me creo capaz de darle de mí y lo creo capaz de controlarse. No es solo porque alguien más esté llenando su estómago, o por las posibilidades mayores de una ruptura a causa de un tercero... Nada de eso. Es que de pronto me nació el deseo de ayudarlo, no quiero convertirme en un inútil a su lado, y siempre que pueda ayudarlo... lo haré.

     — Entonces hazlo —digo destapándome

     Él niega, cerrando los ojos y alzando apenas la comisura de sus labios... Burlándose de mí y de mi comentario.

     — No, Tae.

     — Pero, ¿por qué no?

     — Te he dicho ya el porqué —Es lo que dice mientras se pone de pie—. Sabes que es peligroso.

     No me pondré a discutir con él los puntos a favor y los puntos en contra, tan solo porque creo que no estamos llegando a absolutamente ningún lado.

     Puede que parezca lo contrario, pero no le tengo rencor a mi novio ni a las personas a quienes ha mordido. Después de todo, fue un acuerdo que tuvimos y jamás lo conversamos, ni siquiera durante todo el año de relación en el que hemos estado. No tiene mucho que comencé a sentirme de esta manera, y a veces el tiempo no nos da; yo tengo que irme por la mañana y él no puede desperdiciar la noche si tiene hambre. Una vez enfermé y JungKook se quedó todo el día y noche conmigo, casi puedo jurar que escuchaba su estómago rugir al mismo tiempo que caminaba por todo el apartamento buscando medicina, distracciones para hacerme sentir mejor.

     Yo sé que él lo hace por necesidad, por hambre y por costumbre; porque dice que es más fácil tomar una vez dos segundos de un humano, que terminar a un pequeño animal y dejarlo muerto.

     Así que, finalmente he decidido dar mi último intento.

     — ¿Tienes idea de cómo me siento? —le pregunto, dándole la espalda—. Ponte en mi lugar por dos segundos.

     — TaeHyung, ¿puedes comprender lo que digo?

     — ¿Y tú? —recuestiono mirándolo—. ¿Tú puedes comprender lo que yo estoy diciendo? ¿En serio no piensas en que eso me afecta? Solo piénsalo de esta manera: tienes novio, un novio que sabe lo que eres, un novio que te ama con todo su corazón; a pesar de eso, vas y bebes del cuello de alguien más todas las noches.

     — Es una necesidad, TaeHyung. No lo hago porque quiero salir y ya.

     — Lo sé, jamás he puesto en duda eso. —Me siento en la cama, en espera de que me vea directamente a los ojos—. Pero... a mí no me... gusta.

     JungKook parece sorprendido por lo que he dicho. No encuentro demasiada relevancia en mis palabras pero a él parecen interesarle demasiado porque en su mirada se percibe un cambio brusco de brillo. Ahora esos ojos parecen anhelantes y poco concentrados en la realidad que nos acontece, JungKook está perdido solo un poco en su mente. A veces le sucede eso: cuando sus ojos comienzan a brillar, solo puedo creer que empieza a recordar cosas sobre quién fue y todo lo que ha vivido le regresa de un golpe a su cabeza.

     No me gusta que haga eso... porque creo que sufre. Lo que menos quiero es que JungKook sufra.

     De la nada, mi novio estira sus brazos y me envuelve en ellos. No sé bien qué sucede, pero cuando sus manos palpan toda mi espalda, como si fuese a desaparecer, de inmediato creo necesario abrazarlo de vuelta. JungKook no quiere separarse de mí, en cambio me sujeta más fuerte, más y más fuerte.

     El molesto olor a perfume me sigue sacando de quicio, pero no es momento para eso, porque JungKook continúa en un estado de melancolía tal que lo adhiere a mí. Solo espero no haber metido la pata y dicho algo que le afecte; aunque igual, sí es necesario hacerlo. No puedo vivir con algo que me desagrada y si no llegamos a un acuerdo... Nadie sabe cuánto tiempo nuestra relación durará.

     — No me gusta que bebas de alguien más —repito, sin soltarlo—. No me gusta que huelas a otras personas, tampoco que regreses despeinado y con tus botones desajustados. Creo que soy inútil en tu vida y no puedo satisfacer tus necesidades, incluso cuando soy tu novio.

     Mis palabras se quedan en el aire y sin respuesta. JungKook está decaído, sin soltarme y con la barbilla recargada en mi hombro. Su respiración es igual de pesada que la mía, aunque no está respirando y solo finge hacerlo desde que le dije que es extraño no sentirlo respirar.

     No pasa mucho hasta que vuelve a hablarme. Es un tono bajito, adolorido y poco usual en él.

     — Tae —llama con la voz entrecortada—. No quiero atarte a mí.

     Mi novio es un chico que piensa que yo no imagino una vida entera a su lado. Ni siquiera cuando le he dicho que mi eternidad estaría atada a él.

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JungKook suele contarme a menudo una historia, lo hace cuando estoy aburrido y también cuando no tengo nada que hacer. Si pasamos tiempo juntos en uno de mis días libres, entonces hacemos esa clase de cosas. Nuestra relación funciona en ese sentido.

     La historia trata de un vampiro, que dice él que fue su amigo, que mató a su amada esposa después de perder el control. Siempre que me cuenta esa historia, espera que me de miedo o algo así, pero lo único que puedo pensar es que ese amigo es él y que está aterrado.

     — ¿Puedes contarme la historia del vampiro hoy?

     — ¿No vas a ir a la escuela?

     — No.

     — ¿Por qué?

     — Me siento un poco mal.

     — Oh, ¿por qué no lo dijiste? ¿Tengo que ir por algo? ¿Vamos al doctor?

      — La historia del vampiro, Kook, la historia del vampiro que mata a su esposa

     Me la sé de memoria. Pasa que utilizo un recurso que me he inventado para averiguar su pasado. ¿Será un buen momento?

     Amo a JungKook. No lo amo por su rostro ni por su cuerpo, porque es un vampiro o por capricho. Lo amo porque la primera vez que nos conocimos, vino a mí y me dijo una tontería cursi "Luces como el amor de mi vida". Pero, JungKook, ¿Alguna vez has tenido algún otro amor de tu vida?

      — Mi amigo era un joven vampiro inexperto, que cometió el error de beber de su amada esposa después de casarse... Para un inexperto que recién se enamora, el tomar sangre de esta persona fue... Detonante. Terminó asesinándola.

     — Y este amigo... ¿Volvió a enamorarse?

     Aunque duda de mi pregunta, quiero pensar que no le encuentra nada de malo.

     — No sé si estaba enamorado la primera vez. Ya sabes, en épocas como las de nosotros, el amor se encontraba realmente apartado de la realidad. Igual, creo que podríamos decir que se enamoró de nuevo

     — Oh —asiento—. ¿Crees que coma de su pareja?

     — ¿No es esa pregunta demasiado específica?

     — Me causa duda.

     — Creo que no lo hace —termina negando, mientras gira en la cama—. Supongo que, al igual que yo, tiene miedo.

     — Supongo que sí —respondo, acurrucándome en mi lugar—. Tal vez su pareja, al igual que yo, se sienta desplazada.

     ¿Ven lo que digo? Ya estoy casi seguro que JungKook habla de sí mismo un montón de veces, en sus historias maléficas y graciosas de vampiros que corren en la noche buscando animales para liberarlos. O también esa historia de los salta techos, sus tonterías de los juegos de mesa a cambio de un poco de sangre. Tal vez sé más de lo que creo saber pero jamás me he puesto a pensarlo concretamente.

     Tal vez no.

     — TaeHyung, no soy el protagonista de esas historias.

     — Me gustaría saber si amaste a alguien antes que a mí.

     — No.

     — ¿Como que no?

     — Solo no —repite gracioso—. Cállate y duerme un rato, es temprano.

     — Entonces, ¿qué te detiene?

     Mis teorías se han descompuesto y no tengo más excusas para hacerle a JungKook. Él se levanta de su lugar en nuestra cama, sentándose. Su cabello está un poco despeinado, y sus ojos que suelen ser profundos están un poco resentidos conmigo por hacerlo levantar. Está observándome por un más de un minuto, no sé qué quiere hallar en mí, pero sus ojos me examinan de arriba abajo. Siento que me está midiendo de poco en poco. Cuando termina, se recuesta a mi lado, cerrando sus ojos y abrazándome, como siempre que dormimos pues es su costumbre.

     — ¿Por qué quieres que te muerda? ¿Hay alguna práctica extraña masoquista que quieras intentar? ¿Retienes algún deseo? ¿Me crees capaz de hacer algo como eso?

     — ¿Qué? ¿De qué hablas? —pregunto riéndome—. No hablo de eso. ¡Ya te dije cómo me hace sentir!

     — ¿Por qué tan celoso? Mi TaeTae no era celoso.

     — Si yo estuviera enfermo, ¿qué sentirías si alguien más viniese a cuidar de mí cuando tú eres mi novio?

     — Es diferente.

    — ¿Por qué no lo intentas?

     — ¿Intentar qué?

     — Morderme.

     Silencio. Sepulcral silencio que carcome mi mentalidad y estabilidad; probablemente él se sienta igual de molesto que yo pero no lo demuestra. En cambio mueve su pie en un acto de nerviosismo, lo cual hace que la cama se tambalee un poco; me tiene sujeto de la cintura, con sus ojos cerrados aunque no duerme y lo único que hace es respirar como fingiendo dormir. Esas son señales de lo muy irritado que se encuentra. En tal estado, JungKook suele no hablarme o resignarse a contestar con monosílabos. Suele estar así por pocos minutos hasta que me sonríe y vuelve a la normalidad.

     Mi novio es un vampiro pálido que no hace más que estar conmigo y comer, no entiendo porqué le molestan esa clase de cosas. Creí que teníamos la confianza suficiente para gritar nuestros deseos, pues bien... Ese es mi deseo.

     Mi novio no dice nada nunca de su pasado... a menos que sea necesario.

     — Fue en un invierno —comienza con suavidad—. Me casé y dos noches después, ella murió. Fue así de sencillo.

     — ¿Sencillo?

     — Si no me hizo falta amor para asesinarla, ¿qué te hace pensar que tú estarás bien, Tae? —él abre sus ojos, viéndome fijamente—. Lo primero que te dije es que no confíes en mí.

     — Me dices que no confíe en ti, pero sigues tratándome como si fuese lo más importante de tu vida.

     — Porque lo eres.

     Me di vuelta en la cama para mirarlo directamente. Él, sin embargo, mantiene sus ojos cerrados y su respiración irregular y fingida.

     — ¿Qué? —pregunto.

     — Eres lo más importante de mi vida.

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Cuando entro en el apartamento y fui a la habitación, esperi encontrar todo menos a JungKook. El pelinegro alza la vista, prestándome atención solo un segundo para después seguir empacando sus cosas.

     JungKook está empacando sus cosas.

     Tal es mi sorpresa que dejo caer mi mochila al suelo, acercándome con confusión hasta la dama donde hace la maleta vieja y negra que le pertenece, donde guarda cada una de sus camisas y playeras, las cual están arrugadas porque las está jugueteando. No sé qué hacer para detener eso, estoy tan en shock que lo único que se me ocurre hacer es cuestionar la situación.

     — Pero... ¿Qué...? ¿Qué estás haciendo, JungKook?

     — Deberíamos terminar.

     — ¿Qué? ¿Por qué? ¡¿Por qué debemos terminar?!

     — No me hagas esto más difícil.

     No puedo creer lo que escucho y que piense que para él es complicado cuando el único que requiere una explicación soy yo. Me veo incapaz de encontrar razones suficientes para una ruptura tan espontánea como lo es esa, especialmente cuando los últimos días todo parecía ir bien. En cambio, JungKook está bastante decidido y no se detiene ni me tiemblan las manos como a mí para empacar.

     En un intento desesperado de detener la situación y hablarlo, mis manos sacan toda la ropa que pueden. JungKook me mira con recelo, y guarda de nuevo la ropa en su lugar, aunque más desordenada.

     — ¡Deja de empacar!

     Yo estoy bastante alterado. Él me mira de reojo y suspira.

     — Ya lo decidí.

     — Pues podías... Podías... Podías al menos decirme y... hablarlo y... ¿Quién...? ¿Quién te crees que eres? ¿Qué te sucede? ¿Por qué todo tan repentino? Podíamos hablarlo, lo menos que merezco es una explicación.

     Es lo que le digo, pero él sigue empacando. Cuando Kook toma una decisión, es realmente difícil sacarle la idea de la cabeza. Es un idiota cuando se lo propone y la mayor parte del tiempo se guarda temas importantes en la cabeza porque cree que a nadie le interesarían; pues dejame decirte que esa clase de temas que involucran nuestra relación de apenas un año, sí son importantes. No obstante, él con su estupidez no puede detenerse a hablar pacientemente conmigo y explicarme lo que sucede. En un ataque de molestia, tomo la maleta entre mis manos y no la suelto.

     — ¡Pero contéstame porque me enoja que no lo hagas! —grito molesto.

     — Mi cuerpo comienza a rechazar sangre de otros, TaeHyung.

     Si un vampiro rechaza sangre... muere.

     La muerte de un vampiro es algo que no entiendo bien. De hecho, es algo que pocas veces él me ha contado y tampoco es que JungKook sepa a ciencia cierta lo que sucede. Lo único que tenemos en claro es que es igual a morir, dolorosamente y con resentimiento. Cuando el vampiro rechaza sangre, es porque se ha formado un lazo.

     Solo hay dos formas de romperlo, matando al segundo dueño del lazo o alejándolo hasta que el lazo se rompa.

     Mi egoísmo no me permite pensar en claro. Lo único que tengo por seguro es una cosa: no quiero que él se vaya. Pero, ¿qué se supone que haga?

     — ¡Y te vas a ir así nada más!

     — ¡¿Y qué se supone que haga?!

     — ¡Que me muerdas!

     JungKook jamás me ha gritado. Para que lo haga, debe estar demasiado enojado conmigo... O con mucho miedo. Me veo demasiado sorprendido cuando lo hace.

     — ¡Que no! —grita—. ¡No voy a hacer eso, TaeHyung! ¡Entiende que arruinaré tu vida! O te mataré... —susurra, incómodo, viendo sus manos—. No lo haré.

     Creo que entiendo cómo se siente.

     Puede que piense que arruinará mi vida pero... Es obvio que mi vida estará arruinada desde el momento en el que salga por la puerta.

     Así es... Mi vida se arruina cuando él suspira, dejando sus cosas en nuestra casa y camina hasta la puerta, yéndose.

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He estado esperando a que regrese por dos semanas. La casa está en desorden sin él, porque durante el día solía limpiar y ordenar la habitación antes de dormir. Hay silencio porque sus canciones de rock y pop ya no suenan cuando me voy a la escuela, y la televisión ha estado apagada en este tiempo.

     Comienzo a creer que no va a regresar.

     Tal vez me ama pero no lo suficiente.

     O tal vez es un amor tan profundo que no puede evitar pensar en que me hará daño.

     Suspiro, dejando que el dolor de cabeza me haga sentir peor y decido que es tiempo de ir por medicamento porque tengo que estar bien para la mañana siguiente. Eso hago, bajo las escaleras del edificio, aunque la noche es vieja y la oscuridad es algo profunda, camino por la banqueta y viendo el paisaje. Me pregunto si mi vida está destinada a ser caótica, un tanto triste... Si JungKook algún día regresaría y si está comiendo correctamente. Consumido por las dudas, mi distracción se hace tan grande que, de un segundo a otro no puedo evitar pegar mi espalda a la pared y agacharme en cuclillas.

     Jeon JungKook... Ese es un nombre realmente... Triste. Dios, no puedo creer hasta qué punto llegamos. A veces me pregunto si las cosas pudieran ser distintas, si nuestras realidades pudieran ser una sola. Si yo le hubiese dicho a JungKook que me sentía celoso desde antes, ¿algo fuese diferente? ¿Podría haberlo convencido de comer de mí?

     Cuando las lágrimas se juntan en el borde de mis ojos, instintivamente me digo que llorar no es la opción pues tengo un montón de cosas que hacer y pensar. Sin embargo, una vez de pie, mi brazo se ve fuertemente sujetado y mi cuerpo es atraído hasta la oscuridad de un pasillo alejado de la concurrida calle. Aunque tengo miedo, mis ojos permanecen bien abiertos; mi corazón late rápidamente, mi sangre se detiene y no puedo creer lo que veo.

     — Más lindo de cerca.

     JungKook me dijo un centenar de veces: cuando alguien tenga ojos rojos, simplemente debes alejarte.

      — S-suéltame.

     No sé quién es, de dónde o por qué me tiene aprisionado, pero sé que es un vampiro y que tengo que alejarme de él. Su pecho sube y baja, claro signo de hambruna, al igual que el iris de sus orbes que se dilatan. No sé que tan buena sea mi sangre, pero preferiría tenerla dentro de mí cuerpo.

     — ¿Detenerte? Es el primer día desde hace dos semanas que tu novio no te tiene tan bien marcado.

     — M-mi novio se fue —le digo, pegándome más a la pared detrás mío—. Él ya no... está conmigo.

     — Pequeño, siempre estuvo contigo —ríe, acercándose a mí—. Cada noche salía a limpiar el área para que la mañana siguiente todo estuviera bien... ¿O qué te crees? ¿Que ser el novio de un jefe no es... peligroso?

     — Limpiar... el área.

     — Me pregunto cómo pudo soportar tener una delicia como tú tan cerca —susurra. Puedo ver sus colmillos—. Beber de animales nunca fue lo suyo, ¿eh? No entiendo cómo lo logró.

     Me estoy muriendo de miedo. Puedo percibir mi alma dejando mi cuerpo, tengo visiones de lo lastimado que quedará mi cuello y casi imagino la forma en la que se desharán de mí y quedaré como un desaparecido más en la larga lista de personas a las que jamás volvieron a encontrar. Pero, ¿sabes? Eso realmente no me importa. De hecho, lo único que me mantiene fuera del instante traumático en el que se encuentra mi vida, es el dolor en mi pecho y las ganas inmensas de llorar. Entonces, cuando me concentro más en los ojos de aquel tipo, casi rogándole con los míos que me deje ir, un olor estigmatizado llega a los fosas nasales.

     Huele a lo que JungKook olía aquella noche que llegó y me abrazó. Huele mal. Huele a odio, a celos y a enojo.

     Es ahí cuando me doy cuenta que JungKook solo quería protegerme. Que tomaba de animales aunque odiaba hacerlo y se consideraba un monstruo por eso; que llegaba por la madrugada para salvarme a la mañana siguiente. Es cuando me doy cuenta que JungKook me ama tanto que, durante esas dos semanas, mantuvo a miles de idiotas como el tipo delante mío alejados de mí. Me es inevitable ponerme a llorar. Lágrimas pesadas que resbalan por mis mejillas, haciéndome sentir... tan mal que no puedo evitar resignarme a morir. No tengo las suficientes fuerzas para gritar y luchas por mi vida.

     No cuando él... hizo cosas de las que nunca me di cuenta y yo... solo... no lo entendí.

     — Oh, no llores, dulzura. Te prometo que no te haré sufrir.

     — Por favor... déjame ir.

     — Mm... No.

     — ¡JungKook! —grito, desesperado, intentando que él venga hasta mí—. Por favor déjame ir, ¡por favor! ¡Jung...! ¡JungKook, por favor! ¡JungKook, ayúdame por favor!

     Pero mis gritos solo alientan al aterrador vampiro a clavar sus colmillos en mí. Me pregunto si el dolor de una serpiente es similar, si el veneno es equivalente al dolor que se esparce por mi cuerpo y la punzada que mi espalda comienza a dar. Sus afilados dientes están en mí, mientras siento mi sangre drenarse. Es rápido, doloroso y difícil. No quiero morir pero, inevitablemente, lo haré.

     Dispuesto a ser asesinado, mi cuerpo se siente cada vez más adormecido e intranquilo. Así, en cuanto comienzo a cerrar los ojos en espera de mi muerte, logro distinguir un cuerpo que se aproxima hasta mí.

     Lo único que sé antes de caer desmayado es que mi cuello duele... y que extraño a mi novio.

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Los dedos de JungKook acarician delicadamente mi cuello. Pocas veces he sentido la muerte tan cerca de mí, y aunque me duele la cabeza y tengo en mi mente un recuerdo que de repite cada dos segundos de lo que me pasó, me siento extrañamente feliz de estar vivo. También feliz por tenerlo a mi lado. Cuando abro mis ojos, su expresión es decaída. Está sentado al lado de nuestra cama, con la mirada perdida en algún punto de mi muñeca, aunque sigo sintiendo su mano recorrer mi cuello. No puedo evitar suspirar cansado por la situación en la que nos vemos envueltos, así consigo su mirada que, de inmediato provoca que sus manos acaricien mi cabello y mi mejilla.

     — ¿Cuántas veces te he dicho que no salgas tan tarde, Tae? ¿Quieres matarme de un susto?

     — ¿Y tú? ¿Quieres matarme por abandono? Me mentiste —le digo enojado—. Tú dijiste que tu cuerpo estaba rechazando sangre de otras personas pero ni siquiera...

     — No podía dejar que te ataras a mí. No quiero ser un obstáculo en tu vida, no quiero robar nada de ti ni hacerte mal.

     — Mira donde estamos porque crees que me harás mal —me levanto, sentándome en la cama. Llevo la mano hasta mi cuello, exhalando al sentir la resiente marca—. Ahora otra persona clavó sus... ¿Cómo llegaste a dónde estaba?

     JungKook me observa. Tengo la idea de que está intentando averiguar qué tal me siento, e intentando leer mi actitud. No tarda mucho en acariciar mi cabello suavemente, empiezo a creer que eso lo tranquiliza y le baja un poco la ansiedad que le provoco. Casi puedo ver sus lagrimales llenándose de agua, pero me parece ilógico cuando ha quedado más que claro que mi novio no está tan vivo como dice estarlo.

     Sin recibir una sola respuesta, me niego a seguir separado de él y me lanzo hasta sus brazos. Él me sostiene con fuerza, acariciando mi espalda como si yo no estuviera ahí. Mientras, prefiero cerrar los ojos y respirar a su compás, aunque dudo que en realidad esté respirando como yo. Aunque no siento su corazón latir contra el mío, me transmite una vibra que cala en mi interior y me hace amarlo solo un poco más. No pasan más de dos segundos cuando JungKook llora. No sé cómo es capaz de hacerlo o si es producto de mi imaginación, pero puedo sentir su lloriqueo mojar mi hombro desnudo. Jeon JungKook se apega a mí, sin soltarme.

     — Creí que ibas a morir.

     Yo no logro responder nada, estoy anonadado

     — Lo único que te pedí fue que te quedaras por la tarde. Dios, TaeHyung. Me preocupé demasiado. ¿Qué debía hacer? Regresé buscando que mi novio estuviese durmiendo, pero ya no estaba.

     Soy su novio. Sigo siendo su novio. Ni siquiera yo puedo creer la forma en la que me habla, con sus ojos que siempre parecen oscuros y neutros emanando un color que me hace sentir abrasador, con sus mejillas rojizas y su nariz también, al igual que sus ojos que analizan mi cara vagando de un lado a otro. JungKook está tan preocupado como la primera vez que me caí enfrente suyo, tan asustado como la primera vez que me quemé por accidente y tan interesado en mí como la primera vez que me vio. Eso, el sentimiento de pertenencia, invade mi alma. Me niego a creer la cantidad de tiempo que estuve lejos de él... Lejos de mi JungKook. Lejos de mi colmillitos afilados, lejos de mi pelinegro que limpia la casa y me hace el desayuno, lejos de mi lindo Kook.

     Lejos del amor de mi vida.

     Así que, esa incredulidad que tengo se convierte en un golpe fuerte que me zacude y, de imprevisto, me hace llorar. Mientras mis lágrimas saladas caen, y el peso en mi pecho se deshace, siento las palmadas de JungKook sobre mi espalda en un compás calmado. Después de mucho tiempo, me siento en mi hogar. Después de mucho tiempo, no me siento solo.

     Estoy con JungKook.

     Es lo único que importa.

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Mi novio me observa delicadamente, mientras se quita de encima todas sus pulseras y cadenas. Puedo ver el brazo delgado que tiene y la palidez de este. No entiendo bien qué es lo que estamos haciendo, sentados en el suelo con las piernas cruzadas y una de nuestras manos entrelazadas. Tampoco sé por qué me ha pedido vestirme de blanco, cuando sabe perfectamente que prefiero otra clase de colores, además él está vestido de negro.

     Hasta llegue a pensar que nos casaríamos, pero cuando le pregunté eso en forma de broma, pareció tomárselo demasiado en serio y dijo que casarse con un vampiro era como firmar tu carta de renuncia al paraíso.

       Como sea. Al terminar de quitarse las mil cosas de encima, JungKook me toma la otra mano y posa sus ojos sobre los míos. Nuestras miradas se hacen una sola, entonces él mantiene una expresión seria que me hace imitar. Por un segundo estamos así, yo solamente estando pero él tomándoselo tan en serio que hasta da miedo. Claramente veo que dice unas cuantas cosas en voz baja a la vez que cierra sus ojos por un segundos antes de volver a abrirlos. No es hasta que termina con su rezo, o lo que sea, que deja salir una cantidad enorme de aire acumulado.

     — No es una boda —dice intranquilo—. Pero sí una promesa, un juramento.

     — Perfecto, ¿dónde firmo?

     — Tienes que decir unas cuantas cosas. Pero... Tae, piénsalo bien antes de hacerlo. Una vez terminado, si te separas de mí entonces moriré... Y seguimos corriendo un gran riesgo.

     Yo quiero tomarle la gracia a la eterna unión que estamos haciendo y no ser un amargado como él. Después de unos días de insistir y recalcarle diez veces que odio que no se alimente de la forma correcta, mi novio accedió a beber de mí. Diría que no estoy nervioso y que la cosa es más fácil de lo que parece... Sin embargo, no es así. Tengo miedo. No por JungKook, tampoco por mí mismo y los cambios en los sentimientos. Lo que en realidad me aterra es el nuevo estado donde, indescutiblemente, haría a JungKook dependiente de mi sangre. Sigo preguntándome si no soy egoísta, pero también me he encargado los últimos días en preguntarle a JungKook si se siente cómodo con la idea y no lo hace por mera obligación y mi estúpida insistencia infantil.

     ¿Que qué respondió? Mi novio... parece un demonio pero en realidad es un ángel.

     Lo amo tanto.

     — Yo estoy bien —admito—. Pero tú, ¿te das cuenta de que yo seré tu única fuente de vida?

     — Ah, TaeHyung. Ya eres mi única fuente de vida.

     Retengo las ganas de abrazarlo y me dedico a mostrarle una cálida sonrisa que es bien recibida. Pronto, nuevamente el chico vuelve a suspirar, y me mira cuidadosamente.

     — Repite después de mí.

     — Sí.

     — Prometo... ser tu comida y tu bebida, tu oscuridad y tu color.

     — Prometo ser tu comida y tu bebida, tu oscuridad y tu color.

     — Seré la luz de noche de la luna; prometo ser tu dolor y vigor.

     — Seré la luz de noche, de la luna —repito lentamente, sin dejar de verlo—; prometo ser tu dolor y vigor.

      — Pero por sobretodo juro permanecer a tu lado...

     — Pero por sobretodo prometo permanecer a tu lado...

     — Y acompañarte —JungKook me observa dudoso, pero no duda en continuar—... incluso cuando el sol aparezca.

      — Y acompañarte incluso cuando el Sol aparezca.

     JungKook se queda callado. Yo hago lo mismo, pensando que intenta recordar lo demás. Es tiempo suficiente para recalcar lo que en mi vida acontece, para entender que, después de ese juramento yo sería uno solo con alguien más, yo sería el sustento de mi novio y él el mío. Trabajaríamos juntos para mejorar, para complementarnos y para amarnos.

     Mi colmillitos... Simplemente no puedo creer que estoy con él. Que su presencia me inquieta porque se me amenazante, a la vez que me tranquiliza porque me encanta observarlo ser él mismo.

     JungKook, no sabes cuánto te amo.

     — Y yo juro...

     — Y yo, TaeHyung, juro...

     — Amarte hasta que el fin de mis días venga sobre mí y hasta que la tierra deje de girar.

     — Amarte hasta que el fin de mis días venga sobre mí y hasta que la tierra deje de girar.

      No me alarmo por las palabras, a pesar de que JungKook luce un poco irritado por la situación.

     — Esto ya no tienes que decirlo.

     — Está bien.

     — Yo Jeon JungKook, prometo ser tu comida y tu bebida, tu seguridad y tu luz, prometo ser el sol que te levante y la luna que te cuide. Prometo ser tu alma, aunque no tenga una; prometo serte fiel y eficaz, no causarte problemas y siempre respetarte.

     Él se ha acercado gateando hasta mí, colocando sus manos por sobre mi cuello. Comienzo a sentir el hormigueo del nerviosismo abarcar toda mi sangre y recorrer mi cuerpo, mis ojos se cierran por inercia cuando veo esos colmillos filmados crecer. La respiración falsa de JungKook choca con mi mentón, permitiéndome centrarme en el tacto de sus frías manos que me toman delicadamente.

     A punto de que sus colmillos se claven en mí, lo escucho susurrarme al oído:

     — Y juro nunca dejar de amarte, incluso si tú dejas de amarme a mí.

————𝕯𝖆𝖞𝖑𝖎𝖌𝖍𝖙—————

𝕵𝖚𝖗𝖆𝖒𝖊𝖓𝖙𝖔 𝖆 𝖚𝖓 𝖛𝖆𝖒𝖕𝖎𝖗𝖔
𝔓𝔯𝔬𝔪𝔢𝔱𝔬 𝔰𝔢𝔯 𝔱𝔲 𝔠𝔬𝔪𝔦𝔡𝔞 𝔶 𝔱𝔲 𝔟𝔢𝔟𝔦𝔡𝔞,
𝔱𝔲 𝔬𝔰𝔠𝔲𝔯𝔦𝔡𝔞𝔡 𝔶 𝔱𝔲 𝔠𝔬𝔩𝔬𝔯.
𝔖𝔢𝔯𝔢́ 𝔩𝔞 𝔩𝔲𝔷 𝔡𝔢 𝔫𝔬𝔠𝔥𝔢 𝔡𝔢 𝔩𝔞 𝔩𝔲𝔫𝔞, 𝔭𝔯𝔬𝔪𝔢𝔱𝔬 𝔰𝔢𝔯 𝔱𝔲 𝔡𝔬𝔩𝔬𝔯 𝔶 𝔱𝔲 𝔳𝔦𝔤𝔬𝔯.
𝔓𝔢𝔯𝔬 𝔭𝔬𝔯 𝔰𝔬𝔟𝔯𝔢𝔱𝔬𝔡𝔬 𝔭𝔯𝔬𝔪𝔢𝔱𝔬 𝔭𝔢𝔯𝔪𝔞𝔫𝔢𝔠𝔢𝔯 𝔞 𝔱𝔲 𝔩𝔞𝔡𝔬 𝔶 𝔞𝔠𝔬𝔪𝔭𝔞𝔫̃𝔞𝔯𝔱𝔢 𝔦𝔫𝔠𝔩𝔲𝔰𝔬 𝔠𝔲𝔞𝔫𝔡𝔬 𝔢𝔩 𝔰𝔬𝔩 𝔞𝔭𝔞𝔯𝔢𝔷𝔠𝔞.
𝔜 𝔶𝔬 𝔧𝔲𝔯𝔬 𝔞𝔪𝔞𝔯𝔱𝔢 𝔥𝔞𝔰𝔱𝔞 𝔮𝔲𝔢 𝔢𝔩 𝔣𝔦𝔫 𝔡𝔢 𝔪𝔦𝔰 𝔡𝔦́𝔞𝔰 𝔳𝔢𝔫𝔤𝔞 𝔰𝔬𝔟𝔯𝔢 𝔪𝔦́ 𝔶 𝔥𝔞𝔰𝔱𝔞 𝔮𝔲𝔢 𝔩𝔞 𝔱𝔦𝔢𝔯𝔯𝔞 𝔡𝔢𝔧𝔢 𝔡𝔢 𝔤𝔦𝔯𝔞𝔯.


𝕵𝖚𝖗𝖆𝖒𝖊𝖓𝖙𝖔 𝖆 𝖚𝖓 𝖍𝖚𝖒𝖆𝖓𝖔
𝔜𝔬 𝔫𝔬 𝔭𝔯𝔬𝔪𝔢𝔱𝔬 𝔰𝔢𝔯 𝔱𝔲 𝔠𝔬𝔪𝔦𝔡𝔞 𝔫𝔦 𝔱𝔲 𝔟𝔢𝔟𝔦𝔡𝔞, 𝔱𝔲 𝔰𝔢𝔤𝔲𝔯𝔦𝔡𝔞𝔡 𝔬 𝔱𝔲 𝔩𝔲𝔷.
𝔑𝔬 𝔭𝔯𝔬𝔪𝔢𝔱𝔬 𝔰𝔢𝔯 𝔢𝔩 𝔰𝔬𝔩 𝔮𝔲𝔢 𝔱𝔢 𝔩𝔢𝔳𝔞𝔫𝔱𝔢 𝔫𝔦 𝔩𝔞 𝔩𝔲𝔫𝔞 𝔮𝔲𝔢 𝔱𝔢 𝔠𝔲𝔦𝔡𝔢.
𝔓𝔯𝔬𝔪𝔢𝔱𝔬 𝔯𝔬𝔟𝔞𝔯 𝔱𝔲 𝔞𝔩𝔪𝔞, 𝔭𝔲𝔢𝔰 𝔫𝔬 𝔱𝔢𝔫𝔤𝔬 𝔲𝔫𝔞;
𝔱𝔢 𝔰𝔢𝔯𝔢́ 𝔦𝔫𝔣𝔦𝔢𝔩 𝔶 𝔭𝔢𝔯𝔧𝔲𝔡𝔦𝔠𝔦𝔞𝔩, 𝔠𝔞𝔲𝔰𝔞𝔯𝔢́ 𝔭𝔯𝔬𝔟𝔩𝔢𝔪𝔞𝔰.
ℜ𝔢𝔰𝔭𝔢𝔱𝔞𝔯𝔢́ 𝔱𝔲 𝔡𝔢𝔠𝔦𝔰𝔦𝔬́𝔫, 𝔭𝔢𝔯𝔬 𝔭𝔢𝔯𝔪𝔞𝔫𝔢𝔠𝔢𝔯𝔞́𝔰 𝔞𝔱𝔞𝔡𝔬 𝔞 𝔪𝔦́.
𝔓𝔢𝔯𝔬, 𝔭𝔬𝔯 𝔰𝔬𝔟𝔯𝔢𝔱𝔬𝔡𝔬, 𝔧𝔲𝔯𝔬 𝔫𝔲𝔫𝔠𝔞 𝔞𝔪𝔞𝔯𝔱𝔢, 𝔦𝔫𝔠𝔩𝔲𝔰𝔬 𝔰𝔦 𝔱𝔲́ 𝔪𝔢 𝔞𝔪𝔞𝔰 𝔞 𝔪𝔦́.

𝔉𝔦𝔫.

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