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Capítulo 24

La luz del sol se filtraba a través de las grandes ventanas de la sala de ensayos, iluminando el espacio con un cálido resplandor que invitaba a la creación. Freen se encontraba en el centro de la habitación, rodeada de espejos que reflejaban cada uno de sus movimientos. Había pasado semanas alejada de la danza, pero ahora estaba de vuelta, decidida a recuperar su confianza y su pasión. Por ello, se había puesto como meta recuperar todo aquel tiempo perdido para poder adaptarse nuevamente.

Su cuerpo aún recordaba las suaves ondulaciones y los saltos elegantes, aunque había cierta incertidumbre en cada paso. Al mirar su reflejo, pudo ver la determinación en sus ojos, un destello de la confianza que había estado buscando. Rebecca, sentada en la esquina de la sala, la observaba con una sonrisa llena de apoyo, sintiendo orgullo por el esfuerzo de Sarocha.

Con un respiro profundo, Freen comenzó a moverse al compás de la música suave que llenaba el aire. Sus pasos eran cuidadosos al principio, pero conforme se adentraba en la danza, la familiaridad comenzaba a fluir en ella. Se sentía como un ave que al fin podía desplegar sus alas después de haber estado enjaulada.

—Eso es, Saro. ¡Sigue así!

Animaba Rebecca, levantándose para acercarse y unirse a la danza. La conexión entre ellas era palpable, el apoyo de Rebecca le daba a la tailandesa la confianza que necesitaba para seguir adelante.

Los movimientos se volvieron más fluidos, y pronto, la bailarina sintió cómo la alegría comenzaba a llenar su ser nuevamente. La sala estaba impregnada de un ambiente de complicidad y entusiasmo, como si la música y la danza fueran una conversación entre sus almas. Becky se consideraba una persona observadora, por lo que se había aprendido los pasos de la danza que últimamente practicaba la pelinegra, recordando los movimientos a pesar de que su cuerpo en ocasiones no parecía cooperar como le gustaría y terminaba tropezando o maldiciendo por un mal paso.

Después de una intensa práctica, se detuvieron, agotadas pero sonrientes, sentándose en el suelo para recuperar el aliento.

—Maldición, jamás podré acostumbrarme a seguirte el paso.

Murmuró Rebecca en voz baja, tratando de regular su respiración. La pelinegra soltó una carcajada, negando divertida.

—Aún debes de ensayar mucho para lograrlo.

—¿Ves? Estás volviendo a ser la Freen de siempre.

Dijo Rebecca, acariciando suavemente el cabello de su novia con una mirada llena de admiración, aprovechando el momento de tranquilidad para contestar.

—Gracias por estar aquí, por ayudarme a encontrarme otra vez.—Respondió Freen, sintiendo el calor de la cercanía de Rebecca.—Esto significa mucho para mí, más de lo que podría expresar con palabras.

Después de un momento de silencio, donde el aire estaba cargado de emociones compartidas, Freen se sintió inspirada a dar un paso más en su relación, recordando una idea que se había instalado en su mente desde hace unos días atrás.

—Estaba pensando desde hace tiempo... ¿Qué tal si consideramos vivir juntas?

La propuesta se colgó en el aire, y por un instante, el tiempo pareció detenerse. Rebecca la miró, la sorpresa en su rostro rápidamente se transformó en una amplia sonrisa.

—¿Vivir juntas?—Preguntó, asegurándose de haber escuchado correctamente.—¿Estás segura de ello?

—Sí, creo que estoy lista para dar ese paso. Me siento más fuerte, más segura de mí misma.—Respondió Freen, su voz cargada de sinceridad.—Y tenerte a mi lado podría hacerme sentir aún más en casa.—Compartiendo una sonrisa, siguió.—Además, prácticamente hemos estado viviendo juntas, pasas más tiempo en mi casa que en la tuya, no sería muy diferente a la rutina que tenemos. Solo que ahora sería permanecer de manera definitiva, no solo por unas cuantas noches o el saber que tan pronto como tu ropa se termine, tienes que volver por más.

—Eso sería increíble.—Murmuró Rebecca, sintiendo que su corazón se llenaba de felicidad.—Me agrada la idea, realmente creo que podemos acoplarnos a ello.

La idea de vivir juntas se sentía como un nuevo comienzo, una oportunidad para construir algo significativo. Freen se imaginó cómo sería compartir su vida con Rebecca, cada mañana despertándose a su lado, cada noche compartiendo el mismo espacio y con la certeza de ser lo último que tendrían antes de dormir.

—Quiero poder saber que compartimos el mismo espacio, que mis cosas también serán tus cosas, que tan pronto como despierte siempre estarás a mi lado, al igual que cuando vaya a dormir, poder verte por última vez en el día e irme a dormir con ello.

>> Quiero que compartamos el mismo armario, la misma cocina donde podamos bailar con la radio sonando de fondo, o simplemente estar en la sala para ver algo en la televisión. Ni siquiera debe de ser en mi casa, si quieres que sea en tu casa estará bien para mí mudarme, o si quieres buscar algo diferente que se adapte a los dos igual lo apoyaré.

—Solo quiero un lugar al cual podamos llamarlo hogar, un hogar para las dos.

—Tener un hogar contigo es lo que más deseo en este mundo, cariño. La idea me encanta, y si por mí fuera lo llevaría a cabo en este momento, pero aún hay cosas que debemos definir bien.

Mientras hablaban sobre lo que significaría dar ese paso, la incertidumbre que alguna vez había sentido comenzó a desvanecerse, reemplazada por una emocionante expectativa. Era un momento de crecimiento, no solo para Freen, sino también para su relación con Rebecca.

—Me encanta la idea de vivir juntas. Será una nueva experiencia completa, y estoy emocionada de hacerlo contigo.

Dijo Freen, su voz llena de honestidad. Rebecca le tomó la mano y la apretó suavemente.

—Yo también, Saro. Estoy aquí para ti en cada paso del camino.

—¿Te imaginas? Cocinando juntas en la cocina, o podríamos pasear por la zona, inclusive pasar el tiempo en el patio.

Freen sonrió, dejando que su imaginación la llevara a momentos cotidianos pero llenos de calidez.

—Y decorar nuestro lugar con fotos de los momentos que vivamos.—Agregó Rebecca, su entusiasmo aumentando.—Podemos tener plantas, tal vez un par de gatos...

—¡O perros!—Interrumpió la pelinegra, su rostro iluminado por la idea.—Siempre he querido tener un perro. Sería genial pasear juntas.

Ambas comenzaron a hablar sobre cómo sería su hogar ideal, dejando volar su imaginación, creando un futuro lleno de promesas. El ambiente se tornó ligero, y la conexión entre ellas creció, fortalecida por la posibilidad de compartir más que solo momentos, sino también una vida.

Ambas compartieron una sonrisa que hablaba de promesas y nuevos comienzos, mientras el sol continuaba brillando a través de las ventanas, iluminando su camino hacia un futuro lleno de posibilidades. En ese instante, Freen supo que había encontrado su lugar en el mundo, y era junto a Rebecca.

Continuaron hablando sobre los detalles de su nueva vida, con un nuevo sentimiento de esperanza llenando el aire. El pasado podría haber sido difícil, pero con cada día que pasaba, Freen y Becky estaban forjando una nueva historia, una que estaba llena de amor, crecimiento y la certeza de que siempre estarían la una para la otra.

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