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Chapter Two

El amanecer era dibujado en el alba. El cántico de los pájaros siendo melodía para mis oídos y el cálido sol colándose entre la fineza de mis cortinas blancas. No era novedad que los días siempre fueran iguales para mí, cada día desde que pude pensar autónomamente supe que todo parecía ir yendo en una clase de círculos. Mi vida encadenada a una monotonía que yo no había buscado y que sin más se me había atribuido sin explicación alguna a mi vida diaria. Nunca me pareció correcto recriminarle a mi madre las medidas que ella tomaba para criarnos a mi hermano y a mí, siempre confié en que esa era la manera apropiada y óptima para hacerlo.

Aunque eso a veces no quitaba el hecho de que me sintiera ahogado y reprimido por las grandes paredes del palacio. En una especie de cárcel en donde no se me era permitido salir más allá del patio del palacio, conociendo sólo lo que veía y el mundo siendo un completo misterio para mi. La vida fuera del palacio era algo que deseaba conocer, todo pareciéndome una novedad en su mayoría, era algo prohibido pero que sin duda, me arriesgaría a ver.

Estire mi brazo hacia el cielo azul.
Tratando de alcanzar algo inexistente en mi vida, pero que deseaba con todo mi ser poder obtener y alcanzar. Una libertad.

"¿Otra vez aquí?" Rápidamente baje ese brazo y ordené mi ropa. La voz de mi madre impactándome de sobremanera.

Con una sonrisa nerviosa me giré y le di frente a mí progenitora.

"Madre, no la esperaba por aquí" comenté. Mis manos se entrelazaron frente a mí "Le prometo que solo estaba observando, no intentaba hacer otra cosa, en absoluto"

Ella sonrió.
Desconcertándome un poco. En verdad esperaba algún regaño de su parte.

"Deberías estar en clases teóricas de control" reprochó levemente mi madre "Tu hermano te está esperando y Hye-jin-ssi ya pregunto por ti, hijo" y con esas simples palabras me estaba casi ordenando indirectamente que debía ir a esa clase quisiera o no. Aunque en verdad no era mayormente una molestia hacerlo. Gran parte de ellas era una buena distracción para olvidar la monótona vida que llevaba dentro del palacio real.. desde siempre.

Ir a esas clases siempre era mejor a no hacer nada en todo el día. Me ayudaban a no pensar tanto en querer salir del palacio y aventurarme en los parajes del exterior. Algo que ni en mis mejores sueños podía lograr, siempre deteniéndome algo aquí.

Una regla que debía respetar. 

"Iré enseguida madre, solo quería mirar un momento el cielo maravilloso de este día" le dije. Mis ojos admirando el firmamento pincelado de colores cálidos y potentes "¿Que sala fue asignada?" Camine a las puertas, mi madre caminando a un lado de mí, uno de sus brazos entrelazándose con el mío "Aún no entiendo porque me insiste en que participe de esas clases, cuando no tengo poderes como ustedes, me parece que es una manera bastante innecesaria de ocupar mi tiempo cuando podría aprender otros oficios madre, ¿No lo cree usted?" .

Ella con delicadeza se soltó de mi brazo.

"Ya hemos tenido esta conversación antes Hoseok" fue lo que dijo "Y como debes recordar, estas clases son para preparar a cada uno de los primogénitos de la reina ante cualquier futura guerra entre mundos o una guerra civil, es meramente para que ninguno se muestre inexperto en batalla"

Me limité a no decir nada más.
Como bien había dicho mi madre ya habíamos tenido esta conversación antes, y ella me había dado la misma respuesta.

"Tengas o no poderes, debes estar preparado de igual manera, a la altura del cargo que tienes al ser mi primogénito y futuro sucesor" un suspiro salió de sus labios "Sabes que guardo las esperanzas de que algún día presentes los poderes elementales hijo mío, y aunque no es algo primordial para ti, se que te puede hacer muy feliz obtenerlos" ambos nos detuvimos en medio de los pasillos, mi madre se adelantó y se posicionó frente a mí "No quiero que te desanimes y se paciente cielo, algún día obtendrás ese poder que te hará sentir completo, quizá los dioses creen que aún no es momento"

"Es probable madre" y quizá mi madre tenía razón, y aún no estaba listo para recibir aquél regalo de los dioses "Sólo los dioses pueden saber porque aún no estoy listo"

La brisa cálida danzaba por los alrededores. El firmamento se había teñido de hermosos colores anaranjados, las clases habían finalizado hace más de dos horas, y aún seguía aquí. En la misma sala en la que cada miércoles impartían esas clases teóricas sobre el control de nuestro poder correspondiente elemental.

De todas las maneras en que el fuego podía servir de herramienta para nuestro defensa personal y la de nuestra nación.

Y claro, estrategias de batalla para personas como yo, privadas de un poder.

Mis brazos descansaban sobre los fierros del barandal, mis ojos observaban la vista que tenía desde este punto en el palacio, siendo esta una de las habitaciones que se encontraba más arriba en todo el lugar. Era maravilloso tener la dicha de ver algo tan espectacular como lo era el exterior, la naturaleza destacando en cada rincón, el concepto elemental que se nos había dado resaltando en cada lugar de nuestro mundo. El rojo y el anaranjado eran los colores predominantes en nuestro pueblo.

Si levantaba un poco más la mirada y me animaba a observar más allá, podía notar el contraste de los colores, la división de los cuatro mundos. Un mismo punto para todas las fronteras, tan solo un bello lago separando metros de distancia a todos. Tan cerca y a la vez tan lejos unos de los otros, lo que se conoce por prohibido para los hijos de cada mundo encontrándose a la nada misma de obtenerse. Lo que más me llamaba la atención era lo misterioso que podía llegar a ser el mundo del reino del invierno, ese color tan frío pero a la vez tan envolvente, tan reconfortante. Me daba curiosidad saber como era estar en ese lugar, y si era tan así como la gente lo describía, un lugar horrible, personas en su mayoría despiadadas e insensibles, la verdad no creía ninguna de esas palabras.

"Aquí esta" inevitablemente salí de aquella ensoñación para darme vuelta y prestar atención a quien me hablaba "Lo estaba buscando por todas partes, príncipe.." 

Reí ante ese comentario.

"¿Seguirás llamándome de ese modo, Hye-jin-ssi? Veo que no has querido perder la costumbre en todos estos años que hemos compartido juntos.." Di una ultima mirada hacia el bello horizonte y salude a mi mejor amiga "Casualmente justo pensaba en ti, iba a buscarte, quería enseñarte algo, ven, acércate un poco" le hablé, alzando mi mano y haciéndole señas con mi dedo índice. Ella se acercó.

"¿Que quiere enseñarme?" No dije nada y solo la tomé de su brazo. Ambos dirigiéndonos hacia donde yo me encontraba hace pocos minutos atrás, las puertas a aquella espectacular terraza abriéndonos paso a ver algo maravilloso.

"¿No te parece hermoso Hye-jin-ssi?" Le pregunté "No habrá cosa más maravillosa que admirar los atardeceres desde este punto en el palacio, a muchos metros de altura, el bello horizonte frente a nosotros y los cuatro mundos colisionando en un solo punto.." suspire "Es muy hermoso.."

"Entiendo porque siempre se la pasa aquí después de cada clase que tiene" dijo mi mejor amiga "Tiene una vista fenomenal, un campo de visión bastante amplio su alteza"

Suspire.
Un campo de visión amplio que no pasaba de ser eso. Nada más se me era permitido observar desde la lejanía del palacio, mi vida encadenada a una vida que no era de mi completo agrado, acatando y llevando a mi vida órdenes que no me hacían feliz, solo para complacer los deseos que tenía mi madre para que se hicieran realidad.

Solté un leve quejido cuando sentí un tanto apretado ese brazalete que vestía a mi muñeca. Lo miré por unos minutos, la pregunta que había rondado en mi cabeza por más tiempo del que debería, haciendo acto de presencia una vez más, y es que no dejaba de pensar ¿Hace cuánto llevaba esto? ¿Y cómo es que me acostumbre tanto a ello? Nunca le recrimine nada a mi madre por llevar esto, nunca indague más allá, quedando solo con lo que sabíamos.

"¿Cuándo será el día en que su majestad le saqué eso de la muñeca príncipe Hoseok?" Pregunto Hye-jin, tan intrigada por saber el porqué mamá había tomado la medida de dejar aquél adorno en mi.

"No lo sé" respondí con simpleza. Mis ojos volviendo a admirar el atardecer, los pocos rayos del sol que quedaban dando justo en mis ojos marrones "Nunca se lo he preguntado directamente, aunque ella siempre responde que todos los hijos de los reyes, primeros en la línea para liderar una nación, llevan algo parecido, va en cada persona que adorno ocupar en el cuerpo, unos llevan coronas, otros llevan collares y en mi caso, portó un brazalete"

Bajé la mirada para jugar con mis dedos.
Un tanto aturdido por todo lo que en mi cabeza rondaba sin parar, dando círculos.

"No tengo argumentos para discutir eso" una leve risa de Hye-jin causó que la tensión que se había formado en nuestra atmósfera comenzará a disiparse "La reina es una mujer sabia, no debemos juzgar lo que ella haga o no, no cuando también estamos hablando de su hijo mayor y futuro rey de los hijos del fuego, alteza.."

Suspire "No me gusta pensar mucho en eso, ser rey es una carga bastante pesada con la cuál debes tener cuidado. Es un título muy importante el cual debes tener siempre a tu altura, ser digno de llevarlo y que los demás te crean capaces de poder sobrevivir a todo lo que conlleva ser rey" di un leve suspiro, viendo como el ultimo rayo del sol se escondía entre las colinas "Me gustaría que las cosas fueran diferentes, y más que una obligación, sea una opción el convertirse en rey para los hijos del fuego, siendo que desde que nací he estado amarrado a este destino Hye-jin-ssi.."

Ambos nos largamos a suspirar.

"Mi madre solía contarme historias de pequeña, sobre un príncipe que tenía el mismo problema que usted, esa inseguridad y preocupación por convertirse en rey llevándolas de la mano en cada paso que daba en su vida. Era un hijo del invierno y único primogénito de los reyes, se dice que sus días se volvieron grises desde el momento en que se le obligó a tomar ese cargo en la realeza cuando sus deseos eran otros en verdad, anhelando cosas que no podía tener, una libertad al igual que otros, una vida sin preocupaciones. Pero toda esa agonía fue cayendo en lo más recóndito de su ser con la aparición de una mujer, en unos de esos tantos días en los que el príncipe se aventuraba fuera del palacio, conoció a una mujer sin igual, una hija del fuego"

Escuchaba con plena atención y admiración el relato de mi mejor amiga. Maravillándome por completo con cada palabra que decía, aquella historia que me contaba con tanta emoción llegándome hasta lo más recóndito de mi alma.

"Ellos comenzaron a frecuentarse y de esa casualidad con el tiempo nació un amor que ellos no pudieron controlar, un amor prohibido e irrealizable, el mayor pecado cometido en la historia fue enamorarse de hijos de diferentes naciones, una historia en donde sin duda predomina la tristeza y la agonía. Resumiendo un poco la historia, se dice que el príncipe de los hijos del invierno escapó de la Corona y de todas las personas que impedían su amor, años más tarde de esa maravillosa aventura de amor entre príncipes, nace un varón, con las cualidades de ambos progenitores. Se dice que vive exiliado en las montañas.." aquél interesante relato terminó en un extenso suspiro "Muchos dicen haberlo visto en la frontera de nuestro mundo. En lo personal no creo nada de lo que dicen esas personas, es imposible que si en verdad la princesa dio a luz a un niño, este halla sobrevivido a la furia de los reyes.."

Despeje mi garganta y volví mi vista hacia otro punto en aquella sala.

"Son sólo mitos que inventa la gente para divertirse" contesté "Aunque suena muy interesante la verdad" admití. Ambos nos estábamos por ir de aquella habitación cuando de pronto los guardias de palacio irrumpieron en la habitación. Todos en una línea, deteniéndose frente a nosotros.

"Su alteza" llamó unos de los guardias reales "Por órdenes de su majestad la reina, debemos resguardarlo bajo llave en esta habitación, su seguridad ha pasado a código rojo en los primeros tres minutos"

Mi entrecejo se frunció.

"¿A qué se debe eso?" Pregunté.

"Alguien ha tratado de ingresar al palacio, se trata de un extraño joven príncipe y al parecer ha venido por usted" mis ojos se abrieron de par en par. Mirando atónito y sin palabras al general al mando "Con su debido permiso, procederemos a protegerlo, por favor haga caso en todo lo que le pidamos y no se acerque a las ventanas ni puertas de acceso, debemos estar alertas ante cualquier altercado.."

Me giré a observar a mi mejor amiga. Ella tan impresionada como yo por todo lo que estaba sucediendo y de manera repentina.

"C-claro, ustedes hagan su trabajo" hablé.

Rápidamente, y mientras los guardias aseguraban la puerta de la habitación, me acerque por una ultima vez al balcón y miré hacia abajo, mismo lugar en donde se encontraba el extenso patio con salida al bosque, bosque que era exclusivamente para hijos del fuego, por el cual, un joven de apariencia desconocida escapaba.

"¡Hey, usted!" Llamé.

Su rostro se alzó y miro hacia mí, aquellos ojos marrones conectaron con los míos, tan profundos e hipnotizantes, tan pálido pero a la vez tan cálido, similar a los días nublados, su cabello negro ondeado caía sobre su rostro, rebotando con cada paso que el daba, sus ojos nunca apartándose. Y es que ya lo sabía, lo sentía, aquel chico era uno de ellos, un hijo del invierno.

Y fue cuando aquella efímera conexión se vio interrumpida por la voz estruendosa de los guardias. Llamando mi atención, y más la de aquel chico desconocido.

"¡Va por los jardines privados del palacio, no lo pierdan de vista!" Y se esfumó tal cual una niebla en el bosque, dejándome con esa increíble intriga en el corazón.

Esa sensación de intriga, de deseo por saber quien era exactamente ese hombre que había llegado hasta estos lados de la nación, tan lejos de su mundo, estaban siendo mayores a cualquier cosa ¿Qué era lo que en verdad estaba buscando aquí?.

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