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Capítulo 25

El sol brillaba con fuerza desde el exterior, iluminando la habitación mientras Freen y Rebecca se preparaban para su mudanza. La emoción llenaba el aire, aunque también había un ligero aire de caos. Las cajas estaban esparcidas por toda la casa, cada una etiquetada con su contenido, mientras ambas organizaban lo que llevarían a su nuevo hogar.

—¿Estás segura de que no te importa que lleve la lámpara del salón?

Preguntó Freen, sosteniendo la lámpara de pie con una mano, mientras trataba de equilibrar una caja con la otra.

—Por supuesto que no. Es tu lámpara favorita.—Respondió Rebecca con una sonrisa, tomando la caja de las manos de Freen y dejándola a un lado.—Además, le dará un toque acogedor a la sala de estar.

Freen soltó una risita. Sabía que Rebecca tenía razón. La lámpara había sido un regalo de su madre, y siempre le había encantado cómo la luz cálida iluminaba su espacio. Al mirar a su alrededor, sintió una mezcla de nostalgia y emoción por dejar atrás su viejo hogar y comenzar este nuevo capítulo junto a Rebecca.

—¿Ya decidiste qué haremos con tu rincón de arte?

Preguntó Rebecca, mirando el espacio vacío donde solía estar la mesa de dibujo de Freen.

—Quiero que sea un lugar donde pueda pintar y, tal vez, una pequeña área para tus libros.—Respondió Freen, imaginando cómo podría decorarlo.—Podríamos poner una estantería allí y colocar algunas plantas.

—Me parece perfecto. Deberíamos ir a comprar algunas plantas después de la mudanza.

Sugirió Rebecca, mientras levantaba una caja con libros y se dirigía hacia la puerta.

Ambas continuaron empacando, llenando cajas y asegurándose de que nada se les olvidara. Después de unas horas de trabajo arduo, finalmente cargaron el último de los objetos en el auto. Freen miró su antigua casa una vez más, sintiendo un ligero nudo en el estómago. Rebecca notó su expresión y le dio un suave apretón en el brazo.

—Hey, este es solo el comienzo. Estaremos creando nuevos recuerdos juntas.

Le aseguró Rebecca, sonriendo con confianza.

Con esas palabras de aliento, se subieron al auto y se dirigieron hacia su nuevo hogar. Habían conseguido una nueva casa no muy lejos de donde vivían originalmente, encantadas con el nuevo vecindario y convenciéndoles lo suficiente para adquirir la propiedad.

Una vez que llegaron a la nueva casa, la pareja se encontró frente a una estructura acogedora, de dos pisos, con un jardín que necesitaba un poco de atención. La fachada estaba pintada de un tono suave de azul, con ventanas blancas que parecían sonreírles.

Cuando entraron, el olor a madera fresca llenó el aire, y la luz natural se filtraba a través de las ventanas, creando un ambiente cálido y acogedor. La sala de estar era amplia, con un suelo de madera pulida que reflejaba la luz del sol. En el centro había un sofá en tonos neutros, rodeado de paredes que esperaban ser decoradas.

—¿Por dónde comenzamos?

Preguntó Rebecca, mirando a su alrededor.

—Podríamos empezar por la sala.—Sugirió Freen.—Me gustaría ver cómo queda la lámpara.

Ambas comenzaron a desempacar las cajas, llenando la sala de risas y conversaciones. Rebecca se encargó de las cajas más pesadas, levantándolas con facilidad mientras Freen se concentraba en los artículos más delicados. Al abrir la primera caja, encontraron algunos de sus libros favoritos, apilados cuidadosamente.

—Aquí están mis novelas.—Dijo Freen, sosteniendo un libro con una sonrisa nostálgica.—Deberíamos tener un lugar especial para ellas.

—Si eso te parece bien, entonces hagámoslo.—Respondió Rebecca.—Quizás una estantería en esa esquina quedaría bien.

Mientras continuaban desempacando, colocaron los libros en una estantería que habían traído de su casa anterior. Poco a poco, la sala empezaba a tomar forma. Freen movió una planta en maceta que había decidido llevarse, colocándola junto a la ventana para que pudiera recibir luz directa.

Después de un rato, la sala parecía mucho más acogedora. La lámpara de Freen iluminaba el rincón de lectura que habían creado, mientras que el sofá se veía perfecto frente a la estantería llena de libros. Pero no era solo la sala la que necesitaba atención.

—La cocina también necesita un poco de atención.

Comentó Rebecca, dirigiéndose al área abierta donde los electrodomésticos brillaban con su nueva apariencia.

Ambas se dirigieron a la cocina, donde encontraron varias cajas llenas de utensilios, platos y tazas. Mientras desempacaban, Freen colocó su colección de tazas en un estante superior, asegurándose de que quedaran a la vista.

—Mira esta.—Dijo Freen, sosteniendo una taza con un diseño colorido.—La compré en aquel viaje a la playa.

—Es perfecta. Necesitamos más tazas como esta.—Comentó Rebecca, sonriendo mientras colocaba los platos en el lavavajillas.

Después de un par de horas de trabajo duro, Rebecca sugirió que tomaran un descanso. Se sentaron en el sofá, rodeadas de cajas aún sin abrir y objetos que esperaban ser acomodados.

—No está tan mal, ¿Verdad?—Dijo Rebecca, mirando a su alrededor con satisfacción.—Parece que hemos hecho un buen progreso.

—Sí, aunque nos queda mucho por hacer.—Respondió Freen, sintiéndose un poco abrumada pero emocionada.—Pero esto se siente bien.

Con el paso de la tarde, continuaron organizando y decorando. Cada rincón que acomodaban les daba una sensación de pertenencia y calidez. Al final del día, decidieron que era hora de una pequeña celebración.

—¿Qué te parece si pedimos comida y vemos una película?—Sugirió Becky, mirando a Freen con una sonrisa divertida.

—¡Me parece genial!—Exclamó Freen, sintiendo su estómago rugir en respuesta.

Después de pedir su comida favorita, se acomodaron en el sofá con algunas mantas, disfrutando de la compañía de la otra mientras veían una película.

Un par de días después de la mudanza, decidieron que era hora de añadir un nuevo miembro a la familia.

—¿Qué te parece si adoptamos un cachorro? Creo que sería un gran compañero para nosotros en esta nueva aventura.

Propuso la general, mientras charlaban sobre cómo organizar mejor su nuevo hogar.

La idea sorprendió a Freen, pero rápidamente comenzó a emocionarse.

—¡Eso sería increíble!—Dijo, sintiendo mariposas en el estómago.—Podríamos ir a ver a algunos en un refugio.

Las dos comenzaron a buscar refugios de animales cercanos en línea. Después de revisar varios sitios, decidieron visitar uno que les pareció acogedor y confiable. Una vez en el lugar, se encontraron rodeados de cachorros juguetones que movían la cola con entusiasmo.

—Mira a ese pequeño.

Murmuró Rebecca, señalando a un cachorro de pelaje negro con la lengua de fuera que estaba tratando de llamar la atención de todos los visitantes. El perrito saltaba y correteaba, haciendo que Freen sonriera con ternura.

——Es adorable!—Exclamó, acercándose al cachorro que ahora se había sentado frente a ella, moviendo la cola con fuerza.—¿Crees que nos eligió?

Ambas se agacharon para acariciarlo, y el pequeño perro lamió la mano de Freen, llenándolo de risas.

—Creo que sí.—Dijo Rebecca con una sonrisa amplia.—¡Deberíamos llevarlo a casa!

Después de completar los trámites de adopción, el cachorro ahora tenía un nuevo nombre: "Bonbon". Regresaron a casa con su nuevo compañero, sintiendo que el hogar estaba completo.

Freen se sentó en el suelo con Bonbon entre sus brazos, acariciándolo suavemente.

—No puedo creer que tengamos un perro.—Dijo, mirando a Rebecca con alegría.

—Y lo mejor es que ahora somos una familia

Respondió, dándole un pequeño beso en la frente.

Con el cachorro corriendo a su alrededor y risas llenando el aire, ambas sintieron que su nueva vida juntas estaba finalmente comenzando, llena de amor, aventuras y, sobre todo, un sentido de pertenencia. Ya no había más preocupaciones, más temores o inseguridades, encontraron aquella tranquilidad que necesitaban para fundirse en ella y saber que todo marcharía para mejor, siempre y cuando tuvieran su hogar y la confianza de la otra. 

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