Viernes.
Era viernes cuando nos reconciliamos.
Una semana después de lo ocurrido, estabas en la entrada de mi casa disculpándote por haber actuado impulsivamente y no escucharme.
Yo pude haberme sentido herido por la falta de confianza, pero sabía que tú solo tenías miedo de que lo nuestro terminara por la misma razón de todas tus relaciones anteriores: una infidelidad.
Muchos pueden opinar que tú no estabas preparada para volver a amar, pero creo que necesitabas saber que merecías ser amada y respetada.
Reconocimos que ambos habíamos tenido nuestros errores, además de ser conscientes de que hablar era la única forma en la que podíamos resolver un problema.
Era viernes cuando prometí cuidarte y amarte como nadie lo había hecho.
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