Capítulo 06
Rebecca se despertó con una mezcla de nerviosismo y emoción. Hoy era el día en que visitaría el estudio de ballet de Freen, una oportunidad para ver de cerca el mundo de la profesora y entender mejor su pasión. Se vistió con ropa cómoda, adecuada para moverse con facilidad, y se dirigió al estudio de ballet, ansiosa por lo que el día le deparaba.
Después de haber terminado el recorrido en la base, la incómoda despedida surgió. Ninguna de las dos estaba dispuesta a despedirse, queriéndose aferrar por más tiempo el momento de permanecer juntas, pero la tarde cayendo y los deberes en la base hicieron que Rebecca pusiera la excusa de no poder dejarlos a un lado. Por ello, Freen se había tomado el atrevimiento de invitarla a su estudio de ballet para que viera una clase. Aunque no sería tan atractivo como todo un recorrido en la base, la general aceptó rápidamente tan pronto con la idea de pasar más tiempo juntas.
Ahora no estaba tan segura de que abarcaría la clase, pero la expectativa recorrió su cuerpo.
Al llegar, la pelinegra la recibió con una cálida sonrisa. El estudio estaba lleno de luz natural, con espejos cubriendo las paredes y una barra de ballet que se extendía a lo largo de la sala. Rebecca Armstrong se sintió un poco fuera de lugar, pero la presencia de Sarocha la tranquilizó, por lo que decidió relajarse dejando su bolso en el suelo y admirando el lugar a detalle.
—Bienvenida, Rebecca.—Saludando con una sonrisa, alzó su mano en muestra de su estudio.—Me alegra que hayas venido, el día de hoy es mi turno de enseñarte lo que mejor hago.
La castaña asintió, mostrando una sonrisa nerviosa
—Debo agradecer por la invitación, pero no prometo acoplarme tan bien a tu ritmo.
Soltando una carcajada, le restó importancia.
—Es cuestión de ver y practicar, te ayudaré con ello para que sea más cómodo.
Sarocha se acercó lo suficiente para tomar su mano y la guio hacia el centro de la sala. El movimiento desconcertó a la castaña, pero la siguió sin rechistar mientras observaba atentamente sus movimientos. Cuando Freen tomó lugar a un costado, sus miradas se conectaron a través del espejo frente suyo.
—Vamos a empezar con algunos movimientos básicos. No te preocupes, estaré contigo en cada paso.
Mostrando una expresión tranquila, tomó una posición relajada. Rebecca asintió, siguiendo las instrucciones de Freen mientras comenzaban con estiramientos y movimientos simples. A medida que la pelinegra le enseñaba, Rebecca no podía evitar admirar la gracia y la elegancia con la que se movía. Cada gesto era preciso y lleno de pasión, reflejando el amor de Sarocha por la danza.
—Relaja los hombros y sigue mi ritmo.
Murmuró Freen suavemente, colocando sus manos en los hombros de la castaña para guiarla. La contraria sintió un cosquilleo por el contacto, pero intentó concentrarse en los movimientos.
Después de unos minutos, Rebecca comenzó a sentirse más cómoda, aunque aún había una sensación de torpeza en sus movimientos. Freen, sin embargo, la animaba constantemente, con paciencia y una sonrisa. A esas alturas, Rebecca sintió un leve golpe en su orgullo, no pareciendo la respetada general disciplinada que lograba enfrentar todos los entrenamientos con destreza y agilidad, ahora tropezaba con sus propios pies con algo tan sencillo como una vuelta sobre su posición.
¿Desde cuándo una vuelta tan sencilla se le podía dificultar tanto? Ella siempre creyó haber nacido con gracia para moverse cuando era necesario, pero en esos momentos no se reflejaba.
—Estás haciendo un gran trabajo, Rebecca. La clave es disfrutar del proceso y no preocuparse por la perfección.
Freen la animó con una sonrisa, observando sus movimientos.
—Debes de creer que me veo ridículo por no poder hacer algo como esto.
Bufó, pero contrario a parecer molesta, tenía cierta diversión en sus ojos.
Aunque en cualquier otra situación estaría molesta consigo misma por fallar en un entrenamiento que parecía sencillo, las palabras de la pelinegra ciertamente cambiaban su visión, buscando el disfrute de todo ello en lugar de tomarlo como un defecto.
—Por supuesto que no, para eso estoy aquí dispuesto a ayudarte.
Motivándola, siguió instruyendo. Pausando por un par de minutos, Freen le dio la oportunidad de relajarse antes de seguir con nuevos pasos.
La pelinegra sintió cierta fascinación por ver el aura imponente de la general en su estudio, sintiendo el lugar tan pequeño a comparación de la base de la castaña, un lugar tan espacioso que podría mover a todos sus hombres libremente con entrenamientos duros y pesados. A comparación de la última vez que se vieron, verla con ropa cómoda en lugar de su uniforme la estaba haciendo contener suspiros, con la camiseta entallada a sus hombros y el pantalón deportivo que marcaba sus muslos, la hacían tener una perspectiva más clara del cuerpo bien trabajado que conservaba cuidadosamente gracias a su labor.
Volviendo a su realidad, aclaró su garganta cuando la castaña se giró después de comprobar algo en su bolso
—Vamos a intentar algunos movimientos aquí. Mantén tus manos en la barra y sigue mis indicaciones.
Rebecca escuchó atentamente, buscando con su mirada la barra que la pelinegra señalaba delante suyo. Siguiendo a Freen mientras le mostraba cómo realizar diferentes posiciones y movimientos. Aunque al principio se sintió insegura, la guía constante de Sarocha y su paciencia la hicieron sentir más relajada y confiada. A medida que avanzaban, comenzaron a reírse de los errores y tropiezos de Rebecca, creando un ambiente relajado y divertido.
Si en el pasado alguien le dijera a Rebecca que estaría practicando estiramientos y pasos de ballet, soltaría una dura carcajada y castigaría a la persona que osaba decir aquello, creyéndolo imposible por el simple hecho que su labor era la base, no tendría tiempo para practicarlo.
Sí, las cosas cambian inesperadamente.
Dejando la barra, Freen la alentó a sentarse sobre el suelo del estudio.
—Como eres mi invitada estrella, te enseñaré un par de pasos especiales. He estado ensayándolos para mi próximo recital, quisiera imaginar que tengo un público verdadero que me ayude a verificar que todo esté bien.
Tomando asiento como lo señaló la pelinegra, asintió ante sus palabras mientras clavaba su mirada en ella. Freen se preparó al otro extremo del estudio, tomando una postura despreocupada antes de que la canción iniciara por los parlantes, haciéndola entrar en su personaje. La forma de desenvolverse era algo a lo cual Rebecca aún no se acostumbraba, manteniendo una expresión anonadada conforme los pasos eran mostrados a través de todo el salón. La gracia, precisión y fluidez de sus movimientos la hicieron sentir menos en su lugar, recordando el desastre que había sido hace un par de minutos atrás, pensando en la manera en que Freen no parecía desesperarse por su torpeza, pero que no se comparaba con el talento innato que poseía.
Cuando la melodía terminó y Freen se detuvo a mitad del estudio, cayendo al suelo en un movimiento agraciado que hizo parecer su cuerpo como una pluma, Rebecca solo pudo expresar su sorpresa con sus labios entreabiertos, queriendo decir algo pero balbuceos vacíos solo salían de su garganta.
Volviendo a ponerse de pie, la profesora sonrió.
—¿Qué te pareció? Creo que logré dudar en el penúltimo paso, aún estoy tratando de seguir el ritmo de la parte final, pero me cuesta escucharlo con claridad porque en ese tiempo siento mi corazón latir muy fuerte como para poder prestar mucha atención.
—Lo hiciste genial, solo pude quedar impresionado por tu baile, no vi nada malo en ello.
Confesó, poniéndose de pie. Con un leve rubor en sus mejillas, Sarocha asintió.
—Gracias, aún seguiré afinando mis últimos pasos.
Sin pensar realmente en sus palabras, la general habló por inercia.
—¿Qué te parece si los ensayas conmigo?—Cuando recibió una expresión de sorpresa, se adelantó en explicar.—Parece ser que simulas estar bailando con alguien, como una sombra detrás tuyo. Sé que no podré seguir tus pasos, pero si puedo mantener el ritmo porque alcanzo a distinguirlo, solo úsame como guía para que sincronices tus pasos finales con el sonido final de la canción.
Tomando con sorpresa sus palabras, terminó asintiendo y le indicó rápidamente en qué paso lo retomarían. Le explicó brevemente la trayectoria que tendrían, y en ese momento Rebecca se sintió agradecida de poder memorizar rápidamente las cosas, por lo que se familiarizó rápidamente con la trayectoria.
Después de un par de intentos, Freen decidió que era el momento de ensayar con la música y haciendo el verdadero trayecto. La pelinegra la guió a través de los movimientos, manteniendo su mano en la de Rebecca para darle apoyo. A medida que se movían juntas, la general sintió una conexión más profunda con Sarocha, una sincronía que iba más allá de los movimientos físicos. Hubo momentos de risas cuando Becky perdió el equilibrio, pero rápidamente se recuperaba mientras que Freen siempre estaba ahí para sostenerla y animarla a seguir.
En un momento dado, mientras practicaban el movimiento final, mismo que se le complicaba a Freen, Rebecca perdió el equilibrio y cayó hacia adelante, chocando suavemente contra Freen. Ambas se rieron, pero cuando sus miradas se encontraron, la risa se desvaneció, dando paso a una tensión palpable.
—Freen...
Murmuró la castaña, su voz apenas audible. Estaban tan cerca que podía sentir la calidez del aliento de Sarocha en su piel. Freen la miró a los ojos, su mano aún en la de Armstrong.
—Fue un buen primer intento.
El momento se llenó de una intensidad que ambas sentían, una mezcla de deseo y temor por lo desconocido. Freen inclinó ligeramente su cabeza, acercándose un poco más, y Rebecca sintió su corazón latir con fuerza en su pecho. La cercanía de sus labios era electrizante, y por un segundo, parecía que el mundo entero se había detenido.
Justo cuando parecía que iban a besarse, la puerta del estudio se abrió de golpe, y un grupo de estudiantes entró, riendo y hablando. La general y la profesora se separaron rápidamente, ambas sonrojadas y con las emociones a flor de piel.
Aclarando su garganta, Freen mostró una sonrisa apenada.
—Parece que nuestra clase ha terminado por hoy.
Rebecca asintió, sintiendo una mezcla de alivio y decepción.
—Sí, pero me gustaría volver y aprender más. Gracias por hoy, Freen. Realmente lo disfruté, aunque debo disculparme por mi torpeza.
—Yo también, Rebecca.—Respondió, mirándolo con afecto.—Espero que podamos continuar pronto, eres bienvenida siempre a venir. Y no te disculpes, fuiste una buena alumna el día de hoy, gracias por ayudarme en mejorar para mi recital.
Mientras Rebecca se despedía y salía del estudio, no pudo evitar sonreír. Aunque el beso no se había concretado, el día había sido un paso significativo en su relación. Sabía que con cada momento compartido, su vínculo se fortalecía, y estaba ansiosa por lo que el futuro les deparaba.
Y necesitaba mejorar su destreza en la danza, su siguiente sesión sería prometedora.
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