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Capítulo 07

Rebecca y Freen se despidieron en el estudio de ballet, pero ambas se quedaron pensando en el momento interrumpido. Sus corazones latían con fuerza al recordar la cercanía y la tensión que habían experimentado. Esa noche, Becky se encontró revisando mentalmente cada detalle del día, mientras Sarocha, tumbada en su cama, no podía dejar de sonreír al recordar la mirada intensa de Rebecca Armstrong.

Maldición, la pelinegra se sentía como una adolescente enamorada, suspirando por un amor que parecía imposible pero era un reto que quería tomar. Freen sabía lo agraciada y delicada que podía parecer, había trabajado por su imagen tantos años que no le sorprendería las miradas y comentarios ante su persona, pero en ese momento se permitió cuestionarse si era adecuada para el porte de una General.

No tenía musculatura, pero sí un cuerpo firme por todo el entrenamiento hecho en el estudio; contaba con su propio estudio y reconocimiento a nivel nacional, se esforzaba por sobresalir sobre la competencia, todos sus trofeos los colgaba con orgullo. Si bien no tenía ninguna medalla que ameritaba su trabajo para la nación como portaba la castaña, si obtenía la admiración de aquellas personas interesadas por la danza y el arte.

Por ello, un par de días después, Freen decidió dar un paso atrevido. Envió un mensaje a Rebecca, invitándola a un recital importante que daría en el teatro de la ciudad. Era una presentación especial para Freen, una oportunidad para mostrar su pasión y talento en el escenario. La castaña no dudó en aceptar la invitación, emocionada por verlo en acción.

La noche del recital llegó, y Rebecca se sentó en una de las primeras filas, observando cómo el teatro se llenaba de espectadores. Tuvo un pequeño Déjà vu con la escena, sonriendo de manera inconsciente mientras esperaba atentamente que la función comenzara, palmeando sus muslos con las yemas de los dedos ante la expectativa de lo que estaba por mostrarse frente a sus ojos. No dudaba en absoluto de las capacidades de la pelinegra, además que ella misma la había visto ensayar para esa presentación, pero sabía que era muy diferente verla en los ensayos a presenciarla sobre un verdadero escenario.

Las luces se atenuaron y la música comenzó, haciendo que la castaña se recargara sobre el asiento y enfocara su vista al frente. Freen apareció en el escenario, moviéndose con una gracia y elegancia que dejaron a Rebecca sin aliento. Cada movimiento era preciso, lleno de emoción y pasión. Becky no podía apartar la vista, fascinada por la forma en que Sarocha se entregaba al arte de la danza.

A medida que la actuación avanzaba, Rebecca sintió que sus sentimientos por Freen se intensificaban de sobremanera. Había algo mágico en la forma en que la pelinegra se movía, como si sus emociones se comunicaran a través de cada paso y giro. Rebecca se dio cuenta de cuánto admiraba y apreciaba a Freen, no solo por su talento, sino por la persona que era. Las palabras intercambiadas con Gemini aparecieron en su mente, encerrándose en su propio mundo mientras formaba su propio veredicto.

Los sentimientos de Rebecca no desaparecerían, tampoco disminuirían mientras estuviera con Freen. Y contrario a querer escapar y mantener una brecha entre ellas, deseó poder demostrar la devoción que sentía hacia su persona, anonadada por el simple hecho de existir, de disfrutar de su presencia a su alrededor. Por ello, se encontraba motivada y con un solo propósito por cumplir aquella noche.

Cuando el recital concluyó, el teatro estalló en aplausos. Freen hizo una reverencia, visiblemente emocionada por la reacción del público. Al visualizar a su General en el público, su sonrisa se ensanchó y agradeció con mayor entusiasmo, esperando a que el telón apareciera antes de volver detrás del escenario.

Tras bambalinas, Rebecca la esperaba con un gran ramo de flores tan pronto como pudo salir del público, deseando felicitarla personalmente. Sus ojos se encontraron y, sin pensarlo dos veces, Freen corrió hacia ella, envolviéndola en un abrazo lleno de entusiasmo y gratitud, sorprendiendo a Becky por la inesperada reacción.

—Lo hiciste increíble, Freen.

Felicitó, envolviendo un brazo a su alrededor, sosteniendo el ramo con su otra mano. Freen sonrió, separándose lo suficiente para mirarla a detalle, su corazón latiendo de manera rápida.

—Gracias, Rebecca. Significa mucho para mí que hayas estado aquí.

Becky tomó una profunda respiración, aclarando su garganta.

—Me gustaría invitarte a cenar para celebrar. ¿Qué dices?

La pelinegra asintió, aún con una sonrisa radiante.

—Me encantaría. Dame unos minutos para cambiarme, ahora vuelvo.

Mientras Freen se cambiaba, Rebecca esperó nerviosamente, anticipando la velada. Cuando Sarocha regresó, ambas se dirigieron a un restaurante cercano, tomando como transporte el automóvil de la castaña. Freen no negaría que se sentía extraña al estar en un espacio tan reducido con la general, pero de cierta manera le gustaba, siendo acompañadas por la música de la radio conforme se dirigían al lugar.

El restaurante se encontraba casi vacío cuando entraron, siendo escoltadas por uno de los meseros hasta su mesa, tendiéndoles los respectivos menús y esperando por su orden. Freen no se encontraba segura de qué pedir, por lo que Rebecca se tomó el atrevimiento de ordenar por las dos, esperando no molestarla con su decisión, sino sorprenderla por los sofisticados platillos que el restaurante ofrecía. La pelinegra agradeció con una sonrisa, encargándose de la bebida que las acompañaría, contrastando con la comida.

Fue cuestión de un rato cuando se sumergieron en una conversación desinteresada, disfrutando de una cena deliciosa en un ambiente íntimo. La conversación fluía con facilidad, y la conexión entre ellas se sentía más fuerte que nunca. A esas alturas, se sentían seguras de hablar sin mostrarse reacias o temerosas, las palabras fluían sin detenerse.

Después de la cena, Rebecca acompañó a Freen a su departamento. Aparcando cerca del edificio, decidieron caminar un pequeño tramo, así de esa manera podrían alargar un poco más el momento, ambas se sentían cada vez más cerca, conscientes de la tensión que las rodeaba. Al llegar a la puerta del edificio donde residía Freen, la castaña se detuvo, sintiendo que el momento tan esperado estaba cerca.

—Gracias por acompañarme hoy, Rebecca. Ha sido una noche maravillosa.

Murmuró Freen, mirando a Rebecca a los ojos mientras una sonrisa permanecía en sus labios, demostrando lo feliz que se encontraba. La castaña sonrió, sintiendo el calor en su pecho.

—Para mí también, Freen. Me alegra haber estado aquí contigo, aún debo de decir que estoy impresionada por tu presentación.

Con un rubor abarcando sus mejillas, negó para restarle importancia.

—Me ayudaste mucho en el ensayo, me hiciste perfeccionar esa coreografía. Debo darte crédito por ello, de no ser así, no hubiera salido como hubiera querido.

El silencio se alargó por un momento, lleno de expectativa. Finalmente, Rebecca se inclinó hacia adelante, sus labios encontrando los de Freen en un beso suave y tierno. El mundo pareció detenerse mientras se besaban, cada segundo cargado de emoción y significado.

Los labios de Freen eran cálidos y dulces, y Rebecca sintió una ola de felicidad y alivio al saber que sus sentimientos eran correspondidos. El beso fue lento, lleno de amor y promesas no dichas. La castaña deslizó una mano hacia la nuca de Sarocha, acariciando suavemente su cabello, mientras Sarocha respondía con la misma ternura, rodeando su cintura y acercándola más, dejando a un lado el ramo de flores que cayeron a sus pies, anhelando mayor contacto con el cuerpo de la castaña.

El tiempo parecía dilatarse, cada segundo estirándose en una eternidad donde solo existían ellas dos. La respiración de ambas se mezclaba en una danza íntima, Rebecca se dio cuenta de cuán profundamente estaba conectada con Freen. La presión de sus labios, la forma en que sus cuerpos se acoplaban perfectamente, todo se sentía natural y perfecto, porque bajo el tacto de la general, parecía que el cuerpo de la profesora había sido amoldado para ella, cediendo ante su toque y deseando más.

Freen abrió los ojos un momento, encontrando la mirada intensa de Rebecca. Había un entendimiento mutuo, una conexión que iba más allá de las palabras. Sarocha cerró los ojos de nuevo, dejándose llevar por la calidez y el amor que fluían entre ellas. Rebecca profundizó el beso, explorando con delicadeza, queriendo memorizar cada detalle, pero deseando de la misma manera que no fuera el único beso compartido, necesitando experimentarlo una y otra vez hasta que sus propios labios actuaran por inercia y recordaran el camino exacto para llegar a los contrarios, degustando el sabor y estrellándose contra el calor ajeno.

Finalmente, cuando ambas se quedaron sin aliento, se separaron lentamente, pero sus frentes permanecieron juntas. Los ojos de Becky se encontraron con los de Freen, y ambas sonrieron, sintiendo la plenitud de ese momento.

—Ha sido perfecto, Rebecca.

Susurró la pelinegra, sus dedos acariciando suavemente la mejilla de la general, deseando que entendiera el mensaje detrás de sus palabras.

No se refería únicamente a la noche que estaban experimentando, sino a todo.

—Sí, lo ha sido.—Respondió la castaña, tomando la mano de Sarocha.—Esto es solo el comienzo.

Con una última mirada y una sonrisa compartida, se despidieron con un nuevo y leve roce de sus labios, sabiendo que su conexión había crecido más fuerte esa noche. Ambas se sentían emocionadas por el futuro, ansiosas por explorar juntas los nuevos caminos que se abrían ante ellas.

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