Capítulo 01
Freen había llegado a su camerino totalmente feliz, mostrando consigo una sonrisa mientras caminaba por los pasillos, recibiendo elogios y felicitaciones por la presentación. Sentía su pecho estallar, tan pronto como el telón cerró, se abrazaron entre todos y hubo un par de lágrimas, regresando cada uno a sus camerinos para vestirse y festejar el triunfo.
Cuando llegó a la puerta, se sorprendió de ver a un hombre con un gran ramo de rosas esperando afuera. Al verlo tocar, se apresuró con cierta incertidumbre mostrada en su rostro.
—¿Te puedo ayudar en algo?—Mostró una sonrisa, haciendo una pequeña reverencia.
—¿Usted es la señora Sarocha?
—Freen Sarocha, un placer.
Observó cómo el señor asintió y tendió en su dirección el gran ramo de flores.
—Son para usted, ¿Podría regalarme su firma aquí?
Maniobrando las rosas contra su brazo para poder firmar, se sorprendió de la rapidez con la que el hombre se alejó sin decir alguna palabra más.
—¿Pero quién las dejó...?
La pregunta quedó suspendida en al aire cuando lo perdió de vista, dejándola con la palabra en la boca.
Curiosa por ver la pequeña tarjeta que se asomaba sobre las rosas, decidió entrar a su camerino para inspeccionarlas. Se aseguró de dejarlas sobre la mesa de centro y se quedó mirando fijamente, intrigada. Acostumbraba a recibir ese tipo de detalles cuando sus recitales terminaban, pero casi siempre cuando concursaba o eran eventos con mayor alcance, pareciéndole cada vez más extraña la situación.
Agarró la tarjeta entre sus manos, desdoblando el papel para encontrar solo una firma con iniciales, frunciendo el ceño.
"R.P.A.." resaltaba en una bonita caligrafía, giró toda la tarjeta en busca de alguna otra señal, pero su único contenido eran las letras. ¿Qué significaban? Recorrió los posibles nombres con esas iniciales, sin tener una respuesta clara.
Cuando un toque a su puerta la sacó de sus pensamientos, dejó la tarjeta sobre las rosas y se encaminó en dirección, abriéndola.
—¿En dónde está mi pequeña bailarina?
—¡Heng!—Se abalanzó contra sus brazos, feliz por ver a su mejor amigo.—¿Qué haces aquí? No te miré en el público.
—¿Creías que me perdería tu presentación? Por supuesto que no, solicité un día libre para darme el lujo de visitarte.—Correspondió su abrazo,
—Me siento halagada con tu presencia.
Comentó con una sonrisa divertida, haciéndolo pasar a su camerino.
—Lo sé, todos lo hacen.—Siguió con su juego hasta que sus ojos se posaron en el gran ramo de rosas.—Oh, ¿Un admirador tenemos aquí?
Freen se limitó a negar.
—No sé de quién son, solo firmó con sus iniciales.
—¿En verdad? Si yo regalara un ramo así, estaría alardeando que fui yo.—Dijo divertido, caminando hasta las rosas.—¿Puedo ver la nota?
Sin dudarlo, agarró la tarjeta y se la tendió, observando a detalle su rostro mientras la inspeccionaba.
—¿Sabes de quién puede ser?
Su amigo tardó en responder, mostrando una expresión entre de sorpresa y desconcierto, moviendo sus labios como si fuera hablar pero nada salía de ellos.
—Estoy seguro de que reconozco esta firma porque me dio de alta varias pruebas y llegué asesorar a toda su escuadra, pero me sorprendería demasiado si es real.—Mordiendo su labio, tendió de regreso la tarjeta.—¿Conoces a la General Armstrong?
—Por supuesto, es a quien principalmente fue dirigido el recital de hoy, a ella y a su escuadra después de su labor. ¿Qué tiene ello?—Mostró una expresión de confusión.
—La general Armstrong es con quien estuve trabajando en este último batallón que hubo a las afueras, y cuando solicitaba altas y bajas de su escuadra me firmaba las hojas con sus iniciales, mismas que tienes en la tarjeta y con la misma caligrafía. Si no estoy mal, ese ramo de rosas te lo mandó nada más ni nadie menos que Rebecca Armstrong, o para todos, la general Armstrong.
Explicó de manera breve.
Freen frunció el ceño cada vez más, procesando sus palabras. ¿La general Armstrong realmente le había mandado las rosas? No estaba segura de cómo sentirse, demasiado intimidada por la situación. Sabía que su puesto de General era un rango muy importante, además de ser la mujer más joven en obtener dicho puesto y tripular de una manera impecable siempre a sus hombres, sabía la infinidad de historias conmovedoras que enfrentaban cada que solicitaban su trabajo, por ello habían decidido hacer el recital como parte de la semana con festejos por su gran labor y también como el soldado con mayores reconocimientos en su puesto.
La pelinegra se limitó a morder su pulgar, consternada por ello. Sabía que estaba haciendo demasiado alboroto por nada, simplemente se trataban de rosas, no tenía por qué imaginar todo un escenario por solo un detalle. Decidida en resguardarlas como algo bueno, salió de su camerino con el gran ramo de rosas mientras Heng le ayudaba con sus pertenencias, irían primero a su departamento para dejarlas y asegurarse de ponerles algo de agua, luego saldrían a festejar.
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La general se encontraba entretenida en su despacho dentro de la base, revisando un sinfín de carpetas a pesar de que se trataba de su día libre. Tan pronto como había vuelto a su hogar la noche anterior después del recital, recibió una llamada donde solicitaban su presencia para autorizar algunos cambios.
Tomó del café que estaba a su costado y autorizó con su firma otra petición cuando la puerta del lugar resonó.
—Adelante.—Alzó la voz, dejando el vaso frente suyo.
—Buen día, General.—Cuando un rostro familiar se asomó, relajó los hombros.
—Gemini, no esperaba tu visita.—Dejando los papeles a un lado, se levantó de su asiento para saludar a su amigo de la infancia.
—Solo pasaba por aquí, escuché que tuvieron un recital de agradecimiento ayer y que un par de tus hombres celebraron en grande, pensaba que estarías descansando de igual manera.—Palmeó su espalda con una sonrisa.
—Ese era el plan, pero tan pronto como me desocupé me llamaron para venir.
Emitiendo una mueca, caminó de regreso a su escritorio para recargarse en él.
—Eso apesta. ¿Cómo estuvo el espectáculo?
Rebecca meditó su respuesta, pensando si sería buena idea confesar la manera en que quedó cautivada por la profesora de ballet o simplemente decirle que estuvo bien.
—Estuvo bien, solo eso.
Su amigo pareció detectar algo más, queriendo sacarle información.—Escuché que esa escuela tiene buenas críticas con sus presentaciones.
—También escuché eso.
—La profesora que los encabeza tiene un par de trofeos, concursó en torneos importantes.
—Muy bien por ella.—Se limitó a decir, cruzada de brazos.
Gemini sabía que sacarle información a la castaña era casi imposible, casi. Por ello, desistió en ese momento, la iría a visitar en esos días en busca de saber más, además de preguntar a su escuadra si habían visto algo extraño. Sin malentender, conocía a su amiga desde temporada de pañales, sentía que aquella aura que transmitía aquel día era diferente a cualquier otro día, sin ser demasiado rabietas a pesar de trabajar en su semana de descanso.
—Tengo que irme, pero volveré con la intención de invitarte unos tragos.
—Lo estaré esperando.—Contestó, acompañándolo a la puerta.
—Nos vemos, General.
Con un gesto de despedida, se abrió camino por la puerta en busca de salir de ahí.
Alimentando la curiosidad de Rebecca, decidió hacer una pequeña pausa solo para confirmar lo que su amigo dijo de la bella mujer que la cautivó, ni siquiera dudaba de su talento, pero quería volverla a ver aunque fuera a través de una pantalla.
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